martes, 28 de febrero de 2017

Congreso Transición Izquierda radical


Octubre. Teoría y práctica de una propuesta revolucionaria
Los otros protagonistas de la Transición              Madrid                        Febrero 2017
Valentín Brugos





La organización Octubre, convertida más adelante en Unión de Marxistas- Leninistas (UML) y finalmente en Unión Comunista Comités Obreros (UCCO) surgió en Madrid en 1970 y mantuvo una continuidad en su activismo político hasta su autodisolución en 1983. Durante este período intervino en el seno del movimiento obrero a través de los Comités Obreros (entre  1974-1978) y posteriormente con las Plataformas de Lucha Obrera (PLO). Analizando su trayectoria se pueden encontrar ramificaciones previas  y posteriores. Durante todo este período editaron diversos órganos de prensa. Nuestra clase, que se presentaba como  revista obrera para la difusión entre las masas avanzadas, Manifiesto En  lucha por la revolución socialista, que es el órgano del Comité Central y finalmente Octubre, la revista teórica de la organización[1].

Durante todos estos años vieron la luz 99 números de Nuestra Clase, 62 de Manifiesto  y  25 de Octubre, sin contar con los suplementos y algunas revistas sectoriales como Gallo Rojo, enfocado a la Universidad del que salieron 18 números entre 1972-1976 y varias decenas de boletines de zona, sector sindical o fábrica.  Se trata de una considerable producción teórica y análisis político que, curiosamente, ha pasado desapercibido para quienes han estudiado la evolución de las diferentes organizaciones de la izquierda revolucionaria durante los años sesenta y setenta puesto que apenas aparecen referencias al accionar político de Octubre y su intervención en las organizaciones de masas. Para Manuel Herranz Montero y José Manuel Roca[2], antiguos miembros de la dirección del grupo, este desconocimiento se debe a la falta de continuidad de los nombres, un hecho que ayudó a evitar la represión policial pero también a dificultar la consolidación de una identidad política reconocida[3].

Los orígenes

La primera documentación de lo que habría de ser Octubre data de 1970 aunque para ese momento  el núcleo fundador ya había acumulado una cierta experiencia en el mundo del activismo a través de la FUDE y su intervención en las Comisiones Obreras de Barrio[4]  así como unas relaciones con el núcleo fundador del PCE(i) en Madrid fruto de las cuales será la adopción de una serie de rasgos ideológicos que van a conferir una cierta originalidad a los planteamientos de Octubre desde el inicio de su  trayectoria.

Esta fase previa está marcada por la dificultad para poder reconstruir los hechos y relaciones del grupo fundador así como identificar a las personas que pusieron en marcha el proceso. Se trata de una fase en la que existió una gran fluidez con la aparición de diversos agrupamientos que se identifican con posiciones definidas como marxista-leninistas frente a la política del  PCE calificada de revisionista, con una secuela de fusiones, separaciones así como represión policial.  El catalizador de este movimiento será la política del PCE, empeñado desde los años cincuenta en una reconciliación nacional que supone la renuncia al enfrentamiento frontal con la dictadura y la búsqueda de aliados dentro del propio régimen al tiempo  que se limitaban los objetivos de las movilizaciones desde el campo popular. En lo que se refiere a Octubre se podría decir que el grupo inicial tenía un gran componente familiar y de relaciones personales. De hecho varios de sus primeros miembros  salen del Hogar del Empleado donde entablaron las primeras relaciones[5].

Se trata de un grupo reducido. En total no más de veinte personas con una base teórica y política muy desigual aunque en lo que va a ser el núcleo dirigente existe homogeneidad  en ciertos aspectos que resultarán claves: carácter socialista de la revolución  pendiente rechazando la existencia de etapas previas; desarrollo del capitalismo monopolista de estado (CME), caracterización del régimen franquista como dictadura burguesa alejada de otras visiones que hablan de bonapartismo, fascismo o dictadura oligárquica, necesidad de un partido obrero definido como marxista leninista, visión de un nuevo movimiento obrero marcado por un bajo nivel de conciencia política[6].

Para ese momento existe ya una comprensión de  la política desarrollada por el PCE(ml) del que se rechazan los planteamientos tácticos de trabajo de masas así como la concepción estratégica de revolución popular con etapa intermedia.  De la experiencia con el PCE(i) se señala su importancia a la hora de trazar unas líneas tácticas opuestas a la práctica reformista impulsada por el PCE pero al mismo tiempo se denuncia su deriva izquierdista. De la escisión que da origen al PCE(ista) se valora su proceso de acercamiento a la realidad concreta de las luchas obreras y su interés por conocer a otros grupos políticos de militantes revolucionarios. Con este bagaje se elaboraron los primeros textos sobre la situación internacional y el CME así como una propuesta de unidad dirigida a otros agrupamientos políticos con similares preocupaciones. Son los primeros documentos de lo que será Octubre[7].

Las definiciones ideológicas

Poco después se produjo la fusión con el denominado grupo M (de Moratalaz) procedente del PCE y de CCOO que contaba con presencia de obreros entre sus componentes[8]. De inmediato se elabora el primer documento de táctica para la intervención en las fábricas[9]. Octubre se manifestará contrario a participar en las elecciones  y desarrollará una visión crítica hacia las Comisiones Obreras impulsadas por el PCE de las que se señala que no son una organización estructurada con un funcionamiento estable en el interior de las fábricas, que su definición como movimiento les permite apropiarse de cualquier acción espontánea ocurrida y su renuncia a la formación de cuadros que son sustituidos por la aparición de líderes que encarnan las reivindicaciones obreras. La desaparición de estos líderes, víctimas de la represión o de los despidos, hace que el trabajo en las fábricas carezca de continuidad.

La propuesta de Octubre pasa por constituir grupos de fábrica que deberían caracterizarse por ser clandestinos, estables, democráticos y autónomos, los CEDAs en el lenguaje de la organización[10]. Se trata de construir un movimiento que luche por las necesidades inmediatas de las masas tras la elaboración de una plataforma reivindicativa impulsando luchas que permitan elevar su  nivel de conciencia política. Ese mismo modelo de CEDAs es el que se propone para el movimiento estudiantil[11].

Para Octubre el movimiento obrero se caracteriza por su juventud ya que se trata de un fenómeno nuevo que tiene su origen en los cambios producidos por la industrialización y  el éxodo rural tras la guerra civil. Su nivel de conciencia es muy bajo y se necesita una acumulación de experiencias de lucha política así como la formación de cuadros obreros para modificar una correlación de fuerzas desfavorable frente a una burguesía atrincherada en el aparato del estado. Para llegar a un proceso de revolución socialista se necesita un largo período de acumulación de fuerzas[12].

El capitalismo monopolista de estado (CME) es la fase a la que ha llegado el capitalismo español. Este modelo invalida la necesidad de una revolución democrático burguesa pendiente, que era la idea defendida por el PCE, así como una revolución democrático –popular  en la que podría participar algún sector de la burguesía como proponían diferentes grupos de inspiración maoísta.

En el caso español el CME[13] se caracteriza por un desarrollo considerable del capitalismo (España no es un país subdesarrollado ni una colonia) como se puede deducir por el crecimiento industrial, el desarrollo urbano, el éxodo rural, etc. Además hay que contar con la importancia considerable de la propiedad estatal a través del INI, los elevados niveles de crédito oficial que el estado pone en manos de determinados sectores de la burguesía así como el control que las instituciones del estado ejercen sobre la clase obrera. Elemento fundamental es el proceso de fusión entre la oligarquía financiera y terrateniente con el funcionamiento del aparato del estado convertido en instrumento a su servicio. Hay una relación directa entre el personal de los altos cargos del estado y la élite financiera que ejerce la dirección política y económica del país.

De esta última idea sale el debate sobre la caracterización del régimen dictatorial que para Octubre no es de fascismo[14]. Es evidente el papel dominante de la oligarquía pero el aparato de estado no es neutral y sale siempre en defensa de los intereses de cualquier sector de la burguesía frente a la clase trabajadora. Las formas de dominación política han ido evolucionando al tiempo que se extendía la ideología desarrollista dentro del régimen franquista. La definición de fascismo impulsada por el PCE o por los grupos maoístas está basada en los análisis efectuados en los años 30 por la III Internacional que ha sido asumida de modo dogmático sin ninguna evaluación crítica ante una realidad que no se ajusta a los análisis clásicos.

Se estudia también el problema del imperialismo[15] señalando la importancia del capital extranjero desde que se estableció el Plan de Estabilización para añadir a continuación que España no es una colonia contradiciendo de ese modo las tesis impulsadas por el PCE(ml) El desarrollo del CME hace de España un eslabón más dentro de la cadena capitalista aunque no esté integrado en redes financieras internacionales como el Mercado Común Europeo de la época. No existe por tanto una burguesía nacional oprimida por el imperialismo yanqui que pueda ser aliada en un proceso revolucionario antiimperialista. En palabras de José M Roca “…con un capitalismo desarrollado, estado centralizado, revolución burguesa hecha, estado burgués al servicio de toda la burguesía, no hay lugar para una revolución democrático popular (España no es tercermundista), ni democrático nacional (España no es un país colonizado), ni revolución burguesa pendiente, sino sólo revolución socialista, que se corresponde con el grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas…”  posición que coincide con la mantenida por grupos como el PCE(ista) que fue calificada como troskista desde las filas de quienes  que se mantenían en la ortodoxia del análisis político.

Organización ecléctica

Con estos fundamentos ideológicos Octubre se irá construyendo como una organización que se define como marxista leninista que buscará su inspiración ideológica en las fuentes clásicas del marxismo: Marx, Engels, Lenin, Stalin quedará orillado  y aspectos concretos de Mao. Sin embargo nunca se definió como maoísta. Para José Manuel Roca  “…Octubre, y luego Unión de m-l y UCCO no es una organización maoísta: ni por el análisis de clases de la sociedad española, ni por el dictamen sobre el régimen de Franco y sobre el Estado burgués, ni por el carácter de la revolución pendiente ni por la adscripción preferente a las ideas de Mao…”  de quien se toman solamente aspectos parciales. Curiosamente Octubre pondrá en valor las aportaciones de Andreu Nin con la edición de un Cuaderno de Formación Obrera[16] dedicado al análisis de la actuación del PCE durante los años treinta reproduciendo el texto de Nin Problemas de la revolución española. Aún así a lo largo de su trayectoria Octubre abordará en diversas ocasiones temas relacionados con la revolución china y el maoísmo, la revolución cultural y los juicios de Pekin hasta la fase final de la organización del mismo modo que  criticará el papel de Stalin en sus polémicas con otros grupos. Un suplemento especial de la revista Octubre[17] está dedicado a divulgar las tesis de Charles Bettelheim sobre la lucha de clases en la URSS de los años veinte y treinta adhiriéndose a la idea de la restauración capitalista. También hará un repaso de  las posiciones de los revolucionarios en los años treinta con respecto a la II República señalando su carácter burgués desmarcándose de la misma y criticando de paso a quienes desde el campo popular embellecen un régimen que estuvo al servicio de  la pequeña burguesía[18]. De todo esto se puede extraer la conclusión de que se trata de un grupo con una ideología ecléctica capaz de cuestionar buena parte de los mitos construidos por el comunismo oficial encarnado por el PCE A lo largo de su trayectoria se comportó como un grupo no esencialista en lo ideológico aunque mantuvo posiciones dogmáticas en aspectos como el proceso de construcción del partido caracterizado por el centralismo democrático del modelo leninista surgido a partir del ¿Qué hacer?

