Grandes problemas de España, una mirada en enero de 2010
Los principales problemas españoles actuales, son los mismos que
tradicionalmente nos han acompañado en la Historia de España, sin orden de
importancia o antigüedad son:
1.- La falta de
trabajo para la población española que provocaba emigraciones masivas al menos
desde 1.492. Nunca hubo trabajo para todos en este país.
2.- La cuestión
religiosa, dominio del integrismo católico en todas las esferas de la vida
privada y pública y defensa violenta del mismo por los diferentes poderes,
religiosos, económicos y políticos en muchos casos aglutinados en la misma
fuente de poder.
3.- El control social
férreo, casi permanente, de grupos, clases y viejas estructuras dominantes y excluyentes,
incapaces en cada momento histórico de adaptarse a los ritmos de cambio que
ponían en marcha los grupos dominantes europeos y americanos, problema
vinculado con el religioso, pero hoy con categoría diferente.
4.- Y la cuestión
nacional, con sólo unos siglos de
antigüedad. Es cierto que existe una cohexistencia común, compartida, entre
las poblaciones de diversos territorios de España, tan cierta, como que existe una parte de las vivencias
que son locales, regionales, nacionales. Para ambas tesis podemos encontrar
relatos e investigaciones que podrán resaltar más lo que nos une o aquello que
nos diferencia. Los problemas nacionales generalmente tienen bases reales sobre
las que se sustentan, con el mismo peso e importancia que las tradiciones e
historias inventadas.
Otros problemas, con
ser muchos y variados, como el energético, carecen de esta larga tradición y
envergadura, son más fácilmente abordables y susceptibles de aglutinar
voluntades, por tanto de solucionar, o son más modernos y tienen carácter
global como el cambio climático.
Cuando pienso en estos
4 problemas, trato de abordarlos como cuestiones persistentes en la historia,
que siguen vivas porque son extremadamente complejas de resolver y porque
durante mucho tiempo las fuerzas de todo tipo que apoyaban su pervivencia eran
muy superiores a las que planteaban posibles reformas. No es que usted y
yo, juntos con otros 100.000 individuos creamos que algo debería ser de tal
forma, para que ésta sea posible, no es suficiente, no funciona así. Un
problema no se resuelve porque el presidente del gobierno, un partido o la
patronal, opine que debe hacerse de una u otra manera. Ya quisieran. Los
problemas perduran porque existen fuerzas sociales, políticas, económicas,
militares, religiosas, culturales, a favor de las estructuras y formas de vida
existentes y esas fuerzas son más poderosas que las que pretenden modificarlas.
En cualquier caso, estas cuestiones aceptan visiones diferentes y ofrecen
reflejos distintos, dependiendo de cómo enfoquen las luces, y de cuál sea el
lugar de observación.
La cuestión nacional no se resolverá de
un plumazo, con una ley, o sentencia, solo con trabajosos acuerdos políticos,
aceptados mayoritariamente por las sociedades implicadas podrá intentarse,
acuerdos que nunca podrán realizar jueces ni militares. Ni siquiera grandes
acuerdos garantizan la perdurabilidad de los mismos, como pasa con la Constitución.
El problema
es real, y la peor forma de abordarlo sería pensar que se trata de dos partes
que discuten solo por cabezonería. Las Españas fueron una realidad, como lo fue
España, ambas entidades tuvieron cuerpo, precisamente el problema perdura porque
ambas encuentran razones para mantener posturas, al margen de que se cuelguen
por el camino argumentos torpes, erróneos o simplemente inventados. Ya nos
advirtió sobre la invención de las tradiciones
-Eric Hobsbawm y Terence Ranger, ‘La invención de la
Tradición’ Editorial Crítica- También se pueden descolgar de Scribid ‘Hobsbawmn, E. ‘Identidad, rev. Intern. De filosofía política, nº
3. 1994-
Que ambas partes se
apoyen en argumentos históricos no significa nada más que hubo pasado, y no que
ese pasado tenga superior legitimidad que la actual para instalarse y regir
nuestras vidas, para lo cual además, previamente habría que ponerse de acuerdo
en cómo interpretarlo. Se puede llegar a acuerdos prescindiendo de parte del
pasado, reconocer historias comunes y construir un camino aceptado a partir de
ahí, como intentaron los pactos que dieron lugar a los acuerdos
constitucionales de 1978, pero la realidad se mueve y volvemos a estar en
posiciones de partida. Estamos de vuelta sin haber llegado, como en tantas
ocasiones, hemos recorrido un camino casi federal nunca terminado de aplicar y
estamos en una casi confederación. La inexistencia de órganos colectivos
para las autonomías es una deficiencia que impide asentar el espíritu federal
constitucional; sin que el Senado ejerza de cámara territorial, podría dejar de
servir antes de ser puesto en marcha. La inexistencia de órganos
institucionales comunes ha conducido a una permanente relación bilateral, cada
autonomía con el Estado, principalmente las nacionalidades históricas Cataluña
y Euskadi, negociando bis a bis, como en las confederaciones. La ceguera de una
parte de los nacionalistas españoles representados por el PP, al frenar
cualquier desarrollo federal, su empecinamiento en negar papel federal al
Senado, al tiempo de negar órganos colectivos, como la conferencia de
presidentes, nos está acercando a las puertas de una secesión, salvo que se piense
en impedir las tensiones nacionalistas por la fuerza, con lo que estaríamos
como años atrás y volvería a plantearse en generaciones venideras el mismo
problema. Miren lo que escribió Josep Ramoneda resaltando la importancia
del Estatut, La penúltima oportunidad. 07/09/2009.
