jueves, 22 de octubre de 2020

Iglesia y religión en España; ya no son lo que eran

 

‘No es exagerado afirmar que en España la religión no ha sido tradicionalmente una opción personal, que se elige y se vive tranquilamente. Mas bien ha sido siempre una imposición que llega a nosotros desde múltiples estructuras del Estado y que se empeña en dirigir la sociedad'. 'C’ de España', página 141

No es exagerado afirmar que, ni en España ni en parte alguna, se vivió históricamente la religión como opción personal, tranquilamente. Tampoco en América del Sur, o del Norte, en Asia, África, o en Oceanía, se vivió la religión tranquilamente, las diferencias de interpretación de creencias traducidas a comportamientos distintos ante la vida y la muerte, entre grupos sociales de todo tipo produjeron y producen enfrentamientos sociales. En todas partes las iglesias, los grupos humanos con una cosmovisión particular pretenden imponer a todo el conjunto de la sociedad sus criterios de vida, en todas partes tratan de condicionar leyes y gobiernos, cuando no decretarlas o gobernar directamente. La religión musulmana, globalmente, hoy es la expresión más poderosa de infiltración religiosa en los poderes políticos que se manifiestan socialmente, pero toda religión pretendió organizar la sociedad, el estado, a su imagen y criterios. El mundo ideal de la vivencia de una religión, en lo personal, que no interactúa con el mundo civil, no existió en parte alguna hasta hace pocos años en que se empieza a aceptar, y ello en distintos grados y momentos, y no en muchos lugares. La idea del párrafo expresado en el encabezamiento inicial, parece sugerir la existencia de la religión vivida tranquilamente en la historia de la humanidad, de forma aséptica, sin intromisiones en la vida civil de los estados, como algo general y globalmente instalado en los países del mundo, quebrando esa fantasía de libertad ideal, España; lo cual está muy alejado de la realidad.

La discusión, respecto a la postura reflejada en la resaltada idea inicial, no es sobre lo que fue la Iglesia y la religión antaño, aquí está planteada en el reconocimiento de que la Iglesia como institución con capacidad gobernante y la religión, como sustentadora de comportamientos sociales, actualmente, en la España democrática, no tiene el poder social, político y económico ni la religión la influencia social que antaño tuvo. En la democracia española, en la sociedad actual, a nadie se le obliga a cumplir los preceptos religiosos católicos, o de cualquier otra religión existente, no existe obligación como sí existió en el franquismo, de bautismo, comunión, matrimonio para toda la vida, y solo entre hombre y mujer, extremaunción, cubrimiento de cabeza y brazos en las mujeres, enterramiento en tierra, práctica de sexo exclusivamente para concebir, asistencia obligatoria a misa, procesiones, confesión, etc. fueron preceptos obligatorios durante el franquismo, si ahora no lo son refrendados por las leyes, algún cambio habrá que reconocer entre aquella y esta sociedad.

Que la Iglesia tiene poder, está claro, que tiene influencia, también, que forma parte de los poderes establecidos es una realidad mundial. Pero esa realidad no puede quedar reducida a esa generalización. La situación de la Iglesia en España, de su poder e influencia social, política y económica, es diversa y contradictoria. Los casos u opiniones que cita el libro ‘C’ de España’ de tal o cual obispo sobre sexualidad y/o matrimonio, aborto, etc., las peinetas de mujeres miembros del poder político y asistencia a procesiones, las medallas a la virgen, son hoy más pantallas de dotaciones económicas que otra cosa, siendo ciertas, ello es residual respecto a reflejar el poder que la iglesia católica en España tiene sobre la sociedad, sobre todo comparándolo con el que tenía en el franquismo. Que tiene más poder del que nos gustaría, es cierto, su fiscalidad, su incautación de propiedades colectivas, lo denota, más del que sería deseable, pero mucho menos influencia social que antaño.

El hecho innegable es la gran diferencia entre su poder social durante el franquismo y el menor peso actual que tiene en la conformación de opiniones y/o estilos de vida de los españoles, como así mismo el poco peso en los procesos de selección de ofertas políticas y o líderes políticos. Durante la II República, la Iglesia española fue importante protagonista en su derrota, al igual que fue importante en la configuración de la argamasa del bando ganador durante la guerra y posterior franquismo. Definir la contienda como una Cruzada, cuyo papel principal tuvieron los obispos catalanes, fue de gran importancia para limitar las ayudas a la República. La alimentación ideológica como si se tratara de una guerra de religión, realizada por la iglesia en el bando ganador entre requetés y carlistas, y ultra católicos y fuerzas derechistas, fue vital para los ejércitos vencedores. Como lo fue su papel dirigente y de control social en la postguerra. 