Los unificables

Uno de los objetivos planteados por la organización desde su nacimiento fue el de concebirse como parte de un futuro partido comunista en fase de construcción. Octubre se veía como uno más  de una serie de grupos que se definían también como marxistas leninistas. Ante esto planteaba la necesidad de explorar las vías que permitieran ir construyendo el partido, el gran ausente, integrando a las diferentes organizaciones partiendo de la idea de un desarrollo desigual en lo referente a las experiencias prácticas de cada agrupamiento. Se ofreció como intermediario entre los diversos colectivos para proceder al intercambio de materiales y experiencias con debates que podían ser bilaterales y multilaterales según las ocasiones y lo que el proceso requiriese.

En este sentido Octubre estará en buena parte de las discusiones entre colectivos tanto a nivel central como con otros agrupamientos surgidos en la periferia. Los resultados estuvieron mediatizados por las urgencias que imponía la lucha contra la dictadura en una fase en la que se produjeron continuas novedades que obligaban a adecuaciones tácticas así como a poner a prueba la solidez de los principios estratégicos. Los logros alcanzados no fueron especialmente aleccionadores. Poco después de la integración del grupo M una parte de sus dirigentes abandonó el proyecto para crear una efímera organización antes de retornar al PCE. Otros grupos saldrán de sus filas en torno a 1975 para construir proyectos llamados a no permanecer en el tiempo. Resulta complicado conocer el contenido de sus debates con grupos como el GUML(i) -heredero del PCE(ista)-,  una Unión de ML valenciana, Lucha de Clases de Barcelona, Información Obreira de Galicia o Larga Marcha de Zaragoza[19]. Lo cierto es que la mayor parte de estos grupos acabaron rompiendo con Octubre para formar el PCU que poco después se integraría en el PTE, escorando hacia posiciones que renunciaban a poner en primer plano los objetivos de revolución socialista iniciando un proceso de adaptación hacia lo que se intuía que iba a ser el nuevo marco político que surgiría con las reformas impulsadas desde el gobierno  tras la muerte del dictador. Habrá que esperar al desarrollo de la nueva etapa para iniciar una serie  de conversaciones con el PC (Unidad Roja), procedente de la OCE(BR),  para abrir un proceso que culminará en una unificación sólida que abrirá nuevos horizontes con su implantación en Andalucía.

La reforma política

Antes de 1975 Octubre perfiló su propuesta de Comités Obreros como modelo alternativo a las Comisiones Obreras[20]. De este modo surgió  una red de comités en varias fábricas que fueron poco a poco coordinándose y extendiendo su presencia por diversas empresas del cinturón industrial madrileño. Coincide esto con la muerte del dictador y el inicio de una serie de movilizaciones que, en el caso de Madrid, alcanzarán su apogeo en los meses de enero y febrero de 1976[21].  Mientras que buena parte de las fuerzas opositoras impulsaron en esas movilizaciones propuestas como Gobierno provisional con diferentes matices, Octubre señalará que la desaparición del dictador no significa el final del dominio político de la burguesía. De este modo se abrirá un creciente abismo entre la mayor parte de de las organizaciones políticas revolucionarias que van adaptando su intervención táctica a las nuevas circunstancias y Octubre que se mantendrá firme en sus análisis. Las grandes huelgas de Madrid confirman la visión de Octubre de una gigantesca movilización en la que hay dosis importantes de movimiento espontáneo y poca conciencia política. La represión y los despidos contribuyen a politizar las movilizaciones pero cuando éstas pasan apenas queda un poso y la influencia de los discursos revolucionarios es muy reducida lo que confirmaría su idea de que las movilizaciones tienen una finalidad económica y de lucha por mejoras inmediatas en las condiciones de vida de las masas.

En marzo de 1977 se anuncia el cambio de nombre a Unión de Marxistas- Leninistas (para la construcción del partido comunista)[22] justificándolo en el hecho de evitar confusiones interesadas ante la aparición de los GRAPO, cuyo accionar no comparten y critican[23].  Este cambio no lleva aparejada ninguna novedad en los planteamientos políticos del partido. Aunque oficialmente no cambia la caracterización del régimen político como dictadura burguesa, lo cierto es que el ciclo de movilizaciones iniciado en enero del 76 se va a mantener constante hasta la firma de los Pactos de La Moncloa en el otoño de 1977 tras las primeras elecciones generales. Esta nueva situación va a permitir a la organización hacer un trabajo más abierto e impulsar la formación de nuevos círculos sindicales a través de los Comités Obreros[24]. Se critica el funcionamiento burocrático de CCOO denunciando la renuncia a las asambleas de fábrica que permitan la participación de la base obrera en la nueva etapa de transformación hacia un sindicato convencional. Los Comités Obreros presentan su Programa de Lucha concebido como un instrumento para la agitación y actividad revolucionaria[25].
La UML participará de forma activa en las movilizaciones del momento impulsando la idea de que la clase obrera tiene que estar presente con sus propios objetivos en lugar de buscar un espacio en el nuevo marco político que comienza a definirse en el horizonte. La reforma política impulsada por la burguesía tiene como objetivo ajustar el modelo de dominación existente al sistema predominante en Europa occidental basado en el sufragio universal y la legalización de fuerzas políticas y sindicales que admiten las reglas de juego marcadas por la democracia burguesa[26]. Hay una contradicción entre la extensión de las libertades formales y el mantenimiento de todo un arsenal de leyes represivas a nivel laboral como la prohibición de los piquetes, despido libre, generalización de contratos eventuales o congelación salarial.  La maniobra triunfará si consigue integrar a las fuerzas reformistas y al revisionismo por eso la UML denunciará la convocatoria de elecciones generales en junio de 1977 como una maniobra que busca cambiar la forma de dominación política para asegurar y mantener la explotación sobre la clase obrera. Consecuente con este análisis la opción de la organización será el llamamiento a oponerse a las elecciones. Se inicia así un período marcado por las diferentes convocatorias ( referéndum para la reforma política de Suárez[27], elecciones generales de 1977 y 1979, municipales de 1979 y referéndum constitucional en 1978). En todos los casos la actitud de la UML fue llamar a la abstención intentando no legitimar desde las filas de la clase obrera la implantación de un nuevo sistema de dominación burguesa sobre los trabajadores siendo especialmente importante la campaña contra el proyecto constitucional desarrollada desde un año antes de la convocatoria de referéndum[28].

De este período la organización emerge como un grupo reducido pero ideológicamente compacto. Ha logrado una inserción mínima en el movimiento obrero, cuenta con una red de asesorías laborales, con un despacho dirigido por Altamira Gonzalo en pleno centro de Madrid,  que juega un importante papel a la hora de poner en contacto a la UML con conflictos obreros concretos. Cuenta con un aparato de propaganda estabilizado y seguro, que funciona de forma autónoma con respecto a la organización, de donde salen los órganos centrales y con otros aparatos menores para cubrir las necesidades de frentes o barrios determinados. Se ha perdido la presencia en el sector universitario y nunca logrará construir una organización juvenil.

La madurez organizativa: UCCO

Tras la aprobación de la Constitución se abre un nuevo escenario político. La reacción ante el mismo por parte de las organizaciones de la izquierda revolucionaria ha sido estudiada por Consuelo Láiz[29]  quien presenta un modelo en el que se reconocen tres categorías: los partidarios del consenso (PTE y ORT), el conflicto con el nuevo régimen (MC y LCR) y el enfrentamiento abierto con el mismo donde sitúa al PCE(r) y el mundo abertzale. La UML estaría a mitad de camino entre los dos últimos. Es un grupo enfrentado al sistema pero no participará de la violencia. Se considera en conflicto con el mismo lo que se expresa en una notable desconfianza ante los cambios lo que hace a su vez que ni siquiera se legalice. Mantendrá una actitud no exenta de izquierdismo y hábitos clandestinos. No hay sedes públicas y su máximo dirigente, Sierra, nunca llegará a salir a la luz. Habrá que esperar a la creación del sindicato Plataformas de Lucha Obrera (PLO) para que disponga de una mínima cobertura legal.

La experiencia de estos años cruciales permite elevar el nivel de conciencia entre los CO de tal modo que se apuesta por la unificación con la UML y poco después con el PC(UR)[30] lo que dará como resultado final la aparición de la Unión Comunista Comités Obreros[31] presente ahora en Andalucía donde tendrán importante intervención sindical y social en Almería, Cádiz y Málaga así como en Murcia y durante cierto tiempo en Sevilla y Granada. Se realizarán varios congresos en los que se analiza el estado de las luchas obreras cuyo número crece pero se mantienen mayoritariamente dentro del marco económico, aisladas y de carácter fabril en su mayoría sin una estrategia para extenderlas al entorno local y  sectorial. Se valora de forma negativa la idea generalizada por los sectores reformistas  de que las luchas han servido para alcanzar la democracia burguesa. La conciencia de clase sigue siendo débil y la franja de obreros revolucionarios muy estrecha.

En adelante se participará en diferentes movimientos sociales en los que se interviene con propuestas propias: OTAN, colza, feminismo. Este último tendrá gran trascendencia al abrir un debate en el interior que culminó con la creación de la Organización de Mujeres (OMUCCO) dotada de autonomía llamada a jugar un importante papel dentro y fuera de la organización en la última fase. Elemento novedoso con respecto a otros grupos, los varones se reúnen aparte para debatir sobre problemas relacionados con la masculinidad que ofrece como resultado la aparición del boletín El cardo.

La consolidación del nuevo régimen provoca la crisis y desaparición de numerosos grupos de la izquierda radical. UCCO seguirá polemizando con todos ellos a través de su prensa, especialmente con el MC. Será una constante hasta el final. Sin embargo el desencanto hace que se inicie un período de reflujo que acabará afectando también al grupo que sufre una importante escisión en 1980 tras un duro debate interno[32]. Las relaciones con el colectivo La Causa, escindido del PCE(ml),  no ofrecen resultado positivo tras la celebración de una conferencia para analizar conjuntamente el proceso de construcción del partido[33].