En el PSOE existen
posturas diferentes sobre el asunto que trataron de ponerse de acuerdo hace
pocos años en Santillana. Los socialistas tradicionales, la izquierda
tradicional, nunca compartió la deriva de Maragall y el PSC hacia posiciones
catalanistas y aceptó a regañadientes las directivas de Zapatero para aceptar
el concepto de España Plural, nunca suficientemente desarrollado, como otras
ideas de Zapatero carentes de discursos apropiados y así llegó el Estatuto, que
hizo mucho daño dentro de las filas socialistas, porque efectivamente enfrentó
posturas diferentes. El PSC continúa ahondando sus posturas nacionalistas. Las
posiciones de grupos a la izquierda del PSOE, han sido de apoyo a los
nacionalistas, con algunas excepciones. Desde los últimos días del franquismo
se desató una amplia corriente de simpatía popular ante todo lo que significara
nacionalismos, quizás soportada, en que se destacaba el componente de lucha
contra el estado central y éste era identificado solo con el Estado Central
Franquista. Recuerdo movilizaciones con aquellos aires festivos de libertad a
favor de nacionalismos hasta en Castilla, toma ya, arropadas por fuerzas de
extrema izquierda.
Durante el
antifranquismo grupos de extrema izquierda y anarquistas, apoyaban a la
izquierda aberzale que poco a poco fueron diluidos en el magma nacionalista.
Hasta llegar a los apoyos de IU-vasca al gobierno de derechas democristiano y
nacionalista del PNV. Se olvidó aquello del carácter de clase y del
internacionalismo, precisamente en un mundo global todo se enfocó mas local y
así durante un tiempo en el imaginario colectivo de mucha gente se ha unido el
movimiento nacionalista con un cierto carácter de izquierda y libertario, lo
cual llama la atención ya que en España el movimiento nacionalista tiene un
gran componente reaccionario y religioso, (la iglesia es nacionalista) y
grandes dosis de xenofobia como mostró ampliamente el plan Ibarretche a través
de declaraciones y textos, y bases nacionalistas tradicionales catalanes.
Craso error durante la
Transición y aún hoy de muchos individuos que se reclaman de la izquierda,
anteponiendo su simpatía por los nacionalistas antes que por los colores
rojo-verde-malva. Habría que diferenciar entre dos cuestiones; una, que un
individuo se la juegue en pos de la libertad para que otro pueda opinar, y otra
diferente, es que comparta lo que aquel dice. Una cosa es defender el derecho a
expresarse de todo el mundo, y otra distinta es quedarse sin voz porque se la
apropie aquel. Una cosa es reconocer la existencia del problema y la necesidad
de encontrar solución y otra distinta es callar y aceptar solo aquella
alternativa. La cuestión es que a comienzos de 2010 las encuestas de la
Generalitat dan una contenida preferencia por el estado independiente en el
entorno del 20%, que doblarán a día de hoy, mientras los índices sobre satisfacción política se desploman a consecuencia de la
crisis, años 2008/2009. El éxito del soberanismo será dirigir toda la rabia e
indignación contra el estado español en pos de la solución a todos los
problemas a través de la independencia.
Evolución del Índice de Satisfacción
Política en escala de -11 a 11
(Junio de 2005- Noviembre de 2009)
Elementos y
significados del malestar con la política en Catalunya. Un acercamiento
cualitativo a partir de la indagación con grupos de discusión. CEO Generalitat.
04-2011
Manuermon (me gustaría saber cómo te llamas en realidad):
ResponderEliminarMuy bien tu artículo. Sintonizo con lo que dices en un 100%.
Nada que oponer. En uno de los pasajes dices:
«...recordamos cómo durante la transición grupos de extrema izquierda y anarquistas, en principio no nacionalistas...»
¡Claro! En principio y en final, si se es verdaderamente de izquierdas hay que huir de los nacionalismos ya que la izquierda, por definición, en uno de los pilares más robustos en donde se apoya es en el internacionalismo y la desaparición de las fronteras.
En muchos de los casos, cuando hablamos de izquierdas habría que decir pseudo-izquierdas porque la tendencia que más nos tira a todos es el derechismo; es más cómoda, menos sacrificada y no nos obliga a tanto como nos obliga una rectitud izquierdista.
Saludos y sigue así.
Jesús, la parte final de tu escrito hay que masticarla y hablar mas largo y tendido, prometo hacerlo. Claro que existe una dificultad en buscar, pensar, elegir, investigar etc. etc. y sobre todo hacerlo contra corriente, contra los poderes establecidos, claro que es mas sacrificado no dejarse llevar por la corriente, encima si metemos elementos éticos, la leche.
ResponderEliminarManuel Herranz Montero