jueves, 19 de abril de 2012

Aumentó el revuelo sobre la intervención. 4

Lo triste es que la intervención que pesa sobre nuestras cabezas es una posibilidad desde mayo 2010, y casi no se hablaba y desde luego no se debatían diagnósticos y alternativas posibles, susceptibles de ponerse en marcha.

En ninguna de las campañas electorales hemos visto debatir a la ciudadanía ni a los medios de prensa ni a las fuerzas políticas, sindicales, instituciones civiles, etc. sobre cuál era la situación crítica en la que estábamos, ¿Es o no posible una intervención? ¿En qué consistiría?, ¿Cómo se evitaría?

Y lo que sería una profundización en el debate, si, de acuerdo a lo dicho por Felipe González, el rescate no es posible, porque el euro desaparecería, ¿Acaso no sería posible la desaparición del euro? ¿España es la pieza clave en la batalla del euro? ¿Sería deseable salir de la moneda común? ¿Qué costos tendría? ¿Qué mundo nos esperaría al otro lado?

Las propuestas electorales han sido brindis al sol, con un componente de chulería e ignorancia tremendo, a ambos lados de la calle, tanto en los perdedores como en los ganadores. El PP se ha pasado una legislatura vomitando estupideces contra el presidente ZP, engañando a la ciudadanía sobre la capacidad que tendrían para modificar la realidad, caso de ocupar el gobierno. Y claro está, no la han modificado para mejorar la situación.

Mucha gente ha creído que los problemas sociales, globales, los de un país o zona geográfica –eurozona- podían ser resueltos por un gobernante, como si un individuo tuviera poder para arreglar o estropear un país o continente. Hemos asistido durante años a la homilía contra el demonio, lo cual negaba la política, el papel de lo colectivo en la determinación de los problemas y configuración de las soluciones. Todas las fuerzas políticas y sociales han negado la complejidad de la crisis española que quedaba reducida a ‘tomatazos-frases’ de unos contra otros, sin apenas debate concreto sobre la realidad soportada, -que dista mucho de ser la realidad soñada o teórica- y nos encontramos ahora con varios años perdidos, menos posibilidades de movimientos y urgidos para tomar decisiones que la derechona aprovechará para crear una nueva sociedad según su modelo.

Amplios sectores de población –incluidos sectores de izquierda- han creído que las dificultades se podían resolver con el silencio, reclamado todavía hoy por muchos con el argumento de no causar alarmar para evitar ampliar las tragaderas, otros han tratado de explicar lo que pasaba con las grandilocuentes frases lapidarias que he escuchado desde que era niño, hace mas de 50 años, aplicadas para todos los países y todas las épocas, como si eso pudiera justificar, aclarar y permitir, la posibilidad de gastar mucho más de lo que teníamos –el déficit- obviando siempre que estamos viviendo de prestado desde hace 2 años, por tanto los prestamistas en algún momento podrían exigirnos mucho más.

La realidad es que nos hemos negado a debatir y realizar los enormes cambios, reformas y transformaciones que eran necesarios desde hace 3 o 4 lustros, al menos. La postura era cómoda, ‘contra toda reforma, contra todo cambio’, al mismo tiempo que no se defendía este modelo de sociedad, el estado de bienestar necesitaba muchos ajustes modificaciones, adaptarlo a nuevas circunstancias de población, internacionales, globalizadoras, y mucha limpieza de despilfarro y gasto superfluo, de corrupción, de trasvase de dinero público a bolsillos privados, etc. etc.

¿Los resultados?, por todo el mundo, la prensa económica especializada, los servicios de estudios y analistas financieros, despliegan trabajos y opiniones sobre el posible rescate a España, cuyo ruido ya entra imparable por todos los rincones de nuestro país –parece que los informes que vemos por internet -último susto el 'Carmel'- le llegan al ministro de Economía y tiene que responderlos en sus visitas internacionales-. ¿El problema? Que envuelto en la masa de datos se esconden intereses concretos de especuladores que apuestan a que la profecía se cumpla, lo cual de ninguna manera evita que los problemas existan realmente y que la especulación forme parte de la realidad soportada.

En esta endiablada situación vivida estos últimos quince días, se puede buscar refugio en el libro ‘Las dos próximas recesiones’ de Juan Ignacio Crespo, un bálsamo de sensatez. Sí, claro, mantiene que faltan otros 5 años más para salir del túnel. –Si no le conocen tienen que escucharle-

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