Pero el elemento decisivo al final serán los resultados de las elecciones generales de 1982 en las que el PSOE logró una abultada mayoría absoluta que acabó con las esperanzas de un posible desbordamiento de la maniobra reformista. Con un PCE al borde de la desaparición parlamentaria, con la crisis final de grupos como PTE y ORT y las dificultades del resto para adaptarse a una situación marcada por la desmovilización, las perspectivas de UCCO para impulsar una lucha por un proceso revolucionario de carácter socialista se alejaban más que nunca del horizonte.

La idea de que las aspiraciones prioritarias de las masas se centraban en mejoras inmediatas y no en la búsqueda de cambios más profundos aleja cualquier perspectiva de ruptura revolucionaria. España, con un desarrollo capitalista integrado desde hacía décadas del sistema global internacional,  culminaba un proceso de homologación  con  la consolidación del régimen surgido con la reforma y con una clase trabajadora que manifestaba comportamientos similares a los existentes en el entorno de Europa occidental caracterizados por su integración en el sistema, ampliación de los niveles de consumo y, como mucho, aspiración a una redistribución de la renta gestionada por una socialdemocracia convertida en gestora de una serie de cambios que no cuestionan los límites marcados por el sistema.

Se abrió un debate que culminó con una Conferencia celebrada en julio de 1983. Sierra desde la Secretaría política, lo inició con dos textos en los que se analizaban las perspectivas de una organización como la UCCO[34]. Se hacía en ellos un repaso de la trayectoria de la organización así como del contexto en el que surgió, muy diferente del que se vivía en aquellos momentos. Se presentaban una serie de dogmas -nuestros pequeños dogmas- en los que se había basado la actividad de Octubre y que ahora se ponían en cuestión como eran las tareas de agitación, campañas de propaganda, vinculación a movimientos sociales, etc. En ese contexto se veían limitaciones a la práctica tradicional como el obrerismo, economicismo y otros al tiempo que elementos nuevos como el feminismo también planteaban problemas para encajar en los esquemas de funcionamiento habituales de la organización. El planteamiento final de Sierra es que a organización está ante una crisis múltiple y que lo que se necesita es abrir un período de estudio y reflexión. No será el único texto autocrítico. En esa misma Conferencia se analizará otro presentado por Gil[35] en el que se cuestiona el dogma de interpretar la evolución histórica de una forma lineal hacia el comunismo así como la idea de que exista un conocimiento científico a partir de análisis determinados por presupuestos ideológicos previos.

El resultado será la autodisolución de la organización aunque esto no impidió que en los primeros momentos algunos sectores buscaran fórmulas que les permitieran continuar con el activismo político como en Almería, con escasos resultados; o que la OMUCCO se planteara continuar con su actividad centrada a partir de entonces en la difusión de su revista La mujer feminista que se mantendrá hasta finales de la década de los ochenta.





[1] No era fácil encontrar documentación o referencias de Octubre. Recientemente se ha creado un blog donde aparece buena parte de la producción documental de la organización: http://octubre-ucco.blogspot.com.es/search/label/hom Casi todos los documentos a los que se hace referencia a lo largo del texto se encuentran en esta web
[2] Entrevista de Manuel Gálvez y Valentín Brugos con Manuel Herranz Montero y José Manuel Roca en Alcorcón, 1 de abril 2016
[3] A este respecto se pueden añadir más interpretaciones como la falta “marketing” desde la propia organización muy centrada en su extensión difusión de sus propuestas y elaboraciones teóricas y también, en opinión de JM Roca, por el vacío creado en torno a Octubre desde otros grupos motivado, entre otras cosas, por su espíritu crítico
[4] Ver Informe sobre Lucha de Clases (septiembre 1975) pag 11
[5] Entrevista con Manuel Herranz Montero y José Manuel Roca en Alcorcón, 1 de abril 2016 ver también Sobre la trayectoria política de la organización (1975) pag 2
[6] Los primeros documentos de Octubre están fechados en junio de 1970 Estudios para una línea marxista-leninista en la revolución española nº 1 y 2 referidos a la situación internacional y el capitalismo monopolista de estado respectivamente
[7] Documento Una unificación 1970?
[8] Ver documentos Plataforma Política Ampliada (1971), Informe sobre la reorganización (1972) y Las tareas internas (1972)
[9] Fábricas. Documento nº 1 Táctica (1972)
[10] Formación del militante nº1 Organización obrera. Suplemento de Nuestra Clase. Pag 6
[11] Manifiesto nº 13 noviembre 1975
[12] Entrevista con Manuel Herranz y J M Roca
[13] Las referencias al CME y sus análisis sobre su impacto en España serán una constante en las publicaciones de Octubre. Además del citado documento Estudios para una línea marxista-leninista en la revolución española nº 2 se pueden destacar de su primera época los siguientes: Plataforma Política Ampliada (1971), La cuestión popular (1973), Octubre 6
[14] ¿Fascismo en España? (1974) recoge textos publicados en Octubre nº 4 y 5
[15]  La cuestión popular (1973?) y subsiguiente polémica con MCE en Manifiesto 9 febrero 1975
[16] Cuadernos de Formación Obrera. Problemas de la revolución española. Andreu Nin
[17] Octubre nº 5 Suplemento (1973)
[18] Sobre la consigna de República en Manifiesto 29 mayo 1977 donde se cuestiona la utilización del objetivo republicano por la OCE(BR) como embellecimiento de un régimen antipopular. Más adelante La II República y el movimiento obrero revolucionario en Manifiesto 58 mayo 1981
[19] Los debates se produjeron entre colectivos denominados marxistas-leninistas y Octubre. No entran en esta categoría el PCE(i), pronto PTE, ni el PCE(ml) puesto que se definen ya como partido de la clase obrera frente a la idea de Octubre de que tal partido está aún por construir. Entran en esta categoría diversos grupos locales que se definen igualmente como marxistas-leninistas pero apuestan por un proceso de unidad que culmine con la formación del partido. Hay muchas dificultades para poder hacer un seguimiento de los debates entre estos grupos y Octubre por falta de testimonios, de estudios realizados hasta la fecha así como por las dificultades para acceder a unas fuentes dispersas, fragmentadas y que, en ocasiones, utilizan una serie de claves para despistar posibles investigaciones policiales.                                 
Manuel Gálvez, gestor del Archivo Tiempos de lucha y esperanza (https://www.facebook.com/tiemposdelucha) ha estudiado los boletines disponibles de la UML valenciana  (http://ddd.uab.cat/record/56125) y lanza las siguientes propuestas para identificar a los grupos participantes en los debates así como las regiones y ciudades donde operan: Marruecos = Madrid,  Cartagena = Barcelona, Celtiberia = Euskadi,  Pilar = Zaragoza; Apaches = UML valenciana, negro = PCE (i), negrero = PCE (ista),  lila = GUMLI, Colorados = Lucha de Clases de Barcelona, Pilar haría referencia al grupo Larga Marcha de Zaragoza. En este contexto el grupo Moros sería Octubre. Queda por desentrañar quiénes pudieron ser algunos de estos grupos como los grises, los palentinos y los celtas. Éstos últimos serían alguna facción de ETA (VI), tal vez el grupo Células Rojas o quienes luego constituyeron Unificación Comunista (UC-KB) con fuerte tendencia teoricista.
Alguna de esta terminología en clave perduró en el tiempo y entre los distintos grupos. Por ejemplo la propia organización Octubre utiliza alguno de los nombre en clave señalados en Informe sobre Lucha de Clases septiembre 1975 De igual forma en un documento de mayo de 1976 de Larga Marcha, Sobre el proceso de rectificación y la discusión de la táctica, la organización firmante se sigue autodenominando Pilar, aunque el nombre para Lucha de Clases cambia (aquí es Montse).
Por otra parte de los mencionados boletines de la UML valenciana se obtiene información sobre la trayectoria previa que estaría  por confirmar “El núcleo inicial que posteriormente constituirá el grupo moros son los artífices en 1968 de una escisión del negro en Marruecos, que da lugar al grupo "Unión de los marxistas-leninistas para la construcción del partido de la clase obrera", el cual tras una corta vida de menos de un año se integra en los grises de los que se escindieron para formar el grupo Moros. Recientemente se han fusionado con un grupo de obreros procedentes de las juventudes del PCE y de CCOO” en referencia a su fusión con el grupo M (Boletín de Trabajo 1 septiembre 1972)
[20] Las tareas de los m-l en las organizaciones de masas. Manifiesto 12 Octubre de 1975
[21] Valoración de  las huelgas en Octubre nº 8, marzo 1976. Una visión sustancialmente diferente en Madrid en Huelga Enero 1976 de Víctor Díaz Cardiel y otros Ed Ayuso 1976
[22] Manifiesto 28 marzo 1977
[23] Crítica a las acciones de los GRAPO en Manifiesto 27 febrero 1977 Con anterioridad Octubre cuestionó la práctica de la lucha armada en Terrorismo y marxismo-leninismo en Manifiesto 12 Octubre 1975
[24] La unificación de los  Comités Obreros en Manifiesto 21,  mayo 1976
[25] El programa de lucha y los Comités Obreros Manifiesto 22, junio 1976
[26] Contra la reforma capitalista Manifiesto 21, mayo 1976
[27] Ver denuncia del mismo en Manifiesto nº 25, diciembre de 1976 donde se anuncia unidad de acción con UCL, Liberación e Insurrección
[28] Nuestra posición ante las próximas elecciones, Manifiesto nº 29, mayo 1977 , Nuestra Clase nº 45,  junio 1977 La gran mentira y Balance de la campaña de boicot a las elecciones del 15-6-77 realizada por la coordinadora central de Comités Obreros Con respecto a la posición de la Unión de m-l hacia la Constitución se puede ver  Manifiesto 40, octubre 1978 y Octubre nº 13, diciembre 1978 En la campaña del referedum constitucional de 1978 también hubo unidad de acción aunque con grupos diferentes. “Ante la Constitución burguesa”, comunicado conjunto de Acción Comunista, Colectivo Comunista “La chispa”, Colectivo Comunista Gallo Rojo, Colectivo de Unificación Marxista, Comités Obreros, Movimiento por la Reconstrucción del Partido Comunista, Organización Comunista de España (Bandera Roja), Partido Obrero de Unificación Marxista, Unificación Comunista de España, Unión de Marxistas Leninistas (Nuestra clase nº 60, septiembre, 1978).
[29] Consuelo Láiz La lucha final: los partidos de la izquierda radical durante la transición española Libros de La Catarata Madrid 1995
[30] El Partido Comunista (Unidad Roja) procede de una escisión en Andalucía de la OCE (BR). No existe ningún estudio en profundidad sobre OCE (BR) y menos aún sobre el PC (UR) a pesar de su trascendencia en el ámbito local de Málaga y Almería. Contaba con militantes en varias ciudades andaluzas así como en Murcia. Defenderán aspectos como el carácter socialista de la revolución, una crítica al trabajo en CCOO cuando éstas evolucionan hacia un sindicato economicista. Realizaron un congreso en Málaga en 1976 cuyas resoluciones fueron publicadas en la revista Revolución nº 1 diciembre 1976
[31] IV Congreso de UCCO, Nuestra Clase 76, septiembre 1980
[32] Balance de la lucha contra el liquidacionismo. Conferencia de Madrid marzo 1981                 
[33] El debate con el colectivo La Causa, escindido del PCE(ml) se desarrolló desde finales de 1980 hasta mayo de 1982, poco antes de la autodisolución de UCCO.  Se elaboraron dos documentos: Sobre la construcción del partido de noviembre de 1980 y ¿Qué hacer? De Lenin y la construcción del partido hoy firmado por Sierra, de mayo de 1982
[34]  Las tareas de los comunistas de la UCCO de noviembre de 1982 y Reflexiones ante la situación actual de abril de 1983.
[35] El fin del optimismo histórico. Julio 1983 

jueves, 23 de febrero de 2017

Congreso Transición e Izquierda radical. Éramos pocos

MILITANCIA REVOLUCIONARIA.  A VUELTAS CON LAS CIFRAS
LA IZQUIERDA DE LA IZQUIERDA. ÉRAMOS MUY POCOS


Este trabajo es una aproximación a la militancia de izquierdas, poniendo el foco en las izquierdas de mas allá del PCE, pretende acercarse a cuantificar la extrema izquierda, la considerada por sí misma revolucionaria en sus documentos, que fue en parte protagonista de los cambios ocurridos en España desde mediados de los años sesenta, estertores del franquismo y transición, hasta 1982.

