domingo, 28 de mayo de 2017

Izquierda radical: Variaciones de la militancia entre 1965-1982

La militancia varía en cada etapa: 1965/1970/1975/1977/1979/1982

La actividad política de la militancia de extrema izquierda del 65 al 82 a pesar de su escaso número, fue muy importante, logrando contener y empujar constantemente al PCE y PSOE mas allá, hasta el punto de en bastantes ocasiones ‘torcer la rama al otro lado’, lo suficiente como para que la resultante de la Transición no fuera totalmente continuista, pero las fuerzas radicales quedaron lejos de los objetivos revolucionarios expresados en sus documentos, lo cual lleva a preguntarse ¿por qué? Una de las  respuestas debería ser: Porque éramos muy pocos. Éramos muy pocos en relación: al conjunto de los que se enfrentaban al franquismo por mejorar sus condiciones de vida, pero no por la revolución, éramos muy pocos en relación a los comunistas del PCE.  Y pocos en relación a los socialistas, en principio bastante dispersos en multitud de grupúsculos sin apenas presencia en las luchas obreras y vecinales, salvo algunos pequeños núcleos en el norte: Pero los diversos grupos y militantes socialistas fueron muy influyentes en sectores de la Administración, empresariado, pequeña burguesía, profesionales, comunicación…

Guy Hermet en su obra ‘Los comunistas en España’ cifra la militancia del PCE en 1968/69  entre 5.000 y 10.000 en el interior, en España, se basa en documentación interna, en informes de la CIA, y en Spain. The Gentle Anarchy, de Benjamín Welles, New York F.A. Praeger. 1965, p 206’. En el libro cita a Carrillo, el cual habla en un mitin de 35.000 militantes, contando el exterior; en la misma obra Hermet cifra la suma de PC-ml y PC (internacional), en 1.000/1.500, sumando la emigración. [1] Jorge de Esteban y Luis López en ‘Los partidos políticos en la España actual’ se inclinan por la cifra de 5.000 militantes para el PCE, antes de la muerte de Franco, citando como fuente a Paul Preston[2].

Nicolás Sartorius en ‘La memoria insumisa’ da cifras del PSOE, para el XII Congreso en 1972,  de 2.216 afiliados, y para el de Suresnes dos años después, en 1974,  de 2.584 afiliados.[3] Para el primer congreso celebrado por el PSOE en el interior en 1976, Jorge de Esteban y Luis López en el libro citado dan la cifra de 8.000 miembros.

La militancia fue más dura y reducida en los ‘60 que posteriormente y no encontramos las mismas dificultades en los años 1970 al 75, que después, en los que hubo mayor permisividad social y legal, en parte lograda por las luchas sociales y la transición a la democracia, ello explica la existencia de más de un centenar de siglas de partidos, grupos, coordinadoras, sindicatos, agrupaciones…. Detenciones, palizas, cárcel y despidos se produjeron con mayor dureza durante la vida del dictador, aunque después en la transición también estuvieran presentes, no es posible olvidar los 250 muertos, asesinados por grupos ultraderechistas y por represión policial, en manifestaciones y huelgas, calles y despachos, por hacer una pintada o repartir panfletos[4]

En los años 1975, 76, 77 aumentó la militancia, en 1977 se legalizan los sindicatos y se produce una explosión de afiliaciones, es un período de efervescencia movilizadora, coincide una gran crisis política, primeros pasos de reforma, final de etapa desarrollista, la crisis del petróleo, continuos topes salariales, crisis industrial… para quien estaba dentro todo parecía posible. Pero las luchas duraban días, a veces semanas, muy pocas, meses, la movilización de los mismos individuos era ocasional, los activistas pasaban de unos a otros momentos y lugares, considerar todas las personas movilizadas como militantes radicales organizados establemente resultaba exagerado.

Los resultados de las elecciones 1977 son un choque de sueños contra realidad. 535.000 fueron los votos sumados de la izquierda radical que se presentó a elecciones, -otros defendieron abstención-, el PCE obtuvo 1.709.890 votos.  Así fueron analizados los resultados por Octubre-Unión ML en la Revista ‘Manifiesto nº 31, julio de 1977’[5].

‘’El PSOE ha alcanzado el 28% de los votos y el 33% de escaños. En términos absolutos cinco millones largos de votos…

Varios factores han concurrido: El PSOE no es un partido desconocido para la pequeña burguesía y la clase obrera,  históricamente ha sido el partido de base obrera de mayor importancia hasta 1939. Aunque prácticamente desaparecido de la escena política hasta 1973 ha recogido una tradición y un recuerdo de su presencia política que sólo por la vía electoral se podía manifestar ya que no ha sido un partido de lucha.

