lunes, 13 de junio de 2011

Por qué no se ha producido un estallido social. 1

Falta menos, pero se producirá, porque las reservas se van acabando y las salidas quedan muy lejos. Uno de los problemas de fondo que tenemos es que no queremos ver, nos tapamos la cabeza con las sabanas, incluso a estas alturas. Apuesto que algunas personas que lean este comienzo pensarán que es alarmista, pero los tiempos se aceleran otra vez y en mi opinión creo que es mejor intentar explicar lo ocurrido porque de lo contrario será imposible encontrar salidas y lo que estamos pasando, puede ser mucho más duro.

Y fundamentalmente no podemos dejar en el aire un vacío de explicaciones porque serán rellenados por la derechona, como están haciendo desde que comenzara todo, ocultando sus culpas desde el Gobierno Aznar, pasando por las CCAA que controlan hasta llegar a los municipios en su poder. Y aquí hablamos de problemas sociales, colectivos, nunca generados por un individuo y que se darán de forma similar en todo el territorio español gobierne quien gobierne.

Escribe Fernando Vallespín en ‘La gran esperanza blanca’ lo siguiente:

Bajo estas condiciones de pérdida de confianza en todo un proyecto ¿qué puede hacer Rubalcaba para recuperar a los hijos pródigos de la tribu socialista?
Solo le queda erigirse en portavoz de algo que hemos echado en falta en estos últimos años y que él controla como ninguno, una descripción realista de cómo hemos llegado a esta situación y qué podemos hacer para superarla. Sin demagogia ni falsas promesas, con pedagogía, mesura y autocrítica. Queremos que nos hablen claro y nos justifiquen cuál es la mejor terapia para salir de donde estamos; ahora sobran proclamas ideológicas y críticas destempladas. El objetivo es evitar el mal mayor, la crisis, y poder volver a confiar en la política''.


Son ideas similares a las que me llevaron a iniciar esta andadura respecto a la crisis hace dos años, con un matiz diferenciador, yo lo hago extensivo a toda la izquierda española ausente de estos mensajes con ‘pedagogía, mesura y autocrítica’ e incluyo en el potaje unas cuantas dosis de racionalidad.

¿Y que es lo que ha sucedido?
Somos un país de los primeros en deuda PRIVADA del mundo, con una de las mas grandes burbujas inmobiliarias del planeta, que metió ingentes recursos en arena y ladrillo, elevando sus precios hasta las nubes. (Recuerdo que muchos problemas de la deuda pública lo son porque en ocasiones históricas, la deuda privada en gran parte es asumida por la pública)

Las inversiones de dinero que aquí no había, fueron pedidas en préstamo al exterior por los bancos y las cajas y empresas inmobiliarias, saltándose toda norma conocida hasta entonces de prudencia y control de riesgos, agravaron extraordinariamente la situación al apalancar esas inversiones aumentando considerablemente los riesgos del sector inmobiliario y más importante aún, del sector bancario, que no necesitó de las ‘subprime’ internacionales del primer momento, para quedar fuertemente dañado por nuestra burbuja inmobiliaria y de crédito.

Los recursos invertidos que no teníamos y nos prestaron de fuera, no se destinaron a mejorar nuestro sistema productivo, no fueron a la industria ni al sector servicios, necesitados de recursos para modernizarse, lo que provocó una caída monumental de competitividad de toda nuestra economía, lo cual impidió e impide que podamos exportar lo necesario para competir en el mundo globalizado, lo cual hace inútil el fabricar.

Cuando la burbuja inmobiliaria estalló, arrastró al sector de la construcción y cientos de miles de empleos, que a su vez arrastraron todos los sectores industriales vinculados con ella, que generaron más paro provocando un derrumbamiento de la demanda interna, lo cual afectó a todos los sectores de producción y servicios.

El excesivo endeudamiento de familias, empresas y bancos, junto con la crisis financiera internacional, frenó en seco la capacidad de préstamos a la economía española. Se acabó el dinero (seguirá por un tiempo este gravísimo problema) y además se agravó porque nuestros prestamistas (bancos e inversores internacionales) comenzaron a pedirnos devoluciones y garantías. (Resultaba irónico para nuestros prestamistas, que inmobiliarias españolas intentaran comprar empresas europeas, con dinero prestado por ellos, apalancadas en exceso, sin activos suficientes de garantía, en definitiva sin capacidad de devolución del préstamo)

Al estallar la burbuja inmobiliaria los precios de los activos casas y suelo, se derrumbaron realmente, aunque de cara al interior las cifras de los balances de inmobiliarias, bancos y cajas no reflejen estos derrumbes de precios, todavía, pero, evidentemente son visibles desde el exterior. Muchos suelos no valen casi nada, muchos edificios valen menos de la mitad de su precio de 2007.

Al derrumbarse los valores inmobiliarios y desaparecer el dinero de la escena mundial, arrastraron los precios de otros activos, fueran reales o financieros, fondos, inversiones en bolsa, que a su vez se agravó por la caída de precios de activos internacionales en todo el mundo. De repente la economía española perdió un 20/25 % de su valor, aunque las causas que lo motivaron fueron generadas durante años por mucha, mucha, gente.

continuará

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