miércoles, 6 de septiembre de 2017

El nacionalismo está destruyendo la izquierda

El nacionalismo está destruyendo la izquierda

‘’El universo de seres comunicados que Kant creía necesario para sentar las bases de un futuro mundo cosmopolita puede estar lejos, pero está mucho más cerca hoy, que por ejemplo en 1945.
Estas u otras cosas ni se logran ni se lograrán en el futuro manteniéndonos encerrados en nuestras comunidades y midiendo nuestra vida en relación con los horizontes que nuestros padres y nuestros abuelos fijaron por nosotros, o gobernando los actos y los deseos por las normas de aquellos que se han nombrado a sí mismos representantes en la tierra de una divinidad cuya existencias parece muy improbable. La mayor parte de la civilización moderna se debe a múltiples factores. La evolución de la medicina o las tecnologías de la información y el progreso de los medios de transporte, si bien son una herencia indirecta de la Ilustración, así como las revoluciones científica y técnica que la precedieron y la siguieron, no tienen una relación inmediata o directa con sus ideales, pero sí la tiene nuestra capacidad para enmarcar el conocimiento del mundo en algo mayor que el terruño, la propia cultura, la familia o la religión personal. Y en esto somos irremediablemente herederos de los constructores de la ‘ciencia del hombre’ ilustrada’’.
Anthony Pagden, ‘La Ilustración’. Alianza Editorial, 2013.

Hasta el año 2012, cuando se empieza a extender la proclama del derecho a decidir la autodeterminación, los catalanes decidieron elegir mediante votación a sus mandatarios para que les representaran y dirigieran parte de sus destinos: votaron en 11 ocasiones Diputados al Congreso y Senadores, 7 veces para decidir parlamentarios en el Parlament, votaron 9 veces para decidir sus concejales en los municipios, en otras 6 ocasiones eligieron parlamentarios europeos y en otras 6 más decidieron en referéndums, tipo Reforma, Constitución o Estatutos de Autonomía. Sí, ellos han podido decidir y lo hicieron –y no los negros en los sesenta en EEUU-. En sus decisiones se constata que triunfaron electoralmente mayorías nacionalistas, no siempre, pero nunca eligieron mayorías secesionistas. Los partidos representados, los que decidieron elegir los catalanes, no llevaban en sus programas el objetivo de independencia, no se presentaban defendiendo el derecho a la autodeterminación.

El problema de la independencia no existía hasta hace pocos años, el ejercicio del derecho de autodeterminación tal como lo vivimos hoy, es novedoso en la vida española fraguado en los años de crisis, tras la sentencia del Estatut. Siempre hubo independentistas pero, solo desde hace muy poco se manifiesta la preocupación creciente por las relaciones Catalunya-España en los estados de opinión, que publica el CEO (Centre d’Estudis d’Opinió) de la Generalitat. En los cuadros desde enero 2009 a junio 2013 presentan las preocupaciones sociales, las personales y aquellas consideradas grandes problemas de Catalunya. Ambas coinciden en el orden, las preocupaciones personales, en 2009, eran mayoritarias por la precariedad laboral un 44%, a continuación con un 17% el funcionamiento de la economía, ambas, consecuencias de la crisis, a mucha distancia, preocupa la insatisfacción con los políticos, cerca de un 5.5%, queda relegada la preocupación de relaciones Catalunya-España a un 3,5%. Escasa importancia se le daba entonces.

En junio de 2013, lo que consideran problemas importantes pasan a ser cerca del 50% la precariedad laboral, el 16,2% el funcionamiento de la economía, doblándose el peso de la insatisfacción con los políticos hasta el 12.4%, -que no entiendo insatisfacción con la política aunque podría estar contenida, en el mismo estudio por las diferentes preguntas aparecen grados de interés, preocupación, seguimiento etc., respuestas comprometidas con la política-. Sigue en el grado de preocupación, las relaciones Catalunya-España con cerca de un 11%, más que triplicando su importancia respecto al 2009. Desde luego en los propios centros oficiales de Catalunya, el CEO, donde cocinan los datos de opinión, éstos no reflejan que sea el problema tan insoportable como lo denuncian al mundo sus políticos y los medios de comunicación catalanes.

Un cierto grado de radicalización popular se incuba durante el segundo gobierno de Aznar entre pequeños grupos españolistas y políticos catalanes, amplificado por algunos medios de prensa, radio y televisión. El malestar se hace palpable durante el primer gobierno de Zapatero, a partir de 2004, en la negociación del Estatut, y cuando éste llega al Congreso, siendo aprobado en junio de 2006.  Pero todavía durante el 2008 la tendencia separatista se mantiene por debajo del 20% en datos de la Generalitat –ver cuadro anexos-.


En  2009 las encuestas detectan un malestar creciente con el funcionamiento de la democracia en Catalunya, -y en España- probablemente sean reflejos producidos por la crisis económica y el Estatut. A  partir de entonces comienza a expandirse el malestar por el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP, y la demora en la Sentencia, lo cual provoca sentimientos separatistas, que unido a la grave crisis económica, produce otro salto al alza en 2011, entrando en la dinámica actual en 2012 con otro acelerón, que lleva aparejadas reacciones masivas de culpar a España –España nos roba- por la mala situación política, laboral y económica de Catalunya, de la que muchos esperan salir con la independencia. Los datos importan porque esta no es una larga lucha.

