jueves, 17 de octubre de 2019

Lo sucedido es una locura. No. Es fascismo

El presidente de la Generalitat llama a la movilización de los CDR, alienta y promueve la movilización de las masas… al mismo tiempo como es el máximo jefe de los mossos, es responsable de que repriman y contengan las movilizaciones que él instiga. Parece de locos. Pero así es el fascismo, históricamente tanto los nazis como los fascistas italianos hicieron cosas similares, desde sus púlpitos de poder arengaban y agitaban a las masas para enfrentarlas con otros poderes colaterales, para lograr que éstos les cedieran la totalidad de los poderes.

Las movilizaciones actuales son una demostración de fuerza, dirigidas por fuerzas dispares según el momento y el lugar. Por supuesto los CDR están allí, para eso eran, ya saben entre ellos están familiares del Sr. Torra. También está coordinando y dirigiendo acciones Tsunami Democratic, ente dirigente que engloba diversidad de impulsos independentistas, pero sin identificar a sus líderes para evitar posibles condenas, quizás con unas voces públicas como las de Xavi y Guardiola, excelentes deportistas y significativos independentistas, capaces de defender como ejemplo de libertades, dictaduras árabes como Qatar, atacando la democracia española, eso sí cobrando pastizales de aquellos lares.

En las acciones actuales hay muchos independentistas rabiosos por la situación, no hay república independiente, como les prometieron, y empiezan a conocer sentencias a los líderes del del procés, y aunque las penas se suavizarán en unos meses, la gente en general, utilizan un hecho específico como espita para descargar su frustración, odio e indignación. Los organizadores independentistas, con estas acciones pretendían mostrar su fuerza al resto de los españoles, y al Estado, para salir airosos de este ciclo secesionista, que continuará en el futuro cuando incorporen las nuevas cohortes bautizadas en su odio al estado y lo español, pero que ahora, tras estas respuestas y las elecciones, el ciclo actual podría frenar y darse un respiro.

En las algaradas y disturbios también hay comandos antisistema, pues claro, Barcelona cuenta con tradición en este aspecto, las acciones de esos comandos, aunque coincidan en gran parte con sectores secesionistas, podrían chocar con los intereses de muchos manifestantes independentistas que siguen creyendo la tontería de su pacifismo como eje central de lucha de su protesta. No tan raro, la existencia de grupos y facciones fue habitual en los fascismos, y sus luchas internas por lograr la dirección del movimiento fueron brutales. Tampoco fue raro la incorporación de sindicalistas revolucionarios y de militantes izquierdistas en el movimiento fascista, de hecho, fue bastante común, al igual que era habitual la incorporación en ese movimiento de los antisistema de aquellos años.

Los nacionalismos nunca fueron pacifistas, fueron, son, xenófobos, siembran odio contra los otros, necesitan del enemigo externo para seguir unidos en la lucha, necesitan de los otros para sentirse fuertes grupales contra ellos. Si el vecino no se mueve, por miedo, o tolerancia, considerarán que aceptan su religión, si el ciudadano demócrata, ilustrado convencido de que todos tenemos iguales derechos pretendiera rebelarse contra la tiranía nacionalista, entonces la fuerza represora aumentaría, la violencia subiría de grado para intentar reducirlo. El nacionalismo catalán elaboró una teoría que justifica su superioridad sobre el resto de españoles, que por tanto justificaría moralmente sus acciones represivas.

En los disturbios actuales hay multitud de jóvenes bautizándose en su lucha contra el sistema, la juventud siempre fue punta de lanza de todo movimiento, sentirán una poderosa sensación de ser protagonistas, descargarán adrenalina y testosterona, serán queridos por sus amigas y amigos, sentirán formar parte del grupo selecto, por supuesto se creerán los buenos, los elegidos para construir una nueva sociedad. No son fascistas, todavía, pero la ideología que sustenta el independentismo es extremadamente nacionalista, racista, xenófoba y supremacista, sus formas y métodos de organización y lucha, fueron puestos en práctica por los fascismos alemán, italiano y español, y por los fascismos europeos. Así que, si hoy no son fascistas, pronto lo serán mientras contribuyen a la fascistización de Cataluña.

El Sr. Torra quiere ser el Mussolini español del siglo XXI, desde hace tiempo sus escritos, proclamas públicas y acciones van en esa dirección, últimamente ha estado reuniéndose con grupos de líderes activistas en las que alentaba para que se enfrentaran al Estado, creando y coordinando movilizaciones. La querencia fascista del independentismo y el amor mussoliniano de Torra, los lleva a preparar las actuales marchas como sucedáneo de la marcha sobre Roma de 1922, realizada por los fascistas italianos comandados por Mussolini. Los fascistas, entonces y ahora, montando el caos ciudadano y provocando el miedo, pretendían demostrar su fuerza para forzar al resto de poderes del Estado a que les cediera la totalidad del poder.

El poder absoluto hoy no existe, quizás nunca existió, pero ahora más que nunca en las sociedades modernas, existen múltiples poderes, en ocasiones luchando entre sí, con objetivos y fuerzas diferentes y cambiantes. Uno de esos poderes es el movimiento independentista, hoy institucionalizado en la Generalitat y su entramado empresarial, administrativo, mediático que inunda todos los terrenos de la sociedad catalana, político, económico, social, religioso, deportivo…

El objetivo independentista es lograr la secesión, la soberanía absoluta, el sueño de iluminados y fascistas. Ese es el objetivo fundamental que hay detrás de estas movilizaciones. El Estado español no tiene un poder absoluto, lo español, no tiene nada que ver con la imagen distorsionada que transmite el independentismo, a ellos les viene muy bien simplificar lo español en el franquismo, se crean un inexistente enemigo para fácilmente combatirlo. Los españoles, el Estado, comparten la soberanía con la Unión Europea y con múltiples organismos internacionales, que condicionan leyes, políticas, economía, y salidas a problemas que cada vez son más multilaterales. Compartida está la política monetaria, la moneda, gran parte de la política fiscal, medioambiental, derechos y obligaciones, sistema social, etc. etc.

La gente que les apoya tranquiliza su conciencia diciéndose que luchan contra el franquismo en apoyo del pueblo catalán. Pero, ¿de qué pueblo hablan? Del que votan menos de la mitad de catalanes, o del otro mayoritario y silencioso hasta ahora, del que trabaja mientras se producen las manifestaciones, del que está reprimido en colegios y pueblos sin poder hablar, ni hacer, del que mayoritariamente gana elecciones, pero obtiene menos representantes que los indepes, del que defiende iguales derechos para cualquier ciudadano o del que defiende privilegios por razón de apellidos...

Idiotas descerebrados creen en la existencia de un solo pueblo catalán homogéneo, igual que los fascismos de siempre. Es la forma que tienen de adormecer su conciencia en vez de leer y estudiar las teorías catalanistas, racistas, xenófobas, supremacistas, no quieren ver las biblias de la ideología secesionista, ni la represión social del catalano fascismo, no miran las marchas de antorchas nazis, las movilizaciones fascistas que pretenden extender el miedo, la total ocupación de los espacios y edificios públicos que dejan de ser democráticamente de la ciudadanía para convertirse en propiedad particular del independentismo, no quieren ver las constantes amenazas y violencia contra individuos, la represión que ejercen en pueblos y ciudades, en trabajos y universidades, en las relaciones administrativas…

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