viernes, 5 de septiembre de 2025

Son cobardes. Asquerosamente cobardes

 Una violación, al parecer cometida por un inmigrante, da pie para que las turbas arremetan contra todos los inmigrantes y pidan un linchamiento del culpable.

Pero, no. Me equivoco, no arremeten contra todos los inmigrantes, solo contra los pobres o contra los menores de edad. Nunca hemos visto a esos grupos de manifestantes gritones arremeter contra los inmigrantes que llenan las costas españolas de Levante o el Sur, nunca las turbas han denunciado, agredido, insultado o pedido su expulsión de esos inmigrantes que pueblan miles de chalet en pueblos de la costa, muchos de ellos proceden de Europa del norte o del este, otros proceden de África, Oriente Medio o Asia.

Los cobardes que aparecen por televisión, los vecinos que encontramos en los mercados del barrio, los familiares o compañeros que escuchamos excitados y vemos agitar sus manos, e insultar histéricos a los inmigrantes pobres y pedir cárcel, castigos y su expulsión, nunca los hemos visto pedir las mismas penas, o castigos, para los inmigrantes ricos propietarios de chalets y yates, vestidos con sus trajes caros y joyas, o conduciendo sus maravillosos coches y yates.

Como escribió y denunció en repetidas ocasiones Roberto Saviano, diferentes jefes y familias de mafias, italianas, rusas, albanesas, marroquíes… habitan en la Costa Brava, Costa alicantina, o Costa del Sol, esos inmigrantes trafican con armas, drogas y personas. Ah, pero no son pobrecillos. Los asquerosamente cobardes nunca se pondrán a chillar frente a sus yates, ni los difusores del odio a los pobres los mencionarán en sus declaraciones televisivas o parlamentarias.

PD. Por supuesto quien comete un delito debe ser juzgado. Sea quien sea. Para eso tenemos el Estado. Pero los asquerosamente cobardes, que no solo son las turbas, también algunas élites ultras, no se los ocurre arremeter contra todo el ejército español, cuando uno de sus miembros viola en manada a una mujer. Ni siquiera arremeten contra todos los violadores nacionales, que son muchos más que los violadores inmigrantes. Tampoco se ponen delante de cuarteles de la Guardia Civil cuando se descubre que uno de sus jefes forma parte de la mafia de la droga y esconde varios millones de euros del narcotráfico en su casa. O tampoco destrozan todas las iglesias cuando aparecen cientos de curas pederastas.

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