Es posible comprender aquello que no vives directamente, aunque hay una dañina idea introduciéndose en diversos grupos sociales que defiende lo contrario. Si esta idea se generalizara la humanidad retrocedería cientos de años. Hoy podemos mantener que el saber se genera en el cerebro mediante la facultad de pensar, que es mediante el pensamiento como podemos conocer y dominar realidades no vividas directamente por el ser humano. La experiencia directa puede ser una forma de entrada de materiales para preparar el conocimiento pero no determinante para su elaboración, el conocimiento se fabrica hay que elaborarlo, requiere de un trabajo intelectual específico, no entra por la sangre ni atraviesa la piel. Por el mero hecho de vivir inserto en una determinada realidad no se comprende ésta mejor.
Recuerdo una discusión en el trabajo con un jefe, vasco de Bilbao, el cual defendía la idea de que ni yo ni nadie podía hablar del País Vasco sin ser de allí. La idea está en los medios de prensa ampliamente difundida por los nacionalistas en general. Con esa argumentación lo que realmente pretenden es que no opinemos sobre el tema, en contra de sus alegatos, claro está. Lo dañino de esa idea es que trata de limitar el conocimiento a la sangre, al color de la piel y a la pertenencia a un determinado grupo humano o social, apartando al resto de la gente de esa problemática.
Aceptar esta argumentación haría retroceder la humanidad cientos de años, sería condenarse a no intervenir en el mundo, a no comprender la naturaleza de la explotación, o del hambre y las guerras en África, o del imperialismo y la globalización, o del Islam y otras religiones, o los problemas del SIDA y las drogas, o los efectos del cambio climático o la represión sexista. Estas personas con sus criterios quieren conducirnos a un mundo en el que nunca podríamos hablar más que de nuestros problemas de vecindario, de feminismo solo hablarían las mujeres, de Irak solo los iraquíes, sobre esclavitud sólo hablarían los esclavos, de la explotación infantil y de su represión sólo podrían hablar los niños etc. Lo anterior no contradice que quien vive en palacios pensará como un rey y quien viva en chabolas pensará como un mendigo, o dicho de otra forma, nuestro entorno y condiciones de vida, todo cuanto nos rodea, influye en nuestra forma de pensar.
El ser humano sin ser perro o pez, estudia y conoce cómo viven los peces y los perros, sin ser asteroide y sin haber viajado al sistema solar, analiza el Sol y los planetas. Un ejemplo interesante sobre la elaboración del conocimiento, (relatado por Mario Bunge en '‘La ciencia: su método y su filosofía’' Editorial Siglo Veinte, Buenos Aires 1978), fue el descubrimiento del planeta Neptuno por parte de Adams y LeVerrier.
Los investigadores, sin partir de una observación directa previa y utilizando la lógica con datos y mediciones teóricos que mostraban irregularidades de la teoría general respecto a la realidad de los movimientos efectuados por otros planetas, determinaron su existencia, llegando a la conclusión de que debería haber otro planeta en esa parte del universo que explicara el desajuste, prediciendo el lugar del cielo donde se encontraría en un día determinado, como así fue. Está suficientemente demostrado por miles de trabajos que existen personas que estudian y conocen la problemática de otros seres humanos diferentes a ellos, procedentes de otras clases o grupos sociales, económicos, ideológicos, sexuales, raciales o nacionales.
La realidad es que personas que utilizan estos juicios excluyentes, cuando discuten luego en su vida diaria tratan de defender sus intereses y toman otras ideas y opinan sobre todos los asuntos que quieren, no solo los supuestamente suyos. En el caso del vasco que pretende impedir que opines de Euskadi por no haber nacido allí, encontrará normal que cuando es trasladado a Madrid el sí pueda opinar sobre todo lo madrileño o sobre toda la política estatal o mundial. Faltaría más, pero tu de allá arriba no hables.
Sabemos de compañeros o vecinos que viajan a un país durante quince días y nos quieren convencer de que lo conocen mejor que cualquiera que lo haya estudiado durante meses, aunque no haya viajado nunca a ese país. Identifican analizar un país con la descripción de lo que vieron y sintieron en sus excursiones, lo cual explicaría poco respecto a cuanta población hay como está distribuida, por grupos, clases, segmentos, edades, sexos, qué artículos y servicios producen y en qué proporciones, cuanto venden dentro o exportan, cuanta gente trabaja en cada sector, qué forma de representación o gobierno tienen, que tipos de elecciones, como es el sistema sanitario y educativo a que porcentajes de población da servicio y así un largo etcétera.
Estos conocimientos no se pueden obtener con un viaje turístico, son necesarios estudios para ello utilizando mecanismo intelectuales específicos, dentro de los cuales podría ayudar un viaje pero desde luego no sería el equivalente a los quince días de turismo. Podemos llevar la idea al extremo con la anécdota de aquel que viajó a París teniendo que pernoctar en la estación de tren, donde hay una persona durmiendo en un banco. Al regreso del viaje ante la pregunta de ¿qué tal los franceses?, responderá ‘muy bien, pero raros, duermen en las estaciones’.
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