lunes, 18 de abril de 2011

Si alguien quería crear un cisma con Libia, lo ha logrado

Copio una respuesta de mi amigo Pepe, dentro del problema suscitado con Libia. Agravado, el lío, con la intervenció última de Aznar, aunque conociendo las anteriores relaciones no tendrían por qué haber extrañado tanto estas opiniones.

Me vale la idea del cisma, porque refleja muy bien la situación de desconcierto de las izquierdas, pero es un cisma sin autor responsable, un cisma provocado por la marcha del mundo, que está cambiando rápidamente y coloca a todos, a las izquierdas también, ante nuevos hechos, nuevas caras, nuevos agentes sociales y situaciones imprevistas, que ponen a prueba la manera de ver y entender el mundo vigente hasta ahora.

La situación es muy compleja, tanto para los gobiernos occidentales, las burguesías gobernantes, la UE, la OTAN, los imperialistas, o cómo los queramos llamar, y para gobiernos orientales (en China se veta la información sobre lo que ocurre en el norte de África), como para las izquierdas.

No vayamos a creer que quienes disponen de más y mejor información -los gobiernos, la UE, la OTAN- tienen las cosas mucho más claras. Por parte de los gobiernos se advierte perplejidad, dudas, división ante lo que hay que hacer o no hacer. Ni siquiera en EE.UU. la decisión de intervenir es tan clara, tan firme como en otros casos, algunos lejanos (Vietnam) otros cercanos (Iraq). ¿Está desconcertado el imperio? ¿Actúa Obama del mismo modo que Bush? ¿Hay diferencias entre uno y otro que merecen ser tenidas en cuenta o el gobierno americano está actuando como siempre?
En Europa sucede algo semejante entre los miembros de la UE, con defecciones (Alemania, cada día más suya, en esto y en la crisis económica) o debilidades (Italia), España a remolque, como casi siempre, y los dos países más favorables a la intervención son Inglaterra y Francia. En la ONU, tampoco hay consenso: la resolución, de compromiso, que permite intervenir, es ambigua como concesión a la abstención de otras grandes potencias para poder aprobarla.

Son especialmente sintomáticos los titubeos del gobierno norteamericano, reflejo de su situación interior, pero que ponen en cuestión el pretendido liderazgo de EE.UU. en el nuevo orden mundial definido por Bush padre antes de la primera guerra del Golfo. El nuevo orden no era tal, sino una situación efímera, porque el mundo se ha seguido desdibujando según el mapa de la guerra fría, donde todo podía ser explicado por la ecuación tensión/distensión entre dos bloques que representaban sociedades mutuamente excluyentes.

Según mi modesto entender, gran parte de la izquierda sigue presa de ese esquema y de viejas fotografías de la descolonización del norte de África, cuando había gobiernos nacionalistas revolucionarios, progresistas y más o menos laicos (el socialismo árabe, el panarabismo), que emprendían reformas, nacionalizaban la riqueza (en algunos casos el 50% del PIB) o repartían la tierra, pero eso es el pasado. Ahora lo que hay son regímenes degenerados, en algunos casos dictaduras personales, o familiares, que son ineficaces, corruptas y represivas. Y Gadafi es uno de estos viejos héroes de la descolonización y de la guerra fría, que ha degenerado en un sátrapa, además de haber apoyado el peor terrorismo (sí, ya sé: los países occidentales también son terroristas, de otra forma; pero por eso les criticamos, así que no veo por qué Gadafi habría de quedar exento).

En la izquierda no había problemas de interpretación de los hechos, -cisma- cuando se producían sucesivamente los levantamientos populares, en un país detrás de otro, porque encajan en el modelo. La cosa estaba más clara: pueblo que se levantaban contra tiranos; hasta llegar a Libia, cuando Gadafi dijo que no se movía y anunció una masacre, que puso en práctica. Eso descolocó a la izquierda. Como otras situaciones similares la han descolocado desde hace años, y entonces se echó mano al esquema de la guerra fría, como hicieron Chavez, Ortega y Castro, cuya "aportación" convenció a muchos: Gadafi no era ya tan bueno como antes, pero los países intervencionistas eran peores, y además estaban movidos por las peores intenciones -el suministro de petróleo, que por otro lado ya tenían asegurado con Gadafi-, y además, como conservaba apoyos, la noción del pueblo rebelde contra el tirano ya no estaba tan clara (no había esa apreciación con el gobierno de Saigón, que también tenía pueblo detrás; ni con Franco, que tenía amplio respaldo social; y aún más con Hitler, pero….), tampoco estaba muy claro quiénes eran los insurgentes: islamistas, monárquicos, resentidos, gente manipulada por la CIA, etc, etc.

Con lo cual, desde la izquierda apoyarles no parece legítimo ni, a corto plazo, electoralmente conveniente. Los libios no son un pueblo revolucionario, sino una mezcla poco segura, luego deben de ser abandonados a su suerte. A pesar de que el Consejo Provisional pida la intervención extrajera.

Para acabar de rematar la idea se acude al argumento, al parecer imperecedero, de No a la guerra, puesto en circulación, correctamente, ante la invasión de Iraq, un país que no había pedido ayuda extranjera ni estaba en guerra hasta que las tropas al mando de USA lo invadieron. Lo que hicieron fue provocar la guerra, que no es el caso de Libia, porque, cuando tardíamente intervinieron los aviones franceses, los primeros en bombardear posiciones de Gadafi, la guerra ya había estallado y los rebeldes llevaban la peor parte, habían perdido territorio y estaban cercados en Bengasi.

Si a la consigna de “NO a la guerra”, se le añaden otras como “Por la soberanía de los pueblos” (si les dejan sus tiranos, claro), y “OTAN no, bases fuera”, entonces ya sí que no entiendo nada.

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