Así prácticamente han coincidido los triunfos electorales del PSOE en 1977 con los obtenidos en las votaciones del Frente Popular de 1936,…
EI apoyo económico de la social democracia, fundamentalmente de la alemana ha sido decisivo para permitir desarrollar una campaña electoral amplia con presencia en todo el Estado y con las técnicas publicitarias que el marketing po1ítico exige a estos partidos electoralistas…

Existe un último aspecto que ha privilegiado al PSOE y es la influencia de la ideología burguesa en el seno de amplios sectores populares que están imbuidos de las ideas burguesas del socialismo moderado, del anticomunismo…’’

El PCE ha obtenido 1.700.000, en Madrid 245.000 
…/…
En Madrid los resultados electorales (de la  izquierda radical) han sido:

Candidatura de los Trabajadores de Madrid. (ORT)………. 14.781
Frente Democrático de Izquierdas. (PT). ……………………… 12.694
Candidatura Unidad Popular. (MC, MS, PCT)………………….. 5.078
Frente por la Unidad de los Trabajadores. (LCR, OIC, AC)… 3.001’’

El Equipo de La Vanguardia, cuantifica para el año 1977, en 4.000 los afiliados de LCR; 30.000 los del PCE y 20.000 los del PSUC; y 30.000 para el PSOE[6]. Tezanos cifra en 51.552 los militantes del PSOE para 1977[7].

En torno a las primeras elecciones celebradas en 1977, el PTE y ORT conjuntamente, podían sumar 15.000 militantes,  según Joaquín Aramburu del PTE; Andy Durgan, de MC, asigna 7.000 efectivos a MC; Wilhelmi da para LCR 3.500 militantes, 100 de ellos en Madrid y para OIC bastantes menos, asignará al MC 200 militantes mas 200 simpatizantes en Madrid, y 500 al PTE. Joel Sans en la obra citada, estima una cifra conjunta de entre 25/30.000 militantes la suma de PTE+ORT+MC+LCR+OIC[8].

Comienza el desencanto entre la militancia radical, que se agravará tras las elecciones de 1979 en las que el conjunto de izquierda radical que participó en las mismas obtuvo un número y proporción total de voto similar, 500.000 votos, mientras, el PCE logró 1.938.487 votos.

Siempre hubo trasvases de militantes de unos a otros partidos, aspecto que  podría influir en engordar las cifras al ser contados doblemente las mismas personas en dos partidos diferentes; momentos puntuales que aceleraron los procesos fueron: la disolución del FLP en 1969, situación que provocó la difusión de militantes a diversos partidos; y después de las elecciones de 1977, los trasvases de militancia entre grupos socialistas y el abandono de parte de la militancia de izquierda radical que reforzarán al PSOE.

Jorge Esteban en el libro ‘Los partidos políticos en la España actual’[9], cifra en pocos cientos los cuadros de: HASI, LAIA, ANV, ESB, conjunto que forman Herri Batasuna tras 1980; citando ‘La Calle’ para el PSUC da la cifra de 40.000 militantes en 1977 cayendo hasta 20.000 en 1980; unos 110.000 militantes para el PSOE en 1981. Y José Ramón Montero sitúa la máxima de militancia del PCE en 1981, con 160.000 militantes. Michael Buse da las siguientes cifras de militantes en 1982; PSOE 107.000; PCE 200.000; PTE+ORT 18.000; PCOE 9.000; ERC, EE 7.000 cada; LCR 6.000; HB, MC y UPG 5.000 cada formación; PST 1.000; PC ml 1.000[10].

En 1982 los sueños revolucionarios de muchos militantes radicales se desvanecen.  Por aquellos años se extendió el debate sobre ‘’la crisis del marxismo’’, uno de cuyos aspectos aquí se tradujo por el derrumbe de las concepciones revolucionarias clásicas, Stalin, Lenin, Mao…; la vía democrático burguesa fue imparable, chocan bruscamente los textos programáticos de las organizaciones revolucionarias con la práctica política de aquellos momentos, y se desploma la concepción del partido como núcleo de élite dirigente y representante del sujeto revolucionario, la clase obrera.

En aquellos momentos la clase obrera se diluyó apoyando a partidos centristas y socialdemócratas, y a los partidos derechistas; al tiempo florecieron otros sectores progresistas, contraculturales, que rompen la idea de militancia comunista, equivalente a un compromiso redentor y de entrega en entera disposición a la causa, cuya idea era común a muchas militancias de las organizaciones radicales de la época.


 Cuadro tomado de Wilhelmi Casanova Gonzalo, ‘Izquierda revolucionaria y movimientos sociales en la transición’. Madrid 1975-1982. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad Filosofía y Letras.


Víctor Pérez Díaz,  ‘Orden social: clase obrera y conciencia de clase: política y economía’.
Papeles de Economía Española num 2. 1980




[1] Hermet, Guy, Los comunistas en España'. Ruedo Ibérico. 1972 en castellano.
[2]  Esteban, Jorge de y López Guerra, Luis. ‘Los partidos políticos en la España actual’. Editorial Planeta 1982.
[3]  Sartorius, Nicolás, y Alfaya, Javier, ‘La memoria insumisa. Sobre la dictadura de Franco’. Espasa 1999.
[4] Sobre represión y asesinatos en la transición pueden verse: Wilhelmi., Gonzalo, ‘Las otras víctimas de una transición nada pacífica’. Universidad Autónoma de Madrid; Sánchez- Cuenca, Ignacio, ‘La violencia terrorista en la transición española a la democracia’. Instituto Juan March y Universidad Complutense; Aguilar, Paloma, ‘Justicia, Política y Memoria. Los legados del franquismo en la transición española.’. Estudio/Working Paper 2001/163. Febrero2001;
López, V. Antonio, ‘Memoria de la transición española. Lecturas contra el olvido’. (Periodo 1976-1980); Garí, Domingo, ‘Tanatopolítica bajo el franquismo y la transición.’ Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea, separata nº 12; ‘Todas las víctimas del terrorismo’. Documentos para la historia- Documentos para la paz. Tomo VIII... (1975-2004)

