miércoles, 24 de octubre de 2012

Monarquía española. Rex Hispaniae. Siglos XV y XVI. -2




Con los Reyes Católicos podemos considerar a España un ente común, tipo estado, hasta entonces eran pequeños territorios,  denominados reinos, condados, señoríos, villas… con diferentes mandatarios e intereses particulares, en muchas ocasiones contradictorios, núcleos que se agrupaban y deshacían, asentaban en unos u otros lugares peninsulares en función de los matrimonios de nobles, de luchas vecinales, conquistas territoriales a cristianos y/o árabes, de pactos comerciales… Los núcleos humanos tuvieron amplia diversidad de formas de vida, alianzas, costumbres y bases legales, en resumen, no puede hablarse de un ente común hasta el reinado de los Reyes Católicos ‘’Sin duda, los jefes de una España fragmentada no tuvieron constantemente, en el transcurso de acontecimientos inconexos, una conciencia perfectamente clara de los fines perseguidos?’ Pierre Vilar. Historia de España, Librairie Espagnole 1971.

Con el reinado de Isabel y Fernando – (1474/1504) y (1479/1516)- termina un ‘período extraordinariamente complejo de tensiones y luchas. Todos los reinos peninsulares –Castilla, Navarra, Aragón, y dentro Cataluña,- se vieron sacudidos a lo largo del siglo XV por procesos de crisis dinásticas, guerras civiles, tensiones entre la monarquía y la nobleza, luchas nobiliarias, revueltas sociales, conflictos territoriales y fronterizos, injerencias e intervenciones políticas y militares en los reinos vecinos, guerras de expansión territorial. El orden peninsular quedó literalmente roto hasta los reyes Católicos. Juan Pablo Fusi, Historia mínima de España. Con los Reyes Católicos se pasa la frontera de la Edad Media a la Moderna, nacen nuevas clases, nuevos equilibrios de poder, y se experimenta un salto en la formación de un estado, el proceso tendrá al menos una centuria de continuidad con los reinados de Carlos V y Felipe II hasta 1598, y se profundizará con el resto de los austrias.

a) En el interior, doblegaron a los grandes nobles, y reformaron sus ejércitos que desviaron a las guerras externas y a los individuos los impulsaron a aventura de conquistas, dominaron las maestranzas de las órdenes religioso-militares pusieron en marcha instituciones como una policía de estado y leyes comunes, -a pesar de que se mantienen las de cada reino- reorganización financiera, desarrollo económico con cierta extensión, vías de comunicación, un aparato de gobierno y burocrático introduciendo sus corregidores en grandes municipios, convirtieron los procuradores de las cortes en funcionarios estatales, fundaron Consejos a modo de ministerios, de Castilla, de Aragón, de hacienda, de Indias, en Justicia fundaron una cancillería y las audiencias, y sobre todo crearon y pusieron en marcha proyectos comunes que van configurando la unificación. Y la toma de Granada.

Al Ándalus, fue sin disputa el estado más poderoso de Europa, sus destellos deslumbraban a las bárbaras cortes europeas. J. Vicens Vives’.  Añado que aquella al Ándalus tuvo muy poco que ver, dada sus mezclas, reglas, cultura, con los árabes de entonces de otras latitudes y menos con los árabes conocidos hoy.

b) En el exterior, el Mediterráneo por las guerras,- los intereses de Aragón y realizadas con las tropas castellanas- en el Atlántico por el descubrimiento y conquista de las Américas y en Europa por las constantes disputas y guerras. El peso fundamental en esa unión del nuevo reino de España lo determinan las mejores posiciones demográficas de esa época, Castilla 4.500.000 millones de personas, Aragón 850.000 y Navarra 120.000.

Posteriormente a Isabel y Fernando la identidad se reafirma con Carlos V y consolida con Felipe II, y Felipe III, permaneciendo, el reino de España, con una estabilidad, según Fusi, ‘incuestionablemente superior durante los siglos XVI y XVII, a Francia e Inglaterra, las otras dos grandes naciones modernas’. Naturalmente la concepción nacional de los estados es algo más moderno, nace de las ideas de la Ilustración que entroniza la consideración del ser humano, los futuros ciudadanos, en aquellos momentos la burguesía, compartiendo la soberanía, y apartando en mayor o menor medida, a las monarquías hereditarias de los dioses hasta entonces soberanas y propietarias de los países, territorios y pueblos junto con su corte, condes, duques,… la nobleza y el clero.

