viernes, 2 de septiembre de 2016

Estamos inmersos en un impasse (2)


Jaime Miquel es uno de los mayores expertos demoscópicos desde hace 40 años en los que ha trabajado para muchas formaciones políticas, de izquierda principalmente. Podríamos hacernos una buena idea del futuro electoral tomando algunas de sus reflexiones vertidas en ‘La perestroika de Felipe VI. RBA’. En dicho libro publicado en 2015, con trabajos hasta 2014, escribe que, de los aproximadamente 36 millones de personas que conforman el censo electoral 2014/15 existe una mayoría emergente de ruptura cifrada en unos 8.5 o 9 millones de votantes que pueden determinar unos 100 diputados de los 350 del Parlamento. Finales 2014 eran momentos de ascenso de Podemos como gran aglutinador de los rupturistas sin distingos de izquierda o derecha,-todavía no había surgido Ciudadanos-, de los 3.3 millones de posibles votantes a Podemos que daban las encuestas, -su valor máximo le situó en 5.2 millones- 1.3 procedían del entorno PSOE, 0.5 de IU, 0.5 del PP, 0.5 de otros partidos y 0.5 de la abstención.

Decía que la mayoría social de ruptura, con el bipartidismo, con el régimen del 78… irá creciendo cada año en función de la incorporación de nuevas cohortes de jóvenes que no logran entrar en el sistema y que tiende a expulsar los que están dentro, de ahí el interés de los nuevos partidos y protagonistas sociales por bajar la edad de derecho a voto, como el independentismo catalán que sabe contará con los votantes nuevos. Esa mayoría de rupturistas se consideran enfrente del sistema, en gran parte no siente que su identificación principal sea izquierda/derecha, son gente mayoritariamente sin dinero, sin recursos, sin trabajo estable, harta de corrupción, jóvenes que tienen asumido un componente generacional diferenciador, alto contenido tecnológico y/o utilización de redes, no se siente representada por los partidos tradicionales, ni por las instituciones, con enormes dudas ante el modelo territorial, que rechaza el actual sistema electoral, con formación estudiantil superior a las viejas cohortes…

Miquel, a partir de masivos datos demoscópicos, cifra los cuatro grupos en que divide a la totalidad de población española que se verán reflejados en los resultados electorales de este ciclo electoral; un 30% de abstencionistas; un 30% de bipartidistas PP, PSOE; un 20% de reformistas; y un 20% de rupturistas nacionales/estatales.
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Unos 12 millones de jóvenes mayores de 18 años representan algo más de un tercio del censo electoral. Todas las encuestas dicen que los votantes de Podemos y Ciudadanos tienen mayor nivel de estudios que los bipartidistas y la media de edad más baja, siendo la más alta la del PP, algo menor la del PSOE.
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En los escenarios vasco y catalán tanto PP como PSOE han pasado a ser residuales, no así la mayoría emergente de ruptura, tanto Podemos como Ciudadanos, que cuestiona el poder a los nacionalismos. En el escenario Global y local, el PP y el PSOE pierden unos 200.000 votos cada año, el tiempo juega a favor de la ruptura. En la tesis de Miquel, cuyo espíritu es rupturista, en las elecciones del actual ciclo, ejemplo 20-D, ninguna suma daría posibilidad de gobierno que permitiera realizar las reformas necesarias para mantener el sistema. La perestroika debía ser realizada por Felipe VI –querido por la gran mayoría de los republicanos- con la suma de PP+PSOE, la gran coalición, solo ellos podían sumar, para dar paso a las siguientes elecciones en donde lo nuevo se impondría claramente a lo viejo, una vez reformado el injusto sistema electoral.

Las contradicciones de la generación de ruptura son muchas, millones de individuos diversos se unen en su hartazgo contra el sistema, pero difieren profundamente en las alternativas. Aunque en el grupo bipartidista las diferencias entre electorado y partidos también tienen peso, por ejemplo, según Jaime Miquel, respecto a la estructura del estado, en el PP el apoyo al actual sistema autonómico, que defiende la élite del partido, solo lo refrenda un 40% de su electorado. En el caso del PSOE el apoyo al modelo federal que defiende la élite socialista, sólo lo refrenda el 30% del suyo.

Como introducción al 26-J, pueden ver las estructuras del cuerpo electoral a través del buen análisis post electoral de las elecciones del 20-D basado en datos CIS, realizado por Eduardo Bayón en ‘Debate21’. Las elecciones del 26-J comparadas con las del 20-D, dieron como resultado una disminución de votos a C’s y aumento de apoyos a populares ¡Viva la corrupción! parecía gritar la gente rememorando aquello de ‘vivan las cadenas fernandino’. Sería interesante estudiarlo, pero es probable que con menor corrupción el PP perdería votos, piensen en las mafias empresariales aportando pasta para la campaña, mafias mediáticas influyendo, y las caciquiles locales, todas ellas rodean la intencionalidad de votantes, a menor corrupción menor influencia sobre los votantes.

El resultado electoral envalentonó a los socialistas en su crítica a los podemistas, habían impedido el sorpasso, -aún perdiendo votos y representación convocatoria tras convocatoria- pero aplastó a upodemistas por no lograr sus altas expectativas, al perder un millón doscientos mil votos –la mayoría de ellos fueron a la abstención- casi un millón.

Socialistas y populares acusaban del robo de votos a los dos nuevos partidos y arreciaron en insultos a ambos contrincantes por considerarlos culpables de sus resultados. Enredados en culpar a otros de sus males olvidaron que la pérdida de apoyos electorales tanto del PSOE como del PP se produjo antes de existir Podemos y C’s. La indignación surgió antes, después se puso en marcha la creación de nuevos partidos. Los votos, en un primer momento no fueron robados por Podemos y C’s ya que no existían, los votantes abandonaron a PP y PSOE, y luego se fueron moviendo a los nuevos partidos.

En esa fase inicial sumaron muchos seguidores de todo el arco ideológico, electores de izquierda, centro y derecha, pasaron en gran número a Podemos, luego más tarde irrumpió C’s y se fueron repartiendo. La gente confiaba en que eran la solución a sus problemas, fácil y sencilla, quitaban a unos y ponían a otros y ¡zas! todo resuelto. En la caída de votos a los viejos influyó el hartazgo, en el retroceso de votos a los nuevos partidos influye la dureza de la vida, desilusión generada por una forma de pensar asentada entre amplias capas de mayores, ahora también se extiende la simplicidad entre los jóvenes. Los nuevos tiempos de internet contribuyen a esa forma de pensar, difunden el sueño de facilidad, el solucionismo de internet, creer que si pulsas una tecla colaboras en solucionar el cambio climático.

Solucionismo internauta es pensar que si en las redes sociales sueltas una frase, o pulsas un me gusta, creas una revolución, cuando compruebas que la vida no funciona así, la sorpresa podría paralizar por desánimo. Así los apoyos electorales a los nuevos partidos basados en mayor proporción de sectores juveniles e internautas, pueden mostrarse menos consolidados, son más frágiles y volátiles que los apoyos maduros de los dos partidos tradicionales, cuyo electorado puede ser algo más lento en cambiar de posición. Su mayor fidelidad no implica aceptación permanente, solo mayor lentitud de movimientos, son menos proclives a dar bandazos de corto plazo, aunque una vez tomada decisión de abandono, puede ser difícilmente recuperables. Estas cuestiones que influyen en los datos facilitados por encuestas electorales, harían bien los nuevos partidos en tenerlo presente al proyectar a futuro.

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