jueves, 18 de octubre de 2018

Gran hallazgo, el derecho a decidir

El gran hallazgo: el derecho a decidir, pero solo la autodeterminación

Quien imaginara la consigna, encontró un filón, está claro que nadie estará en contra de la facultad de decidir sobre su futuro. Sin embargo como toda realidad la apariencia no es igual a la esencia. A la mayoría de gente bien-pensante le parece que esto es lo más democrático y algunos un poco obnubilados, creen que el nacionalismo está dando una lección de democracia a los españoles, ya que interpretan esta reivindicación en clave ciudadana, se pretende ejercitar ‘para saber qué quieren los catalanes’, cuando se trata de una maniobra dentro del proceso de independencia. Para saber lo que quieren hay suficientes técnicas estadísticas y sociológicas, incluidas las elecciones que se celebran cada poco tiempo. Por supuesto sería declarada la independencia si saliera el voto favorable, con mayoría simple afirmativa, sobre mayoría simple presentada, lo cual daría como válido un resultado favorable para declararla del 27%. Aunque si saliera mayoría contraria, como está ocurriendo en las cuatro ocasiones votadas hasta 2018, volveríamos nuevamente a la casilla de salida.


El referéndum debe ser oficial, por lo tanto primero hay que romper el marco constitucional español con la proclamación parlamentaria. En referéndum posterior a la comunidad internacional recomienda un mínimo del 50% de participación con un 55 % mínimo de votos afirmativos.
Asamblea Nacional Catalana. Razón 16

Interpretación: Con solo un 27,5 % de apoyos del cuerpo electoral declararían la independencia. Ninguna comunidad internacional recomienda eso, todas las referencias internacionales de los que aceptan este tipo de situaciones, que son relativamente muy pocos, siempre citan amplias mayorías, y nunca admiten que una minoría de población pueda obtener la independencia.  El 55% de voto afirmativo sobre participación del 50%, representa un 27,5% de población

El resultado sería una regresión, un referéndum sobre la autodeterminación de una parte del Estado, que pudiera decidir una minoría es una revolución fascista. La consulta es muy poco comprometida para el secesionismo, saldría gratis, sin costes añadidos en caso de perder, volvería a empezar al año siguiente desde el mismo punto, y todo resuelto. La utilización de la consigna sobre el derecho a decidir sobre la secesión de Catalunya, ha demostrado ser un arma política de primera magnitud dificilísima de combatir y su instalación entre la gente sigue imparable. A pesar de las dudas que suscita entre el pensamiento progresista, que no acepta que fuera ejercido ese derecho en el pasado por los catalanes en la misma medida que lo hizo el conjunto del pueblo español. Los independentistas lo plantean como una recuperación de algo inexistente, que existió en el imaginario pasado y ahora no existe en su territorio, para lo cual quieren modificar unilateralmente todo el marco jurídico legal que lo hizo posible en el conjunto de España desde la Transición.

La autodeterminación no se contempla en ninguna constitución, solo está reconocida por la ONU para territorios coloniales, mediante la resolución 1514, de la XV sesión de 1960 aplicada al Sáhara; y la resolución 2625 de 1970, del XXV período de sesiones  que reconoce la libre determinación para territorios colonizados y oprimidos, -libre determinación que separa de secesión de estados ya constituidos- es decir reconoce el derecho a la descolonización en territorios dominados, gobernados y explotados por extranjeros, sobre poblaciones sin derechos a decidir organización social, ni económica, ni gobernantes, ni leyes, algo extremadamente alejado de Catalunya, resolución que se redactó en referencia a las colonias del tercer mundo.

Quienes deciden hoy en Cataluña sobre la mayoría de cuestiones que afectan a la ciudadanía, son los políticos soberanistas y la burguesía catalana, tan carcunda como la españolista que ponen de ejemplo como enemiga,  los soberanistas copan todos los poderes, controlan los medios de producción, fábricas, negocios, comercios… pasando por las tribunas mediáticas, prensa, radio, televisión… la cultura, el deporte, comercio, la banca, la política… y las direcciones de todos los partidos como indica la deriva que ha tomado el asunto, de tal forma que la igualdad de oportunidades entre diversas posturas no existe, ni en la calle, ni en las instituciones, ni en los medios, ni en la ley electoral que prima el interior rural, sobre las grandes concentraciones urbanas.

