miércoles, 30 de junio de 2010

RELATO DE MANUEL TAPIAL, INTEGRANTE DE ” FLOTILLA POR LA LIBERTAD “2

- El asalto a la Flotilla

La noche del día 30, tras horas esperando una respuesta del gobierno español que no llegaba, alrededor de las 22h se avisto en el radar varios barcos de la flota israelí y varias lanchas cerca de los cargo que nos acompañaban. Inmediatamente cundió el pánico y todos los pasajeros nos pusimos los chalecos salvavidas. Laura y yo decidimos coger la cámara y grabar un mensaje de alerta para difundir en nuestro blog pidiendo que los políticos actuasen. Nos encontrábamos a unas 85 millas de la costa y a partir de ese momento, el capitán decidió retirarse algo mas hasta coger la ruta marítima en dirección al canal de Suez entendiendo que alejándonos aún mas de la costa, Israel no nos atacaría.

Es a las 04.15h. mas o menos, a la hora del primer rezo para los musulmanes, cuando Israel decide atacarnos.

Laura se encontraba durmiendo en el pasillo exterior a la sala de prensa. Paso por ahí, la despierto, cojo la cámara del interior de la sala de prensa y salimos los dos al exterior. Comienza a grabar Laura mientras yo intento controlar la situación; por donde nos atacan, con que tipo de munición, cuales son los lugares de mayor y menor riesgo en ese momento, etc.
Tras varios minutos decido coger la cámara yo y evitar que Laura corra riesgos y me pongo a grabar desde la cubierta hacia abajo donde decenas de lanchas intentan abordar el barco por ambos laterales echando escaleras en la parte trasera del barco siendo estas escaleras devueltas a las zodiacs como acto de resistencia pacifica. Mientras unas zodiacs intentan abordar el barco, desde otras se disparan bombas de sonido, granadas de fragmentación (pude ver heridos con toda la espalda destrozada y es por lo que supongo que eran este tipo de granadas), gases lacrimógenos y munición de goma en una primera instancia.
Tras 15 minutos así, mas o menos, desde las zodiacs y desde los helicópteros que comienzan a sobre volar el barco se comienza a disparar con fuego real y comienzan a producirse los primeros heridos en el barco antes de que se hubiesen posado dentro del barco. Es en la parte de atrás del barco, en la 3ª planta, cercano al set de TV, donde veo el primer herido de bala siendo transportado por varios activistas a los que me uno y le tumbamos en uno de los bancos de la cubierta del barco. Un señor mayor le quita el chaleco salvavidas e intenta reanimarle y es en ese momento cuando me retiro de esa escena para seguir grabando con la cámara en el lateral izquierdo del barco a las zodiacs y al los helicópteros que nos sobre vuelan. En esos momentos me doy cuenta que el suelo de la cubierta tiene mucha sangre y comienzo a oír ráfagas de lo que creo que son metralletas y veo que por detrás de donde me encuentro en ese momento junto a un compañero noruego y un periodista turco (que posteriormente fue asesinado con un disparo entre ceja y ceja) traen a un señor con varios disparos y en estado inconsciente. Sigo al cuerpo con la cámara en mano y entro en el interior del barco donde veo que un doctor trata de reanimar a una persona que parece muerta mientras Osama reparte trozos de cebolla para paliar los efecto de los gases lacrimógenos. Le paso la cámara a Laura y decido salir al exterior a ver cual es la situación. Justo al salir hieren de bala en una pierna a un señor turco que estaba asomado por la borda justo a mi lado y vence su cuerpo hacia mi por lo que le cojo y pido ayuda para meterle en el interior. Vuelvo a salir y recibo un impacto de una bomba de sonido en la cabeza que me deja mareado y alguien me introduce en el interior del barco, en lo que me pareció una sala de control. A los pocos minutos recobró el sentido y salgo de esa habitación gritando el nombre de Laura ya que no sabía donde estaba. Me recorro toda la cubierta de la tercera planta del barco pegado a las paredes y esquivando el laser de los francotiradores en busca de Laura, y Fatima, una compañera belga que escucha mis gritos, me avisa de que Laura esta en el interior del barco bien. Me reúno con ella y bajamos por una de las escaleras de la cubierta a la segunda planta a ver cual es la situación y nos damos cuenta que los soldados ya han tomado la parte de abajo del barco y la parte alta por lo que decidimos meternos en la sala de prensa y esperar. A los pocos minutos comienza a escucharse por la megafonía del barco en varios idiomas; ingles, hebreo y árabe, que nos sentemos todos y mostremos nuestro pasaporte en las manos a la vez que se avisa a los soldados israelíes que tenemos muchos heridos y varios muertos, que somos civiles y que no disparen contra civiles, que estamos desarmados y que evacuen a los heridos.

