viernes, 12 de julio de 2019

Fascismo catalán en los pueblos (2)

El fascismo catalán está cada día más consolidado, cada día más parecido a los franquistas de la larga postguerra, con sus chivatos por barrios y pueblos, los vigilantes de barriada o bloque decían qué hacer y cómo comportarse a los vencidos, marcaban a los que no asistían a las procesiones y actos colectivos, a los que no van hoy a homenajes a los Hemanos Badia, o a Daniel Cardona, a las fiestas tradicionales donde es fácil encontrar un stand familiar para perseguir al español, o a las procesiones nocturnas con antorchas, igualitas a las que hacían los nazis, o a eventos culturales y tradicionales…entonces igual que ahora informan para que nadie les contratara, para negar permisos, poner zancadillas de vida cotidiana… 


Aquellos alcaldes de municipio o barriada, responsables del Movimiento local, como los actuales, se consideran elegidos por Dios como la nueva clase dirigente de la milicia de la Nación en construcción, ostentan su poder entre las masas vecinales, entonces y ahora con grandes privilegios, decidían si al panadero, o carpintero, se le concedía un enganche de luz para instalar un motor más grande y así desarrollar el negocio, o lo negaban y decidían su futuro, ellos junto con los curas, igual que ahora, daban, conceden, permisos para construir o ampliar casas o negocios, ellos concedían oportunidades de trabajo al certificar sobre la conducta de los otros, o forzaban su despido. 


‘El fascismo utiliza muchas estrategias: el pasado mítico, la propaganda, el anti-intelectualismo, la irrealidad, la jerarquía, el victimismo, el orden público, la ansiedad, el llamamiento al espíritu de la nación, el desmantelamiento del estado de bienestar y la unidad… Los peligros del fascismo radican en la manera especial que tiene de deshumanizar a ciertos segmentos de población. Al excluirlos, limita la capacidad de empatía de los demás ciudadanos y justifica el tratamiento inhumano…’ Escribe Jason Stanley en ‘Facha’. Los franquistas decidían quienes eran anti-españoles, igual que ahora los fachas indepes abrazando su lucha contra la Ilustración deciden quien es buen o mal catalán, quien tiene derechos y libertades y quien carece de ellos. 

Los fascistas defienden como núcleos de actuación directa, organizaciones pequeñas, donde empiezan a extenderse por mayor facilidad de control hacia los otros, aman la tribu, la familia, el municipio rural, la corrala, el sector… porque es sencillo imponer el sentido comunitario de su militancia cotidiana, en el mundo rural entre camaradas las tradiciones tienen mayor peso, es más fácil controlar el amor de los vecinos a la patria mítica, ‘manteniendo a las masas en un estado de movilización emotiva permanente a través de ritos y ceremonias colectivas’, escribirá Emilio Gentile. Será en las fiestas populares de los pueblos donde más fácil se mantiene viva la lengua catalana en la juerga nocturna, y no en las discotecas de Barcelona, donde la noche a altas horas volcará el inglés y castellano, así lo lamentan en uno de los cientos de debates montados en torno a lograr la difusión exclusiva del catalán en todos los ámbitos incluido el nocturno. Lo pequeño es más fácilmente controlable. 

En un pueblo o barrio, el comportamiento de caciques, mafiosos o fascistas es más sencillo de desarrollar que en las grandes ciudades y cobra mayor relevancia el comportamiento fascistoide para oprimir vecinos que cualquier ley. La gran ciudad siempre es más tolerante en sus tradiciones y libertades, está más abierta a influencias de otros lugares y otras gentes, por el turismo, por la diversidad de estímulos y trabajos, los poderes se diversificarán más que en los pueblos; y es mestiza, cuanto mayor núcleo urbano, mayor mestizaje en la población, mas idiomas, mas culturas, mas religiones y menor pureza racial; en la gran urbe, Barcelona y la Región Metropolitana será más difícil sostener la supuesta superioridad cultural o étnica del catalano fascismo. 


