martes, 21 de diciembre de 2021

La racionalidad va desapareciendo

 Cuando razonar resulta ofensivo. Javier Marías. 19-12-2021

 Hace ya 18 años que escribí un artículo en dos partes —”El oficio de oír llover” y “Locuacidades ensimismadas”— sobre el abaratamiento y la progresiva insignificancia del hablar y el escuchar. Concluía entonces que casi nadie prestaba atención a lo dicho, y que tal vez por eso los periodistas, ante las vacuidades e imbecilidades soltadas por los políticos, no repusieran nada y no les reclamaran que contestaran con sentido, o que se percataran de sus contradicciones, o que no incurrieran en desfachatado cinismo. Señalaba que, con la aparición de los móviles, las gentes habían abandonado los ratos “a solas con sus pensamientos” (trayectos a pie, en autobús o en taxi, por ejemplo) y que habían convertido sus existencias en una desaforada locuacidad permanente. Hoy basta oír los fragmentos de conversación de los transeúntes o pasajeros para saber que a quien esté al otro lado del teléfono le importará todo un bledo, y se limitará a oír la verbosidad infinita como quien oye llover. La trivialidad de lo dicho y oído ha alcanzado tal extremo que en realidad son actividades destinadas a caer en el vacío. Decir y oír acaparan todo el tiempo, cierto, pero es como si no existieran. Al cabo de un rato casi nadie recuerda ni lo que ha vomitado por la boca ni lo que le han vomitado en el oído.

Pero 18 años son muchos, y ya se ha dado el siguiente y previsible paso. Ha llegado el momento en que los argumentos y los razonamientos, por bien construidos que estén y sólidos que sean, se reciben con la misma indiferencia que lo que tan sólo es cháchara. Esto es, no se atiende a ellos, motivo por el cual han desaparecido las expresiones “entrar en razón” o “prestarse a razones”, que venían a significar “darse cuenta de lo que es razonable”. Esto es un pequeño drama para quienes, como dinosaurios aún no extinguidos, todavía intentamos explicar, razonar y argüir, y, mediante eso, convencer a alguien de algo. Esta ya vieja costumbre ha acompañado a los hombres y a las mujeres durante unos 25 siglos, por lo menos desde Sócrates en adelante. Es decir, ha sido el instrumento principal del que la humanidad se ha valido desde que tenemos verdadera memoria, y por tanto deberíamos alarmarnos ante la rápida abolición de su uso, más que nada porque para él no se ofrecen otros sustitutos que las volubles “emociones” y la sentimentalidad más ramplona. Estamos en un punto en el que da lo mismo que alguien demuestre algo —un delito, una teoría científica, una verdad filosófica, una mera discusión de sobremesa—: lo frecuente es que a los oyentes o lectores o interlocutores les resbale, o que aun lo nieguen; no con argumentos mejores y más persuasivos, ojalá, sino cerrándose en banda, haciendo oídos sordos, incluso cabreándose puerilmente con el razonador porque éste se sale del juego cerril de ellos. Razonar, a veces, resulta hoy ofensivo: “¿Me tomas por inferior o tonto? ¿Te crees que por tener razón yo voy a dártela? Ni lo sueñes” es una reacción común en nuestros días.

Y si uno se encuentra de pronto en un mundo en el que tener razón no importa, ¿qué nos queda? ¿Qué podemos hacer para intentar sacar a nadie de lo que vemos como error mayúsculo? ¿Qué nos cabe decirles a los votantes que apoyan a individuos criminaloides como Trump, Bolsonaro, Johnson, Maduro o Putin? Por mucho que nos afanemos, descubrimos que argumentar con consistencia no vale de nada o sólo de poco, y que el intercambio de pareceres ha sido desterrado por lo que en su día llamé “locuacidades ensimismadas”, que son imposibles de interrumpir, imparables. Es como si buena parte de la población mundial se hubiera entregado a la fe ciega de las religiones o de las malignas y bobas sectas, cada individuo de la que elige. La fe, si mal no recuerdo, consistía en creer sin pruebas, y aún es más, en desdeñar y negar las que hubiera en contra. “La existencia de Dios no está demostrada, pero yo creo en Él firmemente, y nadie me convencerá de que estoy equivocado, porque la fe está por encima de las equivocaciones y las razones, de hecho no tiene nada que ver con ellas, pertenece a una esfera superior y por eso es una creencia ciega y sorda”. Esta actitud se impuso durante siglos, y costó gran esfuerzo que las luces, la ciencia, la medicina, sacaran a la humanidad de sus voluntarias ceguera y sordera, eso sí, alentadas por los sacerdotes que tan cómodamente vivían sin verse obligados a demostrar nunca nada. En lo poco recorrido del siglo XXI, el retroceso de la razón es de tal magnitud que, sin ella, uno ya no sabe a qué recurrir, sobre todo si no es un miserable dispuesto a pasarse al bando de los “emocionales” y sentimentales, o de los nuevos y supersticiosos creyentes en lo que sea: en que las vacunas matanen que la tierra es plana, en que Podemos y Vox son democráticos, en que Elvis y John John Kennedy están vivos, en que Cataluña está oprimida o en que Irene Montero es feminista. Ruego a los filósofos y a mis colegas novelistas que vayan imaginando, pensando; que vayan dándonos ideas para seguir combatiendo los disparates, las estupideces y las falacias con alguna otra arma dialéctica digna, antes de que nos extingamos.