La detención

Desde que entramos en la sala de prensa hasta que llegaron los primeros soldados a la zona donde estábamos, el tiempo se nos hizo eterno. En la sala nos encontrábamos compañeros suecos, griegos, David, Laura, yo y la mayoría de periodistas turcos que iban en el barco. Los compañeros turcos eran los que mas inquietos estaban por la situación y entre unos y otros intentábamos hacerles ver de que no había nada que temer, que éramos prensa y que respetarían nuestro status. En ese momento no sabíamos ni cuantos muertos ni cuantos heridos teníamos y por supuesto, tampoco sabíamos que nuestro compañero turco, el responsable de la sala de prensa, había sido asesinado con un tiro en la cabeza.

El exterior de la sala de prensa estaba rodeada de bancos en la cubierta con decenas de compañeros sentados en ellos a la espera de su detención. De repente comenzaron a llegar soldados apuntando tanto a los compañeros que estaban fuera como a nosotros con el laser y fue cuando realmente tomamos conciencia de la situación y de como nos tratarían. Los soldados comenzaron a levantar a uno tras otro de los compañeros que estaban en el exterior y a ponerles bridas de plástico a modo de esposas, una vez sujetos se los iban llevando a otro lugar que quedaba fuera del alcance de nuestra vista. A algunos de estos detenidos les cubrieron la cabeza con lo que parecían ser bolsas de plástico o trapos brillantes haciendo imposible que pudieran caminar sin tropezarse reiteradamente y recibiendo golpes en la cabeza y el estomago a causa de ello.
Durante todo el tiempo que duro la detención y traslado de nuestros compañeros, nosotros estuvimos continuamente apuntados por las armas de los soldados y el laser iba saltando del cuerpo de uno al cuerpo de otro de manera constante.

Tras llevarse a todos nuestros compañeros vinieron a por nosotros. La sala de prensa tenía tres puertas; dos a los laterales que comunicaban con las cubiertas de manera directa y la que daba a un pasillo que comunicaba con otras partes del barco. Los soldados intentaron entrar por la puerta derecha en primer lugar sin éxito y posteriormente intentaron entrar por a puerta izquierda y tras varios intentos consiguieron abrirla. Nos fueron llamando uno a uno sin dejarnos coger nuestras cámaras de vídeo o de fotos, ni nuestros ordenadores ni mucho menos nuestras mochilas. De espaldas a ellos, fueron sacándonos uno a uno, nos registraron meticulosamente y solo nos permitieron llevar con nosotros el pasaporte y los documentos que llevábamos encima en ese momento. Tras el registro, dos soldados me giraron en dirección a la parte posterior del barco y pude ver como se acumulaban hasta 4 o 5 filas de musulmanes puestos de rodillas con las manos esposadas en la espalda y con la cabeza agachada mirando hacia el suelo mientras eran todos apuntados con metralletas. Esa primera imagen me ocasionó un gran impacto. A mi me sentaron en uno de los bancos de la cubierta junto a otros europeos, sin esposar y frente a varias filas de árabes en la posición descrita anteriormente.

