martes, 30 de octubre de 2012

En la Independencia no solo son dos extremos


Estamos en medio de un huracán, un cambio de era, de envergadura similar o quizás superior al final del franquismo y hay que encontrar salidas, que para ser reales, deben ser aceptadas mayoritariamente. Y lo lamentable es que en cualquiera de las muchas cuestiones sobre la mesa, la mayoría de enfoques se dirigen a las dos trincheras, una vez más el pensamiento dicotómico, tal como si dos estrellas negras absorbieran toda la energía que encontraran a su alrededor. En el caso catalán, en una está el españolismo neocatólico y en la otra el independentismo fabulador, los dos reflejos de parecida cara nacionalista, ambos igual de excluyentes pendencieros y 'machitos', se enfrentarán despreciando al resto, arrinconando otras posturas e intentando sepultarlas para quedarse solos. Pero no todas las opiniones deben quedar en esas trincheras, las izquierdas deberían hacerse oír con voz diferenciada, se juegan mucho en esta batalla.

La sociedad no puede reducirse a dos grupos, nacionalistas españoles y nacionalistas catalanes, españolistas e independentistas, porque en realidad es mucho más diversa. Nunca dio buen resultado reducir los problemas sociales a dos bandos, los buenos y los malos, ni reducir los conflictos sociales exclusivamente a la lucha de clases, porque también se dan otras como la de género, religiosas, territoriales… y no da resultado porque no sirve para explicar la realidad y mucho menos para buscar soluciones. -Se entiende desde esa óptica, el maniqueísmo de que los buenos siempre somos nosotros y los malos el resto-.  Una cuestión de fondo, es que muchos españoles se posicionan a favor del independentismo catalán, fundamentalmente por su odio al que llaman ‘españolismo miserable’, al que la historia de este país ha alimentado convenientemente, pero estamos aquí hoy y el pasado no debería tapar el presente ni el futuro. En todo caso conviene entender que no somos excesivamente distintos a otros europeos y que siempre que hubo asesinos, también hubo asesinados. Toda moneda tiene dos caras.

A menudo se tiene en la memoria la intolerancia de los Reyes Católicos y Felipe II, la Iglesia y Franco… pero olvidan a muchas otras figuras en múltiples campos, y a los campesinos castellanos de la Edad Media, o los extremeños del XVII, los jornaleros andaluces, anarquistas catalanes… se recuerda a los partidarios de Fernando VII pero no a los constitucionalistas de 1812, recuerdan demasiado al PP –que no es la CEDA, ni los requetés, ni Falange, aunque tenga briznas de ellos- y olvidan a los rojos, o a los anarquistas de larga tradición y peso mundial en la historia del movimiento obrero desde la mitad del XIX,... En general conviene recordar que ante los salvajes ejércitos, hubo población civil, ante la nobleza y burguesía agraria, hubo campesinos, ante los brutales generales hubo catedráticos, ante la represión hubo rebelión, ante burguesía hubo proletariado, ante la Iglesia hubo laicos… esas diferentes identidades también estuvieron presentes en cualquier realidad nacional.

Muchos recuerdan la historia de España, aborreciéndola en general, creyendo que las de otros países fueron más limpias y se aferran a símbolos embelleciendo imágenes, como la República, por ejemplo. Imaginan que entonces hubiera existido mayor libertad que ahora, mayor justicia, e igualdad entre mujer-hombre, mejor escolarización, sanidad, pensiones,… y como si entonces las nacionalidades hubieran tenido mayor capacidad de gobierno y autonomía que la actual, lo cual es rotundamente falso. Es con la sociedad española que nace legitimada en la Transición, cuando podemos establecer comparaciones con cualquier otra del mundo, sin sentir envidia global de ninguna. Lo cual no elimina los muchos problemas que habrá que abordar, ahora y siempre para corregir, quitar, poner y seguir.

Cuando fui joven, era corriente expresar un típico antiamericanismo, yo defendía mis simpatías por el pueblo americano, recordando que además del 7º de caballería, estaban los sioux, además del imperialismo, allí estaban los luchadores que implantaron la jornada de 8 horas, o las grandes luchas por los derechos civiles a favor de la igualdad, o el feminismo, -la única revolución en marcha del siglo XX–, allí había comunistas que hicieron gran campaña a favor de la República, -viniendo bastantes a las brigadas internacionales-, además de la General Motors, estaban  Sweezy, Baran, Woody Guthrie, etc. Un reciente libro puede ser útil para trabajar en la tarea de distinguir historias y aceptar algún relato español que permita sentirse cómodo sin ser considerado españolista-franquista o nacional-católico, se trata de ‘Historia de la nación y del nacionalismo español’ de VVAA coordinado por Antonio Morales, Juan Pablo Fusi y Andrés de Blas, Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores.
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‘’…la molesta costumbre de presentar continuamente a España como si fuera una de las partes de un enfrentamiento entre dos principios absolutos opuestos entre sí. Pero esa imagen maniquea es falsa porque España no es unánime ni uniforme, como tampoco lo es Cataluña.
Resulta casi insultante esa voluntad de identificar a España con la posición política más extremista, como si no existieran voces que defienden cosas distintas, como si no existieran españoles federalistas igual que existen españoles centralistas’’



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