viernes, 26 de octubre de 2018

El nacionalismo está destruyendo la izquierda

El nacionalismo está destruyendo la izquierda

‘’El universo de seres comunicados que Kant creía necesario para sentar las bases de un futuro mundo cosmopolita puede estar lejos, pero está mucho más cerca hoy, que por ejemplo en 1945.
Estas u otras cosas ni se logran ni se lograrán en el futuro manteniéndonos encerrados en nuestras comunidades y midiendo nuestra vida en relación con los horizontes que nuestros padres y nuestros abuelos fijaron por nosotros, o gobernando los actos y los deseos por las normas de aquellos que se han nombrado a sí mismos representantes en la tierra de una divinidad cuya existencias parece muy improbable. La mayor parte de la civilización moderna se debe a múltiples factores. La evolución de la medicina o las tecnologías de la información y el progreso de los medios de transporte, si bien son una herencia indirecta de la Ilustración, así como las revoluciones científica y técnica que la precedieron y la siguieron, no tienen una relación inmediata o directa con sus ideales, pero sí la tiene nuestra capacidad para enmarcar el conocimiento del mundo en algo mayor que el terruño, la propia cultura, la familia o la religión personal. Y en esto somos irremediablemente herederos de los constructores de la ‘ciencia del hombre’ ilustrada’’.
Anthony Pagden, ‘La Ilustración’. Alianza Editorial, 2013.

Hasta el año 2012, cuando se empieza a extender la proclama del derecho a decidir la autodeterminación, los catalanes decidieron elegir mediante votación a sus mandatarios para que les representaran y dirigieran parte de sus destinos: votaron en 11 ocasiones Diputados al Congreso y Senadores, 7 veces para decidir parlamentarios en el Parlament, votaron 9 veces para decidir sus concejales en los municipios, en otras 6 ocasiones eligieron parlamentarios europeos y en otras 6 más decidieron en referéndums, tipo Reforma, Constitución o Estatutos de Autonomía. Sí, ellos han podido decidir y lo hicieron –y no los negros en los sesenta en EEUU-. En sus decisiones se constata que triunfaron electoralmente mayorías nacionalistas, no siempre, pero nunca eligieron mayorías secesionistas. Los partidos representados, los que decidieron elegir los catalanes, no llevaban en sus programas el objetivo de independencia, no se presentaban defendiendo el derecho a la autodeterminación.

El problema de la independencia no existía hasta hace pocos años, el ejercicio del derecho de autodeterminación tal como lo vivimos hoy, es novedoso en la vida española fraguado en los años de crisis, tras la sentencia del Estatut. Siempre hubo independentistas pero, solo desde hace muy poco se manifiesta la preocupación creciente por las relaciones Catalunya-España en los estados de opinión, que publica el CEO (Centre d’Estudis d’Opinió) de la Generalitat. En los cuadros desde enero 2009 a junio 2013 presentan las preocupaciones sociales, las personales y aquellas consideradas grandes problemas de Catalunya. Ambas coinciden en el orden, las preocupaciones personales, en 2009, eran mayoritarias por la precariedad laboral un 44%, a continuación con un 17% el funcionamiento de la economía, ambas, consecuencias de la crisis, a mucha distancia, preocupa la insatisfacción con los políticos, cerca de un 5.5%, queda relegada la preocupación de relaciones Catalunya-España a un 3,5%. Escasa importancia se le daba entonces.

En junio de 2013, lo que consideran problemas importantes pasan a ser cerca del 50% la precariedad laboral, el 16,2% el funcionamiento de la economía, doblándose el peso de la insatisfacción con los políticos hasta el 12.4%, -que no entiendo insatisfacción con la política aunque podría estar contenida, en el mismo estudio por las diferentes preguntas aparecen grados de interés, preocupación, seguimiento etc., respuestas comprometidas con la política-. Sigue en el grado de preocupación, las relaciones Catalunya-España con cerca de un 11%, más que triplicando su importancia respecto al 2009. Desde luego en los propios centros oficiales de Catalunya, el CEO, donde cocinan los datos de opinión, éstos no reflejan que sea el problema tan insoportable como lo denuncian al mundo sus políticos y los medios de comunicación catalanes.

Un cierto grado de radicalización popular se incuba durante el segundo gobierno de Aznar entre pequeños grupos españolistas y políticos catalanes, amplificado por algunos medios de prensa, radio y televisión. El malestar se hace palpable durante el primer gobierno de Zapatero, a partir de 2004, en la negociación del Estatut, y cuando éste llega al Congreso, siendo aprobado en junio de 2006.  Pero todavía durante el 2008 la tendencia separatista se mantiene por debajo del 20% en datos de la Generalitat –ver cuadro anexos-.


En  2009 las encuestas detectan un malestar creciente con el funcionamiento de la democracia en Catalunya, -y en España- probablemente sean reflejos producidos por la crisis económica y el Estatut. A  partir de entonces comienza a expandirse el malestar por el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP, y la demora en la Sentencia, lo cual provoca sentimientos separatistas, que unido a la grave crisis económica, produce otro salto al alza en 2011, entrando en la dinámica actual en 2012 con otro acelerón, que lleva aparejadas reacciones masivas de culpar a España –España nos roba- por la mala situación política, laboral y económica de Catalunya, de la que muchos esperan salir con la independencia. Los datos importan porque esta no es una larga lucha.


El PSOE recibió latigazos de ruptura antes, y no solo en el PSC que sufrió un terremoto, y no han acabado de sufrir las consecuencias. La búsqueda de salidas con el asunto de federalismo asimétrico, naciones, plurinacionalidad… no ha terminado, se liará y enconará más la situación. Podemos está sufriendo los desgarros ahora, en Cataluña y en el resto de España, sus mareas, Galicia, País Vasco, Valencia, Aragón, Andalucía… todo parece remansado pero la corriente revuelta de fondo se desbordará, de hecho ya hay proclamas desde sectores de izquierdas defendiendo el derecho a decidir la autodeterminación por muchos rincones de España, una regresión camuflada como mercancía progresista.

En Europa, en el siglo XXI, ningún partido que pretenda progresismo podrá aceptar la secesión de una parte del territorio. Ningún partido serio, aunque no tenga esperanzas para gobernar, podrá ocultar que los apoyos parlamentarios de los independentistas están basados en un 36% del cuerpo de votantes catalanes, algo que resultará imposible de defender ante la ciudadanía, porque entonces se entendería abierta la puerta a golpistas de cualquier signo en cualquier momento. La defensa de la Constitución y las libertades democráticas, será percibida por la ciudadanía como realizada fundamentalmente por la derecha y el centro, dejando las izquierdas al margen de cualquier proceso global de construcción española y europea. Así la destrucción de las izquierdas iniciada en el siglo XXI, agravada con la crisis, ahora, si apoya al nacionalismo dará un gran paso adelante por apoyar lo reaccionario, las gentes abandonarán valores clásicos de unidad, libertad, igualdad, fraternidad y abrazarán el fascismo que hay tras el nacionalismo.

