viernes, 24 de enero de 2020

LAS DECISIONES: CUALES ?...

... DEPENDE DE CUANDO

Una huelga contra la crisis
, nunca será efectiva, porque la crisis no se enterará, no modificará sus parámetros de deuda privada ni pública, ni aumentará el crédito, saneará bancos, ni eliminará especulación, ni etc. Las huelgas, máxime si son generales deben tener un objetivo claro, cambiar un gobierno, modificar leyes, conseguir la jornada de 8 horas, presionar a gobiernos para controlar mercados financieros, etc. Pero así genéricas contra la crisis, son pataletas abstractas que solo sirven para echar fuera el cabreo y el desconcierto de la gente y la rabia de las organizaciones que durante un tiempo tuvieron gran influencia en el Gobierno, que no aprovecharon para impulsar modificaciones, porque querían mantener todo y ampliarlo. Lo cual ha sido un error. ‘Quiero que no me quiten lo que tengo y me den más, durante más años’.

Los dirigentes sindicales
que al comienzo de los problemas parecían tener ideas más claras que el gobierno, por mejor discurso, en el transcurso de los 3 años mientras la crisis arreciaba fueron perdiendo capacidad de actuación enredados en una negociación que nunca consiguieron terminar, hasta llegar a día de hoy con las fuerzas agotadas, mientras la crisis sigue.

Aquella reforma laboral que debió hacerse para evitar la injusticia de los dos mercados, aquellas presiones no realizadas para conseguir reuniones del Pacto de Toledo, o los apoyos a los parados en forma de contratos diferentes, y a los 6 millones de trabajadores precarios, las ideas para reactivar otra economía, los planes fiscales y de recortes estudiados y consensuados, y muchas más todas ellas puestas en marcha hace 2 años nos hubieran situado en otro contexto distinto, y probablemente hubieran conseguido frenar la sangría del déficit que ahora nos ha ahogado. Quizás entonces, en aquellos momentos, el ajuste sí podría haberse hecho de otra manera.

No, la culpa no es de los sindicatos, ni mucho menos, pero tienen responsabilidad, como la tenemos todos, mayor el Gobierno. Y los partidos políticos parlamentarios, y los agentes sociales, patronales, bancos, instituciones, universidades, fundaciones, intelectuales, etc. hay un enorme fallo social en estos años desde la creación y alimentación de la burbuja inmobiliaria dilapidando ingentes recursos enterrados entre arena y ladrillos. Incluso en los 3 últimos años después del estallido de la crisis financiera mundial y estallido de la burbuja, nos hemos dormido, hasta llegar aquí.

Las pensiones. Un ejemplo que ven los mercados y no vemos nosotros. Naturalmente es un tema sangrante para todo el mundo, al que le afectan como a todos los asuntos importantes múltiples variables y contradicciones por tanto requiere de estudios y discusiones ampliamente y además lograr los máximos consensos en las decisiones a tomar. Los analistas, ven que en España habrá más viejos, que vivirán más años, por lo tanto cobrarán pensiones más personas durante mayor tiempo. Al mismo tiempo habrá menos jóvenes. Lo anterior ya es fácilmente constatable estadísticamente desde hace 30 años y en aumento.

Este es un ejemplo de problema, ¿cómo abordamos esta situación? Luchar porque las cosas queden como están ahora probablemente supondría que nuestros hijos no cobrarán las pensiones que conocemos actualmente. Así que defender las pensiones ¿qué significa? Que me dejen como estoy conduce a que no cobrarán en 15 o 20 años, negarse a estudiarlo es aceptar de entrada la derrota. Pues claro que hay gente que tratará de vender sus planes, como siempre, como en todo, pero cerrar las discusiones es ceder terreno a esa gente neoliberal.

No. El Gobierno español no contaba con mucho más margen de maniobra que el griego. Todo apunta a que no fue así, en ese momento ya no tuvo ningún margen de maniobra, o recortaba o el Estado se paralizaba. Las cifras no eran las de Grecia, pero las consecuencias de la caída de España podrían tumbar el euro, y Grecia no, porque la economía española suma tanto como la de Grecia, Portugal e Irlanda juntas, por tanto las presiones fueron tremendas en aquellos primeros días de mayo.