En aquel momento fue parte importante del bloque de los ganadores siendo uno de los cementos de la dictadura, hasta que el tiempo y el Concilio Vaticano II, a mediados de los sesenta, abrió una considerable brecha en sus filas. Durante el franquismo en los años sesenta la Iglesia puede aguantar otra mirada que muestre su diversidad. Tomo de mi ponencia ‘Militancia revolucionaria. La izquierda de la izquierda. Éramos muy pocos. A vueltas con las cifras 1965-1982’. Congreso ‘Las otras protagonistas de la Transición. 2017.

‘’la contribución de grupos cristianos en las luchas obreras fue numerosa, e importantísima en los años ’50 y ‘60, su participación fue clave en grandes huelgas, determinante en Asturias, Euskadi, Cataluña y Madrid, en la creación de las primeras CCOO, y en el desarrollo y organización de luchas sindicales y vecinales; a finales de los ’60 y ’70 muchos cristianos se mezclaron con el marxismo y formaron parte de la militancia comunista y de la izquierda radical en sus mismas agrupaciones, o reconvirtiendo directamente las suyas propias, caso de AST-ORT, 1970[1].  Otros muchos siguieron peleando solo desde su condición cristiana.

El PCE destaca en 1965 en ‘Nuestra Bandera’[2]:

‘’su ‘importante actividad, extensa e intensa, entre las que HOAC y JOC no son las únicas actividades bajo el apelativo cristiano, Los otros grupos católicos, éstos ya de tipo clandestino –Solidaridad de Obreros Vascos (SOV) y Unión Sindical Obrera (USO) en Euzkadi, Sindicatos Cristianos en Cataluña y Federación Sindical de Trabajadores (FST) en Madrid– difieren ya bastante de hoacistas y jocistas, aunque a veces estén nutridos por militantes de ambos orígenes. En realidad, se trata de grupos abiertamente políticos, no ligados a ninguna labor de apostolado, portadores de una u otra línea política al movimiento obrero’’. 

Algunos grupos de la izquierda radical antifranquista nacen de organizaciones cristianas, activistas cristianos luchan al lado de los comunistas, clérigos y edificios de iglesias y monasterios se ponen al servicio del antifranquismo. Tarancón al paredón, durante los años ‘70, era habitual consigna en pintadas y manifestaciones derechosas, producto de la separación de sectores de la jerarquía de la Iglesia del franquismo. 

''Y es que la iglesia española ha sido siempre, con las excepciones que se quieran, uno de los principales aliados del poder económico, un poder económico en sí misma y parte imprescindible de un sistema de poder casi feudal, además de colaboradora necesaria de las dictaduras que hemos padecido en el Siglo XX.'' 'C’ de España', página 142.

La iglesia fue en el pasado muy poderosa, pero sin perder de vista su diversidad en cuanto poder, en el tiempo y en lugar, no fue un poder único y absoluto constituyendo al menos dos versiones en la Edad Moderna, a partir del siglo XV, y XVI, XVII… Estado e Iglesia constituyeron dos poderes que se enfrentaron largamente tanto en su versión jurisdiccional, o político económica, como en su versión militar, llegando a sitiar los ejércitos españoles al papado romano, el Rey Fernando, el Católico, se enfrentó en lucha armada contra el Papa de Roma. Una iglesia papista, o seguidora de la Iglesia romana, seguidora del papado, se enfrentó a una iglesia nacional, en su versión regalista o seguidora de los soberanos españoles de turno, fueran Carlos V o Felipe II, a pesar de que los reyes españoles no estaban ungidos como creían los reyes franceses, sí tenían un carácter religioso en cuanto representantes de Dios y responsables de su pueblo tanto en asuntos civiles como religiosos. Ejemplo de dobles poderes lo encontramos en la cita de Antonio Domínguez Ortiz: ‘Los reyes españoles tenían el derecho de pase regio, la potestad de examinar por medio del Consejo de Castilla las bulas y otros documentos pontificios y no darles curso ni reconocerles validez si contenían algo contra las regalías’…’ Estos derechos del rey en materia eclesiástica tenían su contrapartida en los derechos de la Iglesia sobre los laicos…los obispos podían condenar a multas o a detención. Incluso el párroco podía multar a quien no asistía a misa dominical…’ 