Señalar a los disidentes es una práctica típicamente fascista, puede realizarse en el mundo moderno adaptándolo, sin vestir camisas pardas, negras o azulonas, en definitiva se trata de hacer notar diferentes a quienes no lleven los signos identitarios, hoy se utiliza color amarillo, en lazos individuales, o puestos en edificios, calles, puentes, postes de luz, colegios, mesas de votación electoral, banderas en balcones y portadas, en actos públicos institucionales o privados, en actos culturales, tradicionales o deportivos,… en muchos casos los lazos y símbolos indepes son colocados utilizando grúas municipales y bajo la protección policial, forma parte de la fascistización de Cataluña, además cumplen la misión de movilizar adoctrinar y formar grupos de identidad tribal.


Es una práctica fascista que lucha contra los principios ilustrados extendidos tras la Revolución Francesa, esa de considerar iguales en derechos a toda la ciudadanía, los anti ilustrados pondrán la nación por encima de los individuos y en Cataluña hay una práctica ampliamente extendida de marginar y reprimir a los no independentistas. Decía Roger Griffin: ‘El fascismo es un tipo de ideología política cuyo núcleo mítico, en sus distintas permutaciones, es una forma palingenésica (reencarnada) de ultranacionalismo populista’. Marcar a los oprimidos que no creen en la nueva nación, sirve para deshumanizarlos y por tanto justificar dañarles a ellos y a su patrimonio, si fuera necesario asustarlos, pincharles ruedas de coches, pintar sus puertas de casa y negocios, amenazar telefónicamente, o mediante correos, o mediante redes sociales, avisarlos sobre posibles dificultades futuras, comentando en comercios y calles posibles acontecimientos. Otras veces la opresión consiste en no aplicar las leyes del Estado, no prestar ayuda policial, no permitir empleos en condiciones de igualdad, no facilitar colegios o guarderías para hijos pequeños, no conceder permisos de obras, o mandar a los guardias a presionar con multas por comportamientos que pueden incluir basuras, coches, obras, denuncias falsas… 

‘’Cuando una raza es fuerte y victoriosa escribe su grandeza y la transmite a las siguientes generaciones en sus monumentos de piedra: cada sillar arrancado del corazón de sus montañas constituye una letra; el conjunto del edificio el poema de sus glorias. Cuando una raza es floja y cobarde, cuando cae degradada a los pies del vencedor, es que reniega de su pasado y, ella misma, más destructora que el tiempo borra el poema de su grandeza arrancando una a una las piedras del edificio para devolverlo a la nada de donde surgió un día. Mas cuando la raza agonizante, dormida bajo la corrupción de sus vicios, vuelve a darse cuenta de su grandeza pasada y se avergüenza de su presente de humillaciones, recoge piadosa los sillares hechos migajas que las manos amorosas de sus abuelos trabajaran y con fuerzas nuevas, arrancadas del espíritu y del cuerpo, vuelve a levantar el monumento insigne, tablas de piedra donde Dios mismo escribió un día sus leyes y las glorias de su pueblo.
La raza que vence y que se hace noble y poderosa; que cae y que se ensucia hasta el alma; que se vuelve a levantar esperanzada despolvando su vestido, es la raza catalana; Santa María de Ripoll el símbolo de su gloria, que hoy a todos nos acoge bajo sus alas. 

La primera vez en su edad de gloria y de conquista, sintiéndose resonar todavía en la lejanía los alaridos de los califas moros, mientras estos valles se estremecían de alegría bajo el caballo de nuestro conde Guifré, el tronco poderoso de nuestro linaje, el fundador de la nacionalidad catalana, y mientras los cielos se abrían para recibir el incienso y las plegarias de los sacerdotes que este monumento a Dios consagraban.
Àngel Guimerà i Jorge. “Angel Guimerá en la sessió catalanista de Ripoll”. Lo Catalanista, VII/313, 16 de julio de 1893

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