Los grandes troncos de los partidos que existen en esa época fueron: VOJ-AST, FLP-FOC-ESBA,[1] PCE-PSUC y ETA, mezclados en distintas proporciones cristianismo y marxismos, fueran leninismo, trotskismo o maoísmo, se encuentran en toda la militancia radical, añadiendo los anarquismos y unas gotas de nacionalismos. En ‘El proyecto radical’ de José M. Roca, se hace una buena descripción de las corrientes políticas. Desde mediados de los sesenta, surgen por escisión partidos que se sitúan más a la izquierda que sus matrices, y salen militantes de los citados troncos hacia los nuevos, en ocasiones siguen manteniéndose los viejos, caso del PCE,  en otras provocando la disolución, caso del FLP. Será una constante del período que muchos individuos militen hora en un grupo, después en otro, produciendo como resultado cifras que inducen a errores de cuantificación por dúplica.

Alimentado por el enorme activismo que tuvieron los militantes de la izquierda radical se acrecienta su importancia, pero numéricamente fueron pocas decenas de miles coincidiendo al mismo tiempo. Roca los cifra en unos 50.000 en los mejores momentos.[2]

Existen dificultades para obtener cifras sobre militancia, mayores cuanto más a la izquierda o más pequeños fueran los grupos, las duras condiciones que rodeaban la actividad política fomentaba ocultar datos. Cifras diversas podrían explicarse porque describen realidades distintas, conjuntos de individuos representando conceptos diferentes de compromiso son sumados como iguales; a veces suman militantes de unos y otros tiempos, sin considerar los que abandonaron, que pueden estar en casa o en otros partidos, provocando duplicidad. La credibilidad también sufre por idealización y subjetividad, por no homogeneizar criterios, etc., lo cual invita a tener cierta prevención. Apoyado en la propia experiencia de militancia durante aquellos años, divido el trabajo en apartados que permitan acercarnos. 


Objeto de estudio: militancia de extrema izquierda. 1965/1982

Desde mitad de los sesenta, contra el franquismo y durante la transición, lucharon cientos de miles de personas en uno u otro momento, por muchos lugares, fábricas, universidades y barrios, obreros y estudiantes, también gentes de teatro, cine, prensa; abogados, editores, libreros, colegios profesionales,… incluso en algunas instituciones hubo minorías activistas, como en la Iglesia, el ejército… Los movimientos estudiantil, vecinal y obrero desgastaron las opciones continuistas del régimen, siendo fundamental para evitarlo las luchas obreras que rompían la producción desestabilizando el orden y la legalidad vigente. De entre aquella multitud, hubo unas cuantas decenas de miles de activistas que lo hicieron de forma estable, continuada y organizada y que no solo tenían objetivos inmediatos, tenían proyectos políticos para sustituir al franquismo y sueños para construir una nueva sociedad, sin clases y sin explotación, a ese colectivo nos referimos como extrema izquierda o radical.

Antifranquistas hubo muchísima gente sin adscripción partidista, entre los militantes no solo hubo comunistas e izquierdistas radicales, también hubo monárquicos, demócratas, republicanos, nacionalistas, liberales, demócrata cristianos, falangistas, sindicalistas autónomos, sectores de la Iglesia post conciliar,... la contribución de grupos cristianos en las luchas obreras fue la más numerosa, e importantísima en los años ’50 y ‘60, su participación fue clave en grandes huelgas, determinante en Asturias, Euskadi, Cataluña y Madrid, en la creación de las primeras CCOO, y en el desarrollo y organización de luchas sindicales y vecinales; a finales de los ’60 y ’70 muchos cristianos se mezclaron con el marxismo y formaron parte de la militancia comunista y de la izquierda radical en sus mismas agrupaciones, o reconvirtiendo directamente las suyas propias, caso de AST-ORT, 1970.[3]  Otros muchos siguieron peleando solo desde su condición cristiana.

El PCE destaca en 1965 en ‘Nuestra Bandera’[4], ‘su importante actividad, extensa e intensa, entre las que HOAC y JOC no son las únicas actividades bajo el apelativo cristiano, Los otros grupos católicos, éstos ya de tipo clandestino –Solidaridad de Obreros Vascos (SOV) y Unión Sindical Obrera (USO) en Euzkadi, Sindicatos Cristianos en Cataluña y Federación Sindical de Trabajadores (FST) en Madrid– difieren ya bastante de hoacistas y jocistas, aunque a veces estén nutridos por militantes de ambos orígenes. En realidad se trata de grupos abiertamente políticos, no ligados a ninguna labor de apostolado, portadores de una u otra línea política al movimiento obrero. –

Sobre sociología política y religión resultan imprescindibles los numerosos trabajos de José Ramón Montero.[5]- Resulta interesante, para relativizar su importancia militante, el documento sobre activismo político de los sacerdotes antes de morir Franco, 2.558 sobre 23.971 aportado por Pere Ysás[6]. Cuestión algo diferente son los obreros católicos.

De entre las decenas de miles de activistas, destacó la militancia comunista por su organización, capacidad de lucha y entrega, el PCE y los grupos de extrema izquierda, leninistas, trotskistas, maoístas; también unos pocos socialistas. Y por supuesto los anarquistas, que aun sin representar el protagonismo que tuvieron en la primera mitad de siglo XX, fueron importantes luchadores antifranquistas, que este trabajo deja al margen para mejor ocasión por falta de fuerzas para abordarlo. A partir de mediados de los años sesenta un conjunto de acontecimientos influye en los sueños de muchos jóvenes españoles que se incorporarán al activismo político: la revolución del 68 en Europa y EEUU, París, Praga, la guerra de Vietnam,  las luchas por los derechos civiles-negros,  la revolución China, la ruptura Chino-Soviética, las luchas por la independencia en África, el Concilio Vaticano II… curas guerrilleros en América Latina; en España se empezarán a conocer los movimientos ecologistas, antimilitaristas-pacifistas, -que tomarán protagonismo en los ‘80-; y el feminismo. La lucha feminista generará una dinámica revolucionaria, en parte compartida duplicando militancia con la izquierda radical dentro de sus mismas siglas y en parte como movimiento feminista con fuerza y poder independiente.

A mediados de los sesenta en España, se incorporan nuevas hornadas de jóvenes militantes, estudiantes y obreros, y se generan nuevas posibilidades de potenciales encuadramientos que se traduce fundamentalmente en los grupos a la izquierda del PCE, aunque nunca llegaron a tener su potencial. El hecho es que la militancia comunista con su impronta de emoción transformadora de la sociedad era posible realizarla en variados partidos. La escuela de lucha, de estudio y relaciones de cada persona, tiene mucho que ver con los individuos que tuviera cerca en la universidad o el trabajo. Naturalmente que podía elegirse la opción política, mejor en los setenta que en los sesenta, pero las relaciones de proximidad humana eran altamente influyentes en la adscripción partidista de cada persona, aún siendo determinantes la lucha contra la dictadura y los sueños de una sociedad sin clases, las relaciones personales influían poderosamente en las constantes fracciones.

Un individuo se hacía trosko porque sus amigos lo eran, o prochino, porque un compañero en quien confiaba lo era, etc. A partir de la decisión, una vez dentro, la identificación grupal funcionaba integrándolo, las relaciones humanas, las discusiones, las acciones, toda la actividad que se realizaba intentaba diferenciarse del resto de partidos y ello conducía a reafirmarse en la elección inicial. Hasta que llegaban otros momentos en los que el desarrollo interno de cada cual, iterando con las modificaciones del entorno, del propio grupo, y/o de la sociedad, empujaban en otra dirección y producía abandonos o cambios de grupo.

La incorporación de nuevos activistas junto con los escindidos procedentes del PCE, FLP, de grupos cristianos y de ETA, configuran nuevos grupos situados a su izquierda, según sus documentos y objetivos declarados, luchan contra el franquismo y contra el capitalismo, pretenden construir una nueva sociedad mediante la revolución, socialista, democrático popular, antiimperialista... Son militantes comunistas, marxistas, leninistas, trotskistas, maoístas, anarquistas, cristianos… y feministas, éstas doblan militancia en los grupos anteriores serán pieza fundamental en la gran revolución del siglo XX.

Durante aquellos años sesenta y setenta destruimos los pilares de la sociedad franquista e intentamos construir una nueva sociedad que en líneas generales ha llegado hasta hoy. En la destrucción y construcción participaron millones de personas  sin un guión común, empujando no necesariamente en la misma dirección, ni con la misma fuerza e intensidad. La militancia de la izquierda radical sin tener objetivos compartidos, fue una de las fuerzas dentro del conjunto de luchas y movilizaciones en las que participaron muchas otras personas e identidades difíciles de homogeneizar, salvo en su antifranquismo y deseos de vivir mejor. La resultante de aquellas luchas fue la sociedad española en la que vivimos, hasta la crisis. Mucha de aquella gente renunció desde el principio al resultado, no quisieron responsabilizarse de lo que habían logrado cambiar, porque a pesar de todo, sin la izquierda radical, esta sociedad hubiera sido mucho más derechista y cercana al franquismo, pero no aceptaron el resultado porque no era el soñado, aunque contribuyeron al mismo con sus esfuerzos.