Cuestiones similares ocurrieron en otros estados europeos en formación. A considerar también la diversidad de políticas, influencias y comportamientos de las diferentes órdenes religiosas en cada momento, cada una controlando parcelas de poder distintas y frecuentemente seguidora de poderes diferentes, lo cual no asienta la idea de una Iglesia como institución que siguiera una misma línea continuada durante siglos en todo el territorio español. Controlada en ocasiones por la corona se confundía con instituciones del Estado, modernamente la institución romana, el papado, aumentó su control sobre la institución, pero en todo caso, durante la democracia actual va perdiendo su poder de influencia, ya lo hacía al final del franquismo, lo cual no quiere decir que no exista, sino que ha perdido considerable influencia, por lo que no se la debe considerar hoy como antaño. 

Hoy los seminarios están vacíos, las iglesias no tienen curas suficientes, porque no se renuevan los viejos, los conventos se vacían, se venden monasterios y conventos, porque no hay gente para ocuparlos, los matrimonios civiles aumentan más que los religiosos que no llegan al 20%, las iglesias se vacían… las nuevas costumbres se aceptan por las grandes masas de católicos, y siguen siendo rechazadas por algunos residuos a los que se concede demasiada importancia en los medios. Dicen los autores de ‘C de España’ que la religión: ‘ha sido siempre una imposición que llega a nosotros desde múltiples estructuras del Estado y que se empeña en dirigir la sociedad’, lo cual era una realidad en el pasado, pero difícilmente se puede aceptar esté ocurriendo en la España democrática, como muestran los datos. 

Bautismos, confirmaciones, matrimonios indisolubles y heteros, enterramientos, asistencias a misas… pierden fuerza durante la democracia, que adopta como practicas civiles ampliamente extendidas, el divorcio, matrimonios homosexuales, secularización de prácticas, ... ‘Son especialmente los jóvenes que tenían entre 15-25 años en 1975 los que introducen una reducción de cerca del 50% en la práctica religiosa semanal respecto a 1960. En una primera aproximación, se constata fácilmente que la gran quiebra se produce entre 1975 y 1981’. Jesús Domínguez Rozas, ‘La Iglesia española en cifras’. AHIg 2001. 

Veamos unos datos, con referencia a 2017: Seminaristas hay 1.213, que son 523 menos que en 2001, suponen un 30% de caída, en 2001 fueron ordenados 227 por 132 en 2016. Seminaristas en los primeros sesenta había unos 8.000 que van descendiendo en la segunda mitad de la década hasta los 6.600, para continuar descendiendo en los primeros setenta hasta menos de 3.000 bajando en la segunda mitad de la década por debajo de 2.000. Religiosos hay unos 54.000. Curas hay menos de 19.000, siendo la mitad mayores de 64 años, por tanto, jubilables, sin opción a recambio a tenor de los pocos seminaristas que se ordenan. En los años sesenta había una media de 25.000 que llegó a 26.000 al final de la década, durante los primeros años setenta hubo unos 24.000, que descienden suavemente en la segunda mitad de la década hasta los 23.000. Tras el Concilio Vaticano II, durante el tardofranquismo y finales del mismo y Transición, se producen grandes cambios en la Iglesia española, incluida la secularización de miles de curas. La Iglesia deja de ser una parte importantísima de los poderes, no desaparece institucional ni económicamente, pero la enorme capacidad de influencia social que tenía en el pasado, va perdiéndola durante la democracia. 

José Ramon Montero uno de los mayores expertos en el tema, comienza uno de sus trabajos con esta frase que atribuye a Julio Rodríguez ‘Se ha dicho, con razón, que la sociedad española de 1950 era mucho más parecida a la de un siglo atrás que a la de 1975’, resulta muy útil para recordar la lentitud de los cambios que se producían en épocas pasadas respecto a la influencia y poder de la iglesia, en el que lo dicho para el siglo, XIX podía servir para el siglo XX. Ya en los últimos años del franquismo se aceleran los cambios en la iglesia provocados en gran parte por las transformaciones económico-sociales, industrialización, urbanización… y el Concilio Vaticano II, cambios que se aceleran profundamente en la democracia. Ya no se ajusta a la realidad aquel poder e influencia, ni es útil mantener aquellos postulados antiguos en esta democracia equiparando resultados, esta sociedad no es aquella y está muy distanciada del pasado carpetovetónico y clerical de los españoles, lo cual no evita que puedan darse sucesos ocasionales, residuales. En este asunto, como vemos en otros, los autores del libro ‘C de España’, expresan ideas como si, todavía, vivieran en aquella España antigua y carpetovetónica, algunos de sus postulados recogen algún hecho cierto, hoy anecdótico, que ellos elevan a la consideración de categoría para interpretar y juzgar el momento actual. Conclusiones que no apoyan con datos actuales. 

