sábado, 22 de julio de 2017

Otra visión de un andaluz sobre lo que pasa en Cataluña

Antonio Muñoz Molina narra en ‘Todo lo que era sólido’, Seix Barral, 2013, la experiencia directa de su detención y encierro en la D.G.S. en 1974, motivada por las luchas en contra de la ejecución de Puig Antich, en los estertores del franquismo, aquellas movilizaciones de Granada, Madrid y toda España habían desaparecido. Cuenta la extraña sensación que le produjo ver la película que se hizo sobre ello en el 2006, un ejemplo de la manipulación a la que someten los hechos los nacionalistas, resulta útil para pensar como se hizo en el pasado, más allá de nuestra memoria, y esclarecedor de cómo se fabrican las identidades.

‘Las únicas protestas que aparecían pasaban en Cataluña. Las víctimas, los buenos, eran catalanes y hablaban en catalán. Los policías, los militares, los ejecutores, hablaban en español. No era una historia  de fascismo y antifascismo, sino de españoles contra catalanes. O más exactamente: ser español y ser fascista era tan congénito como ser catalán y estar limpio de complicidad con la dictadura. Nadie que no fuera ostensiblemente catalán mostraba la menor humanidad…Los manifestantes que gritábamos y corríamos en Madrid perseguidos por los caballos y vigilados por los helicópteros de la policía no habíamos existido…Los carceleros, los policías que interrogaban y torturaban a Puig Antich, tenían en la película un acento andaluz de caricatura.’…

‘Primero se hizo compatible ser de izquierdas y ser nacionalista. Después se hizo obligatorio. A continuación declararse no nacionalista se convirtió en la prueba de que uno era de derechas. Y en el gradual abaratamiento y envilecimiento de las palabras bastó sugerir educadamente alguna objeción al nacionalismo ya hegemónico para que a uno lo llamaran facha o fascista.’


Antonio Muñoz Molina, ‘Todo lo que era sólido’. Seix Barral. 2013.

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