Hay que volver a utilizar criterios de los setenta para analizar ciertas cuestiones, así en días pasados, la patronal madrileña, CEIM, organización de masas del PP madrileño de la Sra. Aguirre, al servicio de la derechona nacional, consiguieron imponer su criterio a la CEOE de que rompieran la negociación, de que no perdieran el tiempo, los suyos estaban cerca, muy cerca.
Para qué negociar si dentro de poco tendrán en sus manos los sueños de toda una vida. La gran batalla será en unos meses, y entre ellos y sus gentes no hay dudas de que el poder político es decisivo, ellos no se entretienen en disputas teóricas izquierdistas sobre que el verdadero poder sea el económico y financiero, si lo sabrán ellos que ya lo tienen, quieren el poder político porque saben que es otro poder con el que se puede organizar y dirigir muchos aspectos de la sociedad.
La verdad es que mirando el panorama no es extraña su conducta. Las izquierdas están en desbandada, cada una en su reino de taifas y muchas en su rincón, todas despotricando contra esta sociedad en la que vivimos, que ya no defiende nadie, las derechas quieren acabar con ella sobre todo al ver que las izquierdas no quieren defenderla, incluso empieza a estar mal visto defender el estado de bienestar entre socialistas, porque es una conquista neoliberal hasta se atreven a decir.
La crisis destrozará a las izquierdas, a todas, escribo una y otra vez desde hace meses. No solo arrasará con el PSOE, caerán los sindicatos, e IU, que de hecho si miramos bien ya ha caído en estas elecciones, en las que apoyado por Los Verdes, solo ha conseguido subir 200.000 votos, siete veces menos de los perdidos por socialistas. Caerán las izquierdas socialdemócratas, las revolucionarias, y las verdaderas y las refundadoras y los anti y etc. etc. sopa de siglas que protegen a unos cuantos miles de individuos. (Cuando hablo de izquierdas integro los muchos verdes)
Las organizaciones o grupúsculos son diminutas capillas y su capacidad de arrastre de ciudadanos es prácticamente inexistente para hacerse notar, salvo las siglas PSOE, que están perdiendo fuerza debido a su errático y erróneo comportamiento durante la crisis. Desde todos los rincones la derechona, las patronales, las multinacionales observan la pérdida de fuerza de las izquierdas como consecuencia de la crisis y se aprestan a poner todo tipo de dificultades para empujar y aumentar la derrota de postulados socialdemócratas (los otros ya estaban derrotados).
Crisis económica, crisis política, que supondrá unas cuantas vueltas de tuerca sobre el tornillo social que pusimos hace 35 años. Ahora podremos comprobar cuan largo era ese tornillo por los retrocesos que se pueden producir, comprobaremos que esa hegemonía del neoliberalismo global de los setenta, no triunfó en el caso de España, donde se impuso un ascenso de la socialdemocracia, que ahora es el que se trata de arrasar. Si ya estábamos tan mal, no tendríamos por qué preocuparnos ahora, o quizás será mejor reconocer que estaban equivocados y teníamos suficiente como para que nos puedan ir quitando y rebajando nuestras condiciones de vida.
Y otra vez, aparecen los cantos a la revolución, al todo o nada, o a gastar nuestra energía en proyectos que, esta vez sí, son los definitivos, los mejores, los que nos conducirán al paraíso. Me van a perdonar, pero la ofensiva desatada por la derechona, la patronal y el PP, solo puede intentar frenarse (en parte) con un mínimo de 10 millones de votos en un solo paquete, y/o movilizaciones estilo Transición (miles de manifestaciones y concentraciones, 16 millones de horas de huelgas anuales). Los sindicatos están negociando sin mostrar ninguna fuerza y nosotros seguimos tratando de demostrar a la capilla de al lado que 500 o 1000 votos son un éxito.
No nos engañemos, lo serio de la crisis y los retrocesos no ha hecho más que comenzar, los próximos años serán durísimos y las medidas podrían ser, de unas u otras formas, siempre hay margen para otras políticas, siempre que la apuesta no sea a todo o nada. Preferimos que CiU, o quien sea, quite el impuesto de sucesiones que pagaban solo los ricos, dejando de ingresar una pasta que recupera recortando gasto sanitario destinado a los pobres. Claro, por supuesto, una profunda reforma fiscal es reformista y no revolucionario, como lo es crear una banca pública, como lo es negociar un plan de trabajo urgente, o tantas otras cosas.
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