Hace sólo veinticinco años, nadie se hubiera atrevido a pronosticar que el problema religioso español, al que cabe calificar sin exageración como crónico al menos desde la identificación de la Iglesia con el carlismo y la intransigencia de sus posiciones reaccionarias, antiliberales y antimodernas, pudiera encauzarse por términos siquiera aproximados a los de la todavía reciente transición política’. José Ramón Montero, ‘Iglesia, secularización y comportamiento político en España’. Reis 34/86. 

El proceso de secularización ocurre entre los individuos de todo el arco político, se produce una menor influencia/práctica de religiosidad en el conjunto de la sociedad española. Con datos sacados del Banco de Datos del CIS, expertos en el asunto, José Ramón Montero, junto con Kerman Calvo, dicen en relación a la variación producida en las respuestas manifestadas entre los años 1996 y 2000 con respecto a la asistencia a misa nunca o casi nunca, entre los votantes de partidos: de centro izquierda, crece de 73 que no van nunca o casi nunca a misa en 1996 al 75 en el año 2000, entre los votantes de Centro-1 crecen los que no van a misa de 61 a 64, en Centro-2 crece de 41 a 53, en el Centro-derecha crece de 38 a 47, en la Derecha crece de 40 a 44. En la izquierda baja de un 84 a 82. ‘Cuando ser conservador ya no es un problema: religiosidad ideología y voto en las elecciones generales de 2000’, Estudio/Working Paper 9/2002. Conviene hacer una matización para absolutistas, el sentimiento religioso influye en el voto, hasta el punto de que los mas católicos votan menos a IU, y al revés los más ateos o menos religiosos votan menos al PP, lo cual no quiere decir que la izquierda no tenga voto católico, sino que los mas religiosos votan más a las derechas.

 http://www.uam.es/Derecho/WorkingPapers/1242658791834.htm 

El siguiente gráfico procede de un trabajo inacabado de Lluís Orriols, de la Universidad de Girona. Con datos del CIS, elabora un cuadro en el que podemos destacar la línea de cuadritos que representa los de la respuesta de católicos practicantes, sobre práctica religiosa de nunca/casi nunca, que sitúa en 1979 algo menos del 15% de individuos que en el 2008 llegan al 45%. En el período democrático aumentan hasta multiplicarse por 3 los individuos que se distancian de la iglesia católica.

 

 

Podemos resumir la situación en el comentario que a continuación se expone, procedente del libro ‘Tres décadas de cambio social en España. Juan Jesús González y Miguel requena (eds.), Alianza Editorial, 2005. El párrafo procede de las conclusiones del capítulo 12, Religión y sociedad: la secularización de la sociedad española, Miguel Requena. 

‘Pero el proceso de secularización se ha hecho patente también, por otro lado, en una significativa pérdida de religiosidad de los españoles que aquí hemos analizado a partir de la intensa caída de sus niveles de práctica religiosa a lo largo del período 1975-2002. En esos casi treinta años, la práctica religiosa ha venido a reducirse a la mitad en España. La debilidad de algunas creencias básicas de la doctrina católica y el escaso nivel de confianza en la iglesia como institución, así como el descenso de bautismos y el aumento de matrimonios civiles, apuntan en esa misma dirección de pérdida de religiosidad de los españoles.

Sabemos ya, en suma, que los españoles son menos religiosos que antes; y que esa pérdida de religiosidad, junto con el declive societal de la Iglesia católica, ha sido lo suficientemente importante como para que podamos hablar sin ambages de un proceso robusto de secularización.’

 

En 2017 el número de matrimonios celebrados en España fue de unos 172.000, de los cuales cerca del 3% fueron entre personas del mismo sexo. Un 16% del total se casan con al menos un cónyuge extranjero. Se celebraron unas 103.000 separaciones y/o divorcios. El 80% de las bodas que se celebran, son civiles, quedando las religiosas en un menor 20%. Y el 47% de los hijos nacen fuera del matrimonio. Los datos facilitados por el CIS -Estudio 3194, entre octubre 2017/enero 2018- en la última encuesta conocida realizada sobre la religión y su influencia entre los españoles son interesantes para contextualizar la influencia y el poder social perdido de la Iglesia entre los españoles, ello al margen de declaraciones de algún obispo, o de la virgen capitana general, o peinetas en procesiones. Veamos algunos datos: 