La declaración de independencia es apoyada por diputados del Parlament representantes de 1.628.714 votantes a JuntxSí, mas los representantes de 337.794 votantes a la CUP, en total sumarían 1.966.508 votos sobre un censo electoral de 5.510.853. Ocurrió en las elecciones de 2015 planteado plebiscito por JxS y CUP. Perdieron.

Se imaginan el potencial movilizador del process y las Diadas dirigido contra la precarización, por el empleo y salario digno. Esfuerzos enormes durante días, y meses… imaginen si fueran aplicados a transformar sectores productivos, a reducir desigualdades… imaginen dirigidos a mejorar una Europa más libre, igualitaria y solidaria. Pero, esos no son objetivos nacionalistas.

Toda ruptura conlleva costes, sean las personales por amor, amistad, o religiosas, partidistas, societarias… sería imposible que ésta no los tuviera. En Catalunya los promotores de la secesión no hablan de costes, tratan de pintar una ilusión, mostrar el paraíso e impedir que algo pueda diluir la imagen edulcorada que transmiten para sumar voluntades. La marcha por la independencia está tan rellena de sentimientos como vacía de racionalidad y concreción. La presentación de la opción independentista como solución a todos los problemas, sean personales o colectivos de los catalanes, debería oler mal a cualquiera que tenga un pie puesto en la Ilustración y use un poco de racionalidad, -máxime a militantes, partidos y sindicatos de izquierdas, e intelectuales y teóricos sociales- que deberían conocer las bases ideológicas.

El nacionalismo, una forma de populismo, tiene como único objetivo lograr la independencia nacional y convertir Cataluña en estado asumiendo los independentistas la totalidad del poder político que ahora detentan parcialmente, otra parte lo tiene el Estado, otra parte la UE, otra la globalización... Para ello utilizó y fabricó una ideología excluyente, necesita diferenciar entre ellos, catalanes puros y los demás impuros y enemigos para enfrentarlos, aunque hayan nacido en Cataluña, y sus padres, y abuelos y bisabuelos... Ellos, los buenos, son los que se suman al proceso aceptando las reglas y objetivos impuestos por el independentismo, garantizando puestos de representación social, cargos, empleos, prestigio…los demás son el resto, sean catalanes, andaluces, españoles, gente a vencer y someter. Racismo y xenofobia son piedras angulares del nacionalismo, fuertemente desarrollados en el nacionalismo catalán desde sus inicios hasta hoy, pasando por los Pujol.

«El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido [...], es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir su falta de mentalidad.»
Jordi Pujol, "La inmigració, problema i esperança de Catalunya".
Editorial Nova Terra 1976.

La izquierda reaccionaria, es nuevo concepto que define individuos y sectores autodenominados de izquierdas, en cuanto defienden y apoyan a la reacción que lleva al antiguo régimen, la contrarrevolución ilustrada. Ponerse al lado del nacionalismo catalán, de su argumentario, su táctica y estrategia, supone comulgar con los ultras europeos que ven a los inmigrantes como riesgos en sintonía con los ultra-nacionalistas xenófobos austriacos, húngaros, italianos, polacos, holandeses, alemanes… izquierda reaccionaria al aceptar la idea antigua de nación vinculada a lenguas y/o etnias lo cual es una regresión a la oscuridad de la Edad Media. En el planeta Tierra existen más de 6.500 lenguas y 5.000 etnias y solo 200 estados. Reaccionaria si identifica y apoya la existencia de un supuesto pueblo, homogéneo y superior al resto, -el supremacismo catalán está ampliamente documentado; los dos tomos de ‘La Raza catalana’ de Francisco Caja son buena referencia-. Izquierda que se define así, solo por ser anti PP, reaccionaria en cuanto abandona los principios de igualdad, libertad y solidaridad para todos. Reaccionaria, porque se tapa ojos y oídos ante la represión ejercida por el independentismo hacia individuos y amplios sectores sociales que no secundan sus creencias, modos y planes.

La democracia nacionalista, hoy secesionista, aplica derechos solo para  independentistas y aliados, mientras arrincona socialmente a todo individuo que no apoye su objetivo tachándolo de traidor, de no ser catalán, procediendo a relegarlo en su lugar de trabajo y entorno, barrio, escuela, empresa. La democracia solo para catalanistas, supuso marginar a la mitad de los catalanes para puestos de responsabilidad en medios públicos de radiodifusión, en empresas públicas catalanas, en puestos de responsabilidad de la Administración Pública, en cargos Institucionales, fueran deportivos o culturales. Remiren la inmersión lingüística y véanla utilizada como elemento para cribar/reducir emigrantes castellano-hablantes que pasen a bachillerato. Las redes sociales están llenas de casos concretos relatados por padres y madres de represión lingüística en los colegios a niños pequeños, regañados y apartados, como así mismo hay cientos de casos de adoctrinamiento sectario, hoy es imposible no querer verlo. Supuso, desde hace muchos años, expulsar a miles de trabajadores de enseñanza y realizar cribas para posterior contratación, supone zancadillear a profesores universitarios si no se identifican nítidamente como indepes, o marginar a los tibios, supone arrinconar y denunciar a trabajadores enseñantes y sanitarios que no se presten a ser activistas por la independencia.

La manifestación pública de tropelías que pisotean derechos ciudadanos de los no indepes va surgiendo poco a poco, hasta ir conformando listas enormes de agresiones, vejaciones, marginaciones…, el miedo que las retenía pareció romperse en octubre 2017. Ocultadas por los nacionalistas durante lustros, ayudados por gentes de izquierdas, para no provocar, decían, taponaban difusión en los medios, dificultaban permisos de reunión y locales, mientras descalificaban brutalmente a quienes las elaboraban, porque eran de tal o cual tendencia, de tal o cual partido, se descalificaba sin contra-argumentar se ocultaba la información, mejor no criticar lo que se documentaba, ello extendió  injusticias y privación de derechos democráticos. Hoy quien quiera puede ver en los medios y redes una enorme lista de amenazas exabruptos y gritos de expulsión a los catalanes no integrados en la independencia. Luchar por la autodeterminación es luchar por derechos individuales o colectivos no universales, supone tener como ideal aumentar los derechos solo para una parte de catalanes, eliminando los de otros catalanes. Por supuesto todo comportamiento se agrava, si en vez de considerar solamente a los catalanes incluimos la ciudadanía española.