Digámoslo claramente, en las últimas semanas las posibilidades de quiebra del Reino de España han sido grandes, el ‘default’ sigue siendo posible. El peso de la deuda pública no es excesivo comparado con otros países, pero el déficit crece a velocidad de vértigo y la enorme deuda privada nos aplasta y para muchos mercados, pesa la suma de ambas. La falta crédito mundial y europeo en particular, y que nuestros acreedores dejaron de fiarse de nosotros, porque analizaban datos que aquí no importaban a muchos, pero sí a ellos que son quienes ponen la pasta, les hizo plantearnos que si queríamos dinero, si queríamos refinanciar, colocar la deuda, era imprescindible un frenazo ya.

Habían esperado mucho tiempo sin ver que el gobierno tomara decisiones con rigor, en este momento de la partida había que recortar gastos inmediatamente, salarios y pensiones eran los más rápidamente manejables, al tiempo de actuar como compromiso/mensaje de ahora sí estar dispuesto, después de tantas vaguedades durante 2 años. Después seguiríamos hablando. La realidad se impuso a los sueños del presidente y, de repente ¡plaf! apareció la gravedad de la crisis ante millones de españoles que hasta ese momento no la percibían.

¿De verdad piensan que el Estado puede funcionar diariamente sin afectarle nada?, a pocas personas se les pasa por la cabeza la posibilidad de que sea imposible pagar la nómina mensual a los funcionarios, en sanidad, educación, administración, dejar de pagar las pensiones…, o sea Argentina hace unos años. Aunque quizás no estemos tan lejos de una situación parecida aquí entre nosotros. Después de 2 años y medio es imposible tomar las medidas de recortes de gasto más despacio. En todo caso es solo el comienzo de la nueva etapa.

No son tan raras en la historia estas situaciones de ‘defaults’, como demostraron en su extraordinario trabajo Rogoff y Reinhard ‘’Esta vez es diferente: una visión panorámica de ocho siglos de Crisis financiera’, (sin editar aquí aunque no es difícil encontrarlo traducido por Internet) España ya las sufrió y muchos otros países, el problema hoy es que nos pille a nosotros.

Así que, en las decisiones a tomar influyen: la claridad del análisis, los conocimientos e informaciones, la fuerza que tengamos para actuar, el ánimo y la capacidad de liderazgo, los apoyos que podamos conseguir, aspectos que tienen mucho que ver con las fuerzas y características de adversarios y oponentes. Por supuesto en las decisiones influirán los deseos y la construcción racional, todo interactúa. En una batalla como la actual es vital sumar, explicar, debatir, en esto el gobierno ha fallado estrepitosamente y su partido soporte igualmente. Ni siquiera han sumado sus propias fuerzas.

En una crisis como la actual, las contradicciones serán normales, pero los vaivenes, errores, ocultaciones, etc. Son otra cuestión. No se concibe que ya comenzada la crisis se siguieran tomando decisiones de gasto como si no sucediera nada, en los ayuntamientos y en las comunidades autónomas tanto el PSOE como el PP y el resto. Si las revisiones del gasto público que se están realizando hoy por todas las administraciones se hubieran tomado hace 2 años quizás no hubiera sido necesario congelar pensiones. Y, por favor, no confundamos un plan de empleo para ornamentar fuentes o modificar jardines, con arreglar infraestructuras ferroviarias susceptibles de transportar mercancías, con lo que conseguimos mayor eficiencia energética y económica.

Para el objetivo de este trabajo lo que interesa resaltar no son tanto los abundantes errores gubernamentales y de su presidente, (ni los del PP), de los que ya he escrito en otras ocasiones, como la postura de colectivos o individuos que no entienden que el panorama social y político en España es sombrío por:

1) Estamos dentro de las turbulencias de un huracán, del que costará salir y lo haremos malparados. Este huracán que aprecian perfectamente desde otros países está formado por la realidad que conforman las cifras y datos de la economía española, deuda y enorme déficit, por el tremendo paro y las pocas posibilidades de crecimiento económico a medio plazo, por la feroz especulación y las constantes referencias de la prensa internacional a nuestros aspectos negativos, los errores, o no, de información de organismos internacionales, la debilidad del gobierno y su falta de apoyos políticos, sean o no parlamentarios y sociales, las dificultades de aplicar en España una decisión estatal por la diversidad de poderes autonómicos, la debilidad de la sociedad española, incluyendo todos los partidos, que no estaba preparada para esta situación, la obsolescencia de nuestro modelo y aparato productivo, nuestras deficiencias en balanza por cta. corriente, en I+D+i, en educación, en competitividad, en mercado laboral, en justicia, en eficacia de la administración…

2) La gravedad de la crisis mundial y su parcela específicamente española, que muestra que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, con dinero ajeno, que se niegan a seguirnos prestando, y que inicialmente nos hará más pobres alrededor de un 20%.