‘1479-1598. Tres reinados y poco más de un siglo. Este tiempo bastó para proporcionar a España uno de los más brillantes triunfos que la historia conoce.’  Pierre Vilar. Historia de España.

No, España como nación, no nació en Covadonga, -a pesar de las tesis que defienden ya una monarquía española visigoda- pero aceptar eso, no impide comprender que existiera desde los Reyes Católicos un proyecto bastante común,  al menos con experiencia similar al resto de naciones tradicionales que son aceptadas habitualmente antes del XIX, es un contrasentido aceptar otras naciones europeas y no hacerlo con España. Y todavía mayor hacerlo porque las europeas fueran más férreamente centralizadas, que significa menos tolerantes con los pueblos y costumbres, en definitiva criticar la inexistencia de España por su mayor respeto y consideración a los pueblos del XVI, a pesar de que el signo de los tiempos empujara la centralización de poderes.

Aunque el concepto nación, esté vinculado al de soberanía, no solo de monarquías sino principalmente de ciudadanía, no tiene la misma consideración en unos siglos u otros, nación implica ciudadanos, y este concepto aparecerá durante la Ilustración. Mientras tanto en la transición del feudalismo, S-XIV y XV las monarquías comenzarán a apoyarse en las burguesías nacientes para dominar el poder feudal de aristocracia y nobleza, lo cual conduce a centralizar poderes, eliminar feudos y taifas, concentrar la fuerza militar, política, religiosa, económica.

                       

                       
                        La España de los Reyes Católicos siglo XV

Sirva como ejemplo de la diversidad de la Edad Media, -y del poder concentrado también- la situación que deja ver el testamento de Carlos V, del que se recogen abajo los territorios gobernados bajo su mando, lo cual aunque esté lejos de considerar aquello como un Estado en el sentido moderno, pero, al tiempo permite observar rasgos significativos que tenderían a concentrar el poder de situaciones tan diversas, aunque solo fuera para simplificar sus relaciones.

Muchas y diversas son las conclusiones que pueden extraerse de la situación que refleja aquella Monarquía Española, entre otras posibles dentro de este trabajo sobre la identidad de Cataluña, parece relevante destacar que: la existencia de tal cúmulo de propiedades permite esperar que se produjeran múltiples interrelaciones de todo signo en los españoles, señas de ello se pueden ver a nuestro alrededor y en aquellos lugares. El Monasterio del Escorial, sede de Felipe II, contiene una extensa concentración de obras de personajes nativos de esos territorios, escribanos, filósofos, pintores, arquitectos, militares, religiosos, artesanos…así a la gran mezcla de antiguos pobladores peninsulares, se une la mezcla de culturas e influencias del S-XV. Interesa resaltarlo, por cuanto presenta españoles tolerantes, abiertos, a los que no costó demasiado esfuerzo convivir con gentes y culturas diferentes, lo cual no invalida la existencia de ultras opuestos, que expulsaran, o trataran de arrinconar a las minorías. Podemos admitir dentro de las variadas interpretaciones de todo hecho histórico, que hubo mayorías de españoles, incluidos muchos de sus élites, que supieron convivir con gentes  culturas, religiones, razas, con intereses distintos. ¿Por qué no va a ser posible hoy entre Cataluña y España?

Lo que sigue está basado en gran parte en: Carmen Iglesias ‘No siempre lo peor es cierto’, Galaxia Gutenberg. En algunos lugares como España, Isabel y Fernando comienzan unificar políticas, criterios, estructuras y objetivos en torno a proyectos comunes, y lo que es significativo, desde fuera durante los S XV y XVI se comienza a hablar de España, normalmente mal y con desprecio, por las distintas victorias y barbaridades realizadas en batallas libradas contra italianos y franceses o alemanes. Países Bajos, Nápoles o Sicilia, Venecia o Génova, los romanos o el papado, no verán solo ni principalmente castellanos, catalanes, valencianos o aragoneses, se referirán a ellos como los españoles, añadiendo una sarta de adjetivos insultantes, lo cual se acentúa por las intervenciones en Europa, -los adjetivos italianos por el papado de los valencianos Borgia S-XV son espeluznantes-.