[5] Revista ‘Manifiesto nº 31 de julio 1977, ‘Análisis político de las elecciones’. http://octubre-ucco.blogspot.com.es/p/1977-elecciones-generales.html
[6] González, Grases y Pujol, Villafané, ‘Las elecciones del cambio’. Paza y Janés. 1977.
[7] Tezanos, José Felix, ‘Estructura y dinámica de la afiliación socialista en España’. Revista de Estudios Políticos (Nueva Época). Núra. 23, Septiembre-Octubre 1981.
[8] Laiz Castro, Consuelo, ‘La izquierda radical en España durante la transición a la democracia’. Tesis. Universidad Complutense de Madrid. Y obras citadas de Sans Joel y Wilhelmi  Gonzalo
[9] Esteban, Jorge de, y López Guerra, Luis, ‘Los partidos políticos en la España actual’.. Editorial Planeta 1982.
[10] Buse, Michael, ‘La nueva democracia española’. Unión Editorial. 1984

miércoles, 24 de mayo de 2017

A vueltas con las cifras de izquierda radical. 1965-1982. (4)

Contextualizando números por comparación: CCOO, PCE, UGT, PSOE

El objetivo a cuantificar son las opciones a la izquierda del PCE, PSOE, pero los datos de afiliación de estos partidos más grandes son más conocidos, lo cual permite cifrar las fuerzas de extrema izquierda por aproximación, considerando que éstas nunca lograron rebasarlos, salvo en contados lugares y momentos, de ahí la importancia de los datos de PCE-CCO, PSOE-UGT como referencia. 

Generalmente se acepta que la mayor fuerza que se enfrentó al franquismo fueron los comunistas. En los ’40, ’50 y ‘60, cualquiera que quisiera luchar contra la dictadura se daba de narices con la realidad de que necesitaba agrupar sus esfuerzos,  y encontraba en ‘‘el Partido’’, el PCE, la mejor estructura que lo permitía, era la mayor organización, mejor preparación y empuje para combatir la dictadura. A su lado coexistían con menor capacidad grupos anarquistas, que no son objeto de este trabajo.

A partir de la mitad de los sesenta las cosas cambian y la competencia de múltiples grupos, y movilizaciones ajenos al PCE aumentaron considerablemente. Existan más datos sobre el PCE lo cual sirve para contextualizar cifras de los grupos a su izquierda, su utilización mostrará alguna disparidad con los datos facilitados de la izquierda radical, y el control que en realidad éste realizaba de las luchas y organismos sindicales y políticos, lo cual solo era posible con una superior fuerza numérica. Un aspecto a considerar es la militancia residente fuera de España, en algunos grupos la militancia estaba formada en parte por españoles emigrantes, quienes buscaban apoyos políticos, diplomáticos y financiación en su demarcación exterior, lo cual aumentará los números al ser cuantificados militantes.

El PSOE en 1974 cuenta con 2.548 afiliados en España, según Eduardo Villaverde[1]. El PCE en 1975 cuenta con 15.000; José Ramón Montero, citando a Carlos Elordi en La Calle[2]. Santos Juliá escribirá:

‘’mientras la oposición creaba plataformas democráticas, muy pocos españoles corrieron a engrosar las filas de los partidos y sindicatos que presuntamente deberían dirigir esa ruptura. Los socialistas no contaban en 1975 probablemente con más de 5.000 afiliados en el interior y en el exterior y los comunistas mejor organizados y activos… no debían llegar a 15.000’’[3].

En julio de 1976, CCOO celebra su Iª Asamblea General en Barcelona; 6.501 delegados ‘’eligen el Secretariado General, las fuerzas del PCE, a pocos meses de morir Franco logran 20 puestos de 27. El resto se lo reparten PTE, ORT, MC,  2 cada y 1 el PSP’’, Wilhelmi [4]. Aunque la correlación  no fuera equivalente al 74% que reflejan los resultados, sí habrá que deducir que la mayoría eran apoyos al PCE, bastante superiores a lo sumado por el conjunto de fuerzas de extrema izquierda que peleaban dentro de CCOO, lo cual induce a pensar que su militancia conjunta sería muy inferior a la del PCE.

Otro ejemplo en la misma línea podemos observarlo poco después, en 1978, al ser elegida la Comisión Ejecutiva de la Comisión Obrera Nacional de Cataluña, de 50 miembros, son elegidos 42 del PCE-PSUC, que representan un 84%, 3 miembros del MC, 2 de LCR y 2 independientes,  según Joel Sans Molas[5]. Sería fácil aceptar que, en esas fechas, la militancia del conjunto de la izquierda radical presente en CCOO no llegara, probablemente, a la mitad que la del PCE-PSUC.