Aproximación al entorno, mirando datos de prensa y revistas

El escaso consumo de prensa y revistas sirve para tener idea de que los interesados por transformaciones sociales eran pocos, son cifras referidas a una generalidad amplia de antifranquistas, no solo incluye radicales. Mucha gente luchadora no leía, pero es difícil imaginar un cuadro militante organizado establemente, sin lecturas. Marx, Bakunin, Lenin, etc. dedicaron enorme esfuerzo al estudio ya que muchos desposeídos reducían toda explicación a una pelea y una frase, ‘los malos son los ricos, nos explotan’. Aquellos revolucionarios comprendieron que era imprescindible explicar la realidad y proyectar salidas para transformar voluntades.

 ‘Triunfo’ a partir de 1962 fue referente de todas las izquierdas, su tirada era de 57.000 ejemplares, logrando un pico máximo, 160.000, en su reaparición enero 1976, tras secuestro anterior, a partir de entonces cayó imparable hasta su desaparición en 1982; en marzo de 1978 se escinde ‘La Calle’ vinculada al PCE, su tirada se situó entre 20/30.000. [7]  Cuadernos para el Diálogo, 1963/1978 referente entre los demócratas, tiraba 40.000 ejemplares cuando cierra.  ‘El País’, referente del conjunto de sectores democráticos y de izquierdas, sale en mayo de 1976, con 100.000 ejemplares, pronto aumentará hasta 150.000. La Vanguardia 180.000 ejemplares. La prensa del Movimiento, en 1975, en sus 38 periódicos tiraba conjuntamente 452.000 ejemplares, (Miquel de Moragas).[8]

Tras la muerte de Franco aparecieron muchas revistas,  ya no valen las tres grandes referencias, Cuadernos de Ruedo Ibérico 1965/1979, Triunfo 62/82 y Cuadernos para el Dialogo 63/78. Los partidos no satisfacen la necesidad de debate en la búsqueda de salidas y aparecen nuevas plataformas. ‘El Viejo Topo’, la de mayor éxito entre las rojas generalista, tiraba unos 24.000 ejemplares, bajando a partir de 1978 hasta los 17.000.  Vindicación Feminista; Monthly Review, Transición, Teoría y Práctica; Argumentos, La Calle, Materiales, Mientras Tanto, El Cárabo, Negaciones; Ozono, Alfalfa, Butifarra, Bicicleta, Star, El Papus, Saida; Ajoblanco salió en 1974, tiraba unos 26.000,… En 1981 habían desaparecido más de veinte semanarios y revistas, algunos habían iniciado su andadura después de 1975. Las revistas teórico-políticas tiraban en torno a 5.000 ejemplares, la mayoría cierran antes de 5 años; menos las de inspiración socialista, Sistema, Zona Abierta y Leviatán. Los libros políticos  sacaban ediciones de 1.500 ejemplares, cuando ya en la década de los setenta se publicaban muchos títulos marxistas. [9]

Contextualizando algunas cifras, por comparación: CCOO, PCE, UGT, PSOE

Generalmente se acepta que la mayor fuerza que se enfrentó al franquismo fueron los comunistas. En los ’40, ’50 y ‘60, cualquiera que quisiera luchar contra la dictadura se daba de narices con la realidad de que necesitaba agrupar sus esfuerzos,  y encontraba en ‘el Partido’, el PCE, la mejor estructura que lo permitía, era la mayor organización, mejor preparación y empuje para combatir la dictadura. A su lado coexistían con menor capacidad grupos anarquistas, que no son objeto de este trabajo.

A partir de la mitad de los sesenta las cosas cambian y la competencia de 
múltiples grupos, y movilizaciones ajenos al PCE aumentaron considerablemente. Existan más datos sobre el PCE lo cual sirve para contextualizar cifras de los grupos a su izquierda, su utilización mostrará alguna disparidad con los datos facilitados de la izquierda radical, y el control que en realidad éste realizaba de las luchas y organismos sindicales y políticos, lo cual solo era posible con una superior fuerza numérica. Un aspecto a considerar es la militancia residente fuera de España, en algunos grupos la militancia estaba formada en parte por españoles emigrantes, quienes buscaban apoyos políticos, diplomáticos y financiación en su demarcación exterior, lo cual aumentará los números al ser cuantificados militantes.

El PSOE en 1974 cuenta con 2.548 afiliados en España, según Eduardo Villaverde.[10] El PCE en 1975 cuenta con 15.000; José Ramón Montero, citando a Carlos Elordi en ‘La Calle’.[11] Santos Juliá escribirá: ‘mientras la oposición creaba plataformas democráticas, muy pocos españoles corrieron a engrosar las filas de los partidos y sindicatos que presuntamente deberían dirigir esa ruptura. Los socialistas no contaban en 1975 probablemente con más de 5.000 afiliados en el interior y en el exterior y los comunistas mejor organizados y activos … no debían llegar a 15.000’.[12]

En julio de 1976, CCOO celebra su Iª Asamblea General en Barcelona; 6.501 delegados eligen el Secretariado General, las fuerzas del PCE, a pocos meses de morir Franco logran 20 puestos de 27. El resto se lo reparten PTE, ORT, MC,  2 cada uno y 1 el PSP, (Wilhelmi [13]). Aunque la correlación  no fuera equivalente al 74% que reflejan los resultados, sí habrá que deducir que la mayoría eran apoyos al PCE, superiores a lo sumado por el conjunto de fuerzas de extrema izquierda que peleaban dentro de CCOO, lo cual induce a pensar que su militancia conjunta sería muy inferior a la del PCE.

Otro ejemplo en la misma línea podemos observarlo poco después, en 1978 al ser elegida la Comisión Ejecutiva de la Comisión Obrera Nacional de Cataluña, de 50 miembros, son elegidos 42 del PCE-PSUC, que representan un 84%, 3 miembros del MC, 2 de LCR y 2 independientes, (Joel Sans Molas)[14]. Sería fácil aceptar que, en esas fechas, la militancia del conjunto de la izquierda radical presente en CCOO no llegara, probablemente, a la mitad que la del PCE-PSUC. Enrique Aguilar Galán cifrará los afiliados a UGT referidos a toda España en 1976, en 7.000, y los del PCE  en el momento de su legalización producida en 1977, en 15.000 militantes de cuota.[15].

Gonzalo Wilhelmi, en la obra citada, y para 1976 en Madrid, atribuye a ORT, 1.600 militantes, 500 al PTE, 200 al PC m-l, 300 al MC, + 300 simpatizantes, 100 a LCR Siguiendo con los sindicatos para CCOO-Madrid da la cifra de 4.500 y 600 para UGT-Madrid. Un año después, 1977 se legalizan los sindicatos aumentando las afiliaciones, CCOO-Madrid aumentará hasta 349.000 y UGT hasta 2.000. Sin embargo a este crecimiento ilusionante pronto le siguió una caída, para 1980 afiliados y simpatizantes fueron muy inferiores a los de las elecciones de 1978.[16] En datos de CCOO vemos caídas a la mitad, y a la mitad.

Mayores medios y apoyos de los reformadores permiten a PCE-CCOO y PSOE-UGT imponerse a los radicales, tanto en el ámbito institucional como en las luchas locales y sectoriales, las cuales frenan y encauzan, lo cual consiguen muchas veces porque numéricamente son superiores a las fuerzas radicales. Se extendió la práctica de romper carnets en las luchas, pero la extrema izquierda no consolidaba apoyos estables, como constató en las elecciones generales.

La militancia varía en cada etapa: 1965/1970/1975/1977/1979/1982

El objetivo a cuantificar son las opciones a la izquierda del PCE, PSOE, pero los datos de afiliación de estos partidos más grandes son más conocidos, lo cual permite cifrar las fuerzas de extrema izquierda por aproximación, considerando que éstas nunca lograron rebasarlos, salvo en contados lugares y momentos, de ahí la importancia de los datos de PCE-CCO, PSOE-UGT como referencia.

Guy Hermet en su obra ‘Los comunistas en España’ cifra la militancia del PCE en 1968/69  entre 5.000 y 10.000 en el interior, en España, se basa en documentación interna, en informes de la CIA, y en Spain. The Gentle Anarchy, de Benjamín Welles, New York F.A. Praeger. 1965, p 206’. En el libro cita a Carrillo, el cual habla en un mitin de 35.000 militantes, contando el exterior; en la misma obra Hermet cifra la suma de PC-ml y PC (internacional), en 1.000/1.500, sumando la emigración. [17] Jorge de Esteban y Luis López en ‘Los partidos políticos en la España actual’ se inclinan por la cifra de 5.000 militantes para el PCE, antes de la muerte de Franco, citando como fuente a Paul Preston.[18]

Nicolás Sartorius en ‘La memoria insumisa’ da cifras del PSOE, para el XII Congreso en 1972,  de 2.216 afiliados, y para el de Suresnes dos años después, en 1974,  de 2.584 afiliados.[19] Para el primer congreso celebrado por el PSOE en el interior en 1976, Jorge de Esteban y Luis López en el libro citado dan la cifra de 8.000 miembros.

La militancia fue más dura y reducida en los ‘60 que posteriormente y no encontramos las mismas dificultades en los años 1970 al 75, que después, en los que hubo mayor permisividad social y legal, en parte lograda por las luchas sociales y la transición a la democracia, ello explica la existencia de más de un centenar de siglas de partidos, grupos, coordinadoras, sindicatos, agrupaciones…. Detenciones, palizas, cárcel y despidos se produjeron con mayor dureza durante la vida del dictador, aunque después en la transición también estuvieran presentes, no es posible olvidar los 250 muertos, asesinados por grupos ultraderechistas y por represión policial, en manifestaciones y huelgas, calles y despachos, por hacer una pintada o repartir panfletos… [20] En los años 1975, 76, 77 aumentó la militancia, -en 1977 se legalizan los sindicatos y se produce una explosión de afiliaciones-, período de efervescencia movilizadora, coincide una gran crisis política, primeros pasos de reforma, final de etapa desarrollista, la crisis del petróleo, continuos topes salariales, crisis industrial… para quien estaba dentro todo parecía posible. Pero las luchas duraban días, a veces semanas, muy pocas, meses, la movilización de los mismos individuos era ocasional, los activistas pasaban de unos a otros momentos y lugares, considerar todas las personas movilizadas como militantes radicales organizados establemente resultaba exagerado.

