La estrategia y la táctica. Las relaciones de los seres humanos en la vida cotidiana están bañadas por el tiempo, por las perspectivas, los sueños y las salidas reales o falsas a los problemas del largo plazo, también por las contradicciones del momento presente, como en todas las actividades humanas. Conseguir absorber 5 millones de parados por el sistema actual o similar, puede costarnos 10 años, solo con mayores empleos de menores horas sería posible repartir el trabajo. Un drama, una revolución inalcanzable.
A menudo se enfrenta la estrategia a la táctica, la fantasía de la revolución contra la mejora de la vida cotidiana, la utopía contra la reforma, y en esa tesitura, no siempre las mismas personas ni desde el mismo lado, hay quienes justificarán la revolución o fin último (en cualquiera de los extremos) y todo tipo de brutalidad, traición e injusticia que se produzca por el camino ya que conduce al paraíso. El problema es que desconocemos de qué paraíso se trata ni a que lado del espectro se encuentra.
El fin justificaba los medios, decían, porque el fin era la gran sociedad perfecta, pero el fin nunca existió y los medios estaban presentes a diario y eran difícilmente justificables, además en gran parte de las ocasiones lo que hacían los medios era alejarse de los fines. La vida nos ha enseñado que los medios son parte de los fines, incluso a veces son un fin en sí mismos dada la importancia que tienen al existir plenamente en ese instante algo que no podemos decir de los fines, los medios no deberían chocar y alejarse de la filosofía de la utopía, del fin al que pretenden servir, juegan el mismo juego y están en el mismo plano, si ellos van en una dirección conducirán a los fines por esa misma senda.
Mi forma de ser, mi comportamiento diario con quien sea, no debería estar alejado de mis principios. El cielo y el infierno nos rodean a todas horas, no los padeceremos en un futuro lejano, los decidimos a cada momento, los empujamos sobre otras vidas a cada instante. No parece entenderlo así mucha gente. El mundo está lleno de charlatanes que dicen querer la revolución o el paraíso, entre otras razones porque es fácil pretender algo si queda lejos y es poco tangible, mientras que esas personas en el presente pueden practicar un amplio catálogo de lo más reaccionario y terrorífico del mundo.
Sería más coherente rebajar quilates a los ideales si estos fueran muy lejanos y adecuar nuestras ideas a la vida diaria y a nuestro entorno, hoy y aquí, y aceptar que todos somos transversales en algo, los muy ecologistas pueden ser machistas, los muy rojos pueden ser poco ecologistas, los sindicalistas pueden ser xenófobos, etc. en todos lados hay gente transversal, cristianos comprometidos con la sociedad y las necesidades, conservadores que aceptan libertades sexuales, etc.
En la complejidad del mundo actual, los fines y los medios, el largo y el corto plazo, se enredan entre los conceptos de izquierda y derecha que se pierden en las decisiones a tomar. Crear puestos de trabajo masivamente hoy, supone alejarse de los fines, porque para hacerlo hay que potenciar sectores intensivos en mano de obra, por ejemplo la construcción, lo cual nos llevaría en poco tiempo otra vez al desastre. El futuro hacia un desarrollo sostenible, que se acercaría más a parámetros revolucionarios en los fines, en lo estratégico, requiere apostar hoy, en lo táctico en los medios, por sectores menos intensivos en mano de obra, crecer más pero con menos gente. Esto es una muestra de los dilemas actuales de cualquier gobierno y de cualquier partido que pretenda decir algo a la sociedad.
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