lunes, 8 de octubre de 2018

El independentismo, una forma de neoliberalismo


Independentismo catalán, una forma de neoliberalismo

¿El retorno de impuestos a los mismos territorios? pero, ¿por qué tiene que haber retorno  a los que pagaron? devolver el dinero de los impuestos a los ricos se pretende revolucionario, romper el criterio de solidaridad interterritorial español, y europeo, se presenta como revolucionario.  A un neoliberal se le ocurre la feliz idea de denunciar que los impuestos son una carga, dinero de nuestros bolsillos que nos obliga a pagar el Estado, pagamos sin obtener nada a cambio, gritan los pagadores y pretenden que les ayuden a lograrlo. Quieren olvidar las luchas históricas del movimiento obrero por recuperar una parte de la plusvalía que le arrebataron, pretenden tapar tras la cortina secesionista la historia de conquistas posteriores a la II guerra Mundial.

Acabada la Guerra había millones de obreros armados, derrotados los fascismos y con un sistema comunista que hacía competencia al capitalismo, aconsejaban repartir parte de la plusvalía, reducir desigualdades, y una de las vías que se utilizó fueron redistribuir los impuestos recaudados por el Estado hacia los más necesitados pagando un salario social como forma de asegurar la paz a cambio de unas condiciones de vida que garantizaran educación, sanidad y mantenimiento en los días de imposibilidad de trabajar, por paro, enfermedad o vejez.

En Europa se formalizó un contrato social que tomó el nombre de Estado de bienestar, que dura hasta hoy. Tras la derrota de los sistemas comunistas a finales de siglo, la globalización y la interconexión de mercados productivos y financieros, los ricos del planeta, entre ellos los catalanes, creen llegado el momento de eliminar los impuestos, consideran superflua esa contribución que hacían para garantizar la seguridad y el equilibrio de una sociedad. Lo empezaron formulando en la época de Reagan y Thacher, entonces lo formularon bajo la teoría de dejar los impuestos en manos de los ricos, porque decían que ellos generaban actividad económica y así caerían unas migajas al resto, posteriormente trasladaron la producción industrial a los países emergentes con ínfimas condiciones laborales y mínimos derechos evitaban los costes de salarios occidentales mientras su dinero volaba de un país a otro. Se extendieron  por todos los rincones paraísos fiscales y leyes con subvenciones, exenciones, y puertas abiertas a toda treta fiscal… y ahora, nos quieren convencer los independentistas de que los impuestos deben quedarse en casa de quien los paga, que suena realmente a que los impuestos son para quien los paga, exigiendo su devolución, un eje de la autodeterminación.

Según su argumento, ¿tendremos que devolver los españoles, miles de millones de ayuda comunitaria que hemos recibido de la UE? Durante años pasados hemos sido uno de los países del mundo que mayor volumen de ayuda haya recibido  nunca, en cifra superior a lo que representó en la posguerra mundial el Plan Marshall estadounidense en Europa. También recibió ayudas de la UE Cataluña. Un principio de política europea es el de los que más tienen deben contribuir en mayor medida, con el que manifiestan disconformidad los independentistas catalanes. Mala tarjeta de presentación para solicitar la entrada en un club que tiene establecida como una de sus reglas obligadas la contribución solidaria de las regiones ricas hacia las regiones pobres, porque ¿alguien duda de que una supuesta Cataluña europea tendría que contribuir a la UE? La contradicción de postulados secesionistas es permanente, presumen de sus buenos datos económicos para convencer a la audiencia de que si los utilizaran para sí mismos serían todos más ricos. Pero, precisamente dichos argumentos de potencialidad económica justifican su contribución solidaria, en España y en Europa, que es contra lo que protestan.

Porque efectivamente los impuestos los pagan personas y empresas pero, el retorno vía inversiones y gastos presupuestarios se refiere a los territorios, a los ayuntamientos y a las comunidades autónomas.
Argumentario independentista, razón número 33.

En el imaginario secesionista no existe la redistribución, uno de los aspectos más importantes del estado moderno se hace desaparecer, precisamente lo cercano a las izquierdas, aquello que fue considerado revolucionario, igualdad, libertad, solidaridad o fraternidad. La filosofía contenida en el párrafo anterior, -razón 33- es abiertamente neoliberal, dice, los impuestos para quien los paga, que los devuelvan. La teoría sustentada por los soberanistas dice los impuestos pagados por quienes viven en La Moraleja o en el barrio Salamanca de Madrid, en Pedralbes o las Tres Torres en Barcelona, tienen que retornar a esas personas que pagaron, o a invertir en sus barrios, pero entonces ¿por qué pagarlos, para qué hacer la pantomima y el gasto de recaudar para devolvérselo a  los mismos? Si aceptamos que lo normal es retornarlos a su origen, apoyamos el criterio de que se queden en sus empresas y bolsillos, que es realmente lo que dicen los ricos del mundo y los defensores del neoliberalismo.