  
El PSOE recibió latigazos de ruptura antes, y no solo en el PSC que sufrió un terremoto, y no han acabado de sufrir las consecuencias. La búsqueda de salidas con el asunto de federalismo asimétrico, naciones, plurinacionalidad… no ha terminado, se liará y enconará más la situación. Podemos está sufriendo los desgarros ahora, en Cataluña y en el resto de España, sus mareas, Galicia, País Vasco, Valencia, Aragón, Andalucía… todo parece remansado pero la corriente revuelta de fondo se desbordará, de hecho ya hay proclamas desde sectores de izquierdas defendiendo el derecho a decidir la autodeterminación por muchos rincones de España, una regresión camuflada como mercancía progresista.

En Europa, en el siglo XXI, ningún partido que pretenda progresismo podrá aceptar la secesión de una parte del territorio. Ningún partido serio, aunque no tenga esperanzas para gobernar, podrá ocultar que los apoyos parlamentarios de los independentistas están basados en un 36% del cuerpo de votantes catalanes, algo que resultará imposible de defender ante la ciudadanía, porque entonces se entendería abierta la puerta a golpistas de cualquier signo en cualquier momento. La defensa de la Constitución y las libertades democráticas, será percibida por la ciudadanía como realizada fundamentalmente por la derecha y el centro, dejando las izquierdas al margen de cualquier proceso global de construcción española y europea. Así la destrucción de las izquierdas iniciada en el siglo XXI, agravada con la crisis, ahora, si apoya al nacionalismo dará un gran paso adelante por apoyar lo reaccionario, las gentes abandonarán valores clásicos de unidad, libertad, igualdad, fraternidad y abrazarán el fascismo que hay tras el nacionalismo.

La declaración de independencia es apoyada por diputados del Parlament representantes de 1.628.714 votantes a JuntxSí, mas los representantes de 337.794 votantes a la CUP, en total sumarían 1.966.508 votos sobre un censo electoral de 5.510.853. Ocurrió en las elecciones de 2015 planteado plebiscito por JxS y CUP. Perdieron.
Se imaginan el potencial movilizador del process y las Diadas dirigido contra la precarización, por el empleo y salario digno. Esfuerzos enormes durante días, y meses… imaginen si fueran aplicados a transformar sectores productivos, a reducir desigualdades… imaginen dirigidos a mejorar una Europa más libre, igualitaria y solidaria. Pero, esos no son objetivos nacionalistas.

Toda ruptura conlleva costes, sean las personales por amor, amistad, o religiosas, partidistas, societarias… sería imposible que ésta no los tuviera. En Catalunya los promotores de la secesión no hablan de costes, tratan de pintar una ilusión, mostrar el paraíso e impedir que algo pueda diluir la imagen edulcorada que transmiten para sumar voluntades. La marcha por la independencia está tan rellena de sentimientos como vacía de racionalidad y concreción. La presentación de la opción independentista como solución a todos los problemas, sean personales o colectivos de los catalanes, debería oler mal a cualquiera que tenga un pie puesto en la Ilustración y use un poco de racionalidad, -máxime a militantes, partidos y sindicatos de izquierdas, e intelectuales y teóricos sociales- que deberían conocer las bases ideológicas.

El nacionalismo, una forma de populismo, tiene como único objetivo lograr la independencia nacional y convertir Cataluña en estado asumiendo los independentistas la totalidad del poder político que ahora detentan parcialmente, otra parte lo tiene el Estado, otra parte la UE, otra la globalización... Para ello utilizó y fabricó una ideología excluyente, necesita diferenciar entre ellos, catalanes puros y los demás impuros y enemigos para enfrentarlos, aunque hayan nacido en Cataluña, y sus padres, y abuelos y bisabuelos... Ellos, los buenos, son los que se suman al proceso aceptando las reglas y objetivos impuestos por el independentismo, garantizando puestos de representación social, cargos, empleos, prestigio…los demás son el resto, sean catalanes, andaluces, españoles, gente a vencer y someter. Racismo y xenofobia son piedras angulares del nacionalismo, fuertemente desarrollados en el nacionalismo catalán desde sus inicios hasta hoy, pasando por los Pujol.

«El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido [...], es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir su falta de mentalidad.»
Jordi Pujol, "La inmigració, problema i esperança de Catalunya".
Editorial Nova Terra 1976.

La izquierda reaccionaria, es nuevo concepto que define individuos y sectores autodenominados de izquierdas, en cuanto defienden y apoyan a la reacción que lleva al antiguo régimen, la contrarrevolución ilustrada. Ponerse al lado del nacionalismo catalán, de su argumentario, su táctica y estrategia, supone comulgar con los ultras europeos que ven a los inmigrantes como riesgos en sintonía con los ultra-nacionalistas xenófobos austriacos, húngaros, italianos, polacos, holandeses, alemanes… izquierda reaccionaria al aceptar la idea antigua de nación vinculada a lenguas y/o etnias lo cual es una regresión a la oscuridad de la Edad Media. En el planeta Tierra existen más de 6.500 lenguas y 5.000 etnias y solo 200 estados. Reaccionaria si identifica y apoya la existencia de un supuesto pueblo, homogéneo y superior al resto, -el supremacismo catalán está ampliamente documentado; los dos tomos de ‘La Raza catalana’ de Francisco Caja son buena referencia-. Izquierda que se define así, solo por ser anti PP, reaccionaria en cuanto abandona los principios de igualdad, libertad y solidaridad para todos. Reaccionaria, porque se tapa ojos y oídos ante la represión ejercida por el independentismo hacia individuos y amplios sectores sociales que no secundan sus creencias, modos y planes.

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