La
corrupción en España. No es más intensa ni mayor que otras
Evidentemente corrupción hay en todas
partes. Pero en España su intensidad ha sido y es mayor, propiciada por la
ocultación, la falta de transparencia, la propaganda y un sistema judicial con
problemas de independencia. Además, llueve sobre mojado pues ha sido una
constante en la Historia de los dos últimos siglos, sobre todo durante los
cuarenta años de franquismo y los cuarenta de democracia que siguieron.
La corrupción parece inundarlo todo y
también la percepción que de ella tienen los ciudadanos… ‘C de España’, pág 24.
La
idea genérica que transmite la primera frase no parece necesitar de apostillas
o matices, siempre hubo, y hay, corrupción, explotación, represión, en todo momento
y todo lugar, definido por esos nombres u otros significaron cosas parecidas en
todo sistema social y/o económico, fuera esclavismo, feudalismo, capitalismo,
socialismo… pero, de pronto se descuelga en la segunda frase una conclusión no
demostrada en este libro que se comenta, actitud que salpica el trabajo, la
afirmación de la segunda frase es una de las señas de identidad del autor o
autores, previa y colateral al desarrollo de los casos concretos de corrupción
en España que se relatan en el libro. Implica un cierto determinismo histórico,
poco riguroso con los hechos concretos.
Denunciar
la corrupción española, para luchar contra ella, es tarea que está fuera de
duda, -algunos de mis escritos sobre corrupción- sus causas y
prácticas habituales deben ser denunciadas para combatirlas con acciones
concretas, leyes, educación, juzgados, etc. existen suficientes propuestas de
estudiosos del asunto que son aplicables con mayor o menor esfuerzo de manera
inmediata. Pero ello no debe suponer aceptar que la corrupción, en España,
su intensidad ha sido y es mayor, y parece inundarlo todo, dando a
entender que somos destacados mundiales en lo malo, entre otras razones porque sosteniendo
esa postura se entorpece su combate. La exageración destroza la crítica por
apartarla de su racionalidad, la falta de rigor aleja a individuos que habría
que convencer para combatir, además se dificulta, porque se anexan las ideas de:
esto no tiene remedio, hay que hacer la revolución, asaltar los cielos, cambiar
el sistema capitalista… ideas que, ante la espera de destrucción del
edificio existente y posterior construcción de uno nuevo, paralizan y arrinconan
la lucha por lo concreto aquí y ahora. -Ante un desperfecto en los desagües de
un piso, en la bajante general, mejor es arreglarlo que esperar a derribar el
bloque de 120 viviendas y construir otro nuevo. –
Sobre
el nivel de corrupción en España, y las ideas del libro ‘C de España’, se puede
lanzar otra mirada y contraponer ideas críticas sustentadas en varias líneas de
argumentación: 1) Lo que indican los datos comparativos con otros países. 2) En
la comparativa internacional de corrupción, prestar atención a los mercados
financieros 3) En la comparativa internacional de corrupción, atender la
evasión fiscal. 4) Contextualizar la corrupción del pasado internacionalmente.
5) Mirada a la corrupción en un país federal, nacionalismo español y otros
nacionalismos periféricos. 6) Economía sumergida, grado de implantación y
comparaciones internacionales.
1.-
Los datos indican que no estamos entre los países de mayor corrupción
Según
el informe de Transparency 2017, España ocuparía el puesto 42 de 180 países, lo
cual la sitúa entre los países del primer cuarto, con tres cuartas partes de
países más corruptos por detrás; en el año 2000 ocupaba el puesto 20 de 90
países; en el año 2012 ocupó el puesto 30 de 174 países. Respecto a la
comparativa con los países occidentales, sugiero la lectura de los siguientes
apartados antes de dejarse vencer por nuestro ancestral complejo de
inferioridad.
De acuerdo con el trabajo realizado
por ‘Regional Studies’, ‘Regional Governance Matters:
Quality of Government within European Union Member States’: -http://www.tandfonline.com/loi/cres20-. En
cuanto a la calidad de los gobiernos de la UE, España estaría situada en la
mitad de su baremo de puntuaciones, puesto 13 de 27.
Los
indicadores del Banco Mundial sobre la gobernanza para 2012, ‘Control de
corrupción’ sitúan a España con un percentil de 82 sobre el mejor de 100 entre
los datos de 215 países o territorios. Así la definen: ‘’ La gobernanza consiste en las
tradiciones e instituciones por las cuales se ejerce la autoridad en un
país. Esto incluye el proceso por el cual los gobiernos son seleccionados,
monitoreados y reemplazados; la capacidad del gobierno para formular e
implementar efectivamente políticas sólidas; y el respeto de los
ciudadanos y el estado por las instituciones que gobiernan las interacciones
económicas y sociales entre ellos.’’ Los indicadores Mundiales de
Buen Gobierno informan sobre 6 grandes aspectos con múltiples variables cada
uno, de más de 200 países o territorios, entre 1996 y 2018, siendo las
siguientes: Voz y responsabilidad; Estabilidad política y ausencia de
violencia; Efectividad del gobierno; Calidad regulatoria; Imperio de la Ley;
Control de corrupción.
