domingo, 25 de abril de 2010

Hemos dicho basta...

Basta de derechona, basta de ultramedios con piel de cordero (como El Mundo).

En el terreno de los sueños futuros se mueve mucha gente, la mayoría de veces porque las cuestiones lejanas suelen comprometer a poco. Las utopías son necesarias, los sueños arrastran, tiran del mundo hacia delante. Marcar horizontes lejanos, mirar a las estrellas puede ser positivo, pero ¿no crees que el futuro deberíamos empezar a construirlo ahora? porque no es posible cambiar el futuro sin cambiar el presente. Y esto vale para otro modelo de crecimiento, o de decrecimiento, de paro o de reparto de trabajo, de nuevas fuentes de energía o de reducción de gasto energético…

Y desde luego sirve para la convivencia actual, que es la única que vamos a vivir. Aquel futuro lejano del paraíso y etc. lo dejo para el Islam, yo solo tengo este presente y tengo que aceptar vivir con la derechona sin hacer nada, sin opinar siquiera, ya que el PSOE ha sido cenizo, y porque en el futuro una maravillosa revolución mejorará mi vida… O por el contrario debo hablar desde hoy, debo moverme desde hoy, debo intentar que nunca mas esta derechona gane unas elecciones porque amargarán mi vida, la de mis hijos y nietos.

Sin utopías no hay mejoras cotidianas, pero desde luego sin modificar el momento actual, sin pelear por cada brizna de vida no hay utopías posibles. La idea de ‘todo se resolverá en el futuro con la revolución’, es mentira, es ultrareligiosa, adormece ofreciendo un futuro mejor que no existe, no es positiva para mi vida ni para la tuya, porque mientras tanto dominarán la tierra los ultracatolicos, los falangistas, los neocons, los fascistas, los franquistas, la carcunda…

La vida de cada uno debería mantener una coherencia mínima, con todos los claroscuros necesarios, pero aceptando que globalmente no todo es igual. La derecha no es la derechona, la democracia no es el franquismo, el respeto a todos en una sociedad laica no es el nacionalcatolicismo. Hay trazada una frontera y podemos aceptar que tendremos componentes de ambos lados en muchas cuestiones, pero que no serán lo mismo tener 70 en azul y 30 al otro, que tener a la inversa 30 en un lado y 70 en azul.

Tendremos que aceptar que no estamos solos y que unos pocos nada pueden hacer, tendremos que aceptar que para ser los suficientes en una sociedad, no podemos ser todos iguales, pero ser distintos, no es aceptar que todo da igual, porque una vez mas la realidad política, judicial, económica, religiosa, nos muestra que no son lo mismo unos que otros, seamos diferentes dentro de un nivel posible de convivencia y distinto al otro nivel que solo quiere derrotados y dominados como manera de vivir.

No habrá tiempos mejores en el futuro, en todo caso lo serán cuando hayan pasado, la valoración de algo siempre la hacemos con referencia al pasado, no al futuro. La realidad que disfrutamos es la que tenemos y nos rodea y debemos actuar en ella, o no actuar, pero en este entorno en este contexto. Es ahora y no en el futuro cuando podemos estar perdiéndonos algo bueno que no podremos recuperar nunca.

El fin no justifica los medios, no debemos aceptar el ‘todo vale’, conquistar el poder puede hacerse noblemente o mediante engaño, violencia, a la gresca, pisoteando a los débiles,… La manera en que se ha defendido una postura, contra la corrupción, o la salida de la crisis, cualquier actuación en la vida reflejará la forma de cada uno y orientará sobre lo que es capaz de hacer para conseguir las cosas.

La coherencia como principio ético, nos gustaría verla alguna vez en el PP, contra la corrupción, también cuando investigan peperos, a favor de las manifestaciones ultras, de la iglesia, y de las otras, apoyando a la policía cuando investiga ladrones, también peperos, a favor de sitel, también cuando gobiernan otros, recusando jueces no solo pueden hacerlo los pperos, aceptando negociar con terroristas o secuestradores no solo los pperos, utilizando cotidianamente la coherencia en las relaciones sociales, con una línea clara y perceptible.

La derecha española está perdiendo nuevamente otro momento histórico para demostrar su engarce democrático europeísta, de tanto callar ante la derechona, quedará muda, desaparecida. Todos los que apuesten por una convivencia social, la izquierda y la derecha, deberíamos hablar más como pensamos y actuar más de acuerdo a lo que decimos en la vida cotidiana, con las personas que compartimos nuestro tiempo, en el trabajo, en el colegio, en el mercado, en el parque. No es posible defender la justicia con prácticas personales injustas, no podemos defender la solidaridad y la igualdad con comportamientos diarios egoístas, tus muertos con placas por todos lados y los míos en terraplenes …

Aceptar nuestras contradicciones y las de todo el mundo será imprescindible para convivir, pero contradicción es que algún punto de un conjunto no esté asociado, se enfrente a otro, pero algún punto no debe significar que la totalidad de mis intereses, apetencias y actuaciones se dobleguen por los de otros que teóricamente están en otro mundo, como incansablemente a diario me muestra la derechona a través de los ultramedios.

2 comentarios:

  1. Manuel, un olé por tu artículo. Yo creo que ahora se hace necesario canturrear:

    ♫Habrá que demoler barreras,
    crear nuevas maneras
    y alzar otra verdad.
    Desempolvar viejas creencias
    que hablaban en esencia
    sobre la simplicidad.♫
    . . . . . . . . . . . .
    ♫¡Hay que vivir!, amigo mío
    antes que nada hay que vivir,
    y ya va haciendo frío,
    hay que burlar ese futuro
    que empieza a hacerse muro en ti.♫


    Todo esto lo decía en el año 1980 el cantautor Joan Baptista Humet en su canción "Hay que vivir" y ahora me parece a mí que viene muy bien para amenizar mi comentario a tu artículo.

    Saluz y libertaz

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  2. Gracias Jesus, es que mientras se piensa lejos en el futuro aquel, nos olvidamos del aquí y ahora, el nuestro, nuestro vivir.
    Arreglemos aquí y ahora, sin esperar al futuro, aunque no sea tan 'chachi', pero estas gentuzas tienen que dejar de tener tanto poder, en parte ocupando lugares vacíos dejados por los miradores de largo plazo.

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