jueves, 16 de diciembre de 2021

El suicidio de las izquierdas. Ahora Canet

 Las izquierdas están suicidándose

Poniéndose en manos de los nacionalismos, ahora con el asunto de Canet, -una sentencia del T.S.J. Catalán reconociendo el derecho a que un niño reciba el 25% de sus clases en su lengua materna, el español, en resumen 1/4 de enseñanza en español y 3/4 en catalán. A partir de aquí los poderes públicos catalanes no solo manifiestan públicamente que no cumplirán las leyes, por múltiples cadenas de intervención política y social alientan y desatan amenazas, insultos y presiones sobre la familia denunciante y sobre el/la menor, para que sean ejercidas en el colegio, dentro de las clases, en las calles, en comercios, en las redes sociales… el aparato del estado nacionalista contra una familia que osa reclamar un derecho.

Qué vergüenza, que tantos apoyen a los poderosos contra los débiles en la obsesión etnolingüística que pretende construir una nación, con un solo idioma, y un solo pueblo. Ello necesariamente requiere limitar derechos consolidados de cientos de miles de ciudadanos, de una sociedad moderna, diversa y compleja, nada homogénea. Hubo un tiempo en que las izquierdas se distinguieron por defender a los débiles y oprimidos, a los vencidos y marginados, a los perseguidos por los poderes totalitarios, ahora aceptan ser colaboradoras de la fascistización que se desarrolla en Cataluña. Están gritando a toda la sociedad que aceptan la derrota de las ideas de igualdad, libertad y fraternidad.

Durante mucho tiempo las ideas de izquierdas reconocían, luchaban y defendían el derecho a la educación en la lengua materna. Si esa idea fue válida entonces para apoyar el catalán, debería seguir siendo válida para apoyar el español, lengua materna de la mayoría de los catalanes actuales, que incluye a decenas de miles de niños nacidos en Cataluña, que tienen padres catalanes, abuelos catalanes, bisabuelos catalanes y algunos hasta tatarabuelos catalanes. Seamos claros, la lengua castellana/española ahora está perseguida en Cataluña y considerada por los poderes políticos catalanistas como lengua extranjera, a pesar de conocerse y practicarse en Cataluña desde la noche de los tiempos, ahora quieren la exclusividad de la catalana, como única lengua para configurar su nación.

Las izquierdas pagarán un precio altísimo por este abandono de los derechos de los oprimidos y marginados y toda la sociedad se verá afectada retrocediendo en igualdad, porque populismos y derechas ocuparán esos lugares y su contribución no será de utilidad para lograr mayores cotas de libertad, igualdad y fraternidad. Sirvan de ejemplo algunos casos, como el trumpismo americano, Le Pen francés o Ayuso en Madrid. En EEUU una parte importante de los seguidores de Trump, fueron antiguos votantes demócratas, obreros industriales de condados fabriles, que se sintieron abandonados por las élites demócratas, la pérdida de trabajos y viviendas, la rebaja en sus condiciones de vida, el retroceso en derechos que ellos veían en esas élites, les hicieron extremarse a la otra acera, buscando apoyos donde fuera. En Francia gran parte de los votantes de Le Pen proceden de zonas de antiguos votantes del Partido Comunista, obreros, pequeña burguesía y campesinos, han sentido el abandono de élites a las que antes votaban.