Las revoluciones cambiaban el orden social, la escalera de poder y representación, la organización de la sociedad revolucionaria se zarandeaba en todos sus tramos, profesores, catedráticos, periodistas o voceros, gurús mediáticos, económicos, políticos, sacerdotes e iglesias, notarios, registradores, abogados, y poderosos de cualquier sector eran derribados por otros apoyados en movilizaciones, los nuevos, jóvenes mayoritariamente, los de abajo, se ponían arriba, las clases populares ocupaban parcelas de poder y se producía una redistribución de riquezas, las tierras se repartían, se requisaban medios de transporte, los medios de producción cambiaban de propietarios, algunos se colectivizaban o se apropiaban por las instituciones del estado naciente en manos de nuevos poderes políticos, las iglesias y religiones, desaparecían y sus muchos edificios, colegios, catedrales, monasterios eran requisados y puestos al servicio común. No parece estar ocurriendo en Cataluña.

En todas las revoluciones aparecían episodios violentos, de enfrentamientos entre los representantes de lo viejo y lo nuevo, la lucha por el poder. El problema aquí, en el proceso de autodeterminación de Cataluña, es determinar  ¿qué es lo viejo y cual lo nuevo?, el nacionalismo que pretende aparecer como lo nuevo ante oleadas de jóvenes inexpertos, basa su legitimidad en ideales imaginarios de hace muchos cientos de años, cuando las gentes no tenían vida propia, no podían decidir nada, dependían de sus señores, los nacionalistas pretenden legitimidad, dicen, lograda cientos de años atrás, cuando la gente moría de hambre, de frio y enfermedades, la esperanza de vida era de 30 años, por supuesto todos eran analfabetos y sometidos a una docena de soberanos y señores feudales. Durante algún tiempo, muchos años después del nacimiento de la Generalitat, que se aduce como inicio de su legitimidad, en los pocos momentos que hubo derecho de voto, lo fue solo para los poderosos, restricciones de propiedad, de sexo y/o educación lo impedían para el grueso de los catalanes. Una pequeña muestra de cómo funcionaban las cosas se lee en este estudio de Bernat Hernández.

‘’Francisco de Borja, con su nombramiento de virrey, recibió unas instrucciones bastante concretas sobre el desempeño de su cargo. Como prioridades se situaban el control del bandolerismo, que era presentado como una lacra que afectaba al conjunto de la sociedad catalana y del que preocupaba especialmente las implicaciones de eclesiásticos en las luchas de facciones…
Más que el bandolerismo en un sentido actual y jurídico del término, el problema fundamental al que debió enfrentarse el virrey Borja fue el de una sociedad dividida, enfrentada en luchas de facción. Las referencias documentales sobre el tema son muy numerosas y bien trabajadas por una bibliografía abundante. Justamente, nada más jurar el cargo, el virrey hubo de intervenir en la ciudad de Tortosa, población que describe, en términos tremebundos, como un nido de bandidos o una «cueva de ladrones» y «amparo de deservidores» de la monarquía.’’ La situación de la ciudad del Ebro era un reflejo del fenómeno del clientelaje nobiliario, eclesiástico u oligárquico municipal que resolvía sus conflictos mediante partidarios armados. Un problema que afectaba por igual a instituciones catalanas, municipios y oficiales monárquicos.
En gran medida, este estado de cosas era una pesada herencia de los graves problemas arrostrados por el Principado desde la crisis bajomedieval, que había sido particularmente severa en las guerras civiles y sociales del siglo xv. Por su parte, la dinámica de urbanización (planteada en términos de la fijación de jurisdicciones) de la población catalana había provocado tensiones entre las nuevas élites urbanas y los poderes feudales tradicionales del entorno rural. A nivel de señores laicos –fueran familias o colectivos municipales, nuevos poderosos locales o linajudos feudales– y señores eclesiásticos, estos enfrentamientos se habían recrudecido en tiempos de Borja. La configuración de estructuras de poder por parte de la Diputación del General y de la monarquía comenzaba a afectar al mundo de las parcialidades, al proceder a alineaciones y tomas de posición en los nuevos ámbitos de decisión por parte de los linajes tradicionales. ’’

Bernat Hernández, Universitat Autònoma de Barcelona, ‘Bandos y piratería en la Cataluña del Siglo XVI. Las actuaciones del Virrey Francisco de Borja (1539-1541)’

La historia no concede derechos, cuando los nacionalistas se apoyan en ello, realmente arguyen un derecho a la desigualdad actual -Aurelio Arteta-. La revolución francesa lo dejó claro, lo revolucionario es instaurar derechos para los vivos en condiciones de igualdad, sin considerar viejos privilegios del antiguo régimen, lo muerto no debe prevalecer sobre los vivos. Los supuestos derechos históricos suponen minorar derechos a los actuales ciudadanos, ¿de qué año tomamos las prerrogativas, cuáles consideran válidos, aquellos del siglo XV, del XVI, o los del XVIII? ¿Aquella Generalitat que no elegía el pueblo se pretende imponer a ésta? ¿Las confabulaciones de familias que ostentaban los poderes es lo que defienden reinstaurar? ¿O los casamientos obligados entre nobles como forma de reparto de poder? ¿Quizás quieran reinstaurar el derecho de pernada, o la capacidad de ajusticiar que tenían los nobles? Esas son las tradiciones que contraponen a la revolución que supone la igualdad de derechos para todo individuo.

En palabras de Steve Pinker ‘’La vida anterior a la Ilustración estaba ensombrecida por el hambre, las plagas, las supersticiones, la mortalidad materna e infantil, los caballeros merodeadores, y los señores de la guerra, las sádicas torturas y ejecuciones, la esclavitud, las cazas de brujas, las cruzadas genocidas, las conquistas y las guerras de religión’’. Este es el tiempo anterior, estas son las cosas que sucedían en aquel pasado irreal y en el que quieren basar su legitimidad. El derecho al voto universal para toda persona, hombre o mujer, mayor de edad, sin restricciones de ningún tipo, se instauró en Cataluña en 1978 con la Constitución Española, que contiene el mayor caudal de derechos que nunca tuvo la población, a la educación universal, a la sanidad universal, a pensiones o paro, salario social para los momentos de dificultades, a la libertad de expresión y circulación, a la igualdad de derechos entre todos sin distinción de sexo, raza, etnia, lengua, cultura, religión,…

jueves, 18 de octubre de 2018

Gran hallazgo, el derecho a decidir

El gran hallazgo: el derecho a decidir, pero solo la autodeterminación

Quien imaginara la consigna, encontró un filón, está claro que nadie estará en contra de la facultad de decidir sobre su futuro. Sin embargo como toda realidad la apariencia no es igual a la esencia. A la mayoría de gente bien-pensante le parece que esto es lo más democrático y algunos un poco obnubilados, creen que el nacionalismo está dando una lección de democracia a los españoles, ya que interpretan esta reivindicación en clave ciudadana, se pretende ejercitar ‘para saber qué quieren los catalanes’, cuando se trata de una maniobra dentro del proceso de independencia. Para saber lo que quieren hay suficientes técnicas estadísticas y sociológicas, incluidas las elecciones que se celebran cada poco tiempo. Por supuesto sería declarada la independencia si saliera el voto favorable, con mayoría simple afirmativa, sobre mayoría simple presentada, lo cual daría como válido un resultado favorable para declararla del 27%. Aunque si saliera mayoría contraria, como está ocurriendo en las cuatro ocasiones votadas hasta 2018, volveríamos nuevamente a la casilla de salida.