Así pues, desde otros países nos ven como españoles que tenemos una historia en gran parte común, por mucho que nos interese destacar únicamente lo diferente, por tanto en dichos insultos caben los de españoles moros y judíos, marranos y circuncisos, anticristianos, para resaltar parte de nuestra historia en la que tenemos relaciones y mezclas africanas, orientales, islámicas, judías,... y muchos de nosotros mientras tanto preocupados por la pureza en un territorio como esta Península, históricamente de paso. La Rex Hispaniae a un lado del emperador y la Rex Francorum al otro, comienzan a ser evidentes para los europeos del S-XVI. Independientemente de la procedencia o localización geográfica de cada reino, los europeos veían gente que ellos interpretaban como representantes de un colectivo, la Monarquía española, cuyas huellas de entonces son visibles hoy por el centro y sur de Europa. Veamos la Monarquía hispánica a través del testamento en 1554 de Carlos V, a favor de su hijo Felipe II, depositado en el Archivo de Simancas, que traducido, recoge la siguiente relación de propiedades con sus denominaciones de la época:

‘’Nos, don Carlos por la divina clemencia, Emperador de los Romanos
Rey de: Alemania, Castilla, León, Aragón, Dos Sicilias, Hierusalem, Ungría, Dalmacia, Croacia, Navarra, Granada, Toledo, Valencia, Galizia, Sevilla, Mallorca, Cerdeña, Córdova, Córcega, Murcia, Jaén, los Algarves, Algezira, Gibraltar, Islas Canarias, de las Indias, islas y Tierra Firme del Mar Océano,
Archiduque de: Austria
Duque de: Borgoña, Brabante, Lothoringia, Carintia, Carniola, Linburg, Lucenburg, Güeldres, Athenas, Neopatria.
Conde de: Barcelona, Flandes, Tirol, Ausburg, Arthois, Borgoña, palatino de Henao, Olandia, Zelandia, Ferrete, Friburg, Hanurg, Rosellón, Hutfania, Lamgrave de Alsacia,
Marqués de: Burgonia y del Sacro Romano Imperio, Oristán, Gociano
Príncipe de: Cataluña, Suevia
Señor de: Frisia, la Marcha Esclavonia, Puerto Haon, Vizcaya, Molina, Salinas, trípoli, Malinas
Mi hijo y heredero que mire mucho por la conservación del patrimonio real de los dichos reinos, estados y señoríos y que no venda ni enajene, ni empeñe alguna de las ciudades, villas y lugares, vasallos, jurisdicciones, rentas, pechos y derechos ni otra cosa alguna perteneciente a la Corona Real…’’

En este maremágnum de títulos sobre los territorios que conforman la Monarquía Hispánica, -Felipe II tiende a comportarse como monarca, poder político no jurídico, de todos los territorios y no como rey de cada uno- las Coronas, forman un conjunto de reinos y señoríos unidos políticamente bajo el mando de un solo titular, pero claramente diferenciados, conservan peculiaridades y legislaciones distintas. Se transmite hereditariamente como unidad, formando parte del proceso de concentración de poderes de la Edad Media. Los títulos no los proporcionan las coronas, sino los reinos o territorios que las conforman. Serán los Reyes Católicos los que al unir las Coronas de Castilla y Aragón, citarán testamentariamente los reinos que las componen entremezclándolos, lo cual tenderá a que las Coronas pierdan protagonismo, ganándolo la unión del conjunto así formado por los reinos y territorios heredados que son donde directamente actúan los reyes. Es la tendencia a la concentración de poder político por un lado que coexistirá en una lucha constante con la realidad española.

‘’El trabajo de la tierra, la autodefensa de los lugares reconquistados, exigían numerosas concesiones personales o colectivas del tipo de las behetrías (protección de un hombre o de un grupo por un señor de su elección), o del tipo de las cartas pueblas (cartas concedidas para la repoblación). Sobre estas bases, aunque el sistema feudal se desarrolló, las comunidades campesinas o urbanas fueron fuertes y relativamente libres. Más tarde, cuando la Reconquista se extendió, los diversos grupos reconquistados (mozárabes, judíos, mudéjares) recibieron a su vez su estatuto, sus fueros. En definitiva, la sociedad medieval española fue regida por un complejo de fueros, que han dejado grandes recuerdos… Retengamos algunos aspectos de estos fenómenos medievales en los que la intervención de las clases ajenas a la nobleza tuvo ocasión de desplegarse en España… las costumbres económicas comunales de la vida rural: comunidad de bosques, de ejidos, de montes, a veces repartos periódicos de campos o cosechas, colectividades pastorales de altos valles o de pastores trashumantes, comunidades hidráulicas sobre todo, con costumbres de sorprendente solidez. Un ‘colectivismo agrario’ español se opondrá, hasta bien entrado el siglo XIX a las conquistas del individualismo moderno. ’’ Pierre Vilar. Historia de España. Traduce Tuñón de Lara. Librairie Espagnole.1971



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