domingo, 15 de octubre de 2017

Banderas, banderías. Los unos y los otros

Vivimos tiempos de banderas, en Cataluña desde hace cinco años es apabullante el uso de la estelada, miles y miles de banderas agitadas en las diadas o ante cada movilización, a modo de capa o vestido, colgadas en balcones, o insertadas en palos como elemento ofensivo/defensivo.

El impacto generado por la secesión catalana abre los ojos a nuevos comportamientos en el resto de España, fundamentalmente de rechazo de la secesión, así aparecen algunas banderas españolas en fachadas y plazas y en movilizaciones.

Como era habitual antaño, las críticas no se han hecho esperar: la Patria no se defiende así, Todos los nacionalismos son iguales, esas banderas no me representan, etc. muchos argumentos progresistas siguen siendo válidos y los condensaba George Brassen en sus canciones, o Paco Ibáñez… Sin duda las críticas en ocasiones pueden compartirse por muchas personas, pero… ¿No les parece extraño a quienes así expresan sus objeciones que nunca hayan aparecido críticas similares ante el nacionalismo vasco y ahora el catalán?

Todos sabemos, si queremos saber, que la utilización de las esteladas es apabullante, infinitamente mayor que la de banderas españolas, todos sabemos, si queremos saber, que la estelada es el símbolo que representa un nacionalismo pan-catalán, carlista, nacionalcatólico, racista y supremacista, que aúna objetivos, movilizaciones y organizaciones con ideología y comportamiento fascista, comparable con el franquismo y fascismo italiano.

Somos un país raro, los extranjeros flipan ante el comportamiento fascista de muchos españoles que pasan por izquierdistas y que actúan exactamente igual que hacían los franquistas antes de la democracia; se queman banderas, españolas of course, y la gente lo ve normal, -Brassen- pero a nadie se le ocurre arrugar o quitar esteladas u otras banderas nacionalistas. Los himnos y símbolos españoles se silban, escupen o queman y se ve normal, pero a nadie se le ocurre decir ni pio sobre lo ridículos que pueden parecer los símbolos de otras nacionalidades. En cualquier país del mundo son hechos penados. Naturalmente esa actitud tiene explicación Sobre banderas y patriotismo democrático, escribí lo siguiente:

De repente aparecen por el resto de España unas pocas banderas y algunos se escandalizan. Aparece algún fascista montando bronca, y como siempre hay gente pa to, en algunas calles aparecen consignas ultraderechistas que se destacan en las redes sociales. El problema es que muchos intentan hacer aparecer como general algo completamente residual. La extrema derecha en España es residual en votos, el fascismo en el conjunto de España es residual en apariciones públicas, es residual, prácticamente despreciable en instituciones públicas… y ello al margen de los insultos llamando fachas a miles de peperos, de ciudadanos o de socialistas.

El término fascismo a fuerza de aplicarse como insulto se gasta, está perdiendo la definición que tiene, tenía, como concepto que definía ideología y comportamiento organizado, que por cierto es posible apreciar en gran medida en el movimiento secesionista catalán. Todos los nacionalismos son iguales, dicen aquellos izquierdistas reaccionarios que apoyan al nacionalismo catalán, pretendiendo atacar así al nacionalismo español. Pero verán ustedes el nacionalismo español, que existe, está embridado desde la Constitución, ese nacionalismo español al que se refieren fue derrotado con la implantación de la democracia, el nacionalismo español es residual desde la entrada en la Unión Europea y en múltiples organismos internacionales.

Un aspecto esencial que define los nacionalismos es la defensa de la soberanía absoluta, en el caso del nacionalismo catalán su objetivo prioritario, es la consecución de la soberanía absoluta, a ese principio básico subordina todo lo demás. Mientras el nacionalismo español ha ido haciendo cesión de soberanía a la UE, al euro, a la OTAN, Schegen… no tenemos moneda, la gran mayoría de nuestras leyes y normas están tomadas de la Unión Europea; la política, la diplomacia, la economía, las relaciones exteriores, las fuerzas armadas, etc. etc. no son independientes en España, el nacionalismo español no domina esas áreas citadas, todo lo contrario la cesión de soberanía realizada implica la inexistencia del nacionalismo español, la realidad diaria desde hace años demuestra que el mantra de todos los nacionalismos son iguales, el español y el catalán o vasco, es una mentira.

El nacionalismo español no controla el Parlamento ni el gobierno, ni los poderes económicos, ni las fuerzas armadas… en todos ellos hay disparidad de fuerzas, el nacionalismo español cedió soberanía con la democracia no solo exteriormente, cedió soberanía interiormente, a la sociedad, al resto de partidos políticos, nacionalismo español que no controla ni la educación, ni la sanidad… la descentralización del Estado nos trajo un estado federal, particular y reformable, por supuesto, pero estado federal en el que varios territorios tienen tanta autonomía como en otros estados federales. El nacionalismo español fue desmantelado en la democracia, mientras subsistió el nacionalismo vasco y catalán, que fue permitido, adorado y potenciado por demasiada gente. El nacionalismo español no adoctrina niños en el odio a los otros de forma organizada y sistemática desde hace 30 años, ni los viste iguales y los lleva encuadrados a manifestaciones, ni los marca o señala para saber que han votado sus padres durante años, el nacionalismo español no ha sacado los jóvenes de los institutos y universidades con banderas españolas en manifestación contra Cataluña. A ningún gobierno ni institución en España se le ocurre hablar en nombre de todo el pueblo español, considerándolo una y otra vez como pueblo homogéneo, todo lo contrario que en las nacionalidades periféricas. No, de ninguna manera son iguales.

No es este el mejor de los mundos posible, muchas cosas hay que regenerar y cambiar en Europa y España, para empezar el método de análisis y debate político en quien se considere activista, rechazando la vaguería intelectual que aleja del estudio de la realidad concreta, esa vaguería que solo basa en clichés antiguos la interpretación de toda la realidad histórica del ancho mundo.

Vivo en una ciudad con una población cercana a 200.000 habitantes, situada en los alrededores de Madrid, y gobernada por el PP desde hace años, mi barrio está rodeado de bloques de 10 alturas con más de 100 pisos cada uno. El día 13 de Octubre conté las banderas españolas que se veían en las fachadas de un montón de bloques, representaban un 10% de las viviendas.

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