El referéndum debe ser oficial, por lo tanto primero hay que romper el marco constitucional español con la proclamación parlamentaria. En referéndum posterior a la comunidad internacional recomienda un mínimo del 50% de participación con un 55 % mínimo de votos afirmativos.
Asamblea Nacional Catalana. Razón 16

Interpretación: Con solo un 27,5 % de apoyos del cuerpo electoral declararían la independencia. Ninguna comunidad internacional recomienda eso, todas las referencias internacionales de los que aceptan este tipo de situaciones, que son relativamente muy pocos, siempre citan amplias mayorías, y nunca admiten que una minoría de población pueda obtener la independencia.  El 55% de voto afirmativo sobre participación del 50%, representa un 27,5% de población

El resultado sería una regresión, un referéndum sobre la autodeterminación de una parte del Estado, que pudiera decidir una minoría es una revolución fascista. La consulta es muy poco comprometida para el secesionismo, saldría gratis, sin costes añadidos en caso de perder, volvería a empezar al año siguiente desde el mismo punto, y todo resuelto. La utilización de la consigna sobre el derecho a decidir sobre la secesión de Catalunya, ha demostrado ser un arma política de primera magnitud dificilísima de combatir y su instalación entre la gente sigue imparable. A pesar de las dudas que suscita entre el pensamiento progresista, que no acepta que fuera ejercido ese derecho en el pasado por los catalanes en la misma medida que lo hizo el conjunto del pueblo español. Los independentistas lo plantean como una recuperación de algo inexistente, que existió en el imaginario pasado y ahora no existe en su territorio, para lo cual quieren modificar unilateralmente todo el marco jurídico legal que lo hizo posible en el conjunto de España desde la Transición.

La autodeterminación no se contempla en ninguna constitución, solo está reconocida por la ONU para territorios coloniales, mediante la resolución 1514, de la XV sesión de 1960 aplicada al Sáhara; y la resolución 2625 de 1970, del XXV período de sesiones  que reconoce la libre determinación para territorios colonizados y oprimidos, -libre determinación que separa de secesión de estados ya constituidos- es decir reconoce el derecho a la descolonización en territorios dominados, gobernados y explotados por extranjeros, sobre poblaciones sin derechos a decidir organización social, ni económica, ni gobernantes, ni leyes, algo extremadamente alejado de Catalunya, resolución que se redactó en referencia a las colonias del tercer mundo.

Quienes deciden hoy en Cataluña sobre la mayoría de cuestiones que afectan a la ciudadanía, son los políticos soberanistas y la burguesía catalana, tan carcunda como la españolista que ponen de ejemplo como enemiga,  los soberanistas copan todos los poderes, controlan los medios de producción, fábricas, negocios, comercios… pasando por las tribunas mediáticas, prensa, radio, televisión… la cultura, el deporte, comercio, la banca, la política… y las direcciones de todos los partidos como indica la deriva que ha tomado el asunto, de tal forma que la igualdad de oportunidades entre diversas posturas no existe, ni en la calle, ni en las instituciones, ni en los medios, ni en la ley electoral que prima el interior rural, sobre las grandes concentraciones urbanas.

Los conflictos de clase han desaparecido de la faz de Cataluña sustituidos por el identitario nacional, como los franquistas en mi niñez, dicen: ‘todos juntos empujando el carro con los mismos intereses’, aunque esos intereses lógicamente serán los del grupo dominante, suena antiguo. La vida no es solo un conflicto en torno a la producción, los problemas que nos invaden son transversales en gran parte, de sexo, ecológicos, de raza, de religión… de identidad, pero una cosa es que existan conflictos cruzados y otra que hayan desaparecido como por ensalmo todos los conflictos anteriores quedando todo reducido a la autodeterminación.

Esto es una revolución, dicen quienes lo apoyan y surgen preguntas ¿Los trabajadores tendrían ese derecho a decidir, sobre objetivos de producción, nivel de salarios, condiciones de trabajo, horarios, ritmos… en fábricas y tajos, comercios y bancos? ¿Una vez conseguido, los vecinos decidirían sobre qué construir en los suelos del territorio, dónde poner parques y escuelas, cuantos metros edificar en cada bloque, a cuanta distancia del mar…? ¿Por qué no el derecho a decidir sobre la política de austeridad?, por ejemplo, en relación a la urgente reforma fiscal que debería hacerse, sobre los impuestos, tipos y cuantías que las empresas y los más pudientes deberían pagar. La revolución que se anuncia concederá Derecho a decidir, en qué partidas recortar, a quienes subir y bajar sueldos, en qué sectores y empresas invertir y cuanto. No conocemos que los documentos sobre la secesión contemplen conceder un Derecho a decidir sobre las condiciones de trabajo y pensiones, sobre implementar urgentemente planes masivos de empleo en nichos y sectores productivos, decidiendo sobre inversiones a utilizar, los recursos que ya existen por muchos rincones –Catalunya Caixa recibe 12.000 millones de € ayuda pública del Estado -

Las gentes que se movilizan por la independencia no tendrán Derecho a decidir sobre la justicia a los Pujol, y a los corruptos del 3%, no podrán decidir sobre cómo deben reprimir las fuerzas de seguridad las manifestaciones de los indignados cuando se celebran en espacios públicos, incluso no decidirán si deben ser reprimidas las corrupciones, o mejor todavía, no podrán decidir a quienes deberían detener y violentar, a los corruptos catalanes, a los recortadores de derechos sociales que venden a bajo precio la propiedad colectiva como la sanidad y la educación…Derecho a decidir sobre la ley electoral… con cuanta proporcionalidad, eligiendo la circunscripción electoral y número mínimo de diputados elegidos. Derecho a decidir a las mujeres sobre el uso de su cuerpo y sobre cuestiones de brecha salarial y de igualdad de representación y al conjunto de personas sobre las libertades civiles, laicas. Sería necesario poder decidir sobre el tipo de energía a desarrollar y sobre los precios de producción que no utilicen el coste más alto que deja inmensos beneficios a los que producen barato, como actualmente. Esta secesión habla de conceder mayor derecho a decidir sobre la protección de bosques, espacios naturales y costas… ¿Por qué no decidir sobre ayudas bancarias a las Cajas catalanas  y sus condiciones de retorno?, y mientras se producen, decidir sobre su gestión ¿Acaso estas cuestiones son más difíciles de lograr que la secesión? O simplemente no están en la agenda.