En Madrid, Isabel Díaz Ayuso venció de forma aplastante en las últimas elecciones, su botín lo cosechó en los distritos clásicos de derechas, pero el elemento que la catapultó fue su triunfo en barrios populares y obreros. ¿Cómo es posible?, uno de los aspectos que influyó fue el sentimiento de abandono que crece entre las clases populares y obreras de los que fueron sus antiguos representantes. Eso fue Madrid, y se percibe en muchos otros lugares de España, traten de imaginar la situación de la vida diaria de los catalanes y los problemas que la marginación crea, la mayoría invisibles, pero reales, tapados por la enorme cortina que los oculta, y que en el pasado rompían las izquierdas.

En Cataluña desde hace años, el independentismo y el catalanismo, impiden publicar o hablar del día a día, se empiezan a conocer informaciones, datos, relatos, anécdotas personales… les fallaron las izquierdas en su conjunto, partidos y sindicatos, mayorías de sus élites se pasaron a las filas indepes,  les falló C’s que incluso ganó las elecciones, pero aquel formato electoral privilegia al independentismo, las zonas de interior sobre las densamente pobladas, por lo que sirvió de poco. La gente cansada y harta se marcha a la otra acera, se siente expulsada del lugar que ocupaba. Individualmente gente significativa de izquierdas críticos con las teorías y prácticas nacionalistas, xenófobas, supremacistas…  notan marginación, y como los empujan al lateral.

Y mientras en España, antiguos y viejos izquierdistas, o nuevos progres de salón, se tragan la bazofia nacionalista, arremeten contra los desfavorecidos, los marginados y perseguidos, acusándolos de perseguidores. Siguen sin ver que los estudios post electorales analizando el voto catalán sitúan los votos  a CUP entre los de rentas mas altas, los votos a Junts y ERC, salen de barrios altos de la burguesía catalana, el voto independentista del interior tiene enorme correlación con los antiguos feudos carlistas, asociaciones independentistas de todo tipo, culturales, deportivas, políticas, mediáticas, son subvencionadas con dinero público de todos, de una mitad de los catalanes y de la otra.

Sindicatos obreros, partidos de izquierdas… apoyan y ‘compran’ las ideas nacionalistas e independentistas, a los que consideran los ‘buenos e la película’, la parcelación de derechos, para los buenos catalanes, que ellos definen quienes son y como deben actuar, como antes lo hicieron los nacionalistas españoles, ellos decidían quienes eran los buenos españoles. A esos buenos catalanes se los conceden derechos, a los otros se los quitan, a los unos se le abren puertas de cargos y trabajos, de ayudas y subvenciones, se facilitan préstamos y permisos, concesiones y futuros carguitos en asociaciones de todo tipo, todo rodeado de sonrisas y atenciones, de visibilidad social, a los otros se los margina, se los niegan permisos, impresos y desatienden denuncias, reclamaciones, se desprecian sus trabajos, esfuerzos y méritos, se los empuja fuera de barrios y pueblos, de las universidades y colegios. Las izquierdas callan la fascistización que inunda el espacio catalán, han dejado de apoyar a los débiles y marginados y además se suman a los ganadores. Un suicidio para las izquierdas.

Parafraseando a Sergio del Molino, es lamentable constatar que ‘la izquierda reaccionaria española hace años que acusa muchas querencias por la Edad Media, defendiendo fueros y leyes viejas con la misma pasión con que las defendían los carlistas.’ Muchos antiguos activistas del antifranquismo, autoproclamados revolucionarios de izquierdas, defienden hoy con ahínco la autodeterminación de múltiples territorios españoles, un retroceso de mil años hasta los antiguos reinos que conformaban aquella Península Ibérica. De poco les sirvieron cientos de años de luchas por agrupar territorios, igualar leyes, difundir el uso de lenguas como vehículos que permitieran comunicarse a los habitantes de bastos territorios, lo cual facilitaría intercambiar productos, servicios, conocimientos, relacionarse y ampliar e igualar derechos.