Muchos corruptos. Muy pocos corruptores. (28 octubre 2014.
‘Arian seis’)
Todo se inunda de
corruptos en los medios de comunicación, que nunca muestran a los corruptores.
La verdad hay momentos en que uno grita ‘paren el mundo que me bajo’, pero
ante la insistencia de la prensa en mostrarme casos, personajes y personajillos
del mundo político, mi educación intelectual me obliga a plantearme preguntas
más allá de la evidencia, porque dudo mucho de que la esencia coincida con la
apariencia.
Se están descubriendo
muchos casos, centrados en el mundo de los políticos, pero llama la atención
que sin salpicar otros mundos económicos y empresariales. Cuando sale un
político al que han untado, nunca aparece a su lado la mano que se benefició
del soborno, los dueños de los terrenos recalificados, o la empresa que
construyó los hospitales, o aquellos otros que ganaron la concesión de basuras,
o a los que se concedió aquella subvención, etc. etc.
Las dudas me asaltan
ante la insistencia de tantos periodistas y medios de comunicación en mostrarme
la carnaza, lo corruptos que son los políticos, es como si un mago/ilusionista
estuviera actuando en el escenario y dirigiera mi mirada a una dirección,
mientras con la otra mano hace los trucos de magia que no quiere que nadie vea.
Que existe corrupción entre los políticos parece evidente, que requieren un
castigo que debe incluir echarlos no lo duden, aunque no olviden que las tres
cuartas partes de alcaldes imputados volvieron a ser reelegidos electoralmente,
la corrupción valenciana se apoyó en mayorías absolutas una y otra vez, los ERE
andaluces se asentaron en tramas instaladas a lo largo del tiempo alrededor del
poder político…
Pero, vean un ejemplo,
mientras las famosas tarjetas opacas de Caja Madrid, unos 15.5 millones de
euros, son agitadas por todo el mundo, al mismo tiempo se producían las noticias
relegadas a tercer plano, sobre los costes de la paralización de actividades
del almacén de gas Castor frente a la costa levantina, nos va a costar a los
españolitos entre 1.500 y 2.000 millones de euros, porque el empresario de la
corporación adjudicataria, Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, metió
en el contrato/concesión una cláusula/aval para que el Estado asumiera los
costes si el negocio no funcionaba. Por descontado los beneficios de existir,
irían a los bolsillos privados.
En la misma corporación
Bankia-Caja Madrid, podemos comparar los 15.5 millones gastados con las
tarjetas en masajes, lencería, alcohol, ropa, hoteles, restaurantes… con los
cientos de millones concedidos en préstamos ruinosos a inmobiliarias para
suelos o promociones ‘dudosas’, o los créditos concedidos en condiciones
ventajosas a empresarios de renombre, o los negocios desarrollados pagando el
doble o triple del valor de mercado por compras de arte, o de bancos… No
podemos compararlo, porque seguimos sin saber la lista de beneficiarios de las
operaciones de crédito ruinoso, que quizás hasta eran legales. No se debe
minimizar a los sinvergüenzas de las tarjetas, muestran el lodazal que rodea
muchas cloacas del poder, pero no olviden que esas tarjetas tenían como misión
pagar su silencio, se los untaba por callar. ¿Por callar qué?
Supongo que la profusión
de casos de corrupción política que surgen cada día, que aumentarán de cara a
las elecciones, en parte se explican por: la crisis económica que ha generado
el clima de hartazgo en la ciudadanía, antes ante el conocimiento de
situaciones parecidas las apoyaba en ocasiones con mayorías absolutas; por la
propia crisis que ha reducido las oportunidades de trapicheos de algunas
tramas, lo cual produce peleas entre corruptos que tiran de la manta; por la
propia existencia de la UDEF, la unidad especial de investigación que lleva
unos cuantos años trabajando y afloran resultados; por algunos corruptos
pillados, novias, amantes, socios,… los cuales tiran de la manta facilitando
pistas a cambio de pactos de minoración de penas o por despecho; por la propia
lucha política entre partidos, ahora en situación crítica, por lo que sacan
algunos dosieres que fueron acumulando durante años;…
No descarten que medios
de comunicación y periodistas, fueran azuzados por particulares poderes
económicos para que agitaran la corrupción política y así poder tapar la
enorme, la gigantesca corrupción económica, tan cerca de la crisis, tanto por
su contribución a generarla como por utilizarla en su provecho. Así que, todos
a la cárcel, pero no dejen de buscar corruptores y mirar cuanto nos roban los
grandes negocios.
Más que nada, para contextualizar, para
‘templar gaitas’, para no suicidarnos políticamente pensando que todo es una
mierda y no tiene arreglo, salvo rezar y encomendarnos a algún santo. Y sin
ánimo de rebajar las dosis de indignación.
