jueves, 13 de febrero de 2020

Nuestra democracia es comparable a cualquier otra. (1)

Y mejor que la mayoría

‘La deficiente condición de nuestra democracia actual
 tiene evidente relación con nuestra historia…’
‘C de España’, página 37

Juzgar la democracia de un país por el hecho de que su justicia acepte o no una preferencia de un caso particular, política o ideológica, es una aberración, como poco una chiquillada producto de esta época, en la que se quiere todo y ahora mismo y si no lo obtiene, calificará la sociedad actual como de mierda. Las causas y ejemplos concretos que no cuadran con las propias ideas inundan todos los países en toda época, por ello mejor que aceptar su criterio particular, será atender los trabajos reputados internacionalmente respecto a la calidad de las democracias, tales como el Democracy Index de The Economist Intelligence Unit, o los de Freedom House, o bien Rule of law index, de World Justicie Projet, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, y otros que iremos viendo, que analizan con similares criterios múltiples aspectos de la realidad de cada país emitiendo tras ello cualificaciones de sus gobiernos, e instituciones, y de esas sociedades.

A menudo entre la gente que nos rodea, o en las redes sociales, para emitir juicio, no tiene se en cuenta más que la situación particular que afecta a cada cual -lo mio es lo general, mi caso es lo único- pretendiendo generalizarla para todo el país, olvidando que, siempre y en todo lugar hubo y habrá adversarios, siempre habrá contrarios a cualquier cosa… y aliados en intereses diferentes a los de otros grupos, en consecuencia es un error actuar como si toda nación fuera homogénea; como hubo franquistas se olvidan de los antifranquistas, hubo esclavistas se olvidan de los humanistas… sigue habiendo enterrados en las cunetas, enorme lacra existente, y las desigualdades han aumentado con la crisis, pero no deben olvidar otros cambios que realmente se han producido en los últimos cuarenta años, en la buena dirección de mayor libertad, igualdad y fraternidad, para el conjunto de los españoles. 

Ningún olvido es deseable. Pero aceptemos que en la vida real conviven situaciones contradictorias, en toda nación, en todo territorio, admitamos que es imposible prescindir de los contrarios, ni en las mayores represiones conocidas de antaño fueron exterminados totalmente los otros, los enemigos, mucho menos posible es en la actualidad con diversidad de ojos de todas partes mirándolo todo. Así, mejor admitir que en el paquete nacional hay la suficiente diversidad como para buscar cada cual sus preferencias, y encontrarlas, tanto las negativas como las positivas. Luego hacer balance y resaltar la calidad de lo mayoritario y luchar por corregir lo defectuoso. Será mejor que negar la realidad, lo cual supone aceptar la derrota del olvido de lo positivo y dejar el campo libre a los contrarios, a los que tienen la estrategia de echarnos de la democracia, de la Constitución.

Aquí se intentarán expresar las bondades de la democracia española, que también las tenemos, para lo cual situándose en la acera de enfrente del derrotismo y la negatividad dará un rápido repaso a diversos parámetros, datos y comparaciones internacionales, que nos permitan valorar la realidad en la que vivimos algo más positivamente que la que muestran habitualmente muchos individuos indignados y/o desanimados, también los medios de comunicación que solo consideran noticia lo desastroso, como también los nacionalismos catalán y vasco, incluyendo a sus apoyos, aquellos que consideran la España actual un mero reflejo del franquismo. Aquí se pretende echar otra mirada a lo español, fundamentalmente a través de la percepción existente sobre nuestro país, tal como nos ven desde fuera, entendemos que toda realidad contiene múltiples aspectos, no solo desagradables, para valorar más positivamente lo que tenemos y defenderlo antes de que nos lo quiten por nuestra desidia.

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