Sucedió que los mismos bancos que patrocinaban los estudios sobre la burbuja inmobiliaria redujeron las garantías exigidas para conceder hipotecas, aumentaron la concesión de créditos y el número de oficinas, los mismos que avisaban del desastre se lanzaban vertiginosamente al cortoplacismo. Economistas y analistas escribieron en los primeros años de siglo desde ángulos y con ideas diferentes la que se avecinaba.
Gentes vinculadas al PSOE también escribían sobre el tema, incluso en el programa electoral se recogían ideas transformadoras de producción y economía sostenible, dirigentes y equipos de gobierno parecía que estaban al tanto. Muchos lo sabían, pero no se tomaron medidas y a todos pilló con el pie cambiado, deseaban que se resolviera por si solo y lentamente y a todos sorprendió la virulencia repentina de la crisis financiera.
Si repasamos estudios de esos años encontraremos muchos textos sobre la historia, pero todo quedó sepultado por la bronca permanente del PP, cualquier asunto de futuro se emponzoñaba, era imposible discutir de nada en Parlamentos, o en universidades, en medios de comunicación o en tertulias privadas. Hoy casi es indiferente quienes provocaron la bronca y quienes cayeron en el revoltijo.
La política ha mostrado otra vez que los principios sirven de poco en lo colectivo, porque si quieres avanzar tienes que sumar y no desgastar fuerzas en enfrentamientos estériles entre fuerzas parejas, que será lo que ocurra si enfrentas principios en combate. Solo con fuerzas dedicadas a pactos y acuerdos a un lado y otro será posible avanzar o fracasarás en este país con poderes tan diversificados. No es posible arrasar a los otros, un tercio de población no puede tapar o derrotar a otro tercio.
En política no solo se trata de querer, de desear, sino de poder, de capacidad para sumar voluntades y neutralizar o aceptar las otras. No es posible seguir aceptando que el presidente, cualquier presidente, ha tropezado porque ha sido poco izquierdista, o desde el otro lado, poco derechoso, simplemente no hay fuerza suficiente para transformar España en la dirección que gusta a unos mientras se opongan los otros, sobre todo si las fuerzas son parejas.
El tema de las jubilaciones empiezo a descubrirlo hace 10 años, cuando mi edad y situación laboral me hace prejubilable. Cincuentañeros a la calle era la consigna de grandes empresas, salvo para los gerentes de las mismas, y aunque muchos lo tomaban como una ventaja en sus vidas, otros éramos contrarios a esas medidas. Los estudios sobre reformas que planteaban aumento de edad de jubilación y disminución de pensiones y/o aumento de los años de cotización para percibirlas eran abundantes ya, por lo menos hace diez años.
La base real donde se soportan todos los estudios es que la esperanza de vida ha aumentado considerablemente en los últimos 30 años y la población mayor de 65 casi se ha doblado en 40 años mientras deciende grandes porcentajes la población de jóvenes, y además si antes una pensión de jubilación era percibida durante 5 años, ahora lo es por unos 15 años.
Dentro del gobierno, por qué actuaron tan despacio. En la primera legislatura del PSOE, este Gobierno con su presidente a la cabeza se enredó en dos temas políticos, muy importantes, las negociaciones con ETA y el Estatuto catalán, ambos directamente en manos del presidente, lo cual desgastó fuerzas necesarias para abordar los cambios económicos estructurales que habían sido detectados y estudiados. Esta situación desde las filas gubernamentales se agrava por dos factores inherentes al personaje, al líder.
a) Su excesivo personalismo, lleva al presidente a participar en todo, poco generador de equipos y a apoyarse en grupos actúa básicamente con su propio protagonismo, estilo que además se ha extendido entre los responsables socialistas de distintos sectores, lo cual aparta mas que aglutina, posibles apoyos del propio entorno.
b) La falta de discurso, es un grave error permanente, es persona poco dada a elaborar discurso político, o apoyarse en discursos de otros y las dificultades de hacer política sin discurso aumentan, como ocurre también en la oposición. Nos falta explicar las medidas han dicho en alguna ocasión, no, no solo ni exactamente es eso. Los planes, la táctica, tienen que encontrar sitio en un discurso que muestre la estrategia, el proyecto de futuro, hacia donde queremos ir y por qué en esa dirección y no otra, que explique y aclare, que oriente y pueda sumar voluntades, porque las medidas se vean encajar en un proyecto a mas largo plazo.
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