El liberalismo, los neoconservadores, Reagan, Thacher, Aguirre, Aznar, Pujol, Mas… se llenan la boca diariamente de la palabra libertad, reclaman a los gobiernos y a la sociedad su derecho a decidir. Quieren gastar lo que ellos decidan, en lo que quieran, decidir cuánto pagar de salarios y con qué derechos contratar, reclaman poder decidir en donde invertir y cuanto cobrar por el uso de sus carreteras, sus escuelas, sus hospitales, que dicen es su derecho construir… porque según su patrón de libertades, todo el mundo debería decidir libremente qué hacer con su vida, pero sin el Estado de por medio, sin leyes, lo cual deja el terreno expedito para los poderosos. Las libertades que el neoliberalismo predica, el derecho a decidir que ellos reclaman, es la libertad de los poderosos de llevar el dinero que consigan explotando a millones de personas a un paraíso fiscal… Esa es la revolución propuesta por la autodeterminación.

Dirán que esto no tiene que ver con el derecho a decidir que reclaman los catalanes, pero en cuanto derecho a decidir es similar, unos pueden reclamarlo desde posiciones nacionalistas y otros desde posiciones rojiverdes, o malva-negras; desde posiciones religiosas o laicistas, se puede reclamar desde posiciones burguesas o proletarias, lo pueden reclamar los ricos y los pobres…
Todos quieren tener derecho decidir. ¿O no?  ¿Es ilimitado en el tiempo? ¿Todos los territorios, aldeas, ciudades, regiones… tienen el mismo derecho? ¿Todos los individuos lo tienen, quien los designa? ¿En las fábricas los obreros tendrían derecho a decidir?

Despotricar y maldecir a menudo olvida que el pueblo español -y catalán- actuó como sujeto político y ejercitó repetidamente el derecho a decidir en numerosas elecciones, y decidió viviendo en las antípodas de los negros estadounidenses, a pesar de las proclamas de los dirigentes indepes que pretenden asimilar dichas luchas y las condiciones de vida y represión de libertades de los afro-americanos con los que se quieren comparar, lo cual es un insulto brutal a la inteligencia humana. Nuestra realidad social y política fue construida por muchas sensibilidades distintas en la Transición, con mayor peso de unas que de otras, sin duda, pero esa nueva legitimidad creada en ningún caso formó un apartheid con grupo poblacional alguno.

El derecho a un referéndum, para saber, reclamado en Catalunya, se transmuta realmente con un referéndum sobre la independencia, revisable anualmente si no sale el resultado apetecido –juro que lo he leído y escuchado a los independentistas, como cualquier otra elección, decían- pero no piensan el derecho a decidir para los supuestos anteriores, porque los partidos tradicionales y los nuevos están dirigidos por individuos de procedencia burguesa, propietarios o herederos de activos, o instalados en la casta que buscan su lugar en el poder político y no pretenden decidir sobre la organización social, solo sobre la autodeterminación.

Los independentistas sobrevenidos y una parte de los antiguos han interiorizado que todos los males que padecen son culpa de los españoles, de los otros, y además los otros, son todos iguales en su identidad maligna, represora y explotadora, mientras ellos ungidos por un espíritu santo, recién nacidos sin mácula, limpios de cualquier pecado. Así me apunto hasta yo, al bando de los buenos, por supuesto, si puedo elegir sin costes, no me voy a apuntar con los malos. El sentimiento independentista ya existía desde mucho tiempo atrás, lo nuevo ha sido la cantidad de gente que se ha sumado, con ilusionantes perspectivas mágicas que orientarán su nueva vida formando parte del grupo de los buenos, algo que no encuentran por otras partes, al tiempo que les brinda la tranquilidad de haber localizado a los culpables de todos sus males.

Todo el esquema propagandístico planteado por el secesionismo, se ha apropiado del principio democrático del derecho a ser independiente, repartiendo carnets de demócratas al viejo estilo franquista, los que tuvieran otras ideas no son demócratas, y encima omite una realidad actual que pesa sobre todo estado o nación. No existe la autonomía absoluta en el contexto político global europeo de hoy, la soberanía es compartida, así que el derecho a referéndum sobre autodeterminación, pretendiendo estado propio inserto en la UE –al margen de su extrema dificultad- es bastante ilusorio, por cuanto la pertenencia obligaría a compartir el derecho a decidir sobre múltiples cuestiones económicas, legislaciones sociales, política exterior, procesos fiscales, monetarios, políticos,...

Tenemos soberanía compartida, que implica no tener derecho a decidir devaluar la moneda, que es común, no podemos decidir emitir moneda para inyectar liquidez, que disolviera la deuda y proyectara crecimiento, no tenemos independencia para implantar una tasa Tobin, sería inutil si no se instala en el resto del espacio europeo, no tenemos derecho a mantener una guerra frontal contra los paraísos fiscales, porque sin la cooperación de la eurozona será imposible, etc. etc. Nadie en el mundo tiene soberanía absoluta, todo está interrelacionado en un mundo global.  Así que, si quieren jugar, pues derecho a decidir para los de Barcelona y Tarragona y Sabadell, Galapagar y Gandía y… cada año un referéndum para ver si Tortosa se va, o ¿una vez logrado se eliminará para el resto? Por descontado los lugareños de Vic, podrán declarar la guerra a Francia, en el ejercicio de su derecho a decidir. Todo territorio naciente genera nuevas minorías dentro del mismo, según su postulado, deberían tener el derecho a independizarse y decidir sobre su futuro en cada momento. Una insensatez la dichosa consigna.

lunes, 8 de octubre de 2018

El independentismo, una forma de neoliberalismo


Independentismo catalán, una forma de neoliberalismo

¿El retorno de impuestos a los mismos territorios? pero, ¿por qué tiene que haber retorno  a los que pagaron? devolver el dinero de los impuestos a los ricos se pretende revolucionario, romper el criterio de solidaridad interterritorial español, y europeo, se presenta como revolucionario.  A un neoliberal se le ocurre la feliz idea de denunciar que los impuestos son una carga, dinero de nuestros bolsillos que nos obliga a pagar el Estado, pagamos sin obtener nada a cambio, gritan los pagadores y pretenden que les ayuden a lograrlo. Quieren olvidar las luchas históricas del movimiento obrero por recuperar una parte de la plusvalía que le arrebataron, pretenden tapar tras la cortina secesionista la historia de conquistas posteriores a la II guerra Mundial.

Acabada la Guerra había millones de obreros armados, derrotados los fascismos y con un sistema comunista que hacía competencia al capitalismo, aconsejaban repartir parte de la plusvalía, reducir desigualdades, y una de las vías que se utilizó fueron redistribuir los impuestos recaudados por el Estado hacia los más necesitados pagando un salario social como forma de asegurar la paz a cambio de unas condiciones de vida que garantizaran educación, sanidad y mantenimiento en los días de imposibilidad de trabajar, por paro, enfermedad o vejez.