Olvidaron el largo proceso de construcción de los estados modernos, hasta la explosión de la Ilustración y Revolución Francesa, en cuanto supuso la entrada a nuevos mundos, aquellos revolucionarios proclamaban ‘En la unidad, libertad, igualdad y fraternidad’. No más privilegios por razón de sexo, religión, nacimiento, tradición, raza, o lengua. Las corrientes intelectuales y activistas revolucionarios, socialistas, comunistas, anarquistas, defendieron y lucharon por derribar fronteras. Marx y Engels, en múltiples ocasiones celebraban los progresos en la creación del estado italiano o el alemán ampliamente fragmentados en territorios autónomos. La izquierda reaccionaria española pretende ir más atrás, busca raíces en antiguos reinos que existían en aquellos años que llamaron Reconquista. Puesto a buscar raíces, por qué no en los íberos y celtas -ahí las buscaron intelectuales catalanistas para justificar su particularidad y derecho a su nación y para explicar la guerra civil del 36-.

Puestos a escarbar consideremos que en la Península vivieron pobladores de procedencias distintas desde hace 3.000 años, -Si miramos Atapuerca desde mucho más atrás- J. Vicens Vives en Aproximación a la Historia de España, 7ª edición de 1970, reseña la cohabitación de pueblos: indoeuropeos, argáricos, fenicios, -tartesios-, helenos, iberos, celtas, celtíberos, cartagineses; y romanos que durante cientos de años compartieron con pueblos germanos; francos, suevos, alanos, visigodos. Y naturalmente, árabes –con sirios y bereberes- y godos; musulmanes y cristianos, y sus mezclas mozárabes, convivieron cientos de años.

viernes, 10 de diciembre de 2021

Democracia española. De dónde venimos

LA CALIDAD DE LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA (II)

 Desigualdades, enseñanza, mujer, sanidad, pensiones

‘’Lo que no se mide, no se puede mejorar’’

William Thomson, Primer barón de Kelvin, físico y matemático británico.


Permítanme comenzar la introducción a esta segunda parte sobre ‘La calidad de la democracia española’ con una frase que figura en el inicio del portal español ICONO, Observatorio Español de I+D+i de la Fu​ndación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT). ‘Lo que no se mide, no se puede mejorar’, conocer para intentar arreglar, estudiar la realidad para comprenderla e intentar transformarla, sin medir, sin estudiar lo concreto, sin utilizar una base de conocimientos racionalizados, será imposible proyectar futuro, imposible mejorar nada. Todos deberíamos montarnos en ese tren, pero, fundamentalmente aquellos que realizan activismo social o político. El espíritu de este trabajo es mostrar otra mirada sobre la realidad española, un repaso a informes y datos, que permitan situar/conocer lo que tenemos hoy mediante contraste con nuestra historia y con otros lugares del mundo. Conocer la realidad que nos rodea, más allá de simplismos e insultos, de frases cortas repletas de adjetivos, pero ausentes de racionalidad.

La calidad de la democracia española está empeorando desde 2008 como consecuencia de la crisis económica, política e institucional, agravada con la nueva e intensa crisis provocada por la covid-19; se han experimentado retrocesos, que sin duda hay que luchar por corregir, pero, antes de derribar nada, sería necesario determinar en qué apoyarnos, no olviden lo realizado hasta ahora en estos últimos cuarenta años, intenten separarse un poquito de su árbol particular y mirar el bosque. Si son activistas, necesitan amplia visión de conjunto, aspiren a comprender la realidad para intentar cambiarla. Miren y analicen cifras, datos, y comparen con el pasado franquista, y con la actualidad de los doscientos países del mundo. Incluyan aquellos que en algún momento fueron faros, guías o modelos y contrasten realidades, de libertad, igualdad, justicia, repasen aspectos relacionados con la corrupción, la representación política, la posibilidad de cambiar de rumbo, la situación general de la salud, esperanza de vida, sistema sanitario, la educación, las atenciones a la vejez, la iteración de las mujeres en la sociedad, etc. la calidad de vida en general. Estas páginas van en esa dirección.

Desigualdades. Regenerar la democracia, no volver al franquismo.

En 2014 publiqué un trabajo sobre las desigualdades en el mundo, contenía un capítulo sobre España, del que utilizaré aquí algunos párrafos. En el enlace pueden descargar lo referido a España:


Una de las particularidades españolas respecto de otros países, se manifestó durante los últimos 35 años de democracia, mientras aquí en los ochenta y noventa se reducían la desigualdad económica y social y aumentaban los derechos, en Estados Unidos, Alemania o en el conjunto de la OCDE, se frenaba la época dulce de desarrollo y las desigualdades aumentaban, -el pico de involución occidental se produjo en los años setenta-. Hasta que llegó la crisis de 2008, y a velocidad de vértigo comenzaron a aumentar las desigualdades en España, en todos los aspectos. Los mercados financieros desde comienzos de siglo XXI abrieron en canal nuestra inadaptación a los cambios globales, y la derecha apoyada en la pérdida de fuerza y dispersión de las izquierdas, está haciendo estragos en nuestro modelo de sociedad.