Enrique Aguilar Galán cifrará los afiliados a UGT para toda España en 1976, en 7.000, y los del PCE  en el momento de su legalización producida en 1977, en 15.000 los militantes de cuota[6].

Gonzalo Wilhelmi, en la obra citada, y para 1976 en Madrid, atribuye a ORT, 1.600 militantes, 500 al PTE, 200 al PC m-l, 300 al MC, + 300 simpatizantes, 100 a LCR Siguiendo con los sindicatos para CCOO-Madrid da la cifra de 4.500 y 600 para UGT-Madrid. Un año después, 1977 se legalizan los sindicatos aumentando las afiliaciones, CCOO-Madrid aumentará hasta 349.000 y UGT hasta 2.000. Sin embargo a este crecimiento ilusionante pronto le siguió una caída, para 1980 afiliados y simpatizantes fueron muy inferiores a los de las elecciones de 1978.[7] En datos de CCOO vemos caídas a la mitad, y a la mitad.

Mayores medios y apoyos de los reformadores permiten a PCE-CCOO y PSOE-UGT imponerse a los radicales, tanto en el ámbito institucional como en las luchas locales y sectoriales, las cuales frenan y encauzan, lo consiguen muchas veces porque numéricamente son superiores a las fuerzas radicales. Se extendió la práctica de romper carnets en las luchas, pero la extrema izquierda no consolidaba apoyos estables, como constató en las elecciones generales. Incluso las cifras del PCE en las elecciones demostraron que la gente se inclinaba por opciones más democrático burguesas.

Durante la Transición la velocidad a la que corrían los acontecimientos era enorme, la aceleración personal y social hacía estragos en las posturas individuales y colectivas, modificando comportamientos militantes, individuales y sociales, de relación, de gustos, de preferencias… La aceleración histórica y mayor conocimiento del exterior fueron influyendo en el abandono de ideas revolucionarias, marxistas, favoreciendo que se extendieran nuevas ideas y estructuras colectivas de encuadramiento político que permitieran militar sin el compromiso y las exigencias anteriores.

Desde los inicios de la transición fue normal el transvase de militantes de unas a otras agrupaciones, desde la izquierda radical en mayor medida hacia el destino del socialismo, y pocas veces al revés del socialismo hacia el comunismo. La estructura asociativa PSOE se adaptaba mejor a esta realidad de libertades individuales y demostró un buen trabajo de sus cuadros de organización que consiguen adecuar lo interno con la política externa, la capacidad de influir en la sociedad, en los deseos de cambio de millones de españoles. Ningún otro partido supo adecuar organización y política como los socialistas, ello incluyó sin duda la aceptación y utilización de las capacidades de militantes de la izquierda radical, el partido que pretendiera gobernar necesitaba miles de cuadros experimentados insertados en la sociedad y los necesitó desde 1977.



[1] Villaverde Marruedo, Eduardo, ‘PSOE en la Transición (1974-1979).Una aproximación histórica.’
[2] Montero Gibert, José Ramón, ‘Partidos y participación política: algunas notas sobre la afiliación política en la etapa inicial de la transición española’. Revista de Estudios Políticos, nueva época, num. 23 septbre-octbre 1981. En el mismo trabajo citando a José María Maravall cuantifica en 4.000 los militantes del PSOE para 1975.
[3] VVAA,Triunfo en su época.’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores.  Ediciones Pléyades. 1995. Página 36.
[4] Wilhelmi Casanova, Gonzalo, ‘Izquierda revolucionaria y movimientos sociales en la transición’. Madrid 1975-1982. Tesis 2014. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad Filosofía y Letras.
[5]  Sans Molas, Joel, 'Entre las instituciones y la movilización: La crisis de la izquierda radical durante la transición.'. Universitat Autónoma de Barcelona.
[6] Aguilar Gavilán, Enrique, ‘A propósito de un aniversario: La transición española en su perspectiva histórica'. Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, ISSN 0034-060X, Nº. 141, 2002, págs. 61-78

[7] Pérez Díaz, Víctor, ‘Los obreros españoles ante el sindicato y la acción colectiva en 1980’. Papeles de Economía Española num 6. 1981. Funcas.

viernes, 19 de mayo de 2017

El agotamiento del PSOE

Aquello que escribí hace años sigue teniendo validez en estos momentos en los que me parece que poco pueden hacer cualquiera de los tres, salvo reflejar una situación crítica que viven confusamente creyendo que uno de ellos pueda resolverla, lo cual es bastante improbable a medio plazo:

Nuevo librito, 'El agotamiento del PSOE', que publico en ‘Scribd’, portal del que puede descargarse gratuitamente. Como los otros trabajos lo conforman escritos publicados anteriormente en ‘Arian seis’, que tratan el asunto de la fatiga socialista a lo largo de estos tres últimos años, en los que aspectos aparentemente particulares, van dando pistas sobre el cúmulo de los errores generales.