En Europa se formalizó un contrato social que tomó el nombre de Estado de bienestar, que dura hasta hoy. Tras la derrota de los sistemas comunistas a finales de siglo, la globalización y la interconexión de mercados productivos y financieros, los ricos del planeta, entre ellos los catalanes, creen llegado el momento de eliminar los impuestos, consideran superflua esa contribución que hacían para garantizar la seguridad y el equilibrio de una sociedad. Lo empezaron formulando en la época de Reagan y Thacher, entonces lo formularon bajo la teoría de dejar los impuestos en manos de los ricos, porque decían que ellos generaban actividad económica y así caerían unas migajas al resto, posteriormente trasladaron la producción industrial a los países emergentes con ínfimas condiciones laborales y mínimos derechos evitaban los costes de salarios occidentales mientras su dinero volaba de un país a otro. Se extendieron  por todos los rincones paraísos fiscales y leyes con subvenciones, exenciones, y puertas abiertas a toda treta fiscal… y ahora, nos quieren convencer los independentistas de que los impuestos deben quedarse en casa de quien los paga, que suena realmente a que los impuestos son para quien los paga, exigiendo su devolución, un eje de la autodeterminación.

Según su argumento, ¿tendremos que devolver los españoles, miles de millones de ayuda comunitaria que hemos recibido de la UE? Durante años pasados hemos sido uno de los países del mundo que mayor volumen de ayuda haya recibido  nunca, en cifra superior a lo que representó en la posguerra mundial el Plan Marshall estadounidense en Europa. También recibió ayudas de la UE Cataluña. Un principio de política europea es el de los que más tienen deben contribuir en mayor medida, con el que manifiestan disconformidad los independentistas catalanes. Mala tarjeta de presentación para solicitar la entrada en un club que tiene establecida como una de sus reglas obligadas la contribución solidaria de las regiones ricas hacia las regiones pobres, porque ¿alguien duda de que una supuesta Cataluña europea tendría que contribuir a la UE? La contradicción de postulados secesionistas es permanente, presumen de sus buenos datos económicos para convencer a la audiencia de que si los utilizaran para sí mismos serían todos más ricos. Pero, precisamente dichos argumentos de potencialidad económica justifican su contribución solidaria, en España y en Europa, que es contra lo que protestan.

Porque efectivamente los impuestos los pagan personas y empresas pero, el retorno vía inversiones y gastos presupuestarios se refiere a los territorios, a los ayuntamientos y a las comunidades autónomas.
Argumentario independentista, razón número 33.

En el imaginario secesionista no existe la redistribución, uno de los aspectos más importantes del estado moderno se hace desaparecer, precisamente lo cercano a las izquierdas, aquello que fue considerado revolucionario, igualdad, libertad, solidaridad o fraternidad. La filosofía contenida en el párrafo anterior, -razón 33- es abiertamente neoliberal, dice, los impuestos para quien los paga, que los devuelvan. La teoría sustentada por los soberanistas dice los impuestos pagados por quienes viven en La Moraleja o en el barrio Salamanca de Madrid, en Pedralbes o las Tres Torres en Barcelona, tienen que retornar a esas personas que pagaron, o a invertir en sus barrios, pero entonces ¿por qué pagarlos, para qué hacer la pantomima y el gasto de recaudar para devolvérselo a  los mismos? Si aceptamos que lo normal es retornarlos a su origen, apoyamos el criterio de que se queden en sus empresas y bolsillos, que es realmente lo que dicen los ricos del mundo y los defensores del neoliberalismo.

Supuesto que el cuadro inicial fuera cierto, -lo cual hay que poner en duda por la experiencia repetida de manipulación- la idea que transmite la propaganda es lo esencial, la solución que proponen parte de la filosofía neoliberal y aplica modernas técnicas xenófobas, la culpa de todos los males la tienen los extranjeros, los españoles nos roban nuestras riquezas, nos quitan nuestro trabajo, ellos se llevan las ayudas sociales que te daríamos, los otros culpables… Están diciendo ‘dejemos de pagar sus vicios con nuestro dinero, porque ya se sabe, son vagos, que no quieren trabajar’… los recortes en Cataluña son culpa de ellos, porque se llevan nuestro dinero los vagos andaluces. Lo increíble, lo peligroso, es que esta argumentación se haya extendido como la espuma entre individuos que se decían de izquierdas.

O no es tan raro, porque situaciones similares confirman las encuestas sobre las bases sociales de apoyo de los partidos ultraderechistas y xenófobos en Europa en territorios de antiguos votantes a partidos obreros. Llevan al simplismo de meter en un saco a los españoles y en otro a los catalanes. Dos grupos en el que todos sus integrantes se hacen aparecer como iguales, para fabricarse un enemigo fácil de identificar, simplifican y retuercen la realidad para auto posicionarse cómodamente en el bando de los buenos, lo cual es el criterio utilizado por los xenófobos, extienden el miedo a los diferentes, los de fuera y generan hostilidad y rechazo hacia los otros por peligrosos, por lo que hay que identificarlos y marcarlos para separarlos.

Limitar el problema de la secesión catalana al reconocimiento de un sentimiento indentitario oprimido, es estar ciegos ante la importancia de los aspectos económicos en el impulso que han dado ERC/CiU y en la toma de decisión por parte de las élites catalanas a favor de la independencia. Ambos aspectos –identidad y economía- influyen fuertemente en la cuestión de captación de voluntades. Ambos aspectos requieren explicaciones si pretenden convencer de su injusticia y regresión a miles de personas que ya los han  asumido como propios, y encima bañados con un halo revolucionario para justificar cómodamente la postura individual de independentista sobrevenido.  Imposible vencer sin convencer, dejar como único camino el aceptar el enfrentamiento que está en la base de la idea nacionalista de exclusión es un error, por insuficiente. Aunque para convencer se han perdido muchos años, ahora será más difícil, porque una vez tomada postura, las personas buscan reafirmarla buscando ideas en su grupo rechazando leer/escuchar a otro distinto al suyo.

Esta es una secesión liderada por argumentos de ricos que se quieren largar, llevándose sus pertenencias, su territorio con todo lo en él contenido, con gran aparato populista, y por supuesto apoyados en sentimientos catalanistas reales, ya que toda coartada necesita partes de verdad para ser realmente creíble. Una parte de los privilegiados, una parte de las élites económicas y políticas catalanas, se dicen ‘hasta aquí me sirvieron los españoles, a partir de ahora, en un mundo globalizado de poco me valen los mercados nacionales y menos en una Europa comunitaria’, en la que creen poder estar por sí solos, además quieren pagar menos impuestos en un estado nacional hecho a su medida, lo cual significará menor redistribución, menor estado de bienestar catalán. 

Anuncian la reducción del salario social,  reducir el estado de bienestar, como forma de abaratar costes, ya me dirán cómo es posible con una deuda superior a 40.000 millones de euros –en 2012-. Piensan en tener menos regulaciones y mayor facilidad para saltárselas, consideran que es mejor que los capitales sean globales, hoy más sencillo que antes, y las cortapisas para ellos, dicen que siguen siendo españolas.  El modelo de sociedad que se vislumbra no es precisamente revolucionario, en el sentido que manejan las izquierdas, al revés, parece un modelo social similar al americano, menores impuestos, menor gasto social y mayores diferencias, alejándose de la sociedad europea que conocemos.