No es cierto que los retrocesos actuales -la política neoliberal- llevaran 30 años instalados entre nosotros, la corriente de opinión que sostiene igualar la etapa democrática con la neoliberal, empuja la interpretación histórica acercándola favorablemente al franquismo y consecuentemente con diagnósticos erróneos será dificilísimo encontrar salidas que favorezcan a amplias mayorías. En España, desde la transición y en la etapa democrática, llevábamos otra dirección diferente a la neoliberal que se extendía por el mundo; aquí un camino de redistribución instaló las mejoras de las que disfrutamos, hasta ayer, cuando la crisis comenzó una regresión redistributiva.

En los años setenta y ochenta, mientras en EEUU y Europa comenzaban a dar la vuelta a sus mejoras y reducir el estado de bienestar socialdemócrata, en España las desigualdades se reducían, expresadas en los índices de Gini y en el crecimiento de múltiples componentes de consumo, condiciones de vida, etc. o en la mayor igualdad social de hombres y mujeres, pueblos, clases, etc. expresada en la vida cotidiana y mayor igualdad política entre españoles a través de la redistribución de poderes políticos ostentados hasta entonces exclusivamente por la oligarquía franquista, lo hicimos a partir de elecciones, parlamentos, partidos, sindicatos, instituciones, movilizaciones, luchas…

La crisis económica en Europa rompió las tendencias en esa dirección, notoriamente en España, y las está revirtiendo, se está produciendo una redistribución de la riqueza desde los países del sur al norte, desde los sectores productivos a los financieros, y desde las llamadas clases medias y trabajadoras, -obreros fabriles y trabajadores de servicios, autónomos, pymes, jubilados- hacia los dueños del capital. En España las desigualdades aumentan con la crisis, aquello mejorado en décadas anteriores de los ochenta y noventa, frenó, y empezó a dar la vuelta. Y ahora cambiemos otra vez todo lo que sea necesario; pero no para volver al franquismo.

    https://www.academia.edu/44882694/CALIDAD_DEMOCRACIA_ESPA%C3%91OLA_II_

sábado, 4 de diciembre de 2021

Semana grande. El mejor recuerdo, leer un poco

Nuestra democracia es comparable a cualquier otra. Y mejor que la mayoría

Estamos perdiendo nuestra democracia. A cambio de nada que la mejore. No es una sociedad perfecta, eso no existe, la sociedad democrática no asegura la inexistencia de dificultades, es un sistema que permite, mejor que otros, debatir problemas, buscar y encontrar soluciones que satisfagan a amplias mayorías, también permite modificar rumbo y organización. La democracia española tiene muchos defectos, pero antes de seguir adelante con el derribo del edificio deberíamos plantearnos si tenemos garantías de sustituirlo por algo mejor que solucione nuestros problemas, o solo contamos con pocas ideas sobre paraísos perdidos, deberíamos preguntarnos si tenemos ungüentos mágicos o religiosos que aseguren el puerto al que llegar.

Podríamos intentar arreglar los desperfectos, para lo cual, previamente, deberíamos reconocer que la sociedad en que vivimos merece la pena, comparándola con otras. Reformar, corregir, precisa objetivos precisos basados en analizar lo concreto, dejando en segundo plano las referencias a paraísos y cielos. El reto es parar la caída libre en que estamos instalados los últimos tres lustros y conseguir mejorar lo anterior. En los últimos cuarenta años los españoles hemos vivido el período más largo de nuestra historia con mayor libertad, igualdad, fraternidad o solidaridad y justicia, como irán comprobando en este trabajo que pondrá análisis, hechos y datos, en relación con nuestra historia pasada y con el resto del mundo, en definitiva, compararnos con los otros 200 países y con nosotros mismos.