Los conflictos de clase han desaparecido de la faz de Cataluña sustituidos por el identitario nacional, como los franquistas en mi niñez, dicen: ‘todos juntos empujando el carro con los mismos intereses’, aunque esos intereses lógicamente serán los del grupo dominante, suena antiguo. La vida no es solo un conflicto en torno a la producción, los problemas que nos invaden son transversales en gran parte, de sexo, ecológicos, de raza, de religión… de identidad, pero una cosa es que existan conflictos cruzados y otra que hayan desaparecido como por ensalmo todos los conflictos anteriores quedando todo reducido a la autodeterminación.

Esto es una revolución, dicen quienes lo apoyan y surgen preguntas ¿Los trabajadores tendrían ese derecho a decidir, sobre objetivos de producción, nivel de salarios, condiciones de trabajo, horarios, ritmos… en fábricas y tajos, comercios y bancos? ¿Una vez conseguido, los vecinos decidirían sobre qué construir en los suelos del territorio, dónde poner parques y escuelas, cuantos metros edificar en cada bloque, a cuanta distancia del mar…? ¿Por qué no el derecho a decidir sobre la política de austeridad?, por ejemplo, en relación a la urgente reforma fiscal que debería hacerse, sobre los impuestos, tipos y cuantías que las empresas y los más pudientes deberían pagar. La revolución que se anuncia concederá Derecho a decidir, en qué partidas recortar, a quienes subir y bajar sueldos, en qué sectores y empresas invertir y cuanto. No conocemos que los documentos sobre la secesión contemplen conceder un Derecho a decidir sobre las condiciones de trabajo y pensiones, sobre implementar urgentemente planes masivos de empleo en nichos y sectores productivos, decidiendo sobre inversiones a utilizar, los recursos que ya existen por muchos rincones –Catalunya Caixa recibe 12.000 millones de € ayuda pública del Estado -

Las gentes que se movilizan por la independencia no tendrán Derecho a decidir sobre la justicia a los Pujol, y a los corruptos del 3%, no podrán decidir sobre cómo deben reprimir las fuerzas de seguridad las manifestaciones de los indignados cuando se celebran en espacios públicos, incluso no decidirán si deben ser reprimidas las corrupciones, o mejor todavía, no podrán decidir a quienes deberían detener y violentar, a los corruptos catalanes, a los recortadores de derechos sociales que venden a bajo precio la propiedad colectiva como la sanidad y la educación…Derecho a decidir sobre la ley electoral… con cuanta proporcionalidad, eligiendo la circunscripción electoral y número mínimo de diputados elegidos. Derecho a decidir a las mujeres sobre el uso de su cuerpo y sobre cuestiones de brecha salarial y de igualdad de representación y al conjunto de personas sobre las libertades civiles, laicas. Sería necesario poder decidir sobre el tipo de energía a desarrollar y sobre los precios de producción que no utilicen el coste más alto que deja inmensos beneficios a los que producen barato, como actualmente. Esta secesión habla de conceder mayor derecho a decidir sobre la protección de bosques, espacios naturales y costas… ¿Por qué no decidir sobre ayudas bancarias a las Cajas catalanas  y sus condiciones de retorno?, y mientras se producen, decidir sobre su gestión ¿Acaso estas cuestiones son más difíciles de lograr que la secesión? O simplemente no están en la agenda.

El liberalismo, los neoconservadores, Reagan, Thacher, Aguirre, Aznar, Pujol, Mas… se llenan la boca diariamente de la palabra libertad, reclaman a los gobiernos y a la sociedad su derecho a decidir. Quieren gastar lo que ellos decidan, en lo que quieran, decidir cuánto pagar de salarios y con qué derechos contratar, reclaman poder decidir en donde invertir y cuanto cobrar por el uso de sus carreteras, sus escuelas, sus hospitales, que dicen es su derecho construir… porque según su patrón de libertades, todo el mundo debería decidir libremente qué hacer con su vida, pero sin el Estado de por medio, sin leyes, lo cual deja el terreno expedito para los poderosos. Las libertades que el neoliberalismo predica, el derecho a decidir que ellos reclaman, es la libertad de los poderosos de llevar el dinero que consigan explotando a millones de personas a un paraíso fiscal… Esa es la revolución propuesta por la autodeterminación.

