lunes, 3 de marzo de 2014

La campaña de recuperación del PP fracasará. 2

En el post anterior aclaraba la intencionalidad del PP en extender la idea de recuperación, pretenden con ello empujar y poner en marcha recursos ociosos de algunos individuos y sectores internos, para intentar una llamada de atención a otros capitales exteriores. La intención puede tener su lógica, pero al mismo tiempo está mostrando la carencia de planes globales a medio plazo, lo cual frenará cualquier intento de recuperación sostenida en cuanto pase su efecto de chispazo.

Han pasado 5 años de crisis intensa y todavía no tenemos a escala país ningún plan de salida del túnel, no hay trazados planes sectoriales ni globales de reformas que marquen una dirección hacia la que camina España. Entenderán, que lo que este gobierno llama pomposamente reformas no son más que unos cuantos recortes, muchos sin sentido las más de las veces y otras solo con el sentido de atacar derechos y conquistas sociales –¡Que se jodan!-.

Después de tanto tiempo no conocemos ningún proyecto político que contemple la construcción del país para el medio plazo, lo cual tiene que ver con que ni siquiera tuvimos un relato coherente de lo ocurrido en los últimos 20 años y menos aún un diagnóstico compartido. Relatos de intelectuales, existen, con algunas diferencias, hay explicaciones de individuos cercanos a los partidos, incluso que fueron asesores, pero no han sido asumidos ni utilizados por los partidos en tanto instituciones que los pudieran poner en marcha. Este es un hecho más que permite visualizar el cogollo de la crisis que vivimos en los partidos, en sus direcciones y funcionamiento, en su impermeabilidad social, en su cerrazón para dialogar, en definitiva en la poca capacidad de incidir sobre ellos que tiene la ciudadanía.

Esto es gravísimo, porque al margen de las dificultades para construir un proyecto colectivo en cada partido o en la sociedad, lo que está ocurriendo es que carecen de sentido las medidas, recortes, o pretendidas reformas que se les ocurren, es dificilísimo rentabilizar las distintas políticas, las piezas no encajan en un proyecto global y pierden su eficacia, incluso muchas de ellas son contradictorias entre sí. Recortar las excesivas subvenciones que disfrutaban las energías renovables, eólica y solar, puede tener su lógica, pero cargarse uno de los pocos sectores de tecnología punta mundial que teníamos es una barbaridad. Justificar con el mantra de los recortes, desmontar el entramado de I+D+i que tan cotosamente se estaba construyendo después de tanto abandono, puede suponer décadas de atraso que impidan salir de esta crisis a varias generaciones. Aumentar subvenciones y reducciones de cotizaciones sociales para facilitar contratación puede hundir, todavía mucho más, las cuentas de la Seguridad Social. Profundizar políticas recesivas, hunde las posibilidades de recuperación, lo cual agranda las cantidades a destinar a gasto social y aumenta déficit y deuda, que a su vez aumenta la cifra de intereses a pagar, a pesar de la reducción de la prima de riesgo, recesión que deprime consumo y producción que aumenta mora bancaria de los préstamos concedidos, lo cual dificulta el crédito al necesitar mayores provisiones.

Facilitar los despidos con la reforma laboral, no facilita la creación de empleo, las rebajas salariales no facilitan el consumo, lo cual destroza la demanda interna sin la cual no hay posible recuperación sostenida ni saneamiento empresarial, etc. etc. Amén de que se desarrollan con mayor fuerza las ideas más carcas e inútiles de la derechona española, las viejas recetas de la noche de los tiempos, lo cual está asustando a amplios sectores de derecha española defensores de los mercados, por ejemplo aquellos que están en el entorno de Fedea. Apostar por viejos monopolios oligárquicos, eléctrico y bancario, no favorece el precio y estabilidad de la energía y el crédito, vitales para todos los sectores productivos españoles. Ayudarlos a resolver los problemas de sobredimensionamiento de esos monopolios, su exceso de grandes instalaciones de ciclo combinado y enorme cantidad de préstamos y oficinas bancarias, están encareciendo profundamente todo el sistema productivo, que sin precios competitivos y estables y sin crédito no podrán trazar una senda de recuperación con mínimas posibilidades.

Estas incoherencias y falta de proyecto colectivo son visibles desde dentro y fuera, inversores, mercados, organismos internacionales… lo cual redundará en el fracaso de una recuperación sostenida a medio plazo, apareciendo por ahora los buitres e inversores cortoplacistas cuyos intereses son extremadamente cambiantes, hoy se dirigen a las oportunidades que está ofreciendo la quiebra del país, pero al rato pueden volar a cualquier otra parte. Las cifras españolas de las que presume el PP están cosidas con delgados hilos, un paro gigantesco, desigualdades en aumento, destrucción de la cuarta parte del aparato productivo, caída de la demanda, desplome de ingresos fiscales, ralentización del PIB -que podría haber caído bastante más en estos años de lo que indican las cifras oficiales, a tenor de las caídas de todos sus componentes-, gastos que mantienen un déficit incontenido, deuda pública por encima del 100%, desapalancamiento privado reduciéndose muy lentamente,… todo puede empeorar bastante en cualquier momento. Una crisis financiera europea, una guerra, un conflicto político grave… pueden desatar acontecimientos fuera de control.

Muchos intelectuales desde diversas posturas ideológicas trazan caminos posibles de salida, incluso podrían hacerse coincidir algunos planes, pero los partidos políticos siguen cerrados a cuanta opinión proceda de fuera de ellos, incluidas las ideas de intelectuales cercanos antaño a esos partidos. El Gobierno del PP cortoplacista como siempre fue la derecha española, no tiene proyecto de futuro, -sí de pasado, al que nos quiere llevar- su objetivo es aprovechar la coyuntura con fines electoralistas, su propio interés, mantener sus votantes, quieren hacer solos un camino e imponerlo a toda la sociedad, pero no proyectan salidas para todos. Las soluciones estables  serán imposibles si no son consensuadas ampliamente entre todos, partidos y sociedad.

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