En la pregunta 3, sobre quien debería prestar atención sanitaria a las personas enfermas, cerca del 88% responde que las Administraciones Públicas, o sea el Estado, no las empresas ni la caridad cristiana. En la pregunta 4 sobre quien debería proveer de cuidados a las personas mayores, cerca del 72% cree que las Administraciones Públicas, como en la anterior, una preferencia por lo público. Interesa ver la diferencia con otras épocas antiguas en las que la esperanza era que prestara esas tareas la caridad de la Iglesia, o particular. En la pregunta 33, sobre las relaciones sexuales entre adultos del mismo sexo, un 68% dice que nunca está mal, bastante alejado de las enseñanzas de la religión. En la pregunta 35 sobre relaciones marido/mujer, la responsabilidad del marido llevar dinero y la mujer cuidar casa y familia, solo están de acuerdo con ello un 10% de las respuestas. En la pregunta 36 sobre el grado de confianza que le inspira la Iglesia y organizaciones religiosas, al 47% le inspira muy poca o ninguna confianza. A la pregunta 37, ‘Las autoridades religiosas no deberían intentar influir en lo que la gente vota’, más de un 84% se manifiesta de acuerdo o muy de acuerdo. 

En Europa tras la Ilustración, también en España, comienza otra etapa que acelera la separación de los poderes religiosos de los políticos civiles, la vida en las sociedades aumenta la secularizando, situación que con diversos grados, avances y retrocesos se produce hasta hoy en los diversos países europeos, incluidos los del Este en donde han renacido con fuerza las iglesias. Tradicionalmente la religión, cualquier religión, ha tratado de imponerse al conjunto de la sociedad y dominar las estructuras del Estado, en Europa, al menos desde el imperio romano cuando asume como religión de estado el cristianismo. El ejemplo citado de las luchas contra los judíos extendidas por toda Europa, puede derivar la mirada al actual Israel, en el que la religión judía, la rama ultraortodoxa actualmente domina amplios sectores sociales, condiciona parte de la vida civil y militar con sus costumbres y acciones y pretende dominar la totalidad del Estado y sus instrumentos de poder y gobierno. 

En relación con el declive clerical de España, Thomas Pikkety escribe en ‘Capital e ideología’, Ediciones Deusto. 2019.:

‘’Por el contrario, el declive clerical en España fue mucho más tardío que en el Reino Unido y en Francia. La institución eclesiástica sobre la que se apoyó tanto la monarquía como la clase nobiliaria durante los siglos de la Reconquista, vio incluso como sus efectivos aumentaban entre 1590 y 1700; eran todavía superiores al 3% de la población adulta masculina en el momento de la revolución francesa, y no sería hasta el siglo XIX y comienzos del XX cuando el peso demográfico del clero y sus propiedades comenzarían a derrumbarse. A lo largo del siglo XIX, numerosas leyes sobre la desamortización desposeyeron paulatinamente a la Iglesia de una parte de sus tierras y de sus bienes financieros, con ventas forzadas de casas y dominios eclesiásticos en beneficio del Estado, en un contexto en el que España trataba de modernizarse y de reforzar sus instituciones civiles y públicas. El proceso continuó a comienzos el siglo XX, no sin suscitar una violenta oposición y fuertes tensiones sociales y políticas. En 1911 y en 1932 se pusieron en cuestión las exenciones fiscales de las que se beneficiaban las donaciones privadas a las instituciones religiosas…’’

Antonio Domínguez Ortiz sostiene que las primeras desamortizaciones las realizaron Carlos V, vendiendo posesiones de las órdenes Militares, y pueblos que eran propiedad de la Iglesia. Continuó vendiendo pueblos Felipe II, creando señoríos seglares, e impulsó la Bula de la cruzada, ingreso regular y copioso, obteniendo de Pio IV, el llamado Subsidio, una contribución de 420.000 ducados anuales y logrando de Pio V, el Excusado, que era el producto del diezmo de la finca más rica de cada parroquia. Lo destacable del párrafo de Pikkety es confirmar comparativamente que el declive clerical de España se produjo. Lo cual indica que en un tiempo la Iglesia tuvo mayor poder y que perdió gran parte en otro momento. También destaca que se produjo más tarde que en Inglaterra y Francia, pero se produjo. Aquí en España, sitúa el siglo XIX y comienzos del XX como momentos clave durante los que fue perdiendo, tras la ilustración española y en tiempos de la revolución liberal. Realmente, en España, hubo variadas iglesias con poderes diferentes y en ocasiones enfrentados, en la antigüedad por diferentes creencias fundamentalmente locales, en el Renacimiento, los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II, representaban una iglesia católica nacional enfrentada abiertamente, jurídica, económica y políticamente, incluso con las armas, a la Iglesia de Roma y el papado. En aquellos tiempos se produjeron las primeras desamortizaciones de propiedades religiosas, de Órdenes Militares, de pueblos obispales, de contribuciones económicas obligadas. Téngase en cuenta además que las iglesias españolas tuvieron comportamientos divergentes en muchas ocasiones, contaban con diferentes poderes en cada territorio fuera Castilla, o Aragón …, fueran unas órdenes religiosas u otras, dominicos, jesuitas… 