Los resultados de las elecciones 1977 son un choque de sueños contra realidad. 535.000 fueron los votos sumados de la izquierda radical que se presentó a elecciones, -otros defendieron abstención, Octubre-Unión de m-l…-, el PCE obtuvo 1.709.890 votos.  Así fueron analizados los resultados en la Revista ‘Manifiesto nº 31, julio de 1977’[21]

El PSOE ha alcanzado el 28% de los votos y el 33% de escaños. En términos absolutos cinco millones largos de votos…
Varios factores han concurrido: El PSOE no es un partido desconocido para la pequeña burguesía y la clase obrera,  históricamente ha sido el partido de base obrera de mayor importancia hasta 1939. Aunque prácticamente desaparecido de la escena política hasta 1973 ha recogido una tradición y un recuerdo de su presencia política que sólo por la vía electoral se podía manifestar ya que no ha sido un partido de lucha.
Así prácticamente han coincidido los triunfos electorales del PSOE en 1977 con los obtenidos en las votaciones del Frente Popular de 1936,…
EI apoyo económico de la social democracia, fundamentalmente de la alemana ha sido decisivo para permitir desarrollar una campaña electoral amplia con presencia en todo el Estado y con las técnicas publicitarias que el marketing po1ítico exige a estos partidos electoralistas…
Existe un último aspecto que ha privilegiado al PSOE y es la influencia de la ideología burguesa en el seno de amplios sectores populares que están imbuidos de las ideas burguesas del socialismo moderado, del anticomunismo…

El PCE ha obtenido 1.700.000, en Madrid 245.000 
…/…
(La izquierda radical) En Madrid los resultados electorales han sido:

Candidatura de los Trabajadores de Madrid. (ORT)………. 14.781
Frente Democrático de Izquierdas. (PT). ……………………… 12.694
Candidatura Unidad Popular. (MC, MS, PCT)………………….. 5.078
Frente por la Unidad de los Trabajadores. (LCR, OIC, AC)… 3.001

El Equipo de La Vanguardia, cuantifica para el año 1977, en 4.000 los afiliados de LCR; 30.000 los del PCE y 20.000 los del PSUC; y 30.000 para el PSOE. [22]. Tezanos cifra en 51.552 los militantes del PSOE para 1977. [23]

En torno a las primeras elecciones celebradas en 1977, el PTE y ORT conjuntamente, podían sumar 15.000 militantes,  según Joaquín Aramburu del PTE; Andy Durgan, de MC, asigna 7.000 efectivos a MC; Wilhelmi da para LCR 3.500 militantes, 100 de ellos en Madrid y para OIC bastantes menos, asignará al MC 200 militantes mas 200 simpatizantes en Madrid, y 500 al PTE. Joel Sans en la obra citada, estima una cifra conjunta de entre 25/30.000 militantes la suma de PTE+ORT+MC+LCR+OIC. [24]

Comienza el desencanto que se agravará tras las elecciones de 1979 en las que el conjunto de izquierda radical que participó en las mismas obtuvo un número y proporción total de voto similar, 500.000 votos, mientras, el PCE logró 1.938.487 votos.

Siempre hubo trasvases de militantes de unos a otros partidos, aspecto que  podría influir en engordar las cifras al ser contados doblemente las mismas personas en dos partidos diferentes; momentos puntuales que aceleraron los procesos fueron: la disolución del FLP en 1969, situación que provocó la difusión de militantes a diversos partidos; y después de las elecciones de 1977, los trasvases de militancia entre grupos socialistas y el abandono de parte de la militancia de izquierda radical que reforzarán al PSOE.

Jorge Esteban en el libro ‘Los partidos políticos en la España actual’[25] cifra en pocos cientos los cuadros de: HASI, LAIA, ANV, ESB, conjunto que forman Herri Batasuna tras 1980; citando ‘La Calle’ para el PSUC da la cifra de 40.000 militantes en 1977 y caída hasta 20.000 en 1980; unos 110.000 militantes para el PSOE en 1981. Y José Ramón Montero sitúa la máxima de militancia PCE en 1981, con 160.000 militantes.

Michael Buse da las siguientes cifras de militantes en 1982; PSOE 107.000; PCE 200.000; PTE+ORT 18.000; PCOE 9.000; ERC, EE 7.000 cada; LCR 6.000; HB, MC y UPG 5.000 cada formación; PST 1.000; PC ml 1.000.[26]

En 1982 los sueños de muchos militantes radicales se desvanecen. Son años en los que se extiende el debate político la crisis del marxismo, aquí se traduce por el derrumbe de las concepciones revolucionarias clásicas, Stalin, Lenin, Mao; la vía democrático burguesa es imparable, se derrumba la concepción del partido, núcleo de élite representante del sujeto revolucionario, la clase obrera, que se diluye como tal, florecen otros sectores, progresistas, contraculturales que rompen la militancia comunista de compromiso y entera disposición, común a muchas de las organizaciones de la época.

Víctor Pérez Díaz,  ‘Orden social: clase obrera y conciencia de clase: política y economía’. Papeles de Economía Española num 2. 1980

 ‘Izquierda revolucionaria y movimientos sociales en la transición’. Madrid 1975-1982. Gonzalo Wilhelmi Casanova. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad Filosofía y Letras.

Existen niveles diferentes de compromiso militante

Las cifras sobre militantes cuantifican realidades diferentes. ¿A quienes nos referimos cuando utilizamos el concepto de militante? Hay cuadros en la mayoría de los partidos con similares grados de compromiso, sus vidas giran en torno al partido y su utopía, pero éstos se encuentran acompañados de otros muchos individuos con niveles diferenciados de militancia. Un militante revolucionario se mantenía establemente activo y sometido a disciplina orgánica durante años, desarrollando proyectos políticos.

En los setenta, un partido podía movilizar en torno suyo a 3.000 activistas, incluso con una cierta estabilidad, -cercanos, afiliados, colaboradores…-, lo podía lograr menos de 500 cuadros militantes, organizados establemente, la tendencia será contar por encima, la totalidad. Huelga en una fábrica durante semanas, requería necesariamente compromiso y organización: en huelga miles de obreros, en asambleas formaban grupos de de agitación, de apoyo económico, de seguridad, de información a mass media, de relaciones…, decenas de obreros formaban esos comités, no necesariamente coincidentes con los sindicados que en ocasiones rompían carnets de CCOO y UGT por su comportamiento, los niveles de dureza, organización y compromiso podían ser altísimos. Pero, ¿Cuánto duraba?…

En la fábrica podían trabajar inicialmente apenas una veintena de militantes de diversos partidos de extrema izquierda ¿Quiénes y cuantos sumarán cifras como su influencia en revistas e informes? A los pocos meses de la terminación de la lucha, los militantes de extrema izquierda que inicialmente trabajaban allí, seguían siendo los mismos. Esta es una constante de las luchas de los setenta, fuera en fábricas grandes o empresas pequeñas, bancos o textil, comercio o metal, grandes movilizaciones por las necesidades inmediatas. Lucha contra un despido, puesto en marcha un amplio abanico de formas de lucha, legales e ilegales, en muchas ocasiones se ganaba, pero los readmitidos no se incorporaban a la radicalidad, quizás te acompañaban unos meses, dejando de relacionarse al poco tiempo, después, se afiliaban a CCOO, que nunca aparecieron para lograr su readmisión.  A pesar de ello CCOO en 1978 tiene  1.824.000 afiliados y cayó a 390.000 en 1981.

Se podía ser agitador, de palabra y comportamiento vital, repartir panfletos, libros, revistas, realizar pintadas, pegar carteles, en la calle, o también en el trabajo. Se podía participar en saltos, -cortar las calles y agitar-, o posteriormente acudir invitado a la manifestación del 1º de mayo. No era lo mismo asistir a una charla, o varias, que acudir a encierros o guardas en las puertas de fábricas, participar en las acciones de apoyo a fábricas en lucha podía hacerse vendiendo cosas para lograr apoyo económico y difundiendo sus luchas con hojas y revistas o realizando asambleas y reuniones. Hacerlo un día, o de vez en cuando, o durante años. Muchas cifras no distinguen al militante que tuviera estabilidad organizativa, sometido a disciplina, del activista ocasional.

Mucha gente luchaba a su nivel, colaboraba sin acudir a acciones de calle, prestaba casas para reunirse, o para guardar materiales y personas, contribuía económicamente, algo vital para funcionar. Unos pintaban en sus casas carteles o gráficos para propaganda y agitación, otros creaban objetos susceptibles de uso o venta, algunos transportaban, o compraban materiales necesarios, otros vendían prendas, manualidades, libros… Organizar implicaba asignar tareas, todas importantes, el cuadro sumaba gente a la causa, un cuadro militante tendría a su alrededor un  grupo considerable de colaboradores, además de  militantes y activistas con distintos niveles de organización y compromiso. Contar uno, diez o veinte, puede entenderse, aunque seguro que considerar  como militantes revolucionarios la cifra mayor llevará a profundos errores.
Hubo grandes movilizaciones callejeras de pocos días, períodos de luchas de un curso, reivindicaciones concretas en barrios y huelgas en fábricas que duraron meses, y hubo trabajo estable de varios años en todos los frentes, organizando y peleando, gente que un tiempo militó en un partido y después en otro, individuos que lucharon durante varios años, pero esta militancia siempre fue reducida, fueron pequeños núcleos de personas en relación al conjunto de la población, y nunca pudieron derribar al franquismo, hasta después de la muerte del dictador.

‘La actividad política anti-franquista era clandestina y solo llegaba a una pequeña parte de la población’, escriben Fullá y Puig. ‘Clases sociales y partidos políticos en la transición española a la monarquía parlamentaria’. Ferrán Fullá y Antonio Puig. Rebelión.

‘Guste o no, la -por todos los conceptos- ascendente clase media española no se movilizó de forma masiva contra el franquismo, como sí lo había hecho contra la monarquía Alfonsina. Se puede decir que la represión no bajó nunca la guardia y que en un régimen de estricta vigilancia policial pretender el éxito de una huelga general política o una movilización masiva contra la dictadura no pasaba de ser una quimera. Pero si los estudios sociológicos que ya entonces comenzaban a prodigarse no engañan, entonces podría aventurarse una razón complementaria: las nuevas generaciones de españoles situaban el orden como un valor político del mismo rango, o superior, que la libertad; se era demócrata siempre que serlo no implicara un desorden generalizado. Ahora bien, una revolución es, por definición, el mayor desorden… Santos Juliá.[27]

El subjetivismo como apoyo para sustentar postulados políticos previos

La expresión de ‘Franco murió en la cama’ designa que la dictadura duró mucho sin derribarse, lo cual indica, además de la dureza extrema de su represión, que aquella sociedad se sustentaba en millones de españoles nacional-católicos, franquistas sociológicos, en muy superior número y fuerza que quienes pretendían acabar con el Régimen. La existencia de aquella amplia base social pudo comprobarse durante la transición,  millones de españoles eligieron preferencias políticas y alternativas concretas decantadas por opciones derechistas, nacionalistas, centristas y dentro de las izquierdas preferían las opciones revisionistas y reformadoras, marginando a los anticapitalistas, o radicales.

Así, la lucha diaria era titánica, requería de impulsos movilizadores que se suponía aumentarían inflando cifras de movilizados en acciones, aumentando el número de seguidores en convocatorias que reafirmaran las fuerzas, el subjetivismo era herramienta para sustentar postulados políticos que las cifras demostraban seguían mucha gente. Era una manera de animar, de fortalecer en la unidad militante de esa línea política defendida por el partido, máxime cuando gran parte de la  militancia no había entrado en los partidos por convencimiento y selección mediante contraste de opciones políticas diversas, entraba por azar, por un compañero que te caía bien, por tu pareja, por amiguetes del barrio o la facultad...

