martes, 13 de junio de 2017

Catalanes: Los unos y los otros, quieren esto y lo otro

‘Los catalanes quieren esto y lo otro’… el independentismo habla en nombre de los catalanes arrogándose la representación de todos ellos, pero nunca, nunca, los catalanes, tuvieron una única posición. El pueblo catalán históricamente ha sido diverso, sus apetencias y objetivos fueron diversos, sus ilusiones y sueños no fueron únicos, homogéneos.

La realidad de su diversidad es olvidada, u ocultada, por quienes forjan los apoyos al referéndum de secesión, sean los independentistas o los izquierdistas que apoyan la autodeterminación, como si Cataluña fuera una colonia tercermundista sin derechos que tratara de autodeterminarse de la metrópoli española.

Nunca el pueblo catalán, ningún pueblo, ha tenido una obsesión que pudiera plasmarse en una única representación. El problema es que los secesionistas se han apropiado del concepto pueblo catalán intentando convencer a todo oyente de que ellos, los independentistas, representaban única y totalmente a los catalanes.

La realidad es muy distinta, la historia de Cataluña está plagada de enfrentamientos internos entre grupos de catalanes que tuvieron posturas muy diferentes ante los grandes acontecimientos,  fueran éstos sus luchas contra franceses, árabes, o la conquista del Mediterráneo, la guerra de sucesión de 1714, la guerra civil en 1936, el bando golpista/fascista recibió mucho dinero catalán, después, durante 40 años, muchos apellidos tradicionales catalanes fueron franquistas acérrimos... o la actual lucha por la secesión. Borraron la mitad de su propia historia y con ello han conformado un nuevo relato de sueños independentistas que necesita de un único pueblo catalán, unido, homogéneo, que lucha contra los enemigos externos.

‘’El pasado de largo recorrido ha servido, está sirviendo, para fabricar derechos históricos, reivindicadores de identidades primigenias que se contraponen a la memoria del Estado común. El monopolio de la historia larga, de la tradición, investida ahora de ropaje de modernidad, lo tienen los nacionalismos sin Estado. Los viejos mitos no inventados en la España franquista, pero sí difundidos y propalados en el marco del franquismo, desde la unidad nacional de los Reyes Católicos a la épica imperial pasando por la galería de héroes de aquel Gran Relato, han sido tan fustigados que hoy se esconden en la trastienda de las sacristías, mientras que en los altares autonómicos florecen, inasequibles al desaliento, los numerosos mitos que integran el imaginario épico y lírico de los nacionalismos al uso’’
Ricardo García Cárcel ‘La herencia del pasado. Las memorias históricas de España’. Galaxia Gutenberg.

Durante el siglo XV la Península es un hervidero de guerras civiles, rebeliones, movimientos subversivos, corrimientos de alianzas… nuevos equilibrios de poder tratan de asentarse, campesinos y clase urbanas, señores y burgueses, patricios y nobles, remensas y artesanos, nobles y monarcas, campo y urbes… las clases altas en disputa sumaban a las bajas a sus apoyos. En otro lugar se relata el levantamiento de los payeses de remensa en 1462 contra Juan II de Aragón, padre de Fernando el Católico en una de esas revoluciones producto de contradicciones citadas, formando tropas en ambos bandos. Ahora interesa destacar que estos acontecimientos configuran la llegada de un poder central, de Isabel y Fernando, las necesidades sociales exigen eliminar barreras locales, las burguesías financieras, comerciales y artesanas emergentes empujan para ampliar la masa crítica de pueblos y territorios dotados de normas y criterios comunes.

Escribe Jaime Vicens Vives en ‘Aproximación a la Historia de España’: ‘Al socaire de esta subversión social se plantea el problema de la organización de los pueblos peninsulares. Entre unos y otros se anudaron entonces tantas relaciones que era imposible su subsistencia en la forma política consagrada en el siglo XII. Magnates castellanos y aragoneses cruzan la frontera y se instalan en el corazón de los problemas políticos de los vecinos; buques vizcaínos y andaluces constituyen el equipo ligero de la navegación catalana y mallorquina en este período; y ante las arremetidas de Luis XI en el Rosellón en 1473 son los barceloneses los primeros que se ilusionan con las lanzas castellanas que su príncipe heredero podrá traer de Segovia. La monarquía del Renacimiento se está gestando en la Península, gestándose con signo castellano…por el simple empirismo de su demografía en auge, y la libertad de acción que reivindica su realeza, y de los recursos que, a pesar de la contracción, continúan proporcionándole los rebaños de la Mesta’

Siendo monarca aragonés, Juan II, -padre de Fernando el Católico- se producen agitaciones campesinas en Catalunya que se traducirán en guerra civil en 1462, durante diez años; nuevas crisis estallan en 1484, estas resueltas por el rey Fernando con la Sentencia arbitral de Guadalupe en 1486, en la que  concede al campesinado el derecho de usufructo, conservando los señores el derecho jurisdiccional. En la guerra civil de 1462  los agudos contrastes entre sectores aristocráticos y populares estallan, se amotinan los payeses de remensa –los payeses representan la cuarta parte de la población catalana-, que se unen a populachos y menesterosos de las ciudades, que comanda el rey aragonés Juan II, con apoyo de tropas francesas a cambio del Rosellón y la Cerdeña. En el otro bando se encuentran las fuerzas pactistas, es decir los sectores sociales dominantes, los grandes señores de la tierra y el patriciado urbano y dirigentes de la Iglesia… la oligarquía tanto rural como urbana representada por la Diputación del General,  ‘Historia de España, Julio Valdeón’. – Generalitat creada en 1359, deriva de las juntas que se reunían tras la clausura de las cortes catalanas para controlar el cumplimiento de lo acordado en el terreno fiscal, con el paso del tiempo extenderá atribuciones y acumulará mayor poder, identificada con los sectores más poderosos de Cataluña. En 1412 surge una institución similar en Aragón y en 1419 en Valencia-.

Los desastres causados por la crisis del S XIV se corrigen en la Corona de Aragón en la siguiente centuria, a excepción de Cataluña. En el terreno demográfico subió la población en Aragón, Valencia y Mallorca. Cataluña al contrario perdió entre 1378/1479 alrededor de 1/4 de efectivos demográficos. Cobra empuje el mundo agrario valenciano, mientras el agrario catalán y mallorquín retrocede. La Cataluña textil y comercial experimenta un grave retroceso, mientras Valencia es protagonista de un brillante ascenso en: textil, cerámica, curtidos, muebles, comercio. Entre 1455/1470 no arribó al puerto de Barcelona ningún barco genovés vía Flandes. Y que entre 1465/1469 no salió del puerto barcelonés ningún navío en dirección a Levante, mientras se produce un espectacular auge del puerto de Valencia… Al mismo tiempo en Cataluña quiebra la Taula de Canvi y viven un autentico desorden monetario. En el reino de Aragón se hallaba en clara expansión el comercio durante el S XV. La Corona de Aragón, estaba compuesta entonces por los reinos peninsulares de Aragón, Cataluña y Valencia y de los ultra marem, Mallorca, Cerdeña y Sicilia a los que suma posteriormente Nápoles, cada uno de ellos conservaba su identidad, pero al mismo tiempo existía una soberanía única sobre el conjunto, una pluralidad en la base y fuerte unidad en la cúspide. Las facultades de la corona fueron en auge en la etapa final de la Edad Media.

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