viernes, 15 de abril de 2011

El mundo no se acaba. Pero cambia a gran velocidad, 4

Mi admirado Vidal Beneyto, publicó un libro después de muerto, ‘La corrupción de la democracia’ edit. Catarata, resumen de artículos anteriores, en los que recogía la idea esencial de que la democracia estaba herida profundamente. Desde su nacimiento y esplendor, la democracia se había desarrollado y llevaba años, enfermando. El autor en sus últimos años era pesimista respecto a las posibilidades de cambiar a mejor. Evidentemente el libro hay que leerlo, está plagado de argumentos y sucesos comentados de la corrupción del poder en el mundo actual.

Es difícil estar en contra de lo que escribe, y desde luego no se quieran leer mis opiniones como contrarias a las suyas, pretendo resaltar el hecho a veces olvidado por muchos, que n o por él, de nuestra historia particular en el tiempo. Por otra parte relata un conjunto de problemas que solo por cómo están enfocados arrojan un compendio de ética. Las descripciones que realiza de hechos concretos, los análisis de tendencia, puedo compartirlos, pero me falla la conclusión, en lo referido a España. El que la democracia esté manchada aquí, o sea mejorable, o etc. no tiene que ver con la conclusión, que lleva los síntomas de decrepitud a la época de cuando aquí empezamos a instalarla, finales setenta y década de los ochenta.

Conviene repetir que debemos partir del hecho de que nada se construye y perdura sin retoques, sin rehabilitaciones profundas. Más aún, que no es posible pretender que la democracia es una especie de nirvana sin problemas, sería estúpido. La vida, humana o de cualquier clase, genera problemas siempre, así que cualquier sistema que trate de organizar personas y colectivos tendrá problemas, antes, durante y después.

La manida costumbre de airear los problemas que existen, las vejaciones, corrupciones, etc. etc. tratando con ello de generalizar la necesidad de derrumbar el sistema entero, debería redirigir fuerzas para luchar contra ellas en concreto, y no para derribar el edificio entero sin saber dónde cobijarnos después, sin conocer qué le vaya a sustituir. Romper lo existente sin alternativas es la peor de las soluciones, porque es evidente que de una situación de caos sacarán partido los más fuertes, justo aquellos a los que teóricamente se trata de someter, así ocurre muchas veces, que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.

El problema de lo que Vidal Beneyto expone en su libro, es que las experiencias citadas fundamentalmente, están referidas a Europa y EEUU, o más en su conjunto al mundo occidental surgido después de la Segunda Guerra Mundial y aplicar conclusiones a una realidad surgida aquí en otros momentos y situaciones es demasiado atrevido.

En aquel mundo en el que la sociedad ganadora de la guerra al nazismo y fascismo, implanta una organización democrática, referida sobre todo a Europa genera unas particularidades que para resumir llegan hasta construir el llamado Estado de Bienestar. Que en la construcción de ese modelo social tuvieran implicaciones: los movimientos comunistas europeos, ganadores de la guerra contra el fascismo (una forma de burguesía que aquí triunfó y perduró hasta finales de los setenta, no lo olvidemos), el reflejo proyectado por la URSS y la guerra fría, y por tanto una burguesía con cierta prevención, que ahora da igual que prefiera ceder derechos y compartir o que les fueran conquistados por los pueblos, lo relevante para la discusión, es que desde la finalización de la guerra comenzó la experiencia de una nueva sociedad, en un lado democrática, pero aquí en el lado español, era fasciocatólica, nacionalcatolicismo, dictadura, o como quiera llamarse.

En los años 50, 60 y 70, se produce una profundización democrática en occidente que posteriormente frena por muchas razones, aproximadamente coincidiendo con las crisis del petróleo y la influencia ‘reganiana’, son los momentos de eclosión de la ideología neoliberal y empieza a retroceder ideológicamente el peso e importancia del Estado, de lo público. Pero mientras ocurren estas cosas en las sociedades democráticas, aquí estamos luchando contra el franquismo buscando otras salidas a nuestra particular situación. Y desde luego experiencias muy diferentes podemos contar sobre lo que ocurre entonces en el mundo árabe, en Asia, en Sudamérica, en África, en el Este de Europa…

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