jueves, 26 de julio de 2018

El proceso de secesión no es progresista

EL PROCESO DE SECESIÓN NO ES PROGRESISTA 

La secesión unilateral de parte del territorio en un Estado democrático que respeta los derechos fundamentales de su población (incluyendo los derechos culturales o lingüísticos de las minorías en su seno) es contraria al ideal democrático pues priva de los derechos políticos a gran parte de la ciudadanía a la que se impide participar en dicho proceso.
En este sentido, el conjunto de decisiones que se han ido adoptando por parte de las instituciones de Cataluña — señaladamente las leyes de referéndum y de transitoriedad aprobadas los días 6 y 7 de septiembre por el Parlamento de Cataluña vulnerando la normativa parlamentaria que garantiza una deliberación y tramitación pulcra— son profundamente antidemocráticas además de groseramente inconstitucionales. Su aplicación en la forma de una declaración unilateral de independencia (DUI) constituye un golpe de Estado. Manifiesto Profesores Filosofía del Derecho-El País
No es progresista un comportamiento que pretende conducir a miles de seguidores al futuro haciéndoles creer en la magia, engañar con que un conjuro de brujería, o como se llama ahora, la independencia, puedan resolver los problemas de paro, desigualdades, precarización, migraciones… de esta sociedad catalana del siglo XXI, inserta en España y Europa, es lo más parecido a la difusión de emociones religiosas anteriores a la Ilustración como cura para todas las miserias humanas en el lejano paraíso. Antiguamente, hasta el XVI toda la población, y posteriormente una gran parte de ella, se apoyaban en la existencia de dioses, magia y brujería, como elementos con los que explicar, enfermedades y muertes, los desastres de las guerras, el hambre y todas las miserias humanas,… con esos elementos miraban al futuro elaborando predicciones y conjuros.

Los movimientos obreros del XIX y XX, anarquismo, comunismo, marxismo, utilizarán los avances de la Ilustración e incorporarán sus criterios laicos, científicos y humanistas, valores ilustrados, a sus fundamentos teóricos y prácticas políticas, aplicarán la nueva ciencia del hombre y el cosmopolitismo adaptándolo a situaciones y objetivos concretos. A esa amalgama de movimientos sociales, de luchas, objetivos y prácticas distintas, se la denominará como las izquierdas, en plural, por distintas. -‘Un mito: la unidad de las izquierdas-. Izquierdas y progresismo fueron conceptos que pudieron ir hermanados en muchos momentos en diferentes lugares, pero hoy se han separado en Cataluña. Gentes de izquierdas dan soporte a la reacción nacionalista, aceptan tranquilamente sus postulados teóricos racistas y xenófobos, abrazan ideas que pretenden diferenciar y separar a ciudadanos iguales, defienden el nacionalismo que premia linajes, apellidos, tradiciones y símbolos basados en viejos pasados inventados, mientras castiga a otros ciudadanos que quieren igualdad de derechos, o simplemente no siguen la corriente soberanista, están sosteniendo comportamientos supremacistas. Esas gentes dan soporte a estrategias y comportamientos que han dado a luz el concepto de izquierda reaccionaria al abandonar la razón y el ‘’humanismo que privilegia el bienestar de hombres, mujeres y niños, individuales por encima de la gloria de la tribu, la raza, la nación o la religión. Son los individuos, no los grupos, los que son ‘sintientes’. Steven Pinker, ‘En defensa de la Ilustración.’ Paidós, 2018.

Imaginen qué podría haber mejorado en caso de que las fuerzas de izquierdas hubieran combatido el paro y la precariedad laboral en Cataluña y enfrentado la corrupción de los gobernantes catalanistas, que éstos han resuelto ante la gente con un simple cambio de nombre y una desviación de miradas hacia otras cuestiones, ayudados eso sí por quienes algún día tendrán que rendir cuentas. Durante muchos años los principales problemas de los catalanes, han sido el paro y la precariedad, según las encuestas del CEO, excelente servicio de estadísticas de la Generalitat, las respuestas eran abrumadoramente mayoritarias tanto si se referían a sí mismos en lo personal, como si eran referidas a problemas generales del territorio -Aquí datos de una serie 2008-2012 y otro formato para 2016, años de proceso secesionista-. Entenderán que viendo esos datos no se pueda considerar que el pueblo diera un mandato a sus representantes para luchar por la independencia, durante muchos años estos resultados han sido obviados por la representación política catalana, cuyo poder en manos soberanistas solo se ocupaba de preparar y alimentar la independencia, pero sobre todo han sido tapados por los izquierdistas, se han cegado por arropar al nacionalismo, y abrazar sus postulados xenófobos dejando al margen la lucha por resolver los problemas que reclamaba la mayoría de los catalanes. La izquierda reaccionaria.

