jueves, 6 de mayo de 2010

Se avecinan tormentas

Dice Miguel Angel Aguilar en su artículo del día 4 en El País 'En La Moncloa, ¿para qué?'
Dicen los analistas que al presidente del Gobierno le falta un plan que le devuelva la credibilidad perdida, tanto en nuestro país como ante los observadores internacionales. Porque ninguno de los parámetros de nuestra economía nos condena a la fatalidad. Ni nuestro déficit, ni el montante de nuestra deuda, ni el comportamiento de nuestras exportaciones, ni siquiera el índice de desempleo. El problema básico es la falta de credibilidad que el Gobierno, a base de proponer y retirar medidas de manera súbita y desconcertante, ha conseguido labrarse.

Y Ramoneda, que publica el día 2 su artículo 'La crisis política', en El País, del que pongo extractos:

Por caminos, en parte, imprevistos, la crisis política ha irrumpido en medio de la crisis económica. La crisis económica ha ido desgastando al presidente Zapatero, sobre todo porque, atrapado demasiadas veces en la negación de la evidencia, ha perdido la confianza de la ciudadanía. Pero esta desconfianza no se había traducido en crisis política por dos razones: porque con su buena relación con los sindicatos y con su esfuerzo en mantener las políticas sociales básicas, Zapatero había conseguido que la conflictividad social estuviera ausente en un momento económico tan delicado; y porque el PP, encallado entre la onda de corrupción expandida en su seno y la estrategia de Rajoy de ganar con el mínimo esfuerzo, le había dejado espacio de maniobra incluso para extender la duda sobre la voluntad de afrontar la crisis por parte de una oposición situada en la tesis del "cuanto peor, mejor".
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¿Dónde está Zapatero? Esta pregunta, que se hace cualquier observador de la realidad europea, se la formula cualquier ciudadano español cuando el caso Garzón y la crisis del Tribunal Constitucional ponen sobre la mesa algo más que dos conflictos institucionales: unas señales inequívocas de que suenan poderosos vientos de restauración, de regreso al pasado, en la vida política española. Y que el PP está promoviendo un cambio cultural que podría conducir al país a una muy seria regresión.
Mientras acusan a Zapatero de entretenerse con otros problemas para tapar su ineficaz gestión de la crisis, los responsables del PP muñen estos otros problemas en la línea de un viaje al pasado. Su campaña contra Garzón busca la consolidación definitiva del blanqueo del franquismo. Su apuesta por llevar el Estatuto de Cataluña al Tribunal Constitucional está recogiendo los frutos buscados: avanzar hacia un cierre autonómico, como el que ya prometió Aznar en su momento, que debería culminarse con la reducción de la presencia de los partidos periféricos en el Parlamento.
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Personalmente nunca entendí que la amnistía prohibiera que España reconociera algún día su pasado, que el franquismo quedara blanqueado para siempre. Pero ahora resulta que sí: el franquismo sólo es para los historiadores.
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Si el Estatuto catalán decae por decisión del TC, el Estado autonómico habrá dejado de ser útil para la articulación de España y evidentemente estaremos ante una crisis política de envergadura. …/… Zapatero se ha perdido en el laberinto de la crisis económica y ahora, además, tendrá que lidiar con una crisis política.

Me parece que va llegando el momento de que el PSOE busque otro equipo dirigente que pueda presentar a las elecciones, todavía podría estar a tiempo, porque los errores hablan de incapacidad y lo que se ve en la acera de enfrente es tremendo.

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