3) Las contradicciones inherentes a cualquier decisión, entre el corto y el largo plazo, por ejemplo entre atajar el déficit o fomentar empleo. Aunque hoy la principal es conseguir salir del huracán en el cortísimo plazo, sin lo cual huelga todo lo demás. No hay futuro, en el sentido predecible, más allá de un derrumbe. Empiezan a conocerse cifras significativas de inversión que sale, extranjera y española, ...

4) El frenazo experimentado por toda clase de políticas, por agotamiento de fuerzas gubernamentales y de país, El cúmulo de problemas junto con el veloz crecimiento del déficit nos secó la financiación, no hay de donde sacar más dinero, al margen de que se vea más o menos procedente tal o cual política, nadie nos da dinero para fomentar la recuperación, ni siquiera para mantenernos sin ajustar, recortar y asegurar el déficit, aunque todos veamos que perjudica el crecimiento.

El capital manda y el Estado manda. Unas veces mandan unos y otras veces los otros, existe una lucha de fuerzas constante en ambas direcciones, y si no existiera un equilibrio, (inestable, of course), no hablaríamos de capital y Estado, solo hablaríamos de un polo. Hablamos de ambos porque hay lucha, porque no ha vencido ninguno de los dos. Pero no siempre hay solo dos contendientes en el tablero, como tampoco el término capital engloba unos únicos intereses claramente delimitados, en ocasiones los campos capital-Estado se entrelazan, se manifiesta aquella situación ‘de hoy ministro mañana banquero’, las más de las veces el capital no es unipolar, sino multipolar y en repetidas ocasiones no coinciden los intereses de unos capitales con otros, porque sean de diferentes países o sectores, o bien porque sean distintos intereses aún siendo del mismo sector.


En Europa ¿podríamos afirmar hoy que el capital manda y quiere destruirla?, porque eso es lo que puede estar en juego. Si esto fuera así deberíamos precisar de qué capital hablamos, ¿El industrial? ¿De qué sectores, metalúrgico, automóvil?, ¿el comercial? ¿De logística, de grandes almacenes, de transportes?, ¿el capital químico? Me parece equívoco y poco útil aceptar que el capital europeo, ampliamente diversificado, se una en sus intereses y deje a los estados europeos entrar en recesión para que las economías dejen de producir y por tanto de suministrarles beneficios. Y supuesto que fuera de esta manera ¿estaríamos diciendo que aceptarían perder sus gigantescas inversiones en Europa?, porque los traslados de capital hacia Asia son una pequeñísima parte del total invertido de capital europeo.

La banca europea es un sector muy afectado por todas las batallas de la crisis, tanto en negocios a costa de los estados, tomando dinero del BCE al 1% para comprar deuda pública al 4%, como en posibles descalabros, porque si cae España, caerán decenas de bancos europeos arrastrados por los impagos (y alguno de EEUU) que tienen deuda española en sus balances, la verdad a mí me resulta particularmente complicado aceptar un solo interés, en una sola dirección y tan claramente apreciable como lo escribe alguna gente. En España, la banca española ha comprado deuda pública a requerimientos del gobierno, (lo cual significa poder político) hasta donde ha podido. Otra muestra de intereses compartidos entre capital y Estado.

Los intereses del capital bancario no creo pueda afirmarse que sean asfixiar al Estado, más bien les interesa salvarlo para ganar pasta, apretarán las clavijas, pero siempre con la idea de poder cobrar su deuda tal cual. Otro asunto muestra diferencias dentro del capital bancario, la desconfianza entre banqueros ha conducido a que el mercado del crédito inter bancos haya desaparecido, (lo cual es un problema para todos) los bancos prefieren meter el dinero sobrante en el BCE a bajísimo tipo de interés, antes que prestarlo a tipos más alto a otros bancos. No se apoyan entre sí, no tienen los mismos intereses un banco y otro. No es tan simple como parece, englobar toda aclaración en un solo término, sea el de capital, liberalismo, explotación o cualquier otro, la mayoría de ocasiones solo pretende eludir explicaciones.

Toda decisión afecta a múltiples intereses, no tan claramente identificados en un cajoncito como parece pensar mucha gente, siempre deberíamos recordarlo en cualquier caso y al respecto de las medidas a tomar, y que además, colisiona contra las fuerzas que se oponen a ella, dentro de nuestro entorno y fuera, choca contra los que proponen otras alternativas y por supuesto contra todos los que no la quieren aunque no propongan nada.