El contraste de sueños y realidad sería patente en las elecciones de 1977. Así destacaba los datos referidos a parte de la izquierda radical en Madrid la citada revista Manifiesto nº 31.[28]
Candidatura de los Trabajadores de Madrid. (ORT)………. 14.781
Frente Democrático de Izquierdas (PT). ……………………… 12.694
Candidatura Unidad Popular (MC, MS, PCT)………………….. 5.078
Frente por la Unidad de los Trabajadores (LCR, OIC, AC)… 3.001
Los resultados en Madrid con una población trabajadora que oscila alrededor de 1 millón dan idea clara de la influencia política….
ORT habla en Madrid  de 40.000 militantes en el Sindicato Unitario… días antes llamaba a la Huelga General por su legalización.
El PT en Sevilla hablaba de miles de campesinos, obreros, intelectuales, amas de casa etc. que iban a los mítines de García Castro. Esos miles eran en cada pueblo naturalmente… El resultado electoral en Sevilla provincia fue FDI, 18.000 votos….
En Madrid obtuvo 12.694 votos. Cuando realizaron la fiesta de San Blas (Madrid) hablaban de 80.000 personas que habían participado ¿Donde están?

Las revistas partidistas daban cifras muy altas de participación en todas las acciones, pero los que estábamos allí sabíamos que, por ejemplo, no eran necesarios varios miles para traer en jaque a la poli durante dos horas en unas calles, un centenar de individuos pueden hacerlo tras un salto bien organizado. Si varios miles no consiguen formar una cabecera de manifestación en una calle, quizás fuera porque eran cientos y no miles. Si a una convocatoria de apoyo acuden cientos de individuos, cuadra mal aceptar militancia de miles. Si la militancia del PCE y CCOO frenaban habitualmente las luchas de fábricas o sectores, mal encaja aceptar la existencia de mayor militancia que la suya en los impulsores de izquierda radical. Miles de militantes atribuidos a las acciones de extrema izquierda no son compatibles con asistencia de cientos en la manifestación del 1º de Mayo.  Por supuesto movilizaciones vecinales, obreras y estudiantiles de miles de individuos fueron habituales, y compatibles con que no fueran dirigidas por uno u otro partido, aunque aceptemos que hubiera presencia de algunos militantes de múltiples siglas dentro de esos colectivos; la autonomía de muchas movilizaciones fue habitual, tanto como la auto-adjudicación de todo cuanto se movía en la propaganda partidista radical.

Las cifras son terreno resbaladizo susceptible de herir, además de atentar contra postulados sustentados en ideas como: el pueblo haría caer la dictadura; la inmensa mayoría de los españoles en un lado se enfrentaba a la camarilla del Pardo; La gente, todos contra la oligarquía financiera y terrateniente; Los españoles quieren una revolución y están en puertas; no se llegó a ella porque unos pocos, traicionaron a la mayoría revolucionaria del pueblo…


Las cifras de militancia, recordadas a posteriori, pueden estar idealizadas

Agosto de 1969, festival de Woodstock; hubo 400.000 personas. A medida que pasó el tiempo, las encuestas que preguntaban sobre la asistencia, daban respuestas de millones de personas que afirmaban haber estado allí. Escucharían  a Jimi Hendrix, The Band, Ten Years After, Joe Cocker, Canned Heat, Blood Sweat & Tears, Santana, Crosby Stills Nash & Young, Jefferson Airplane… o Janis Joplin, pero no en Woodstock.

Las cifras sobre militancia pueden estar contaminadas por idealismos, aquello que valoramos, queremos resaltarlo. La idealización de vivencias personales es normal, siempre que dichas experiencias sean entendidas de manera positiva por el entorno social. Individuos que en su día pudieron estar cerca de la organización A, o que colaboraran en algún momento con ella, podrían definirse como militantes de la misma si con ello obtuvieran reconocimiento, e inflar su número dará mayor relevancia.

Algo similar a lo reseñado sobre Woodstock ocurrió en España. Compañeros de trabajo que nunca movieron un dedo, nunca repartieron un panfleto en la puerta del metro, no asistieron a una manifestación, ni se implicaron en compromiso alguno… eran capaces de decir años después, ‘te acuerdas de cuantas manifestaciones hacíamos’.


Altos números y proclamar victorias, pretenden generar moral de grupo

‘’Todos los partidos y todas las naciones, así como todas las religiones, saben que los sentimientos compartidos son una fuerza de unidad,… La cooperación, la espiritualidad e incluso el amor podrían añadirse a los ‘patriotismo, fidelidad, obediencia, coraje y compasión’ darwinianos como componentes del pegamento social, pero resulta difícil identificarlos. En cambio hay otra emoción más palpable que está en el centro de muchos credos: el dolor es inmediato, devastador y fácil de reconocer. Steve Jones.[29]

Cooperación, espiritualidad, amor, patriotismo, fidelidad, obediencia, coraje… son términos ampliamente utilizados dentro del movimiento obrero y en las revoluciones. También fue utilizado para construir la sociedad nueva, el dolor como pegamento social. Puede ampliarse el significado de algunos términos religiosos a significados políticos: iglesia, partido, religión, comunismo, sacerdotes, nomenclatura, clero, élite política, etc. Muchos comportamientos religiosos se identifican con prácticas políticas y a la inversa. Religión y política son poderosos agentes de exclusión y unión, la militancia radical era durísima, no facilitaba la suma de adeptos, máxime cuando la utopía desaparece.

Ambos quieren edificar una visión del mundo sustitutiva de la existente, construir una interpretación particular de la vida con principios ilusionantes y aterradores; ambas militancias requieren actividad social, exigirán proselitismo, agitación y propaganda sometidos a reglas y normas de organización grupal; ambas promueven la certeza en sus principios doctrinales y en su paraíso hasta el enfrentamiento con otras doctrinas que siempre serán falsas; una escisión construirá su identidad no solo a favor de un nuevo paraíso y generando otras normas de comportamiento y organización, además fomentará el odio hacia los otros, -toda identidad se construye con elementos pro y contra-; en ambos casos se fomenta la fe en las propias teorías y sus intérpretes, fomenta la adoración a sus obispos, a la élite ejecutiva, acompañada del desprecio a cualquier otra élite.

Ambos, el partido, la secta, consideran ser los únicos fieles interpretes de textos sagrados en los que se apoyan, tienen toda la razón; sus integrantes, sus líderes se comportan como elegidos por el destino, dotados de superior calidad al resto de mortales los permite definir nítidamente la finalidad, el paraíso hacia el que caminar y los enemigos a destruir; ambos determinarán los fines a lo que todo queda subordinado, todo es permitido al ir encaminado a lograr el objetivo; las estructuras del grupo premiarán al obediente, asimilarán a quienes defiendan el discurso interno y reprimirán, expulsarán a quienes no se sometan…

Tras el 23-F y las elecciones de 1982

Durante la Transición la velocidad a la que corrían los acontecimientos era enorme, la aceleración personal y social hacía estragos en las posturas individuales y colectivas, modificando comportamientos militantes, individuales y sociales, de relación, de gustos, de preferencias… La aceleración histórica y mayor conocimiento del exterior influyeron en el abandono de ideas revolucionarias, marxistas, favoreciendo que se extendieran nuevas estructuras colectivas de encuadramiento político.

En ese tiempo fue completamente normal el transvase de militantes de unas a otras agrupaciones, en mayor medida hacia el destino del socialismo, y pocas veces al revés, hacia el comunismo. La estructura asociativa PSOE se adapta a esta realidad y demuestra un buen trabajo de sus cuadros de organización que consiguen adecuar lo interno con la política externa, la capacidad de influir en la sociedad, en los deseos de cambio de millones de españoles. Ningún otro partido supo adecuar organización y política como los socialistas, ello incluyó sin duda la aceptación y utilización de las capacidades de militantes de la izquierda radical, el partido que pretendiera gobernar necesitaba miles de cuadros experimentados insertados en la sociedad.

El apabullante triunfo del PSOE en las Elecciones Generales de 1982, más los resultados de la derecha, junto a los pocos votos recibidos por opciones izquierdistas, marcan el fin de etapa para los grupos y partidos de la izquierda radical. Los sueños revolucionarios se desvanecen, si bien desde bastante antes vivíamos señales que lo indicaban, las elecciones de 1982 son el punto de inflexión. La crisis del marxismo, sobrevenida poco antes, dio nombre a una época en la que fueron replanteadas muchas cuestiones por grupos e intelectuales del entorno marxista que pretendían construir la Nueva Sociedad sin clases y sin explotación.

Naturalmente las cuestiones internas y personales fueron muy importantes en las rupturas políticas, pero una mirada al conjunto de la izquierda radical muestra que muchas organizaciones sufrieron procesos similares de escisiones, crisis y desaparición por los primeros ochenta, lo cual permite afirmar que las relaciones políticas, y personales, iteraban con la crisis del entorno que era dominante, las mismas bases materiales, ideológicas, políticas, afectaron a la militancia radical de manera similar en toda España.

La militancia izquierdista-radical fue erosionada por las perspectivas democráticas a finales de los setenta tras muchos años acumulados de luchas, disciplina, privaciones... Todo partido es una máquina de lucha por el poder, externo e interno, los marxistas leninistas,… aceptaban las tensiones que surgían bajo el criterio supremo de que el fin justifica los medios. Cuando el fin revolucionario se evapora, los medios no se soportan y aumentan las grietas.

El PSOE se configuró a finales de los setenta y comienzo de los ochenta como la única opción susceptible de alcanzar el poder político mediante las urnas, una de cuyas explicaciones con mayor fundamento se encuentra en la voluntad ampliamente mostrada por la ciudadanía, que apoyaba, prefería y deseaba medidas transformadoras de la sociedad, pero sin que éstas fueran revolucionarias. La base social sobre la que debía actuar y los deseos de la sociedad en general, empujaban en la dirección democrática, recuperar tiempo y libertades de la etapa republicana, incluidas las nacionales (la memoria histórica tuvo importante papel) y la lucha por satisfacer necesidades básicas de libertad, justicia, legalidad. Y por supuesto mejora de las condiciones materiales de vida.

Este marco político, que se puede calificar de socialdemócrata, para conseguirlo, para intentar satisfacer esas necesidades era obligatorio dotarse de la maquinaria de partido necesaria, urgentemente. El Partido Socialista entonces, se fue construyendo con varios grupos y retales e individuos, pero evidentemente hubo una intención de crear un gran marco socialdemócrata, más democrático y abierto tradicionalmente que el comunista, menos contaminado históricamente por purgas y excesos ideológicos, un partido en el que tuvieran cabida miles de personas de distintas procedencias, imprescindibles para lograr dirigir una sociedad que necesitaba unos 50.000 cuadros dirigentes; ministros, subsecretarios, directores generales, mandos policiales, militares, alcaldes, concejales, dirigentes de empresas públicas, administración educativa, sanitaria y universitarios, senadores, congresistas, cargos de partido, sindicales, en definitiva un sinfín de cargos intermedios de múltiples departamentos de la Administración del Estado y empresas públicas.