No puedo considerar progresistas a viejos colegas, antiguos activistas antifranquistas, que abandonan el racionalismo para identificar problemas sociales y buscar soluciones concretas. Viejos antifranquistas creyeron al nacionalismo, tuvieron fe en sus leyendas de pasados idealmente prefabricados, olvidando que cientos de años atrás, hasta donde se quieran remontar, todo era miseria, represión y muerte,  única forma de vida para la amplia mayoría de pobladores que carentes de techo y sin poder llevarse un mendrugo de pan a la boca, morían presa de innumerables enfermedades, por asaltantes y bandoleros, por las guerras y represión de amos y señores, obligados y callados por curas y guerreros que los mantenían en la ignorancia y el sufrimiento, que decían, resolverían en el Paraíso.  Pueden encontrar cientos de datos y fuentes documentales sobre mejoras de la humanidad en el libro de Pinker. Aquel tiempo al que se abrazan los independentistas, nunca permitió decidir a los pobladores de Cataluña sobre sus vidas, ni sobre los detentadores de poder, ni sobre nada… La capacidad de votar de toda la población, sin cortapisas tales como censos de propiedad, sexo, edad u otras,  la facultad de decidir de hombres y mujeres catalanes, es muy reciente, plenamente con la democracia de 1978, como lo es su posibilidad de vivir bajo techo, disfrutando de enseñanza para todos desde la niñez y ser asistidos en enfermedades y vejez. Comparar aquellas instituciones de hace siglos con las actuales es un insulto a la inteligencia. Vean una imagen de lo que ocurría en aquellos tiempos.

‘’En época de Francisco de Borja, tres factores enquistaban peligrosamente el problema de los bandos. Por una parte, la trascendencia alcanzada por los dominios señoriales en las primeras décadas del siglo xvi, que iba limitando los márgenes de actuación de la monarquía y de la Diputación en el Principado y los Condados. La mayor parte del territorio quedaba al margen del realengo, con lo que fue necesario ganarse a las facciones señoriales para pacificar mínimamente Cataluña. Aunque sellar alianzas entre grandes familias era a menudo crearse nuevos enemigos. Los pactos eran una puerta abierta a fidelidades, lealtades, patronazgos e influencias... y a todo lo contrario por parte de los clanes enemistados. Los desafíos y las guerras privadas estaban a la orden del día y provocaban numerosos problemas entre crueles carnicerías prolongadas en el tiempo de una manera atroz, como subrayaba Borja en una carta a Francisco de los Cobos en 1539: «la consiensia no me suffre callar [...] ha habido más de 300 muertos en Castellbò» y solicitaba inmediatamente medios para que las víctimas «no vengan a ser 300.000».
…/…
El bandido distaba de ser, de este modo, un personaje marginal. Hasta el extremo que quien pudiera ser el paradigma de señor bandolero del momento era una personalidad de la relevancia de Lluís Oliver de Boteller (c. 1487-1556). Infeudado como vizconde de Castellbò en 1528, fue el genearca de un linaje que a lo largo del siglo xvi dio tres presidentes de la Diputación: Francesc Oliver de Boteller, prior de la Seu y hermano del vizconde, y los hijos del vizconde el canónigo Pere Oliver de Boteller y el abat de Poblet Francesc Oliver de Boteller, ya en época más avanzada. Como en otros casos, lo importante no fue tanto el individuo como su linaje. De ahí que el matrimonio arrostrara alianzas y enemistades. Oliver se implicó por sus nupcias con Jerónima de Riquer en las luchas faccionales en Lleida entre los Riquer y los Rius-Olzinelles’’
Bernat Hernández, Universitat Autónoma de Barcelona, ‘Bandos y piratería en la Cataluña del Siglo XVI. Las actuaciones del Virrey Francisco de Borja (1539-1541)’

El proceso de secesión bucea en el nacionalismo, formando grupo con Le Pen, Trump, Salvini, Farage, Jaroslaw Kaczynski, Viktor Orban… una ideología excluyente y xenófoba que considera enemigos a los otros, a los que no son como ellos los tratan como extranjeros que identifican con los que piensan diferente. El procés camina hacia atrás, es la guerra anti-ilustrada, un régimen social, cultural y político basado en la credulidad voluntaria…Hay que entablar  un combate del pensamiento contra los saberes establecidos y sus autoridades, un combate del pensamiento en el que se confía una convicción: que pensando podemos hacernos mejores y que solo merece ser pensado aquello que, de una u otra forma, contribuye a ello. -Marina Garcés, ‘Nueva Ilustración radical’-. La izquierda siempre combatió contra los poderes establecidos, ¿por qué no en Cataluña, donde los poderes establecidos son independentistas?