Toda decisión de ajuste, tendrá más gente en contra que a favor, por lo que para hacer las cosas necesitamos fuerzas, y para aumentar fuerzas necesitamos realizar consensos, incorporar ideas de otros, diferentes a las nuestras. Para tomar una decisión, no son suficientes solo los deseos de cada uno ni su racionalidad. La política, la posibilidad de hacer, de cambiar las cosas está íntimamente ligada con las fuerzas de que dispongamos para ello, así que sin pensar en aumentar las fuerzas toda posibilidad de cambio es un absurdo. Si cualquiera de los grupos o colectivos izquierdistas, o sindicalistas, piensan que ellos podrían haber tomado otras decisiones que hubieran minimizado el impacto de la crisis, están en un error y si lo hacen creer así a la gente están fomentando falsas expectativas.

Hasta aquí hemos llegado. Con una pérdida de confianza de los ciudadanos en las instituciones y en los partidos, que llevan a tres cuartos de población a desconfiar de los líderes de los dos grandes partidos de gobierno PSOE y PP. Con un grado tan grande de desconfianza y poquísimo apoyo, el gobierno ha iniciado en solitario un proceso que pretende realizar amplias reformas, en el mercado de trabajo, sector financiero, pensiones públicas, tributación fiscal, sectores energético, educativo, reordenación de la administración pública, y un largo etc., precisamente ahora con la menor imbricación de los ciudadanos con partidos e instituciones, pretenden modificar cuestiones profundas que podrían perdurar 20 años. Parece un nuevo error.

En este país tenemos que entender que un tercio de la población no puede, no solo en sentido moral, además en el de no tener fuerza, imponer sus criterios al resto, gobiernen unos u otros, o aceptamos este hecho, patente en todas las elecciones donde los ganadores lo son por un tercio de votos, quedando un tercio para otra alternativa y un tercio más entre otros grupos estatales, nacionalistas y abstencionistas, o lo aceptamos o avanzaremos poco y a trompicones. Por eso hay que integrar, hay que sumar y aceptar las diferencias cerca de nosotros, porque ‘eliminar’ a un número tan enorme de gente es imposible.

En todo caso es ahora cuando formular propuestas tienen mayor sentido, es momento de presionar para que la educación tome tal o cual dirección o los contratos de trabajo contengan tal o cual idea, es ahora cuando tiene sentido la presión sindical y política, pero lo tienen en cuanto propuestas concretas, las posibles de aplicar en el nuevo contrato social aquí y ahora es donde conviene mostrar nuestras ideas revolucionarias.

Y si unas propuestas no entran a formar parte del total en cada momento, no podemos abandonar y retirarnos con el resto de ideas en el bolsillo. La apuesta no puede quedar reducida a todo o nada. Esta actitud perfectamente asimilada por la derecha, (liberales, neoconservadores), sumar ahora lo que se pueda, hasta la próxima vez que pueda sumar otro poco, es una actitud muy poco insertada en los comportamientos de la izquierda, pero ya es hora de ponerla en marcha.

Cada asunto a reformar, requiere amplias discusiones y variadas decisiones a tomar, todas ellas muy concretas, probablemente contradictorias y en absoluto garantía de ser las mejores, puesto que tendrán que ser consensuadas y por tanto pueden contener mas Estado, mas Europa, mas política y ser más cercanas a los intereses ciudadanos, o lo contrario. Ahora es el momento de proponer, de presionar. Si dejamos este espacio vacío será ocupado por otros y la crisis no ha terminado, para muchos no hace más que empezar.

LA CRISIS. Y LA IZQUIERDA. Manuhermon 16 junio 2010

Poco tiempo después, noviembre de 2011, Mario Graghi fue elegido presidente del BCE. Y salvó la UE, salvó el euro. Y salvó España de la quiebra. 
Entre otras muchas cosas, el BCE bajó y bajó los tipos de interés, hasta dejarlos a 0, lo cual permitió ahorrar a los españoles, particulares, estado y empresas, mas de 82.000 millones de pagos por intereses de sus deudas entre 2008 y 2018. El BCE apuntaló a la banca inundándola de liquidez. Y el BCE compró decenas de miles de millones de deuda española, evitando que el mercado subiera tipos, evitando las maniobras del mercado que nos estrangulaban como país, ahorrando dinero del pago de intereses por el estado, cuyos tipos de interés fueron disminuyendo ante cada nueva emisión de deuda, aproximadamente del 4% que pagábamos en 2008 al 2.6% del 2018.

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