El PSOE atraviesa una grave crisis, -que afecta a toda la sociedad española- puesta de manifiesto con extrema crudeza a raíz de la crisis económica, que tiró sobre la mesa, de golpe, todos los problemas acumulados en el país y en todas sus instituciones, abriendo la puerta a un cambio de era. Los hechos sociales no ocurren por la influencia de una sola variable, en el caso de la profunda crisis del socialismo español, influyen varios aspectos que no todos nacen en esta última etapa, algunos comienzan a ser visibles a mediados de los noventa cuando se empieza a detectar el agotamiento de la etapa Transición y la falta de un nuevo proyecto de largo plazo, que requeriría un nuevo empuje modernizador tanto para la sociedad, como hacia el partido, en vez de ello, para superarlo, los nuevos líderes creyeron que todo consistía en un cambio generacional lo cual provocó un paso en falso con equipos y políticas poco consistentes, erróneas y algunas poco progresistas. 

A pesar de las buenas intenciones, o clara visión que tuvieran algunos militantes expresada en buenas palabras, la realidad ha mostrado que el partido estaba enfermo. Escribía en El País el 23-05-2003 Diego López Garrido diputado y miembro de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE. Diputado y miembro de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE.

‘’Uno de los grandes objetivos estratégicos del socialismo, como eje de la izquierda y de los progresistas, es dirigir el cambio social de comienzos del siglo XXI mediante el discurso y la política de los derechos sociales (trabajo estable, educación ampliada a lo largo de la vida profesional, pensiones, sanidad pública eficaz, servicios públicos esenciales, compatibilidad entre trabajo y familia, derechos de los grupos vulnerables, derechos de los niños, derechos a la integridad moral de la mujer frente a los malos tratos y frente a la discriminación, seguridad ciudadana de proximidad, renta mínima de inserción). Se trata de garantizar jurídica y económicamente el disfrute de tales derechos sociales, al nivel de protección de los viejos derechos civiles.

El otro pilar estratégico de la socialdemocracia -y es verdaderamente una gran cuestión- está en una política económica y fiscal de dimensión europea, único modo de asegurar su carácter progresista y solidario, y con un crecimiento sostenible desde un punto de vista medioambiental.

Para todo ello hace falta desarrollar un concepto fuerte de ciudadanía. Para que los derechos sociales, económicos y de cuarta generación sean el baluarte de los derechos civiles -y viceversa- es necesario construir una democracia deliberativa y participativa. Ése es el avance cualitativo que debe dar la democracia constitucional representativa. Habrá así un muro de contención contra cualquier amenaza a lo que es el núcleo o esencia de toda democracia: la seguridad de que las voces de todos y todas van a ser escuchadas. ’’

Es en los momentos críticos cuando más resaltan las carencias y ahora han explotado con virulencia todos los errores: la crisis de la socialdemocracia europea; la mala gestión de la debacle económica, en sus dos vertientes, de crisis específica española y los aspectos internacionales; las desintonías y errores en el tratamiento de la organización del Estado y la cuestión nacional; el problema de la Iglesia, o la poca profundización en el laicismo del Estado: el cambio de modelo productivo y mejora del mercado laboral, redistribución fiscal… tanto por la globalización, cuanto por la integración europea u obsolescencia de nuestro aparato productivo; los defectos democráticos de representación, organización y participación, en el funcionamiento de Instituciones del Estado y partidos; etc. etc. unido a una falta alarmante de discurso y proyecto para el largo plazo, poquísima permeabilidad con la sociedad española, etc. -Es verdad que prestaron atención a los derechos civiles, impulsando avances significativos hacia mujeres, gais… y por supuesto la Ley de Dependencia, a pesar de sus carencias-

Muchos de los problemas del socialismo español los comparten con el resto de partidos y corrientes ideológicas, entre otras razones porque demasiados de sus defectos lo son del conjunto de la sociedad española. Resulta impensable que una parte de la misma, los políticos, tenga tantos defectos y el conjunto del pueblo no comparta rasgos comunes, tales como: la falta de racionalidad; el exceso de ilusión en dioses, ídolos y salvadores; la vaguería intelectual propensa a la simplificación y al abrazo de posiciones fundamentalistas; la corrupción –que de ninguna manera es solo política-; la extrema ideologización y abstracción en análisis, debates y búsqueda de soluciones contrapuesta al pragmatismo –a lo concreto- y menosprecio del uso de consensos necesarios para salidas que se pretendan estables; el gusto por los reinos de taifas, o preferencia por las verdades individuales en vez de las colectivas; la poca permeabilidad social, poca empatía hacia los otros; el ilusionismo de creer que con formular un deseo es suficiente para conseguir resultados positivos, olvidando que hay otros actores con diferentes intereses; el abandono del rigor y la didáctica en los debates, con profusión de adjetivos; el exceso de comodidad en la participación ciudadana y la delegación o búsqueda de otros que resuelvan los problemas, posteriormente culpables de todos los errores; la manía de meter todas las cuestiones en el mismo saco y mezclar, lo cual imposibilita debate y búsqueda de salidas concretas a cada una; el desprecio por la democracia en cuanto que no resuelve todos los problemas a gusto de cada individuo, junto a la envidia por sistemas ajenos; la viga y la paja, en ojo ajeno o propio, o la ley del embudo; el desconocimiento de que la ética, para ser tal, debe ser generalizable, etc. etc.