Supuesto que el cuadro inicial fuera cierto, -lo cual hay que poner en duda por la experiencia repetida de manipulación- la idea que transmite la propaganda es lo esencial, la solución que proponen parte de la filosofía neoliberal y aplica modernas técnicas xenófobas, la culpa de todos los males la tienen los extranjeros, los españoles nos roban nuestras riquezas, nos quitan nuestro trabajo, ellos se llevan las ayudas sociales que te daríamos, los otros culpables… Están diciendo ‘dejemos de pagar sus vicios con nuestro dinero, porque ya se sabe, son vagos, que no quieren trabajar’… los recortes en Cataluña son culpa de ellos, porque se llevan nuestro dinero los vagos andaluces. Lo increíble, lo peligroso, es que esta argumentación se haya extendido como la espuma entre individuos que se decían de izquierdas.

O no es tan raro, porque situaciones similares confirman las encuestas sobre las bases sociales de apoyo de los partidos ultraderechistas y xenófobos en Europa en territorios de antiguos votantes a partidos obreros. Llevan al simplismo de meter en un saco a los españoles y en otro a los catalanes. Dos grupos en el que todos sus integrantes se hacen aparecer como iguales, para fabricarse un enemigo fácil de identificar, simplifican y retuercen la realidad para auto posicionarse cómodamente en el bando de los buenos, lo cual es el criterio utilizado por los xenófobos, extienden el miedo a los diferentes, los de fuera y generan hostilidad y rechazo hacia los otros por peligrosos, por lo que hay que identificarlos y marcarlos para separarlos.

Limitar el problema de la secesión catalana al reconocimiento de un sentimiento indentitario oprimido, es estar ciegos ante la importancia de los aspectos económicos en el impulso que han dado ERC/CiU y en la toma de decisión por parte de las élites catalanas a favor de la independencia. Ambos aspectos –identidad y economía- influyen fuertemente en la cuestión de captación de voluntades. Ambos aspectos requieren explicaciones si pretenden convencer de su injusticia y regresión a miles de personas que ya los han  asumido como propios, y encima bañados con un halo revolucionario para justificar cómodamente la postura individual de independentista sobrevenido.  Imposible vencer sin convencer, dejar como único camino el aceptar el enfrentamiento que está en la base de la idea nacionalista de exclusión es un error, por insuficiente. Aunque para convencer se han perdido muchos años, ahora será más difícil, porque una vez tomada postura, las personas buscan reafirmarla buscando ideas en su grupo rechazando leer/escuchar a otro distinto al suyo.

Esta es una secesión liderada por argumentos de ricos que se quieren largar, llevándose sus pertenencias, su territorio con todo lo en él contenido, con gran aparato populista, y por supuesto apoyados en sentimientos catalanistas reales, ya que toda coartada necesita partes de verdad para ser realmente creíble. Una parte de los privilegiados, una parte de las élites económicas y políticas catalanas, se dicen ‘hasta aquí me sirvieron los españoles, a partir de ahora, en un mundo globalizado de poco me valen los mercados nacionales y menos en una Europa comunitaria’, en la que creen poder estar por sí solos, además quieren pagar menos impuestos en un estado nacional hecho a su medida, lo cual significará menor redistribución, menor estado de bienestar catalán. 

Anuncian la reducción del salario social,  reducir el estado de bienestar, como forma de abaratar costes, ya me dirán cómo es posible con una deuda superior a 40.000 millones de euros –en 2012-. Piensan en tener menos regulaciones y mayor facilidad para saltárselas, consideran que es mejor que los capitales sean globales, hoy más sencillo que antes, y las cortapisas para ellos, dicen que siguen siendo españolas.  El modelo de sociedad que se vislumbra no es precisamente revolucionario, en el sentido que manejan las izquierdas, al revés, parece un modelo social similar al americano, menores impuestos, menor gasto social y mayores diferencias, alejándose de la sociedad europea que conocemos.

El independentismo es una forma de neoliberalismo apoyado en la libertad del dejar hacer, dicen los poderosos, los ricos y corporaciones: dejarnos ser libres, aquello que me impida hacer lo que quiero no es bueno, que nadie me obligue a pagar impuestos, lo democrático es hacer lo que quiero. Están convencidos de que su importancia económica en medio de mercados financieros globalizados, les posicionará con el norte junto a los privilegiados de Europa, -interesante opinión norte sur de Gil Calvo- y encontrará mejor financiación e integración separada de los pobrecitos españoles. Lo cual es una contradicción entre lo que piensan las élites, y lo que escriben y difunden para sumar independentistas, el mensaje hacia fuera, habla de una Cataluña rica y próspera, mientras que el difundido al pueblo es el de una Cataluña empobrecida por la explotación española. Por supuesto nunca aparecen culpables catalanes de corrupción y prebendas, nada sabemos de culpables catalanes por la enorme deuda de Cataluña, ni su responsabilidad en las políticas de recortes...

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