¿La corrupción aumenta? ¿O sube la percepción
de la misma? Son dos cuestiones diferentes. Los estudios de referencia
internacionales sobre el tema, que publiqué días pasados, por ejemplo de Trasparency
Internacional y el trabajo de Manuel Villoria y Fernando Jimenez, reflejan
que aumenta la percepción en estos años de crisis, la gente es más consciente
de que existe corrupción, la ve ahora más que antes, lo cual es normal, en
crecimiento todo es Jauja, la fiesta tapa nuestras miserias, el caso de la
Comunidad Valenciana, o Cataluña, son referentes de apoyos masivos a los
corruptos, porque son nuestros ladrones.
En cualquier caso, en las comparaciones
internacionales de corrupción España sale mal comparada con unos pocos países
democráticos occidentales, pero bien en relación al conjunto del planeta, y en
situación relativamente mala en comparativa europea, según los cuadros que
publiqué hace días, procedentes de la Comisión
Europea y de World Values Research.
Mi impresión es que la corrupción que
sale y se descubre ahora es la producida fundamentalmente en los años gloriosos
del España va bien, cuando se incuba la burbuja inmobiliaria y de
crédito, construcción pública y promociones inmobiliarias fueron un caldo de
cultivo apropiado para las mafias, máxime con la descentralización urbanística
existente en España que concede inmenso poder a garrulos y mafiosos de
cualquier pueblo y Comunidad Autónoma; la corrupción actual tiene que ver
también con la privatización total de las empresas públicas que genera una estructura
gerencial empresarial de allegados a los amigos del Gobierno.
Por supuesto tiene que ver con el poco
poder decisorio de los afiliados, simpatizantes y votantes, de partidos y
sindicatos, grupos que dominados por clanes y cúspides que se eternizan en los
cargos, no permiten remociones, debates e intervenciones decisorias distintas a
las oficiales, bloquean posibilidades de cambios, impiden o dificultan la
posibilidad de elección y decisión. Las cúspides de partidos controlan
demasiadas instituciones a través del nombramiento de representantes. Nos
acercamos velozmente a Italia en cuanto a estar Inter penetrados los partidos
por redes clientelares, porque una vez conocido el poder de los partidos, las
mafias tenderán a controlar, comprarán de mil maneras a esas personas con
capacidad de decisión sobre presupuestos de miles de millones de euros.
Y todavía no han salido muchas otras
corrupciones, por ejemplo, en el tema drogas en instituciones de seguridad,
militares, o en Iglesias, ONG’s, etc. etc. tal como acostumbramos a ver en
muchos países del mundo.
No
se trata de minusvalorar la concreta corrupción española, en ascenso de
visibilidad tras la crisis, sino de situarla en contexto, no se pretende aquí
oponerse al relato de casos y causas de corrupción recogidos en el libro ‘C de
España’, se trata de ofrecer otra mirada más amplia al tema, lo que induce a
otras conclusiones. España tiene un nivel de corrupción más alto del que nos
gustaría y sobre el que hay que luchar por reducirlo con medidas de diversa
entidad, algunas de las cuales podrían implementarse simplemente copiándolas de
los países de nuestro entorno y/o siguiendo las indicaciones de la OCDE de la
UE, de Transparency Internacional, de la Fundación Alternativas, o de otros
expertos en el asunto, pero de ningún modo la corrupción española se encuentra
entre las mayores del mundo.
Las
conclusiones que, aquí se manifiestan, al igual que en el libro ‘C de España’,
se sustentan en un ideario político: Mejor resolver los problemas que derribar
el sistema, arreglar lo estropeado es preferible a destruir/construir una nueva
sociedad, que por supuesto no garantizaría mejores resultados. Abandonar la
defensa de la democracia española, construida entre toda la gente, en manos de
la derechona es un inmenso error, dejar que se apropien de la Constitución
gentes como Aznar, permitiendo que nos expulsen de ella, es una necedad. No es
recomendable, políticamente, lamerse constantemente las heridas de nuestros
demonios particulares, como si fuéramos el centro del universo, esa postura tan
franquista, de creer que el mundo gira a nuestro alrededor, pervive e infecta
al antifranquismo, la idea de somos los mejores, o los peores, no ayuda a mejorar,
además de carecer de rigor. Pegarse al pasado dificulta resolver problemas,
muchos de los cuales pueden verse en otros países de nuestro entorno.
El
cuadro procede del Banco Mundial, `Control de corrupción, 2006, en una
selección de países’. Establece seis grupos entre los países seleccionados, de
mayor corrupción, o menor control sobre la misma, empezando por la izquierda, y
situando a la derecha en tonos verdes, los de mayor control sobre la
corrupción. España figura en el segundo grupo de los de mayor control, o menor
corrupción, a la derecha. No es el mejor, sin duda, pero no está entre los
peores.
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