martes, 27 de febrero de 2018

Pretender destruir totalmente a los otros, es inviable. Y erróneo

En la sociedad que vivimos no es posible que una opción política, ideológica o religiosa, arrase al resto, en la calle o en unas elecciones, no conseguirá anular o destruir totalmente a los otros. Este aserto, cuanto antes se meta en la mollera de todos, antes podremos vivir mejor, -la salida a la tremenda crisis política, económica e institucional que tenemos planteada será irrealizable sin entenderlo- todos, ganadores y perdedores, cuanto antes se convenzan de que no se puede aniquilar al contrario, antes podremos vivir con nuestras gentes y encontrar salidas concretas. Ni siquiera una guerra civil o de exterminio, consigue eliminar a los otros, nunca, en ninguna parte, entre otras razones porque dada una situación de partida, si aumenta la presión, aumentará la resistencia aumentado y diversificando los problemas, así que esperar a tener derrotado al enemigo para resolver los problemas de hoy, es un error.

En las elecciones una mayoría absoluta puede lograrse con un tercio de los votos, -ni siquiera es posible ganar por mitades- por tanto un tercio podrá gobernar lícitamente, pero nunca debería olvidar que siempre, por muchos votos que obtenga sea cual sea el partido que lo consiga, siempre tendrá enfrente a otros dos tercios de personas, en muchas ocasiones con diferentes intereses a los ganadores e ideas y criterios distintos. En otras ocasiones y durante el mero transcurso del tiempo, los intereses, ideas y criterios de ganadores y perdedores se irán mezclando transversalmente, buscando los puntos de salidas posibles, comunes, aceptadas. Cualquier equipo de gobierno o de dirección de partido grande o grupúsculo, debe entender que las fuerzas que le siguen nunca son mayores que las que tendrá enfrente, debe saber que intentar aplastar al resto y gobernar contra la mayoría del pueblo, no tendrá resultados positivos. Y entrar en el juego democrático de pretender ganar elecciones para gobernar, supone aceptar la imposibilidad de la derrota total de los otros.

¿Y esto que tiene que ver con Podemos? Ellos han abandonado los sueños revolucionarios, la apuesta a todo o nada, que normalmente se quedaba en nada y los están sustituyendo por el objetivo de ganar las elecciones, quieren gobernar para tener acceso al BOE y parcelas de poder, eso plantea la batalla política en otro terreno completamente distinto al de la revuelta, lo lleva dentro de las reglas democráticas, lo cual supone aceptar que las sociedades son diversas y hay que convivir con múltiples intereses diferentes y la resultante de las fuerzas en litigio dependen en buena parte del poder de los votos. Esto se llama integrar las luchas en el sistema, algo parecido a lo que hicieron en el pasado las élites socialistas y comunistas españolas, y que en el futuro veremos reconocer públicamente como contribución de Podemos. Ahora en función de su ascenso ya empiezan a considerarlo élites de distintos poderes económicos y políticos, a los que iremos viendo reunirse con ellos, primero para conocerse y hablar, mas adelante para negociar y pactar. 

En la acera de enfrente también viven pulsiones parecidas. Ayer 11 de mayo hubo una manifestación con inicio en el Centro Los Pinos, en Alcorcón, contra despidos, -la funcionarización- apoyada por un grupo de obreros de Coca Cola. En la acera de enfrente una pareja mayorcita, sesentañeros a punto de subir a un todo terreno nuevo, la mujer comentó en alto con gran desprecio, lo gilipollas que eran aquellos trabajadores, supongo que para que la oyeran imaginando encontrar aliados, silencio cómplice o temeroso a su alrededor, incluso pudo querer provocar bronca, sintiéndose segura de la abundante policía allí instalada. Insultó a aquellos trabajadores desesperados, que con enorme tranquilidad, simplemente manifestaban una opinión en contra de tanta perversión como se está produciendo, tan buenas noticias para unos y tan malas para otros. 

El fondo del asunto, es el odio que transmiten, a los trabajadores y al trabajo, tan extendido entre la carcunda y el nacionalcatolicismo español desde tiempos inmemoriales, eso explica sus posturas de señoritingas defensores del capitalismo de amiguetes, de los aprovechados vinculados al BOE y tan poco amantes del capitalismo creador, emprendedor, son gestores de negocios del Palco del Bernabéu muy diferentes de empresarios creadores de empresas con trabajo, su filosofía queda condensada en aquella expresión de Fabra, ¡Que se jodan! Insolencia repugnante que entre gente digna y respetable, debería haber terminado echando del Congreso de los Diputados a quien pronunció aquel grito, sin más esperas a nuevas elecciones. Son unos cabrones, pero son nuestros cabrones es una filosofía demasiado extendida entre españoles de derechas, y de izquierdas, y eso tiene poco que ver con los principios ideológicos reflejados en congresos o conferencias políticas, es una actitud que tiene que ver con la ética del individuo, la ética de quienes están junto al cabrón y al corrupto, lo apoyan y lo eligen.

Cuando actitudes así llegan a generalizarse pueden a romper la convivencia, quienes las practican se dan cuenta de que aumentan la crispación, pero nunca aceptarán responsabilidades de lo que ocurra, ya se encargará la policía de resolverlo ¿acaso creen que las desigualdades crecientes generan estabilidad? La larga ristra de corrupciones en el PP exige una pronta regeneración de sus bases sociales, que de una vez tienen que acercarse a la moral y ética individuales para retirarles su apoyo electoral y dejar de votar a tanto representante corrupto, en la misma forma que la izquierda lo está haciendo por su lado exigiendo responsabilidades. Está en juego una posible rebeldía social, demasiada paz ante esta situación de polarización in-crescendo, impulsada por despreciables bravucones y pendencieros, que durante años estuvieron contenidos y hoy envalentonados dan un empujón a la lucha de clases iniciada por los poderosos y secundada por los franquistas útiles, que se creen a salvo del desastre. Empujan con soberbia y chulería que transmiten representantes políticos y empresariales y muchos vecinos derechosos, el odio al obrero les sale con cada bocanada que respiran, su agresividad verbal puede ser una gran antorcha que prenda el bosque... mientras una masiva mancha, millones de personas, se van quedando en la cuneta, soportando y soportando...

(Lo escribí en 2014)

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