Los artífices de la democracia, fueron centenares de miles de españoles que se significaron en luchas contra el modelo de sociedad que significaba el franquismo. Franco murió en la cama, pero el franquismo modelo de continuidad, suavizado, como propuesta de nueva sociedad por algunos, fue derrotado en la Transición. Los individuos supuestamente influyentes, esos personajes renombrados por la prensa, conocidos por sus agendas o por ocupar puestos de poder institucional, o aquellos que elaboraron proyectos estratégicos escritos, tuvieron un papel, sin duda, pero nunca fueron los constructores de la democracia, en todo caso participaron como otros miles en el resultado de la transición, no debemos perder de vista que su influencia fue diluida en el conjunto de luchas sostenidas en el tiempo, su autoridad fue cambiante, de unos a otros, de un mes a otro. Los enormes cambios producidos en la España democrática hubieran sido impensables sin la participación de millones de personas, colectivos de obreros, empleados, estudiantes, vecinos, intelectuales, profesionales… Y las mujeres.

‘La deficiente condición de nuestra democracia actual

tiene evidente relación con nuestra historia…’

‘C de España’, página 37

En política no existe el vacío, el espacio abandonado, es ocupado por otras fuerzas, sucede con el padrinazgo de la democracia española que está siendo abandonado por sectores de izquierdas, algunos que lucharon por el ideal democrático se desengañaron, otros lucharon por distintos ideales, pero con su esfuerzo contribuyeron a construir esta sociedad, aunque no se sintieron partícipes ni representados en sus logros. Otros más jóvenes, desafectos, indignados, no vivieron el franquismo y creen que lo que los rodea fue regalado, pretendiendo ahora el nacimiento de la nueva humanidad. Existen los que, durante el franquismo, no hicieron nada por cambiar la sociedad, y pretenden hacerlo ahora cuestionándolo todo. Ellos y otros muchos, han dado crédito a lo negativo de nuestra historia, solamente, sin considerar que toda moneda tiene dos lados, y toda realidad múltiples aspectos. Sin reconocer lo hecho, sin valorar la realidad actual, están abriendo puertas al revisionismo franquista identificando aquella negra realidad con estos logros.

El resultado es que el padrinazgo de la Constitución, de la democracia, se lo están apropiando sectores derechosos que se opusieron a ella, apoyándose en sectores de indiferentes y nostálgicos franquistas sociológicos. Ocurre que, esas derechas ahora expiden los carnets de demócrata o constitucionalista, engañan embelleciendo el pasado franquista, aprovechan los resquicios facilitados por los críticos de la democracia, que, al cabo, se alejan sin aceptar su contribución a la misma, dejando entrever en sus críticas intencionalidad de abandono y derribo. Las derechas en el pasado se apropiaron de símbolos e historias, en ocasiones abandonados, dejamos que nos los quitaran sin resistirnos, entre otras causas, porque muchas veces los éxitos no los consideramos nuestros, otras veces aceptamos su relato sin investigar la realidad con otra mirada.

A menudo entre la gente que nos rodea, o en las redes, para emitir juicio, no se tiene en cuenta más que la situación particular que afecta a cada cual -lo mio es lo general, mi caso es lo único- pretendiendo generalizarla para todo el país, olvidando que, siempre y en todo lugar hubo y habrá adversarios, siempre habrá contrarios a cualquier cosa… y aliados en intereses diferentes a los de otros grupos, en consecuencia es un error actuar como si toda nación fuera homogénea; como hubo franquistas se olvidan de los antifranquistas, hubo esclavistas se olvidan de los humanistas… sigue habiendo enterrados en las cunetas, enorme lacra existente, y las desigualdades han aumentado con la crisis, pero no deben olvidar otros cambios que realmente se han producido en los últimos cuarenta años, en la buena dirección de mayor libertad, igualdad y fraternidad, para el conjunto de los españoles.

Ningún olvido es deseable. Pero aceptemos que en la vida real conviven situaciones contradictorias, en toda nación, en todo territorio, admitamos que es imposible prescindir de los contrarios, ni en las mayores represiones conocidas de antaño fueron exterminados totalmente los otros, los enemigos, mucho menos posible es en la actualidad con diversidad de ojos de todas partes mirándolo todo. Así, mejor admitir que en el paquete nacional hay la suficiente diversidad como para buscar cada cual sus preferencias, y encontrarlas, tanto las negativas como las positivas. Luego hacer balance y resaltar la calidad de lo mayoritario y luchar por corregir lo defectuoso. Será mejor que negar la realidad, lo cual supone aceptar la derrota del olvido de lo positivo y dejar el campo libre a los contrarios, a los que tienen la estrategia de echarnos de la democracia, de la Constitución.