El proceso a la independencia es la negación de la racionalidad como elemento de vida y conciencia para interpretar la realidad, como forma de crítica y deliberación de búsqueda de alternativas a problemas sociales. El proceso de autodeterminación hunde sus raíces en viejas teorías supremacistas enredadas en diferenciar ‘la raza catalana’ del resto de lo español, considerándose a sí mismos superiores y elegidos para guiar al resto, se alimenta de esencias de un pasado idealizado, que nunca existió, construido en negativo, como contraposición a lo español, considerado extranjero y por tanto enemigo. –Abundante documentación en ‘La Raza Catalana’ I y II, de Francisco Caja, Ediciones Encuentro-.

No es progresista abrazar ideologías que consideran a unos individuos superiores a otros, que buscan y rebuscan para utilizar factores genéticos, étnicos y lingüísticos, como fuente de derechos y reconocimiento de superioridad, lo progresista es luchar contra ello, para empezar denunciándolo. Una persona que se quiera progresista no puede dejar de criticar los objetivos y los medios independentistas, no puede callar ante las mentiras vertidas en sus campañas de propaganda, porque el ideal de la razón y la ciencia no deben esconderse ante la realidad. La búsqueda de datos debe estar presente ante las ideas de: ‘España nos roba’, ‘Cataluña es una colonia’, ‘Los catalanes carecemos de derechos civiles’… defender la mentira para identificar problemas y la magia como solución de los mismos, formó siempre parte de la carcunda. Durante años hemos escuchado a simpatizantes del independentismo que pretendían salvar su conciencia proclamando ‘yo no soy nacionalista, pero’… exactamente igual que cuando oímos aquello de ‘yo no soy racista, pero esos negros…’ Apoyar, por acción u omisión, que andaluces y extremeños, murcianos y castellanos, gallegos y cántabros… explotaran durante años a los catalanes es pura basura, carcunda.

El proceso de independencia funciona ofreciendo ilusiones futuras, a elegir por cada cual la que convenga, está siendo impulsado cosiendo en una ristra toda reivindicación que se manifieste por cualquier parte, por cualquier grupo, con la promesa de soluciones inmediatas en la nueva nación independiente. Eso sí, sin ofrecer soluciones concretas a nada. En un tiempo de realidad líquida, inconsistente, de inmediatez en las pretensiones y querencias de amplios deseos, de necesidad de encontrar respuestas para satisfacerse instantáneamente, en este tiempo, cualquiera que ofrezca tocar fácil y rápidamente el botón o la pantalla para actuar, tendrá mucho ganado para movilizar voluntades. El procéss además, metió en la coctelera una enorme crisis económica y política. Fijó objetivos edulcorados, emocionalmente funcionan como inhibidores para trabajar, investigar, criticar y buscar salidas concretas a los problemas actuales, además, asegura poder lograr todos los objetivos, rápidamente, sin esfuerzo y sin costes para nadie... como si cuando en la acción de apagar la luz un día, salváramos el Planeta, todos los que lo hacen pueden sentirse contentos, pueden contar a sus amigos que ellos han participado en la salvación del mundo. Por el contrario, cualquiera que se oponga a lo anterior será considerado un gafe, un extranjero, extraño a la comunidad, por tanto susceptible de ser apartado y castigado.

No es progresista un golpe de estado que pretende la secesión de una parte del conjunto, en un país democrático, como España en el Siglo XXI, insertada en la Unión Europea conjunto de países democráticos con un alto estándar mundial de libertades y derechos. Lo progresista es impedirlo. España participa en el entramado político e institucional de los países de la UE con quien comparte un elevadísimo porcentaje de leyes, procedimientos y normas, comparte gran parte de la política de seguridad y de la política exterior, amplias relaciones comerciales, tecnológicas, culturales, y una gran parte de la política económica que incluye hasta la moneda común… todo lo cual presupone una gran cesión de soberanía del nacionalismo español a los entes comunes europeos, a lo que habría que añadir la cesión de soberanía nacional a las llamadas autonomías en el estado federal español.

Al socaire de esta subversión social se plantea el problema de la organización de los pueblos peninsulares. Entre unos y otros se anudaron entonces tantas relaciones que era imposible su subsistencia en la forma política consagrada en el siglo XII. Magnates castellanos y aragoneses cruzan la frontera y se instalan en el corazón de los problemas políticos de los vecinos; buques vizcaínos y andaluces constituyen el equipo ligero de la navegación catalana y mallorquina en este período; y ante las arremetidas de Luis XI en el Rosellón en 1473 son los barceloneses los primeros que se ilusionan con las lanzas castellanas que su príncipe heredero podrá traer de Segovia. La monarquía del Renacimiento se está gestando en la Península, gestándose con signo castellano…por el simple empirismo de su demografía en auge, y la libertad de acción que reivindica su realeza, y de los recursos que, a pesar de la contracción, continúan proporcionándole los rebaños de la Mesta’.

Jaime Vicens Vives en ‘Aproximación a la Historia de España’:

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