Dirán que esto no tiene que ver con el derecho a decidir que reclaman los catalanes, pero en cuanto derecho a decidir es similar, unos pueden reclamarlo desde posiciones nacionalistas y otros desde posiciones rojiverdes, o malva-negras; desde posiciones religiosas o laicistas, se puede reclamar desde posiciones burguesas o proletarias, lo pueden reclamar los ricos y los pobres…
Todos quieren tener derecho decidir. ¿O no?  ¿Es ilimitado en el tiempo? ¿Todos los territorios, aldeas, ciudades, regiones… tienen el mismo derecho? ¿Todos los individuos lo tienen, quien los designa? ¿En las fábricas los obreros tendrían derecho a decidir?

Despotricar y maldecir a menudo olvida que el pueblo español -y catalán- actuó como sujeto político y ejercitó repetidamente el derecho a decidir en numerosas elecciones, y decidió viviendo en las antípodas de los negros estadounidenses, a pesar de las proclamas de los dirigentes indepes que pretenden asimilar dichas luchas y las condiciones de vida y represión de libertades de los afro-americanos con los que se quieren comparar, lo cual es un insulto brutal a la inteligencia humana. Nuestra realidad social y política fue construida por muchas sensibilidades distintas en la Transición, con mayor peso de unas que de otras, sin duda, pero esa nueva legitimidad creada en ningún caso formó un apartheid con grupo poblacional alguno.

El derecho a un referéndum, para saber, reclamado en Catalunya, se transmuta realmente con un referéndum sobre la independencia, revisable anualmente si no sale el resultado apetecido –juro que lo he leído y escuchado a los independentistas, como cualquier otra elección, decían- pero no piensan el derecho a decidir para los supuestos anteriores, porque los partidos tradicionales y los nuevos están dirigidos por individuos de procedencia burguesa, propietarios o herederos de activos, o instalados en la casta que buscan su lugar en el poder político y no pretenden decidir sobre la organización social, solo sobre la autodeterminación.

Los independentistas sobrevenidos y una parte de los antiguos han interiorizado que todos los males que padecen son culpa de los españoles, de los otros, y además los otros, son todos iguales en su identidad maligna, represora y explotadora, mientras ellos ungidos por un espíritu santo, recién nacidos sin mácula, limpios de cualquier pecado. Así me apunto hasta yo, al bando de los buenos, por supuesto, si puedo elegir sin costes, no me voy a apuntar con los malos. El sentimiento independentista ya existía desde mucho tiempo atrás, lo nuevo ha sido la cantidad de gente que se ha sumado, con ilusionantes perspectivas mágicas que orientarán su nueva vida formando parte del grupo de los buenos, algo que no encuentran por otras partes, al tiempo que les brinda la tranquilidad de haber localizado a los culpables de todos sus males.

Todo el esquema propagandístico planteado por el secesionismo, se ha apropiado del principio democrático del derecho a ser independiente, repartiendo carnets de demócratas al viejo estilo franquista, los que tuvieran otras ideas no son demócratas, y encima omite una realidad actual que pesa sobre todo estado o nación. No existe la autonomía absoluta en el contexto político global europeo de hoy, la soberanía es compartida, así que el derecho a referéndum sobre autodeterminación, pretendiendo estado propio inserto en la UE –al margen de su extrema dificultad- es bastante ilusorio, por cuanto la pertenencia obligaría a compartir el derecho a decidir sobre múltiples cuestiones económicas, legislaciones sociales, política exterior, procesos fiscales, monetarios, políticos,...

Tenemos soberanía compartida, que implica no tener derecho a decidir devaluar la moneda, que es común, no podemos decidir emitir moneda para inyectar liquidez, que disolviera la deuda y proyectara crecimiento, no tenemos independencia para implantar una tasa Tobin, sería inutil si no se instala en el resto del espacio europeo, no tenemos derecho a mantener una guerra frontal contra los paraísos fiscales, porque sin la cooperación de la eurozona será imposible, etc. etc. Nadie en el mundo tiene soberanía absoluta, todo está interrelacionado en un mundo global.  Así que, si quieren jugar, pues derecho a decidir para los de Barcelona y Tarragona y Sabadell, Galapagar y Gandía y… cada año un referéndum para ver si Tortosa se va, o ¿una vez logrado se eliminará para el resto? Por descontado los lugareños de Vic, podrán declarar la guerra a Francia, en el ejercicio de su derecho a decidir. Todo territorio naciente genera nuevas minorías dentro del mismo, según su postulado, deberían tener el derecho a independizarse y decidir sobre su futuro en cada momento. Una insensatez la dichosa consigna.

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