Aquí se intentarán exponer las bondades de la democracia española, que también existen. Por momentos se utilizará como guía el reciente libro de un amigo, ‘C de España’ al que se hace referencia, por entender que las ideas expresadas en el mismo son comprensivas de una postura política representativa de algunos sectores activistas de aceras de izquierdas. Se pretende dar un rápido repaso a diversos parámetros, datos y comparaciones internacionales, que nos permitan valorar la realidad en la que vivimos algo más positivamente que la que muestran habitualmente individuos indignados y/o desanimados, también los medios de comunicación, que solo consideran noticia lo desastroso, sin olvidar los nacionalismos catalán y vasco que consideran la España actual un simple reflejo del franquismo. Este trabajo pretende proyectar otra mirada a lo español, a través de la percepción existente sobre nuestro país, tal como nos ven desde fuera y desde dentro buscando nuevas aportaciones, considerando que toda realidad contiene múltiples aspectos, no solo desagradables, para valorar más positivamente lo que tenemos antes de que nos lo quiten por nuestra desidia.

Juzgar la democracia de un país por el hecho de que su justicia acepte o niegue preferencia de un caso particular, es una aberración, como poco una chiquillada producto de esta época, en la que se quiere todo y ahora mismo y si no lo obtiene, calificará la sociedad actual de mierda. Las causas y ejemplos concretos que no cuadran con las propias ideas inundan todos los países y épocas, por ello mejor que aceptar su criterio particular, será atender los trabajos reputados internacionalmente respecto a la calidad de las democracias, tales como el Democracy Index de The Economist Intelligence Unit, o los de Freedom House, o bien Rule of law index, de World Justicie Projet, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, y otros que analizan con similares criterios múltiples aspectos de la realidad de cada país, emitiendo cualificaciones de gobiernos e instituciones, y de las sociedades.

Añadan y estudien otros trabajos y comprenderán que no hay naciones inmaculadas. No existen los santos, ni entre las personas, ni entre los países. Solo en la mitología cristiana, o nacionalista se pueden encontrar figuras perfectas, estatuas o pinturas de gente de mentira, que la religión transmitió al mundo de las derechas e izquierdas que buscaron hacer santos de sus líderes. Hasta que se dieron de bruces con la realidad. Ni personas, ni países, nadie es inmaculado por mucho que sean nuestros líderes o figuras, en futbol, ópera, música, cine, política o religión. Escarbando siempre salen los otros aspectos hijoputas que todos tenemos, la cuestión es comparar y ver si tenemos un 80% de oscuridad y los otros un 20%, o al revés.

https://www.academia.edu/44890818/CALIDAD_DEMOCRACIA_ESPA%C3%91OLA_I_

jueves, 2 de diciembre de 2021

El procés nunca fué democrático (8)

 Desinflando cifras en torno a los alcaldes independentistas

 En las escaleras de la Generalitat el 10 de octubre de 2017, día que proclamaron la República Catalana, aparecen unos 200 alcaldes blandiendo sus bastones de mando en señal de apoyo a parlamentarios independentistas; a Bruselas para apoyar a Puigdemont, acudieron unos 200 alcaldes a manifestarse. En Cataluña puede que sean unos 750 alcaldes/ayuntamientos quienes apoyan la independencia, a tenor de los municipios inscritos en la AMI, Asociación de Municipios por la Independencia.

 Las movilizaciones protagonizadas por alcaldes independentistas parecerían el reflejo de un pueblo, mayoritariamente en marcha en apoyo a la autodeterminación, aunque rascando un poco aparece una diferente realidad. Como ocurre en otras ocasiones, las cifras secesionistas esconden la mitad de Cataluña. La utilización del concepto ‘pueblo’ para designar a una totalidad de siete millones y medio de personas con diferentes identidades e intereses, es un recurso típicamente nacionalista, fascista y populista, el todo catalán, expulsa o esconde a los catalanes no independentistas. No existe, ni existió nunca, un pueblo catalán homogéneo, como no existe pueblo español unilateral, no todo el pueblo catalán está representado por los secesionistas, ni existió un mandato de independencia en las urnas ya que los votos nunca fueron mayoría ni en las elecciones de 2015, ni en las anteriores.

