domingo, 17 de julio de 2011

Sobre la deuda, al hilo de unos comentarios, 2

Particularidades de la deuda pública española.
Era muy baja al comienzo de la crisis, pero casi se ha duplicado en 3 años, pasando del 37% al 63% del PIB, Italia está en el doble. La deuda soberana española, de acuerdo con la ‘Memoria de la deuda del Bco. España’, está mayoritariamente en manos extranjeras por encima del 53%, (los datos de hace un mes de V. Navarro son erróneos bien es verdad que al comienzo de la crisis compró la banca española) hoy un 17% la tienen inversores institucionales, fondos, seguros, un 12% las carteras del sistema crediticio, otro 12% las Administraciones Públicas y un 5% empresas no financieras y familias.

La deuda pública está repartida entre un 81% de bonos y obligaciones, generalmente a medio plazo siendo mayoritarios a 3 años y un 18% de letras del tesoro a corto, meses, destacando las de 18 meses. La vida media de vencimiento es alrededor de 6 años y un total de deuda pública de cerca de 600.000 millones de €.

La deuda externa española (público+privada) puede estar en torno a 2.2 billones de dólares y la italiana en 2.3 billones pero con un PIB superior por lo que es relativamente menor, esta última similar a la irlandesa lo cual representa ser relativamente muy superior debido a su muy inferior PIB. Alemania y Francia doblan la de Italia y el Reino Unido la cuadruplica, ambas en cifras absolutas. Italia parece haber agotado su ciclo, además de que la corrupción y mafias pesan como losas, pero las ventajas italianas para poder crecer no las tiene España. Ni somos fuertes exportadores mundiales ni tenemos un gran sector industrial, ni tecnología, ni diseño.

Un problema importante es que nuestros déficit han crecido muy rápidamente por encima del 10% y nuestras posibilidades de crecimiento económico se han desplomado, la burbuja inmobiliaria y crediticia y lo que significaba de apuesta por la especulación y economía financiera y abandono de la economía productiva, del sector industrial, nos ha dejado arrinconados. Esta es una de las contradicciones entre el capital financiero y la economía real, entre la burguesía parasitaria y la productiva que en el caso de España se agudiza mucho más por la larga tradición improductiva de la burguesía.

Bien, el problema no es en teoría, si tenemos mucha deuda o poca ni siquiera si tenemos mucho déficit o poco, el problema concreto es si hoy tenemos posibilidades de financiarlo, si nuestras necesidades de financiación se pueden cubrir a precios que no nos estrangulen el crecimiento. Un déficit de 90.000 millones de euros anuales es altísimo, pero el grave problema es conseguir que alguien nos preste esa pasta. Si no lo hacen, dará igual que sea mucho o poco, nos quedaremos con el Estado bloqueado sin posibilidades de funcionar.

Quiero insistir en este hecho que casi todo el mundo pasa por alto, la discusión no es de cifras a cuadrar o que pudieran coexistir, de si es mucho o poco para nosotros, realidad soñada o deseada. La discusión es muy concreta, versa sobre si tenemos dinero al mes que viene para pagar la educación y la sanidad, si tenemos dinero para pagar las pensiones y a los funcionarios. Si no lo tenemos, el desastre.

Por eso tampoco es extremadamente relevante que paguemos hoy intereses bajos en relación a otras épocas, sino en relación a las coordenadas actuales y a nuestro entorno actual, lo relevante es si el coste de los intereses nos permite financiar crecimiento actual o no. Y aquí un ingrediente a considerar, la financiación de la deuda privada será influida por la pública, tendrá siempre mayores dificultades y precios más altos, por lo que las posibilidades de crecer se ven afectadas por ambas deudas.

Sobre la base de que necesitamos dinero cada mes para comer y alguien nos lo tiene que prestar, la realidad soportada, las cifras ya tienen otras lecturas. Nuestra deuda soberana no es mayor que la de la mayoría, nuestro déficit público es grande, pero nuestra deuda privada es altísima, de las mayores del mundo, y las necesidades de financiación exterior son enormes, hay muy poco ahorro interno. En nuestra deuda privada está inmerso nuestro sistema financiero, ampliamente tocado, una parte quebrado y otra parte resistiendo solo para fortalecer su solvencia. Sus balances están altamente tocados por la burbuja inmobiliaria, reflejan precios de suelos, casas e inmobiliarias muy superiores a los que el mercado dice, por lo que no darán créditos en tiempo, no caerán los precios burbuja rápidamente, lo cual les protege, pero retrasa la digestión del problema alejando las soluciones.

Estas cosas se ven desde fuera e influyen en nuestros prestamistas que ven como se alejan las posibilidades de crecer y por tanto aumentan las de impago. Por otra parte no es la primera vez que los estados tienen que asumir parte de la deuda privada, sobre todo del sector financiero, y este hecho pesa en nuestra contra. Así que la deuda pública puede ser pequeña, pero la privada es altísima y susceptible de sumarse en algún momento, aunque sea en parte.

A lo anterior se une que no hay posibilidades de crecimiento a medio plazo, por muchas razones, entre las cuales está querer reducir el déficit a corto plazo lo que nos deja sin los pocos recursos existentes. ESTA POLÍTICA PUEDE PROVOCAR EL COLAPSO DE ALGUNOS PAISES EUROPEOS. Y aquí si está clara la orientación progresista, la lucha principal debería ser contra la crisis, paro, crecimiento y no contra la deuda. Diferir los esfuerzos de control de déficit a medio largo plazo y poner la carne en el asador del crecimiento. En cualquier caso tanto una opción como otra no impedirían los necesarios reajustes españoles y la realización de reformas pendientes.

La devaluación era un recurso utilizado por España habitualmente para resolver los desequilibrios, casi constantemente, para resolver problemas parecidos,algo menores a los actuales. Era una salida posible que resolvía a corto plazo algunos problemas, pero al poco volvíamos a la casilla de salida, porque nuestros desequilibrios de balanza de pagos son tradicionales. La devaluación era aceptar empobrecerse en relación al resto del mundo, pero se notaba menos por las clases populares, era menos convulso, aparentemente, porque la realidad quedaba ahí y sumaba problemas para la siguiente ocasión. Ahora se está produciendo el mismo empobrecimiento de cara al resto del mundo en un 25%, pero de forma más notoria.

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