Para miles de militantes de todas las opciones políticas aparece la posibilidad de transformar la realidad, por lo que se desencadena una masiva incorporación de militantes de extrema izquierda y del PCE, preparados profesionalmente y curtidos políticamente, se dirigen hacia el PSOE el cual tiene necesidad imperiosa de varios miles cuadros para cubrir múltiples necesidades y niveles de compromiso. Así desde finales de los ’70 y primeros ‘80 se produce el trasvase de militantes de los partidos y de organizaciones obreras, vecinales y universitarias. El Partido Socialista de esa etapa, no está compuesto por los viejos socialistas que ordenan y mandan y desplazan a los rincones los añadidos izquierdistas, la militancia del partido lo será con los socialistas antiguos de todas las corrientes que se unen en 1979, los nuevos procedentes de su casa y además con la valiosa incorporación de unos cuantos miles de cuadros izquierdistas en todos los niveles, lo cual le dotó de gran fuerza y capacidad de influencia en la sociedad que es lo que consolidó sus triunfos.

Muchos militantes revolucionarios, extrema izquierdosos, quedaron fuera de esta nueva realidad. Poco después de los primeros triunfos socialistas varios miles arrojaron sueños perdidos en aquello que se llamó desencanto. Existió, pero nunca fue tan extenso como se llegó a escribir, se confundieron los síntomas de frustración con otros aspectos presentes en aquella situación: el aspecto citado anteriormente de la incorporación de los activistas de izquierda radical al PSOE para dedicarse a tareas de administración política quitaba  luchadores de las calles y trabajos, y el segundo aspecto que influyó fueron los cambios que se detectaban en la realidad que modificó la vida a millones de españoles que percibieron avanzar en el cumplimiento de sueños por primera vez en la historia.

A modo de epílogo

Éramos muy pocos en la izquierda radical y la inmensa mayoría de españoles no quería revoluciones, si bien las movilizaciones en el tardo franquismo fueron muy fuertes, lo fueron fundamentalmente por mejorar las condiciones de vida y defenderse de las agresiones, despidos, sanciones, topes salariales, inflación, paro… era evidente que la gente no apoyaba las opciones políticas que pretendían un Nuevo Mundo Socialista, eligieron una sociedad parecida a la francesa, mejora de condiciones de vida, libertades, derechos, formas sociales europeas eran el objetivo deseado por la inmensa mayoría; por ello rechazaron sumarse a las opciones de la izquierda radical.

La actividad política de la militancia de extrema izquierda fue muy importante, hasta el punto de en bastantes ocasiones torcer la rama al otro lado, lo suficiente como para que la resultante de la Transición no fuera totalmente continuista, pero las fuerzas radicales quedaron lejos de los objetivos  expresados en sus documentos, lo cual lleva a preguntarse ¿por qué? Una de las  respuestas debería ser: porque éramos muy pocos. Éramos muy pocos en relación: al conjunto de los que se enfrentaban al franquismo por mejorar sus condiciones de vida, pero no por la revolución, éramos pocos en relación a la suma de antifranquistas y/o demócratas que pretendían reformas en la senda europea, incluso éramos pocos en relación al conjunto de las fuerzas de izquierdas que apoyaron la ruptura/reforma pactada en la senda democrática.

Las movilizaciones y luchas lograron amplias libertades ciudadanas, nacionales, feministas, participativas… y agua caliente y fría, colegios y universidades para sus hijos y por primera vez en la historia también para sus hijas, atención sanitaria, pensiones, centros sociales y cívicos, viajes del Imserso, hospitales, etc. etc. Esta realidad que transformó a millones de españoles no fue aceptada por muchos activistas que contemplan lo logrado como una derrota y dejan la propiedad de los éxitos en manos derechistas; sin considerar que lo conseguido contiene muchos de los sueños y proyectos presentes en las luchas del movimiento obrero, anarquista, comunista, socialista, tales como ideas sobre la libertad, de sindicación, de desplazamiento, de matrimonio y divorcio, sobre igualdad y derechos a la educación y sanidad para los no pudientes, derecho a pensiones que permitan vivir sin trabajar por vejez, enfermedad, paro o discapacidad, etc.

Las injusticias y explotación continúan bajo otras formas –siempre lo harán en cualquier sociedad- y la militancia para combatirlas adopta nuevas maneras en variados terrenos de lucha, feminista, ecologista, sindicalista,…en general acomodados a una nueva sociedad democrática burguesa.

Manuel Herranz Montero, Noviembre 2016.
Presentado al Congreso ’Las otras protagonistas de la transición’. Febrero 2017




[1] ‘Un modelo en la oposición al franquismo. Las organizaciones frente (FLP, FOC, ESBA) I y II’. Tesis de Julio Antonio García Alcalá. Universidad Complutense de Madrid.

[2] Los artículos de J.M. Roca en  ‘El proyecto radical. Auge y declive de la izquierda revolucionaria en España (1964-1992)’. José Manuel Roca (ed.) Los Libros de la Catarata
[3] ‘Los católicos en la España franquista’, Guy Hermet, CIS+Siglo XXI. Tomos I, 1985 y II, 1986.
 ‘Los católicos en el origen de Comisiones Obreras’. José Babiano. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H.' Contemporánea, t. 8, 1995, págs. 277-293.
La participación de los católicos en el movimiento obrero de Barcelona (1946-1978)’.
José Fernández Segura. Universidad de Barcelona. 2005.

[4]  ‘Nuestra Bandera. Revista teórica y política del PCE. Num 42-43, marzo-abril 1965, páginas 163-1972 http://www.filosofia.org/hem/dep/pce/nb042163.htm
[5] Un ejemplo de los trabajos de J.R. Montero entre muchos ‘Iglesia, secularización y comportamiento político en España’. José Ramón Montero. Reis 34 , 1986
[6] ‘Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia, 1960-1975. Pere Ysás. Crítica. 2004
[7]Triunfo en su época. VVAA’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores.  Ediciones Pléyades. 1995
[8]Comunicación de masas y tránsito político en España (1975-1980) Miquel de Moragas Spa
Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Autónoma de Barcelona.
[9] ‘Prensa y política en el tardofranquismo (1962-1975). La rebelión de las élites’. Juan Francisco Fuentes. Universidad Complutense de Madrid.
‘Los intelectuales y la transición política. Estudio del campo de las revistas políticas en España’ Juan Pecourt. Monografías CIS 253. 2008.
‘El Viejo Topo (1976-1982) Cuando la participación es la fuerza’. Jordi Mir. Rebelión. ‘Salir de los márgenes sin cambiar de ideas. Pensamiento radical, contracultural y libertario en la Transición española’. Jordi Mir García. Ayer 81. ‘Análisis de las principales ideas sobre la noción de ruptura difundidas en España durante la transición’. Jordi Mir. Tesis. Universitat Pompeu Fabra. Barcelona.

[10] ‘PSOE en la Transición (1974-1979).Una aproximación histórica.’ Eduardo Villaverde Marruedo
[11] ‘Partidos y participación política: algunas notas sobre la afiliación política en la etapa inicial de la transición española’. José Ramón Montero Gibert. Revista de Estudios Políticos, nueva época, num. 23 septbre-octbre 1981. En el mismo trabajo citando a José María Maravall cuantifica en 4.000 los militantes del PSOE para 1975.
[12]Triunfo en su época. VVAA’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores.  Ediciones Pléyades. 1995. Página 36.
[13] ‘Izquierda revolucionaria y movimientos sociales en la transición’. Madrid 1975-1982. Gonzalo Wilhelmi Casanova. Tesis 2014. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad Filosofía y Letras.
[14]  'Entre las instituciones y la movilización: La crisis de la izquierda radical durante la transición.' Joel Sans Molas. Universitat Autónoma de Barcelona.
[15] ‘A propósito de un aniversario: La transición española en su perspectiva histórica'. Enrique Aguilar Gavilán. Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, ISSN 0034-060X, Nº. 141, 2002, págs. 61-78

[16] ‘Los obreros españoles ante el sindicato y la acción colectiva en 1980’. Víctor Pérez Díaz. Papeles de Economía Española num 6.
[17]Los comunistas en España'. Guy Hermet. Ruedo Ibérico. 1972 en castellano.
[18]  ‘Los partidos políticos en la España actual’. Jorge de Esteban y Luis López Guerra. Editorial Planeta 1982.
[19]  ‘La memoria insumisa. Sobre la dictadura de Franco’. Nicolás Sartorius y Javier Alfaya. Espasa 1999.
[20] Sobre represión y asesinatos en la transición pueden verse: ‘Las otras víctimas de una transición nada pacífica’. Gonzalo Wilhelmi. Universidad Autónoma de Madrid. ‘La violencia terrorista en la transición española a la democracia’. Ignacio Sánchez-Cuenca. Instituto Juan March y Universidad Complutense. ‘Justicia, Política y Memoria. Los legados del franquismo en la transición española.’ Paloma Aguilar. Estudio/Working Paper 2001/163. Febrero2001.
‘Memoria de la transición española. Lecturas contra el olvido’. (Periodo 1976-1980) Recopilado por: V. Antonio López. ‘Tanatopolítica bajo el franquismo y la transición.’ Domingo Garí. Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea, separata nº 12. ‘Todas las víctimas del terrorismo’. Documentos para la historia- Documentos para la paz. Tomo VIII... (1975-2004)

[21] Revista ‘Manifiesto nº 31 de julio 1977, ‘Análisis político de las elecciones’. http://octubre-ucco.blogspot.com.es/p/1977-elecciones-generales.html

[22] ‘Las elecciones del cambio’. González, Grases, Pujol, Villafané. Paza y Janés. 1977.
[23] ‘Estructura y dinámica de la afiliación socialista en España’. José Felix Tezanos. Revista de Estudios Políticos (Nueva Época). Núra. 23, Septiembre-Octubre 1981.
[24] Obras citadas de Joel Sans y Wilhelmi y ‘La izquierda radical en España durante la transición a la democracia’. Tesis consuelo Laiz Castro. Universidad Complutense de Madrid.
[25] ‘Los partidos políticos en la España actual’. Jorge de Esteban y Luis López Guerra. Editorial Planeta 1982.
[26] ‘La nueva democracia española’. Michael Buse. Unión Editorial. 1984
  
[27]  Triunfo en su época. VVAA’. Alicia Alted y Paul Aubert, editores.  Ediciones Pléyades. 1995. Páginas 34,35.

[28] Revista ‘Manifiesto nº 31 de julio 1977, ‘Análisis político de las elecciones’. http://octubre-ucco.blogspot.com.es/p/1977-elecciones-generales.html
[29]  ‘Ciencia y creencia. La promesa de la serpiente.’ Steve Jones. Turner. 2015’’