Pasamos en esa posición muchas horas y mientras el barco navegaba hacia Ashdot, un helicóptero sobre volaba a muy baja distancia el barco ocasionado un terrible aire que hacia que cientos de cosas que estaban en la planta superior volasen hacia el mar. Una de esas cosas fue una de las muchas pancartas que estaban sujetas a la barandilla exterior del barco y que al soltarse por el viento, uno de los palos laterales impacto contra la cabeza de un señor mayor, a la altura del ojo, y comenzó a sangrar en abundancia. Al ver esto, me levante y comencé a estirar de la pancarta para acabar de arrancarla y evitar que con el viento diese a nadie mas.
Al ver que los europeos teníamos un trato preferente, varios compañeros decidimos hacer ver a los soldados que las manos de nuestros compañeros musulmanes estaban moradas de lo apretadas que tenían las bridas y comenzamos a reclamar a los soldados que les aflojasen las ataduras. Lo conseguimos con unos cuantos hasta que nos dejaron de escuchar.

En todas estas horas que estuvimos en la cubierta, una parte importante de los soldados se mantuvieron entretenidos rompiendo todo lo que encontraron en el interior del barco como pudimos comprobar mas tarde. Desde el exterior escuchábamos los ruidos de dentro pese al helicóptero así como ladridos de perros.

Pasadas unas horas y cuando los soldados estimaron que era oportuno, decidieron separarnos inicialmente por sexos; mujeres a un lado y hombres a otro. Dentro de esta separación, a los hombres nos separaron en periodistas y activistas y a mi, inicialmente me pusieron con los periodistas. Uno a uno nos hacían bajar a los salones que horas antes habíamos usado para compartir entre nosotros y fue entonces cuando vimos todas nuestras pertenencias estaban desparramadas por el suelo y muchas de ellas rotas. Nos hicieron pasar por encima de una montaña de ropa y de bolsas de aseo y nos obligaron a sentarnos. En todo momento estuvimos apuntados por soldados encapuchados e inicialmente nos dejaban hablar entre nosotros hasta que vino lo que debía de ser un oficial y nos mando callar a todos. Este oficial me señaló, me obligo a levantarme y dio la orden a dos soldados para que me pusieran bridas a modo de esposas en mis manos y en la espalda. Tras ser esposado, me apartaron del grupo en el que me encontraba y me arrojaron a un asiento aislado bajo la atenta vigilancia de un soldado que no dejo de apuntarme en ningún momento.
Desde donde me encontraba pude ver como a un compañero de origen palestino le pusieron inicialmente de rodillas sobre el montón de ropa que anteriormente habíamos tenido que atravesar mientras lo soldados se ensañaban con él dándole golpes. Le colocaron una bolsa negra en la cabeza y le sacaron a la parte externa del barco a empujones y patadas. Le obligaron a ponerse de rodillas sobre dos cilindros de metal, algo que era imposible porque el viento que generaba el helicóptero le impedía mantenerse recto. Cada vez que se caía hacía algún lado, era agredido de manera muy violenta. Recuerdo que pensaba que el siguiente sería yo en recibir ese trato ya que no entendía porque me habían separado del resto del grupo en el que inicialmente me habían ubicado.

Pasaron muchas horas en las que no pude hablar con nadie exceptuando una chica iraní que me daba de beber y de la diputada Haneen Zoabi que atendía a mis reclamos para que los soldados me dejasen ir a orinar. Haneen Zoabi era la única persona que podía moverse con cierta libertad por los salones debido a su condición de diputada y era la persona que todos utilizábamos para interceder con los soldados para ir al baño o cualquier otra necesidad que pudiésemos tener.

Mientras me encontraba en el asiento en el que me habían ubicado, asistí a una imagen que me impacto por lo brutal que me pareció. El religioso Hilarión Capucci, tras muchas horas sentado se levanto para estirar sus piernas y un soldado le agarro muy violentamente de la parte de atrás de su sotana y lo lanzo contra el asiento. Recuerdo que todos alzamos la voz por semejante trato a una persona tan mayor y que le podía haber ocasionado la rotura de algún hueso y se genero mucha violencia con los soldados que comenzaron a apuntar a todos los que allí nos encontrábamos en la cabeza.

(Mañana la segunda parte; Ashdot, Prisión de Ber Seva, Aeropuerto de Ben Gurión y Estambul)

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