Este trabajo de hoy no trata sobre las derechas, ni sobre las fuerzas de izquierdas más allá del socialismo, a las que en otros momentos destiné similar atención. Es un trabajo dedicado al PSOE, un partido que ha sido fundamental en estos últimos 35 años para configurar la actual sociedad española actuando como representante y líder colectivo de los intereses de millones de españoles. La cuestión es que ha perdido casi la mitad de apoyos de los que tenía, no sabemos si para siempre o por cierto tiempo, lo cual indica que necesita una amplia transformación, un período de transición que parece más probable que pudieran acometer con Rubalcaba al frente hasta lograr un nuevo equilibrio, y que podría ser dudoso se llevara a efecto con otras personas en su liderazgo.

Un partido similar a lo que ha sido el PSOE parece necesario en España, hoy más que nunca -antiguamente no era posible- ya que en la sociedad democrática española una fuerza alternativa al gobierno debería influir en las reformas que marcarán nuestras vidas en los próximos 30 años. Las transformaciones necesarias para salir de este atolladero y comenzar la nueva era se están realizando dirigidas solo por un sector de la sociedad, la derecha, sin encontrar cortapisas con fuerza suficiente como para ‘torcer la rama’ del nuevo camino, ni para evitar que se elimine gran parte de las conquistas sociales que conocíamos hasta ahora. Otra vez encontramos la contradicción entre el corto y largo plazo, porque el problema es que lo nuevo requiere tiempo para madurar y una supuesta regeneración socialista precipitada parece que amén de imposible, no será suficiente para ganar nuevamente la confianza de la ciudadanía. 

Mientras, no parece que los numerosos grupos y alternativas a su izquierda puedan defender los intereses de varios millones de ciudadanos que configuran la base social progresista y de izquierdas de este país. De hecho, la pérdida de fuerza y de iniciativa socialista, y por consiguiente de su capacidad para ilusionar, además de la pérdida de representación institucional del PSOE, no se ha visto correspondida por un aumento de representación y fuerza institucional de los grupos favorecidos por la debacle PSOE, más bien al contrario, vemos una pérdida de influencia y fuerza global en la defensa de los intereses de casi la mitad de los españoles. –Y quizás lo peor esté por llegar, en Cataluña, donde puede hundirse más, mientras sube el PP, como consecuencia de la independencia catalana, y probablemente vasca, ya que millones de personas no verán en sus siglas suficiente defensa de la integridad española como a ellos les gustaría.-

Manuel Herranz Montero. Noviembre 2012

miércoles, 17 de mayo de 2017

Aproximando cifras de militancia radical 1965-1982. (3)

Considerando datos de prensa y revistas 1965-1982

El escaso consumo de prensa y revistas permite hacerse idea de que los interesados seriamente por transformaciones sociales radicales eran muy pocos. Las cifras de prensa y revistas aquí deben considerarse referidas a la generalidad amplia de antifranquistas, de la totalidad de los cuales, solo una parte militarían en la izquierda radical.

Por supuesto mucha gente que luchaba no leía, fueran activistas estables u ocasionales, pero es difícil considerar un cuadro militante organizado establemente, sin profusión de lecturas. Marx, Bakunin, Lenin, etc. dedicaron enorme esfuerzo al estudio ya que muchos desposeídos reducían toda explicación a una pelea y una frase, ‘‘los malos son los ricos, ellos nos explotan’’. Aquellos revolucionarios comprendieron que era imprescindible explicar la realidad y proyectar salidas para transformar voluntades.

 Triunfo a partir de 1962 fue referente de todas las izquierdas, su tirada era de 57.000 ejemplares, logrando un pico máximo, 160.000, en su reaparición enero 1976, tras secuestro anterior, a partir de entonces cayó imparable hasta su desaparición en 1982; en marzo de 1978 se escinde La Calle  vinculada al PCE, su tirada se situó entre 20/30.000[1]

Cuadernos para el Diálogo, 1963/1978 referente entre los demócratas, tiraba 40.000 ejemplares cuando cierra.  El País, referente del conjunto de sectores democráticos y de izquierdas, sale en mayo de 1976, con 100.000 ejemplares, pronto aumentará hasta 150.000. La Vanguardia 180.000 ejemplares. La prensa del Movimiento, en 1975, en sus 38 periódicos tiraba conjuntamente 452.000 ejemplares, según Miquel de Moragas[2].

Tras la muerte de Franco aparecieron muchas revistas,  ya no valen las tres grandes referencias, Cuadernos de Ruedo Ibérico 1965/1979, Triunfo 62/82 y Cuadernos para el Dialogo 63/78. Los partidos no satisfacen la necesidad de debate en la búsqueda de salidas y aparecen nuevas plataformas. El Viejo Topo, la de mayor éxito entre las rojas generalista, tiraba unos 24.000 ejemplares, bajando a partir de 1978 hasta los 17.000.  

El resto de revistas de entornos progresistas vendían menos de 10.000 ejemplares, tales como Vindicación Feminista; Monthly Review, Transición, Teoría y Práctica; Argumentos, La Calle, Materiales, Mientras Tanto, El Cárabo, Negaciones; Ozono, Alfalfa, Butifarra, Bicicleta, Star, El Papus, Saida; Ajoblanco salió en 1974, tiraba unos 26.000.

