Durante años he disfrutado la experiencia de pasear por la Gran Vía. Por razones laborales y a causa de mi trabajo concreto tuve que ir diariamente, durante años, desde el Paseo Recoletos, Cibeles, hasta la Telefónica, realizaba parte de mi trabajo en el edificio delimitado por Gran Vía, Hortaleza y Reina. Así que, con este paseo diario, comenzado a las 9.30 y regresado a las 12.30, aproximadamente, de muchas cosas he podido disfrutar.
He disfrutado de caminar con sol o lluvia, frío o calor, y siempre con gente por la calle y ruido, mucho ruido. Conocía a los trileros y sus ganchos, y por supuesto a los carteristas que cruzaban y daban el botín al otro u otra en el paso de peatones frente a la Iglesia San José. Iglesia que durante unos años recogía a cristianos rojos a primeras horas de algunas mañanas. En la puerta, frente al paso de peatones, tienda de fotos.
He visto muchos días, a primera hora, pintar, yo diría que dos cuadros, a Antonio López, uno en la isleta de Alcalá con Gran Vía, frente a la Iglesia citada, el otro en la puerta de la oficina del Central, por encima de Chicote. Algunos nos parábamos a mirar, pero no mucha gente. No tengo la sensación de que nosotros molestáramos, mirábamos sin hablar.
Los paseos podían ser indiviudales o colectivos, nos juntabamos varios jóvenes con el mismo tranajo y como siempre se formaban grupos de afinidfad. Nos poníamos las botas al desayunar en los bares de las traseras de Gran Vía. Eran tiempos en los que tomábamos unos bocatas enormes, siempre distintos en bares diferentes, o par de huevos fritos con patatas y su cerveza correspondiente, of course. Poli era una referencia, pero había muchos otros, por Infantas o Barquillo, por Hortaleza o Reina o las traseras de Telefónica...
En aquellos tiempos Chueca no era chic, era un barrio de gente pobre y mayor que se iba despoblando, después se llenó de drogas y problemas, violencia visible y cercana y posteriormente llegó la reurbanización y el dinero actual. Unas veces subíamos por Gran Vía y bajábamos cruzando Barbieri o Pelayo hasta Augusto Figueroa, mercado para hacerse buenos bocatas, tiendas de muestrarios de zapatos, buenos vermuts en Chueca, y regresábamos por Prim. Otras cruzábamos Recoletos y Barquillo y subíamos por Infantas o Reina, en todas direcciones bares de toda la vida, poco diseño. Desde la Red de San Luís a veces cruzábamos por Peligros para bajar por Alcalá, dependía del día, o simplemente de las ganas, se trataba de no repetir el mismo trayecto una y otra vez por el mismo sitio, a la misma hora, todos los días de tu vida.
En ocasiones pasar por el Círculo estaba bien, acera muy ancha y buenos edificios, para llegar hasta los kioscos de Cibeles, tenían de todo, luego tomar Recoletos por los pares. Yo no era de los de Sol, nunca me gustó esa plaza para diario, no tenía nada interesante y el comercio grande era una horterada y un desperdicio comparado con la diversidad de las pequeñas tiendas tradicionales. El comercio molón era el de sonido en Barquillo, o algunas tiendas de ropa buena en la Gran Vía cuando hacían rebajas, no había franquicias, o alguna tienda de revelado fotográfico, o tienda deportiva en Jardines, o las ferreterías como la de Infantas, los kioscos de prensa por unos y otros lados, la farmacia del Circo Price, la panadería horno de San Onofre, claro Chicote, pero no era para las mañanas…
Una gozada.
Un recuerdo para Santaella y Honorio. Abrazos Rafa. Robert, que bien lo pasábamos. La lista de nombres se me dispara, en otra ocasión saldrán, hoy solo los paseantes.
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