miércoles, 19 de septiembre de 2012

A modificar la ley electoral. Mas poder al elector

Amar la política en tiempos de crisis. 9

Hablamos de modificar la ley electoral y hacerla más justa, de abrir las listas para que los ciudadanos podamos elegir de entre los candidatos de un mismo partido, que las comisiones parlamentarias tengan mayor peso público y de que los elegidos por el pueblo estén más cerca de escuchar y hablar con el pueblo. (3-08-2010)

El sistema electoral español, prima la concentración provincial, lo cual favorece a los nacionalistas, perjudicando a los partidos globales, (nacionales, estatales). Aunque los desequilibrios no provienen tanto del sistema D’hondt, de restos, que evidentemente fomenta mayorías primando a quien más logra, cuanto de la circunscripción electoral provincial y número de diputados asignados a ella. (21-11-2011)

Sin duda todo sistema, favorecerá a unos más que a otros, y el español igual, trataba de beneficiar a UCD. Cuando se creó, intentaba conseguir mayoría absoluta con porcentajes de votos del 37%, dicho de otra forma el sistema prima a los mayoritarios concediéndoles mayor número de escaños que de votos, determinado por los mínimos candidatos exigidos en las circunscripciones electorales, el mayor peso de la España rural sobre la industrial y urbana. El sistema produce como resultado ‘maligno’ una menor representación de los partidos generales, estatales, sobre aquellos otros que concentran el voto en pocas circunscripciones, este último aspecto es del que se valen los nacionalistas para aumentar su representación parlamentaria respecto a la suma de votos.

Todos los sistemas tienen ventajas e inconvenientes, pero en mi opinión todos pierden cuanto menor sea el poder directo que tengan los electores sobre los elegidos. De poco valdrá conseguir muchos escaños o pocos, si la actuación de los parlamentarios no está sometida a los electores y atiende solo las indicaciones de las cúpulas partidarias, si la ciudadanía no puede influir sobre cada uno de sus representantes estamos haciendo mal pan.

Desde luego una reforma debería suprimir la sobreprima de unas listas sobre otras –hay diferentes propuestas para discutir, incluso algunas sugeridas por el Consejo de Estado, y otros- y puesto que los partidos no adoptan fácilmente los verbos dimitir y expulsar, la ley debe facilitar las listas desbloqueadas –es algo diferente a las abiertas aunque todos las llaman así- se trata de posibilitar mayor control de los electores sobre los elegidos. El eje de cualquier reforma electoral, debe ser permitir a los electores decidir sobre a qué persona ponen, para poder exigirle responsabilidades directamente sin la intermediación del partido, para disminuir la presión de la cúpula partidaria y aumentar la influencia ciudadana.

Evidentemente lo anterior reduce el poder de los órganos de dirección actuales, -de todos los partidos-, torpes y lentos en sus movimientos durante la crisis económica, e impermeables a la ciudadanía, lo cual unido a su incapacidad para embridar al poder económico, o sus inmensas dificultades para conseguir difundir públicamente una explicación racional y coherente de lo ocurrido y un discurso creíble de las posibles salidas, ha provocado el vendaval político que acompaña la crisis, porque insisto, afecta a todos. Urgentemente debemos ir encontrando logros que frenen la desconfianza en los políticos –de la que otros poderes se aprovecharán- o la indignación e insatisfacción aumentarán por el retroceso de los derechos y la pérdida de conquistas sociales que continuará durante años, pudiendo conducir a un desastre aún muy superior.
Votamos candidatos en listas de partidos políticos, bien, pero deberían ser lo suficientemente abiertas para contener opciones de elección para los votantes sobre los componentes de las mismas, una forma de intervenir y forzar expulsiones de canallas tipo ‘que se jodan’ o  ‘Collartes’ al uso, o aquellos firmantes de pactos en Cajas de Ahorros, -IU en CajaMadrid, elección de Blesa- etc. Deberíamos poder elegir en las listas, dentro de partidos, que hayan contrastado ideas con el electorado y además han tenido batallas internas dentro de su partido para ser escogidos, es allí en la organización donde pueden sumar apoyos, y parece lógico que sean escasos siendo ‘el más puro’, las mayorías desplazan a los márgenes a las ideas extremas.

Este mecanismo de elección permite cribar candidatos, sopesar individuos y por descontado empuja también intereses que aúpan o derriban. Pero hay que asumir que los intereses forman parte inseparable de los seres humanos, por tanto de la política, precisamente se trata de acompasarlos, de oponerlos, derrotarlos, tolerarlos, sumarlos,… pero nunca ignorarlos. Poder influir los electores sobre los elegidos, tener en manos de la ciudadanía posibilidades de penalizar candidatos, de influir sobre ellos, de que asuman nuestros intereses.

Muchos comportamientos corruptos, o ‘canallescos’, de políticos se amontonan sin castigos, o reprobaciones, ni por los partidos ni por parte de la ciudadanía y no es posible esperar una revolución para corregirlos, se trata de modificar cuanto antes la posibilidad de transformar el funcionamiento de los partidos, lo cual no se producirá sin la participación ciudadana, sin mecanismos que faciliten participación e intervención directa, comenzando por poder influir en mucho mayor grado los electores sobre los elegidos. En cualquier caso no olvidemos que la ley electoral, como cualquier otra, es valiosa, pero por sí solas, insuficientes para resolver los problemas si la ciudadanía no empuja en sus ámbitos de vida, calle, trabajos, estudios, medios de comunicación…

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