En 1981 habían desaparecido más de veinte semanarios y revistas, algunos habían iniciado su andadura después de 1975. Las revistas teórico-políticas tiraban en torno a 5.000 ejemplares, la mayoría cierran antes de 5 años; menos las de inspiración socialista, Sistema, Zona Abierta y Leviatán[3]. Los libros políticos  sacaban ediciones de 1.500 ejemplares como máximo, el interés por la lectura, la formación y la búsqueda de preguntas y respuestas, quedaba reducido a una pequeñísima parte de los antifranquistas cuando ya en la década de los setenta se publicaban muchos títulos marxistas, feministas, ecologistas…




[1]Triunfo en su época. VVAA’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores.  Ediciones Pléyades. 1995
[2] Moragas Spa, Miquel de, Comunicación de masas y tránsito político en España (1975-1980)
Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Autónoma de Barcelona.
[3] Fuentes Juan Francisco, ‘Prensa y política en el tardofranquismo (1962-1975). La rebelión de las élites’. Universidad Complutense de Madrid.
Pecourt, Juan, ‘Los intelectuales y la transición política. Estudio del campo de las revistas políticas en España’ Monografías CIS 253. 2008.
Mir, Jordi, ‘El Viejo Topo (1976-1982) Cuando la participación es la fuerza’. Rebelión; Mir, Jordi, ‘Análisis de las principales ideas sobre la noción de ruptura difundidas en España durante la transición’. Tesis. Universitat Pompeu Fabra. Barcelona.

sábado, 13 de mayo de 2017

Militancia de extrema izquierda 1965-1982. (2)

Desde mitad de los sesenta, contra el franquismo y durante la transición, lucharon cientos de miles de personas en uno u otro momento, por muchos lugares, fábricas, universidades y barrios, obreros y estudiantes, también gentes de teatro, cine, prensa; abogados, editores, libreros, colegios profesionales,… incluso en algunas instituciones hubo minorías activistas, como en la Iglesia, el ejército… Los movimientos estudiantil, vecinal y obrero desgastaron las opciones continuistas del régimen, siendo fundamental para evitarlo las luchas obreras que rompían la producción desestabilizando el orden y la legalidad vigente. De entre aquella multitud, hubo unas cuantas decenas de miles de activistas que lo hicieron de forma estable, continuada y organizada y que no solo tenían objetivos inmediatos, tenían proyectos políticos para sustituir al franquismo incluso algunos soñaban con construir una nueva sociedad, sin clases y sin explotación, a ese colectivo nos referimos como extrema izquierda o izquierda radical.

Antifranquistas hubo mucha gente sin adscripción partidista, entre los militantes que lucharon establemente no solo hubo comunistas e izquierdistas radicales, también hubo monárquicos, demócratas, republicanos, nacionalistas, liberales, demócrata cristianos, falangistas, sindicalistas autónomos, sectores de la Iglesia post conciliar,... la contribución de grupos cristianos en las luchas obreras fue numerosa, e importantísima en los años ’50 y ‘60, su participación fue clave en grandes huelgas, determinante en Asturias, Euskadi, Cataluña y Madrid, en la creación de las primeras CCOO, y en el desarrollo y organización de luchas sindicales y vecinales; a finales de los ’60 y ’70 muchos cristianos se mezclaron con el marxismo y formaron parte de la militancia comunista y de la izquierda radical en sus mismas agrupaciones, o reconvirtiendo directamente las suyas propias, caso de AST-ORT, 1970[1].  Otros muchos siguieron peleando solo desde su condición cristiana.

El PCE destaca en 1965 en ‘Nuestra Bandera’[2]:
‘’su ‘importante actividad, extensa e intensa, entre las que HOAC y JOC no son las únicas actividades bajo el apelativo cristiano, Los otros grupos católicos, éstos ya de tipo clandestino –Solidaridad de Obreros Vascos (SOV) y Unión Sindical Obrera (USO) en Euzkadi, Sindicatos Cristianos en Cataluña y Federación Sindical de Trabajadores (FST) en Madrid– difieren ya bastante de hoacistas y jocistas, aunque a veces estén nutridos por militantes de ambos orígenes. En realidad se trata de grupos abiertamente políticos, no ligados a ninguna labor de apostolado, portadores de una u otra línea política al movimiento obrero’’.

Sobre sociología política y religión resultan imprescindibles los numerosos trabajos de José Ramón Montero[3]. Interesante el documento aportado por Pere Ysás[4], sobre activismo político de los sacerdotes antes de morir Franco, cuantifica 2.558 individuos sobre 23.971, lo que permite relativizar su importancia militante. Otro colectivo no necesariamente coincidente con los anteriores son los curas obreros, unos pocos curas trabajan como obreros, algunos compaginando sus tareas parroquiales, otros comprometidos en organizaciones, en todo caso fenómenos diferentes y minoritarios respecto al de la militancia activista de católicos en organizaciones obreras y/o marxistas.

