Y mejor que la mayoría
‘La
deficiente condición de nuestra democracia actual
tiene evidente relación con nuestra historia…’
‘C de España’, página 37
Juzgar la democracia de un país por el
hecho de que su justicia acepte o no una preferencia de un caso particular, política
o ideológica, es una aberración, como poco una chiquillada producto de esta
época, en la que se quiere todo y ahora mismo y si no lo obtiene, calificará la
sociedad actual como de mierda. Las causas y ejemplos concretos que no cuadran
con las propias ideas inundan todos los países en toda época, por ello mejor
que aceptar su criterio particular, será atender los trabajos reputados internacionalmente
respecto a la calidad de las democracias, tales como el Democracy Index de The
Economist Intelligence Unit, o los de Freedom House, o bien Rule of law index,
de World Justicie Projet, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, y
otros que iremos viendo, que analizan con similares criterios múltiples
aspectos de la realidad de cada país emitiendo tras ello cualificaciones de sus
gobiernos, e instituciones, y de esas sociedades.
A menudo entre la gente que nos rodea, o
en las redes sociales, para emitir juicio, no tiene se en cuenta más que la
situación particular que afecta a cada cual -lo mio es lo general, mi caso
es lo único- pretendiendo generalizarla para todo el país, olvidando que,
siempre y en todo lugar hubo y habrá adversarios, siempre habrá contrarios a
cualquier cosa… y aliados en intereses diferentes a los de otros grupos, en
consecuencia es un error actuar como si toda nación fuera homogénea; como hubo
franquistas se olvidan de los antifranquistas, hubo esclavistas se olvidan de los
humanistas… sigue habiendo enterrados en las cunetas, enorme lacra existente, y
las desigualdades han aumentado con la crisis, pero no deben olvidar otros
cambios que realmente se han producido en los últimos cuarenta años, en la
buena dirección de mayor libertad, igualdad y fraternidad, para el conjunto de
los españoles.
Ningún olvido es deseable. Pero aceptemos que en la vida real conviven situaciones contradictorias, en toda nación, en todo territorio, admitamos que es imposible prescindir de los contrarios, ni en las mayores represiones conocidas de antaño fueron exterminados totalmente los otros, los enemigos, mucho menos posible es en la actualidad con diversidad de ojos de todas partes mirándolo todo. Así, mejor admitir que en el paquete nacional hay la suficiente diversidad como para buscar cada cual sus preferencias, y encontrarlas, tanto las negativas como las positivas. Luego hacer balance y resaltar la calidad de lo mayoritario y luchar por corregir lo defectuoso. Será mejor que negar la realidad, lo cual supone aceptar la derrota del olvido de lo positivo y dejar el campo libre a los contrarios, a los que tienen la estrategia de echarnos de la democracia, de la Constitución.
Aquí se intentarán expresar las bondades
de la democracia española, que también las tenemos, para lo cual situándose en
la acera de enfrente del derrotismo y la negatividad dará un rápido repaso a diversos
parámetros, datos y comparaciones internacionales, que nos permitan valorar la
realidad en la que vivimos algo más positivamente que la que muestran
habitualmente muchos individuos indignados y/o desanimados, también los medios
de comunicación que solo consideran noticia lo desastroso, como también los
nacionalismos catalán y vasco, incluyendo a sus apoyos, aquellos que consideran
la España actual un mero reflejo del franquismo. Aquí se pretende echar otra
mirada a lo español, fundamentalmente a través de la percepción existente
sobre nuestro país, tal como nos ven desde fuera, entendemos que toda realidad
contiene múltiples aspectos, no solo desagradables, para valorar más
positivamente lo que tenemos y defenderlo antes de que nos lo quiten por
nuestra desidia.
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