 En general basándonos en los datos que facilita la Generalitat podemos afirmar que los votantes independentistas viven en mayor proporción en el interior de Cataluña que en la costa, y más en pueblos pequeños que en ciudades grandes. A ello se puede añadir por coincidencia histórica que los territorios en los que el carlismo era fuerte, coinciden con los pueblos en los que actualmente el independentismo tiene fuerza. También dicen los datos de la Generalitat que son independentistas quienes tienen rentas más altas, siendo los votantes de la CUP quienes tienen las rentas más altas de las altas.

 De las últimas elecciones municipales de 2015 podemos extraer informaciones interesantes: Cataluña tiene unos 950 pueblos, de los cuales 540 son pequeños, tienen cada uno menos de 1.000 habitantes en el censo electoral, los hay que en vez de pueblos parecen pequeños barrios de segundas viviendas vacacionales. En general las cifras aquí facilitadas lo son de censo electoral y no de población total, el censo electoral de 5.376.553 de personas representa aproximadamente un 71.5% de la población total catalana, 7.518.903 habitantes.

 En las elecciones municipales de 2015 -con una abstención del 41.5%- eligieron 9.077 concejales y 947 alcaldes para todos sus pueblos, en diferente número por municipio según población, reservando un mínimo de 3 concejales para los pueblos más pequeños, aquellos que tienen menos de 100 habitantes; los que tienen entre 101 a 250 habitantes eligen 5 regidores y 7 los comprendidos entre 251 y 1.000 habitantes.

 Las normas anteriores suponen adjudicar un regidor cada 35 votantes en aldeas de menos de 100 habitantes, o cada 142 papeletas en un pueblo pequeño de entre 251 y 1.000 habitantes, o adjudicar un regidor cada 3.000 o 4.000 electores en las poblaciones grandes, lo cual supone primar sobremanera lo pequeño, perjudicando a los partidos y ciudadanos en las ciudades grandes.

 La particular despoblación de media Cataluña interior y el efecto de la ley electoral que prima lo rural y poco poblado, sobre lo urbano costero e industrial con mayor población, provocó en las elecciones municipales desigualdades tales como que, por ejemplo, el PSC en general sacara 20.000 votos más que ERC, pero obtuviera poco más de la mitad de regidores, de 1.278 el PSC a 2.381 ERC. En la comparación de Ciudadanos con la CUP ocurrió algo similar, C’s obtuvo en general 10.000 votos más que la CUP y solo 176 concejales, para más del doble la CUP hasta 372, insistimos, con 10.000 votos menos.

 Que sea legal no oculta la realidad de que obtuvieron más votos, ganaron el apoyo del pueblo, pero lograron bastantes menos concejales y por ende menos alcaldes. La explicación es que los unos obtienen los votos en pueblos pequeños en muchos casos medio abandonados y los otros en ciudades, el resultado asignará a esos partidos independentistas un número mayor de alcaldes, chillones que se pavonean con el bastón creyendo representar a mayorías de catalanes, mientras las mayorías parecen ser las perdedoras.

 Los independentistas y sus apoyos siempre han ocultado enfrentar la realidad que representan esos 750 alcaldes, con por ejemplo los de 7 de las ciudades gobernadas por los socialistas del PSC, cuyos censos electorales soportan los siguientes números redondeados: Hospitalet de Llobregat, 175.000; Terrassa, 153.000; Lleida, 93.000; Tarragona, 90.000; Mataró, 86.000; Santa Coloma, 79.000; Cornellá, 62.000.

 Naturalmente los socialistas no han obtenido la totalidad de votos de esos censos electorales, como tampoco lo hicieron los alcaldes independentistas de la totalidad de sus pueblos, solo lograron la mayoría que les permite representar al conjunto de sus poblaciones, la apabullante puesta en escena de los alcaldes independentistas parecería representar a la mayoría de población, cuando una sola ciudad, como Hospitalet, puede sumar la población de 540 pueblos.

 Retengan la cifra global de las 7 ciudades citadas anteriormente, que representan un censo electoral de unos 750.000 habitantes y comparen con 195.253 que es la suma del censo electoral de 540 pueblos de Cataluña cuyo censo está por debajo de 1.000 habitantes cada uno, en los cuales obtuvieron amplias mayorías, tanto en las elecciones autonómicas JuntsSI, o partidos equivalentes en las municipales, y la CUP. -De la totalidad de 947 alcaldes, CiU sumó 437 alcaldías, ERC 259 y la CUP 19-.