Discutir, según los diccionarios es ‘’examinar y tratar una cuestión o una materia, presentando consideraciones favorables y contrarias sobre la misma, investigar sobre sus circunstancias, alegar razones contra el parecer de otro‘’.
Muchas personas sienten temor ante esta palabra dicen: ‘no me gusta la bronca, hablamos si quieres pero no discutimos’, huyen de los significados de pelea o riña que para ellos tiene este concepto. Sin embargo, discutir es sano, necesario y conveniente tanto individual como colectivamente. No podemos vivir como personas civilizadas sin discutir, ya que es imprescindible contrastar ideas para avanzar en el conocimiento de la realidad, opinar sobre los problemas y trazar caminos para resolverlos.
Discutir ha sido y es progresista, concede prioridad a los fundamentos de la razón y del conocimiento humano sobre los sermones de hechiceros y charlatanes proclamando verdades reveladas por un espíritu sin derecho a verificar por personas, eso que hoy se llama el pensamiento único, que era del único pensamiento del cual se permitía hablar a favor, discurso siempre emitido por los diversos poderes que han querido aprisionar y dominar al ser humano.
La discusión dignifica al hombre distinguiéndolo de animales y plantas fundamentalmente por utilizar la razón y el lenguaje, sin los cuales no avanzaría la humanidad. La razón posibilita ordenar los estímulos que recibimos por nuestros sentidos, trabajar con las ideas y crear conocimientos sobre la realidad, en tanto que el lenguaje permite comparar los conocimientos con otros individuos ya que sin ponerlos en duda, sin enfrentarlos a otros, no sabremos si hemos elegido la mejor alternativa. Razón y lenguaje interactúan entre sí.
Sería imposible trabajar o asistir a un concierto, montar en tren o avión, ver la televisión o cualquiera de las muchas cosas que hacemos en nuestras vidas, si antes millones de personas no hubieran discutido sobre la mejor forma de volar, de transmitir imágenes, o sobre qué compuestos químicos y en qué proporciones deben mezclarse para combatir una enfermedad, o de cómo sembrar una semilla y qué cuidados prestarle para producir más y mejores alimentos, o de cómo organizar el trabajo para construir una casa, un auto o una orquesta.
A muchos poderosos les disgusta profundamente discutir, quieren eliminar el contraste de ideas y acuden al extremo, expresado en la idea de ‘estás conmigo o contra mí’ la han formulado todos los dictadores del mundo, acompañada en cada momento por campañas y persecuciones de los que no opinaran lo mismo. En la experiencia española tenemos buenos representantes de esa forma de proceder excluyente de todos los que no piensan como ellos, desde los reyes Caóticos, pasando por Felipe II, hasta llegar al siglo XX con Franco.
El último representante de ese pensamiento dicotómico es el Sr. Aznar, quien tiene interiorizado este comportamiento. Para comprender mejor esta postura citaré un ejemplo: a primeros de septiembre del 2002 proclamará en el Congreso, 'todo aquel que no esté de acuerdo en apoyar la guerra contra Irak está a favor del terrorismo'. Por tanto, según su esquema mental, se permite acusar de terroristas a los que se oponían a la guerra en esa fecha, como era la ONU, diversos organismos internacionales, Jacques Chirac, presidente de Francia o Shlomo Ben Ami, ex ministro de Exteriores de Israel o Jimmy Carter, expresidente de EEUU, quien escribe ‘Irak no representa actualmente ningún peligro para EEUU’. ('El País' del día 12-09-2002, sendos artículos en páginas de opinión, especialmente esclarecedor el de Cárter)
En demasiadas ocasiones escuchamos voces de agitadores repetir la frase: ‘no hay otra salida, es la única alternativa posible’, cuando la vida precisamente nos ha enseñado lo contrario, que todo tiene siempre mas de una alternativa. ¡Discutan ustedes y aparecerán alternativas diferentes! Estos dictadores no aceptan mas opinión o forma de vida que la suya despreciando la forma esencial de un gobierno moderno que es la discusión con todos los que tienen intereses diferentes, grupos, clases, países, nacionalidades, partidos, etc.
Discutir es un valor ciudadano, un valor social, implica adoptar postura activa ante la vida, tomar una actitud interesada en lo que sucede a nuestro alrededor, evidencia una actitud de rebeldía ante la idea de que todo esté dicho o hecho y colocado en su sitio. Contrastar opiniones y pareceres sobre las cosas para encontrar salidas a nuestros problemas forma parte de la vida en común. La discusión la realizan personas que se sienten en sociedad, conscientes de vivir colectivamente junto con otros seres humanos a los que les afectan en muchas ocasiones problemas similares y, por tanto, deben encontrar soluciones comunes, personas conocedoras de que menor debate implica menores posibilidades de acertar en las alternativas elegidas. Discutir forma parte de la educación humanista, contribuye a fomentar personas participativas en el entorno donde viven, seres responsables socialmente, lo contrario de los individualistas tan difundidos por el cine, aparentemente tan majos pero tan poco convenientes para la vida diaria. La sociedad democrática es impensable sin la discusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario