miércoles, 11 de marzo de 2020

Otra mirada. (7) La importancia de la España real

Otras miradas: La importancia de ver la España real

En realidad, la transición fue impuesta por franquistas adictos al Movimiento, pero reconvertidos en demócratas,
gracias al entreguismo del antifranquismo,
sobre todo, del PSOE Y PCE, que caminaron hacia el posibilismo…
Muchos de los apellidos de aquellos poderosos franquistas
 aparecieron en caras nuevas,
‘C’ de España’, página 296
                  
De repente, de un plumazo, estos autores han hecho desaparecer las luchas antifranquistas. ¿Franquistas adictos al Movimiento trajeron la democracia a España? Si escuchamos algo así en la barra de un bar tendría su lógica, y podríamos callar, escrito por historiadores con altos vínculos universitarios publicado y distribuido, es imposible dejarlo sin respuesta, porque introduce una gran mentira como estrategia política en las nuevas generaciones que considerarán la democracia actual como una mierda que no merece la pena defender, ya que, ‘si es como un anexo del franquismo, que no cuenten conmigo’. Mas adelante volveremos al tema del franquismo, transición y democracia, aquí y ahora solo se pretende resaltar un aspecto, la importancia del movimiento feminista -del conjunto del movimiento LGTBI- un componente esencial de la democracia española y sus logros, de los que algunos veremos aquí publicados, y en cuya consecución, nada tuvieron que ver esos franquistas adictos al Movimiento.
La democracia española fue el resultado de la suma de múltiples vectores, conjuntos de luchas diversas, de generaciones diferentes, con objetivos y tácticas distintas, desde los que pretendían una revolución, pasando por gentes que querían ruptura y avanzar a democracia avanzada y otros que pretendían algo menos, en lucha entre ellos y con otros grupos que intentaban contener para que nada se moviera. Dentro de los que empujaban por derribar las señas del franquismo se encontraba como una de las vanguardias, el movimiento feminista, que luchaba por su revolución, algo mucho más allá de cualquier posibilismo.
En el franquismo de los años 40, las mujeres vinculadas a los perdedores, esposas hermanas y madres, eran perseguidas y violentadas habitualmente, todavía en los cincuenta si querían ir a la cárcel a visitar a su marido o padre, sufrían agresiones sexuales como pago de visado, muchas veces las sufrían simplemente por vivir. Un buen amigo que vivió en una de las colonias de pobres en Madrid, me contaba que estaba vigilada por algunos fascistas ganadores, eran individuos que controlaban las entradas y salidas de aquellas casuchas y el encaje laboral de aquellas personas. Este amigo contaba que presenciaba, como el personaje controlador tomaba a una esposa o hija y la metía en una de aquellas casuchas/chabolas para violarla antes de concederla permiso para ir a Carabanchel, o con la amenaza de no dar un parte, chivatazo sobre algún familiar.
En el franquismo había que aguantar toda la vida al marido, no había divorcio, el aborto estaba penalizado con cárcel, y tener un hijo fuera de la institución familiar costaba el repudio y alejamiento de la gente y las instituciones del régimen, el adulterio femenino estaba perseguido y penado. La sexualidad femenina bloqueada, perseguida, y vinculada a parir hijos. Las agresiones a las mujeres se producían, pero sin rastros de su existencia, los hechos quedaban en las tinieblas. Imposible denunciarlos.

Una revolución que ya se producía en los años 60 y 70 en casi todos los grupos de izquierda radical, y de izquierda, aquellas mujeres militantes, las actuales mujeres mayores, luchaban por sus derechos en dos vertientes, la lucha de clases y la lucha de género, no solo hacia fuera de la organización, lo hacían también en el interior de los partidos y sindicatos en los que había una enorme lucha contra el machismo por el feminismo.  Su doble lucha no estaba programada o dirigida por aquellos franquistas, ni siquiera imaginada por esos supuestos planificadores de la transición que los autores citan erróneamente como protagonistas, ‘Areilza uno de los artífices de la transición…’ Ninguna gran transformación social surge de un plan realizado por una persona, imputar los cambios sociales a la idea de alguien, a un protagonista, está fuera de contexto en las ciencias sociales, donde entran en pelea ideas e intereses, luchas y contradicciones de múltiples protagonistas, alianzas que cambian de campo y aumentan las fuerzas de unos u otros en cada momento, cambios en las fuerzas y en la estrategia durante el proceso por intervenciones exteriores, cambios producidos por acciones que despiertan reacciones no esperadas por nadie, imprevistos diarios, movimientos económicos exteriores que afectan a la economía nacional, por tanto a la lucha de clases, etc. etc.

Que en el presente hay rastros del pasado, sin duda, como en todas partes en todas las épocas, nunca se pudo exterminar totalmente un pueblo que compartiera unas ideas, ninguna revolución ni guerra pudo hacerlo. Cuentan que en la Alemania de postguerra, los aliados que la ocupaban se encontraron con un serio problema al intentar reflotarla, para poner en marcha aquella sociedad no contaban con suficientes personas para ocupar los innumerables puestos que requiere un estado, a múltiples niveles de la Administración general y local, policía, sanidad, educación, municipios, abastecimiento, organización de la producción y distribución, … no había gente disponible, por lo que tenían que ocupar dichos puestos los alemanes derrotados, lógicamente seguían siendo nazis. Este ejemplo, tras millones de muertos, debe hacernos entender que, en las transformaciones de una sociedad a otra, de un régimen a otro, siempre habrá aspectos y personas que coexistirán entre lo viejo y lo nuevo, pero, el juicio que hagamos dependerá del porcentaje de cada parte, vieja o nueva, que encontremos en las políticas concretas que se desarrollen y sobre todo en los resultados.
En la sociedad española actual NO es dominante el franquismo, ni sus valores, ni sus dirigentes, ni sus leyes, ni sus prácticas, ni la organización social, política o económica, ni sus relaciones internacionales. En la sociedad española lo dominante son los valores democráticos, otra cuestión es que como en todas partes existan otras ideas, o rescoldos de un pasado actualizado, gentes que pretendan derribar algunos aspectos ya logrados, o luchas por avanzar y retroceder en algunos aspectos, pero existen enormes diferencias que separan ambas, franquismo y democracia, realidades en la vida diaria de cada cual y que proyectan las grandes cifras del estado de bienestar, económicas, sociales, culturales. Franquismo y democracia son muy diferentes, si se pretende juntar ambas sociedades se está ennobleciendo el franquismo, se le está edulcorando, al tiempo se degrada la democracia ante las nuevas generaciones para las que, si les muestran todo como igual, se apuntarán a una u otra según venga el aire ese día. Aquí nos centramos en destacar realidades de la España democrática comparándola con el resto del mundo, y ahora algunas realidades referidas a las mujeres españolas, en una sociedad democrática, más tolerante que antaño, con mayor inserción cultural y laboral de la ciudadanía, con mejores estructuras para participar socialmente. Mas adelante seguiremos profundizando en el tema de la transición, democracia y franquismo.
En España hoy estamos lejos del siglo XIX y del franquismo. La democracia está bastante distante de aquella historia pasada en muchos aspectos, destaca uno en el que las diferencias son abismales, la revolución de las mujeres, ha roto con el pasado en múltiples cuestiones que afectan a toda la sociedad española, incorporando millones de personas al conjunto de la vida social en cualquiera de sus manifestaciones, sea en la calle, en la cultura, el deporte, en el mundo laboral, en la política, en la capacidad de influir de las mujeres en todas las decisiones de la vida,… es altamente diferente respecto al pasado franquista y más allá, sin perjuicio de lo mucho que queda por corregir, de vez en cuando está bien reconocer lo conseguido. Quien pretenda en sus análisis hacernos creer que esta sociedad democrática del siglo XXI se aproxima al pasado franquista, tiene un mal sueño, está fuera de la realidad y debería considerar la revolución efectuada en España por ‘la mitad del cielo’.

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