De entre las decenas de miles de antifranquistas, destacó la militancia comunista por su organización, capacidad de lucha y entrega, el PCE y los grupos de extrema izquierda, leninistas, trotskistas, maoístas; también unos pocos socialistas. Y por supuesto los anarquistas, que aun sin representar el protagonismo que tuvieron en la primera mitad de siglo XX, fueron importantes luchadores antifranquistas, que este trabajo deja al margen para mejor ocasión por falta de fuerzas para abordarlo. A partir de mediados de los años sesenta un conjunto de acontecimientos influye en los sueños de muchos españoles que se incorporarán al activismo político: la revolución del 68 en Europa y EEUU, París, Praga, la guerra de Vietnam,  las luchas por los derechos civiles-negros,  la revolución China, la ruptura Chino-Soviética, las luchas por la independencia en África, el Concilio Vaticano II… curas guerrilleros en América Latina; en España se empezarán a conocer los movimientos ecologistas, antimilitaristas-pacifistas, -que tomarán protagonismo en los ‘80-; y el feminismo. La lucha feminista generará una dinámica revolucionaria, en parte compartida duplicando militancia con la izquierda radical dentro de sus mismas siglas y en parte como movimiento feminista con fuerza y poder independiente.

A mediados de los sesenta en España, se incorporan nuevas hornadas de jóvenes militantes, estudiantes y obreros, y se generan nuevas posibilidades de potenciales encuadramientos que se traduce fundamentalmente en los grupos a la izquierda del PCE, aunque nunca llegaron a tener su potencial. El hecho es que la militancia comunista con su impronta de emoción transformadora de la sociedad ya era posible realizarla en variados partidos diferentes. La escuela de lucha, de estudio y relaciones de cada persona, tiene mucho que ver con los individuos que estuvieran cerca en la universidad o el trabajo. Naturalmente que podía elegirse la opción política, mejor en los setenta que en los sesenta, pero las relaciones de proximidad humana eran altamente influyentes en la adscripción partidista de cada persona, aún siendo determinantes la lucha contra la dictadura y los sueños de una sociedad sin clases, las relaciones personales influían poderosamente en las afinidades identitarias, como era visible en las constantes fracciones.

Un individuo se hacía trotskista porque sus amigos lo eran, o bien se arrimaba a un grupo pro-chino porque un compañero del trabajo en quien confiaba se lo pedía, etc. Después de tomada la decisión, una vez dentro, la identificación grupal funcionaba integrándolo, las relaciones humanas, las discusiones, las acciones, toda la actividad que se realizaba intentaba diferenciarse del resto de partidos y ello conducía a reafirmarse en la elección inicial. Hasta que llegaban otros momentos en los que el desarrollo interno de cada cual, iterando con las modificaciones del entorno, del propio grupo, y/o de la sociedad, empujaban en otra dirección y producía abandonos o cambios de grupo.

La incorporación de nuevos activistas junto con los escindidos procedentes del PCE, FLP, de grupos cristianos y de ETA, configuran nuevos grupos situados a su izquierda, según sus documentos y objetivos declarados, luchan contra el franquismo y contra el capitalismo, pretenden construir una nueva sociedad comunista mediante la revolución, sea socialista, democrático popular, antiimperialista... Son militantes comunistas, marxistas, leninistas, trotskistas, maoístas, anarquistas, cristianos… y feministas, éstas doblarán militancia en los grupos anteriores y serán pieza fundamental en la gran revolución española del siglo XX.

Durante aquellos años sesenta y setenta destruimos los pilares de la sociedad franquista e intentamos construir una nueva sociedad distinta a la que había. En la destrucción y construcción participaron millones de personas  sin un guión común, empujando no necesariamente en la misma dirección, ni con la misma fuerza e intensidad. La militancia de la izquierda radical sin tener objetivos compartidos, fue una de las fuerzas dentro del conjunto de luchas y movilizaciones en las que participaron muchas otras personas e identidades difíciles de homogeneizar, salvo en su antifranquismo y deseos de vivir mejor. La resultante de aquellas luchas fue la sociedad española en la que vivimos, hasta la crisis de 2008. Mucha de aquella gente renunció desde los ochenta al resultado y no aceptaron su protagonismo en la creación de la España democrática, no quisieron responsabilizarse de lo que habían logrado cambiar, no aceptaron el resultado porque no era el soñado, aunque contribuyeron al mismo con sus esfuerzos. Sin la izquierda radical, la sociedad hubiera sido más derechista y cercana al franquismo.



[1] Hermet, Guy ‘Los católicos en la España franquista’ editorial CIS+Siglo XXI. Tomos I, 1985 y II, 1986.
Babiano, José, ‘Los católicos en el origen de Comisiones Obreras’. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H.' Contemporánea, t. 8, 1995, págs. 277-293.
Fernández Segura, José, La participación de los católicos en el movimiento obrero de Barcelona (1946-1978)’.Universidad de Barcelona. 2005.

[2]  ‘Nuestra Bandera. Revista teórica y política del PCE. Num 42-43, marzo-abril 1965, páginas 163-1972 http://www.filosofia.org/hem/dep/pce/nb042163.htm
[3] Un ejemplo de los trabajos de J.R. Montero entre muchos ‘Iglesia, secularización y comportamiento político en España’. José Ramón Montero. Reis 34 , 1986
[4] Ysás Pere. ‘Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia, 1960-1975’. Crítica. 2004