martes, 8 de enero de 2013

Metro. Toda lucha necesita aliados


Todas, absolutamente todas las luchas, necesitan aliados, y cuando se trata de una huelga en transportes públicos, con mayor motivo. 

Una parte de cualquier acción política debe contemplar un plan de actuación para sumar aliados, simpatizantes, apoyos,… máxime si se trata de convocar una huelga en el metro y con mayor atención si dicha huelga se hace en día especialmente significativo por su mayor uso, como el día de la cabalgata de reyes.

Parecen claros los motivos para rebelarse, parecen decisiones justas porque la empresa, Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, atenta contra los trabajadores, aprietan las tuercas de los desprecios hacia usuarios y trabajadores, retienen pagas, rebajan salarios, emponzoñan las relaciones laborales, exigen y exigen…

El PP cuando se mueve, busca el apoyo de su enorme ejército de aliados mediáticos, prensa, radio, televisiones… y cuentan con el trabajo de muchos activistas entre sus votantes –que no olviden ustedes, son mayoría desde el Tamayazo, hace ya 10 años- por lo que realizar una huelga en un transporte público, requiere exceso de tacto y explicaciones.

Pero si además esa huelga se celebra con unos servicios mínimos de hasta un 93%, me parece que es un error mantenerla, porque su convocatoria generará un gran cabreo en los perjudicados, miles de personas que quieran llevar a los niños a la Cabalgata, y muy poquito a los gerifaltes peperos, además tendrá muy poco efecto, -servicios mínimos 93%- respecto a dejar inutilizado el transporte público, al tiempo que dará innumerables oportunidades a la empresa y sus aliados para enfrentar a los usuarios contra los trabajadores, que utilizarán para abrir brechas de cabreo entre iguales, es decir, utilizarán para disminuir apoyos a la causa de los trabajadores.

Que sea usted creyente o ateo, es indiferente para librar la batalla de la comunicación con posibilidades de ganar, -el ‘que se jodan’ es una expresión que debería quedar adjudicada exclusivamente al PP-. La cuestión es que se debe estudiar cada acción y convocar una huelga en las mejores fechas y condiciones para reducir fuerzas en la empresa y acólitos, al tiempo de tratar de salir más fortalecidos en las filas obreras y sindicales, lo cual incluye disminuir adeptos a las ideas que difunden insistentemente los ‘ultramedios y la derechona’ en contra de la actividad sindical.

En toda acción sindical y política, habría que tratar de sumar individuos indecisos, incluso hacer dudar a los contrarios, que entiendan que la lucha por los derechos de los trabajadores favorece al conjunto de la población y no solo a quienes se enfrentan directamente, y que es de esa manera como se consiguieron las parcelas de libertad y derechos que conocemos hoy.

El 1 de julio del 2010escribí ‘’ Huelga de metro. Conflicto entre iguales.

Cuando yo era joven aprendí que las huelgas eran un arma utilizado por los trabajadores para presionar a los patronos y conseguir sus reivindicaciones. La esencia de la huelga era crear una situación que perjudicara al patrón lo suficiente como para forzarle a realizar cálculos sobre lo que perdía por la huelga, y lo que le costaría satisfacer la demanda de los trabajadores. Si las pérdidas por imposibilidad de ventas, por daños en el negocio, por daños en la marca y pérdida de clientes etc. eran superiores a la demanda, estaba claro que había que pagar.

El problema del mundo moderno y del sector público en huelga es que a quien perjudican es a los trabajadores, como en el caso del metro. Se hace una huelga contra la patronal por pretender romper un acuerdo colectivo, algo verdaderamente grave, pero se perjudica y atenta contra iguales, decenas de miles de trabajadores, y no contra el patrono, que es el Gobierno de la Comunidad de Madrid, (Aguirre, González, Granados…) a quienes perjudica poquito que deje de funcionar el metro.

Es un conflicto de intereses que generará conflicto entre iguales, problemas para llegar a trabajar y volver a casa, dañarán a trabajadores y finalmente tendrá repercusiones en un cierto desgaste y desprestigio sindical. Con lo fácil que se entienden las motivaciones en las huelgas realizadas en instalaciones industriales y lo difícil que se entienden en sectores públicos y menos si dan por supuesto que todo el mundo estará con ellos. Las huelgas pueden tener un coste de desprestigio y alejamiento de los sindicatos si no son percibidas las motivaciones por los usuarios de los servicios públicos, claramente perjudicados y aquí falta trabajo de explicación, por mucha razón que se tenga. ’’

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