El independentismo es una forma de neoliberalismo apoyado en la libertad del dejar hacer, dicen los poderosos, los ricos y corporaciones: dejarnos ser libres, aquello que me impida hacer lo que quiero no es bueno, que nadie me obligue a pagar impuestos, lo democrático es hacer lo que quiero. Están convencidos de que su importancia económica en medio de mercados financieros globalizados, les posicionará con el norte junto a los privilegiados de Europa, -interesante opinión norte sur de Gil Calvo- y encontrará mejor financiación e integración separada de los pobrecitos españoles. Lo cual es una contradicción entre lo que piensan las élites, y lo que escriben y difunden para sumar independentistas, el mensaje hacia fuera, habla de una Cataluña rica y próspera, mientras que el difundido al pueblo es el de una Cataluña empobrecida por la explotación española. Por supuesto nunca aparecen culpables catalanes de corrupción y prebendas, nada sabemos de culpables catalanes por la enorme deuda de Cataluña, ni su responsabilidad en las políticas de recortes...

jueves, 4 de octubre de 2018

El secesionismo barre los movimientos sociales

El tsunami secesionista barre los demás movimientos sociales

Las gentes se han apuntado a políticas populistas, la indignación contra los ricos y poderosos, contra banqueros y especuladores, contra corruptos y vividores, han logrado darle vuelta para eliminar los sentimientos progresistas de millones de personas, que abandonan los partidos de izquierdas y pretende barrer apoyos a la Constitución, hoy el único bastión de solidaridad existente para trabajadores y categorías populares, ese bastión lo quiere romper el soberanismo, no para crear una sociedad más progresista, con mayores derechos, libertades y solidaridad para con los trabajadores y necesitados, sino para ahorrarse pagar impuestos destinados a financiar el estado de bienestar, la esencia de su propaganda, el expolio fiscal, proclama romperlo para mejorar ellos. Acabar con la solidaridad, para instaurar el individualismo, cada uno con lo suyo, los impuestos para cada cual. La libertad individual del liberalismo entronizada, el yo por encima del nosotros, el individuo sin sociedad.

Miguel-Felipe escribió lo siguiente: ‘’Y dicho esto, parece claro que el repunte independentista tiene poco que ver con la pasión histórica y bastante más con la actitud de cientos de miles de españolic@s jóvenes de cualquier sitio que se "independizan" en Inglaterra, Alemania o donde pueden... O con el desapego de la España existente que hace dos años lanzó el 15 M’’.

En el sentido global del párrafo podríamos estar de acuerdo si éste pretende expresar que bastante del movimiento secesionista de los dos últimos años está alimentado por la desafección causada por la crisis económica, en cuanto a la incorporación de número de personas y movilizaciones, influye en ese y otros procesos, sin duda. Pero discreparíamos si pretende decir que el proceso de secesión de Catalunya está dirigido u orientado por los indignados, 15-M o similares a los que podemos ver en otros países. Nos encontramos ante uno de esos momentos históricos en los que a una grave crisis económica, política y social, le salen otras crisis que estaban larvadas, contenidas sin fuerza suficiente, que dirigen la rabia en otra dirección diferente a la de resolver los problemas que la despertaron.

No existe en los movimientos cercanos al 15-M, una fuerza tan grande, un nivel de centralización, organización coordinada y objetivos tan concretos y precisos de secesión y construcción de otro país fuera del Estado español. En principio, una cosa es la sensación de desprecio por todo lo que está pasando, basada en la precariedad laboral, la pérdida de derechos sociales, la corrupción imperante, etc. etc. y otra distinta es el proceso de independencia de Catalunya, dirigido por las élites catalanistas que no pretende responder a las desigualdades económicas y políticas, pérdida salarial, precariedad, paro, desahucios y pérdida de derechos conquistados durante 35 años, esa ruptura de la equidad provocada por la crisis, está en gran parte generada por las mismas élites independentistas, que no pretenden aumentar impuestos, ni siquiera nombrar el fraude y evasión fiscal, una de las consecuencia de los zarpazos de la crisis en todas partes, los menores ingresos impositivos los compensan con menores gastos sociales, reducen el estado de bienestar.

A las élites económicas del movimiento independentista no se les pasó por la cabeza ninguna revolución, a los líderes políticos tampoco, ni tan siquiera regenerar la democracia,  de hecho el movimiento ha ido alejándose cada vez más de aquel 15-M que al menos decían pretenderlo; CiU aquel partido inundado de corrupción se transmuta en otro y punto, los procesos se alargan y sus gentes siguen por las calles y el dinero sin aparecer. Muchos de aquellos individuos son protagonistas secundarios en el proceso actual. Comparen ustedes, varios presidentes autonómicos madrileños están encarcelados, casi todos los ministros de Aznar procesados o han pisado la cárcel, montones de políticos valencianos y madrileños pasan desde hace año por juzgados… ninguna movilización, ningún recuerdo exculpatorio, y algunos se atreven a hablar de que el proceso es una revolución. El independentismo mueve las calles y colegios para expulsar lo español, al Estado, para romper la Constitución, hoy a años luz de progresismo de los proyectos de leyes catalanas conocidas, con ello pretenden lograr la quimera del poder absoluto para la élite soberanista, en el mundo globalizado del siglo XXI.


  Al proceso secesionista se han sumado los descontentos sociales del momento, eso parecen indicar los estudios de opinión recogidos por la Generalitat que situaban los aspectos vinculados a la crisis como principales problemas y no la cuestión del encaje Cataluña-España, hasta hace unos meses, en los que el movimiento soberanista se apoya y recoge todo lo que se mueve para dirigirlo hacia la independencia y no para dotar a Cataluña de unas políticas diferentes al austericidio, comenzado por la Generalitat antes que en el resto de España. El movimiento no se dirige a conseguir mayor contribución fiscal de los pudientes, para consolidar y evitar recortes, sino precisamente el objetivo es lo contrario, pretende lograr menores contribuciones netas, bien porque paguen menos impuestos, o porque obtengan retornos garantizados de los mismos.

El objetivo independentista pretende ahorrar costes fiscales a los pudientes catalanes, lo cual es un  ataque directo contra parados y pensionistas catalanes, extremeños o andaluces, que en estos momentos parte de sus apoyos sociales están pagados con los excedentes contributivos de los ricos de otros lugares de España, como en cualquier otro estado moderno. Cataluña, es junto con Madrid, Valencia y Baleares, únicos contribuyentes netos a la caja común, ya que el resto de CCAA, son receptoras. Apoyar que los pudientes que contribuyen no aporten impuestos a la caja común es una postura reaccionaria, anti progresista, profundamente anti izquierdista, o más claramente, es una política neoliberal, que los ricos no paguen impuestos para los trabajadores es aquello de ¡que se jodan!, su dinero para ellos que le sacarán mayor tajada. Esa es la esencia de la ruptura que están apoyando cientos de miles de personas. 

El debate se soporta en las emociones, porque se pretende más difícil de combatir argumentalmente, extender la división social basada en la identidad nacional es un artificio que pretende agrupar más personas en torno a un componente de odio irracional para enfrentar al enemigo, a los otros, a los que culpa de las miserias reales o inventadas, el artificio al mismo tiempo debe crear una identidad superior digna del poder despreciar al otro, por tanto con mayor status sobre el resto. Llevado al extremo se degradará tanto a los otros para aceptar su infrahumanidad, su miseria, marginación y hasta... La identidad nacional se nutre de elementos xenófobos, como la superioridad étnica, lingüística y económica, lo cual supone minusvalorar a los otros, la supuesta mayor legitimidad nacionalista lograda por historia, cultura y sufrimientos, implica despreciar la legitimidad democrática igualitaria por inferior,  la legitimidad  constitucional lograda por la ciudadanía es inferior por ser de los otros, que serán los enemigos.

En el debate ningún aspecto debería hurtarse, en su prensa y Parlament se debate poco, menos con argumentos racionales,  -a veces lo cierran y punto, no hay debate alguno- de cualquier informe de la Generalitat difunden unos datos y ocultan otros, silencian las posibilidades de mejora actuales, se esconden los costes de permanecer o romper con el Estado. Difunden la creencia de que vivirán en un mundo feliz y todos los problemas se resolverán en el paraíso de la independencia, lo cual es un insulto al sentido común. Es la religión, si haces sacrificios ahora, el futuro será bueno, entonces tendrás, allí será, pero ¿y ahora, cómo resolvemos los problemas actuales? Si hay fuerza para llevar decenas de miles de personas a cogerse de la mano y formar una cadena, ¿por qué no usar la fuerza para acabar con el austericido y mejorar la sanidad? ¿Por qué no resolver el fraude y evasión fiscal que acabaría con la deuda, por qué…?

Jordi Soler escribe en El País, ‘Los argumentos independentistas no resisten el razonamiento: se basan en la ilusión’. Es cierto, la cuestión es que van ganando, precisamente por la ilusión. Sin duda afecta al segmento de población que apoya el soberanismo, pero es insuficiente mirar solo ese segmento de gente que se suma al proceso con alegría visible, resulta preocupante la ilusión de muchos trabajadores y sectores desfavorecidos españoles que piensan que aquello de la separación no va con ellos, incluso lo ven con simpatía, porque luchan contra el Estado español, que ya es sabido su carácter derechoso, todavía más preocupante es que piensen que no les influirá el proceso de ruptura. Los hay que más allá, en la desconfianza, interpretan el proceso soberanista como una cortina de humo para tapar las miserias de la crisis, ¡inventada por Rajoy!

Millones de españoles no son conscientes de que los costes económicos de una separación perjudicarían a trabajadores y jubilados. La secesión está íntimamente ligada con derechos laborales, pensiones, condiciones de vida, posibilidad de crecimiento económico común… además de con aspectos emocionales de ruptura fraternal y nadie sabe si con otros episodios hoy no vislumbrados. La contribución neta a la caja común la realizan fiscalmente los individuos que viven en las comunidades ricas, contribuyentes netos son las CCAA de Madrid, Catalunya, Baleares y Valencia, el resto son receptoras, salvo los casos de las ricas Euskadi y Navarra que no contribuyen por el concierto-cupo particular del que disfrutan. Si algunos españoles en territorios históricamente atrasados han podido mejorar sus condiciones de vida en estos últimos 35 años, en parte ha sido posible por la redistribución fiscal del Estado, la esencia socialdemócrata, piedra angular del estado de bienestar, que se dotaba entre otras, de las contribuciones fiscales de individuos pudientes y corporaciones con altos beneficios, en mayor parte asentados en los territorios contribuyentes netos citados arriba.

Si los ricos se van, si los más pudientes no contribuyen al Estado y éste deja su labor redistributiva, millones de ciudadanos empeorarán sus condiciones de vida. Si los ricos dejan de pagar impuestos o consiguen que solo se gasten en su territorio, -ese es el primer objetivo de la secesión-, las dificultades las notarán, parados, dependientes, trabajadores y jubilados, será una de las mayores agresiones que hayan vivido nunca estos grupos de personas. Este es uno de los aspectos del problema, sin duda hay otros, culturales, sentimentales,... A mediados de 2013, los principales problemas que perciben los catalanes, son precariedad laboral, con tres veces más peso que las relaciones Catalunya-España, y funcionamiento de la economía, lo cual muestra al nacionalismo barriendo todas las emociones vinculadas a la crisis económica hacia sus intereses, sin duda un éxito de propaganda populista, pero que podría arrojar resultados desastrosos para las clases trabajadoras y medias.

Mientras transcurre el proceso otras cuestiones se ocultan, desaparecen de escena ¿qué está pasando con lo público en Cataluña?, lo que era de todos se vende a manos privadas a buenos precios. No es serio defender que hoy se esté haciendo una revolución en Cataluña, salvo la neoliberal, dirigida/respaldada por los dirigentes catalanistas. Un ejemplo lo tenemos en la sanidad catalana, Marta Carreras y Roger Bernat en ‘Mapa de la privatización sanitaria en Cataluña’, Nueva Tribuna. Repasan la situación y escriben: ‘’Desde 1990 la Ley de Ordenación Sanitaria de Cataluña (LOSC) definió el modelo sanitario catalán como un modelo mixto… Así, a partir de 1995, se crearon las entidades de base asociativa (EBA) modelo de autogestión en la sanidad pública, por el que algunos profesionales se hacen cargo de centros de atención primaria mediante sociedades limitadas profesionales privadas con ánimo de lucro… Las EBAs han acabado por ser un gran negocio para un reducido grupo de médicos... Estos beneficios crecieron incluso durante los recortes, calculados en casi 11 millones en los últimos años. .. Los Consorcios son otro tipo de organización entre varias empresas de los que no existe un registro público... La mayor fragmentación se da en la atención hospitalaria. 57 hospitales integran el Sistema Integral de Salut (SISCAT) de los que los 8 pertenecientes al INSALUD durante la transición pasaron a ser gestionados por el Instituto Catalán de la Salud (ICS). Dependen de entidades locales públicas y privadas, consorcios y corporaciones religiosas que gestionan también en muchos casos la atención primaria de su zona. .. El presupuesto del Departamento de Salud pasó de 9.700 millones en 2010 a tocar fondo en 2014 con 8.200, después de sucesivas rebajas. En cambio el grupo privado IDC pasó de recibir 71 millones en 2010 a recibir 127 en 2012. En 2013 la reducción del presupuesto de Atención Primaria respecto a 2010 fue del 22%’’.