En tiempos de Carlos III, en general, se desequilibra la balanza del poder eclesiástico a favor del poder civil y la secularización toma un gran impulso. A los efectos que estamos discutiendo en este trabajo, se puede refrendar que hay períodos de auge y declive del poder de la iglesia en España y dentro del declive genérico del XIX y principios del XX, se producen etapas de retroceso, o de nuevo resurgir del poder religioso, como ocurrió durante el franquismo. La Iglesia en España no fue un único poder que pueda conceptuarse centralizadamente para determinar su influjo unidireccional de la historia de España, sirva a modo de ejemplo, en esta época la iglesia vasca y la catalana con su marcada ascendencia nacionalista, muy diferente a la españolista, o la iglesia del XIX implicada en innumerables guerras carlistas, o la nacional católica implicada en la Guerra Civil y posterior franquismo, o el quiebro representado por el Concilio Vaticano II, que sumó muchas fuerzas cristianas al antifranquismo y al marxismo español. El poder de la Iglesia, o mejor, del influjo religioso en general, entendido como el sentimiento de secularización que anida en la sociedad, vuelve a iniciar otro declive, en los años setenta que se ha profundizado en la etapa democrática. Lo cual no deja de ser contradictorio con las manifestaciones populares, religioso turísticas, romerías, procesiones… despertadas con fuerza en los noventa. 

Las historias concretas del declive clerical en cada país europeo toman caminos diferentes con velocidades distintas, la evolución no siguió una línea única en todas partes, pudo seguir múltiples trayectorias, pero hoy los caminos entre los europeos parecen confluir hacia una realidad no muy diferenciada. En toda Europa Occidental hoy se está produciendo un proceso de secularización generalizado cuyo comienzo de esta fase puede situarse a finales de los años 60, acelerando la secularización en el cambio de siglo. Con datos de 2017 el Pew Research Center realiza un estudio llamado, ‘Ser cristiano en Europa Occidental’, del que mostramos unos datos, siendo los de los españoles similares a los del resto de europeos occidentales: Aunque un 91% de los encuestados dice haber sido bautizado, solo una minoría del 22% acuden a los servicios religiosos más de una vez al mes. En la mayoría de los países de Europa Occidental, el mayor grupo es el de cristianos no practicantes, situándose la media de ese grupo en un 46%, España en un 44%. Sin religión sitúa la media europea en un 24%, España lo supera hasta llegar a un 30% de españoles que dicen no tener religión. La mayoría de este grupo considera que la ciencia hace que la religión sea innecesaria. 

Países Bajos, 41%, Bélgica, 55%, Noruega, 51% Suecia,52%, Francia 64% y España 66%, son quienes dan menor porcentaje de personas que se identifican como cristianos. Alemania, Reino Unido, Suiza, Finlandia dan mayores porcentajes, alrededor del 70%, siendo los más altos Irlanda, Austria, Italia y Portugal en el entorno del 80%. Mayoría de cristianos no practicantes, reconocen la labor de apoyo de las iglesias y otras organizaciones religiosas a los pobres. Los cristianos son más proclives a considerar que el islam es incompatible con los valores de su país, y los más religiosos son más proclives a prohibir inmigraciones. Tanto los cristianos que acuden a la iglesia, como los cristianos no practicantes, son más proclives que las personas sin religión a considerar que su cultura es superior. El matrimonio entre personas del mismo sexo y el aborto, son ampliamente aceptados por los sin religión y por los cristianos no practicantes.


[1] Hermet, Guy ‘Los católicos en la España franquista’ editorial CIS+Siglo XXI. Tomos I, 1985 y II, 1986.

Babiano, José, ‘Los católicos en el origen de Comisiones Obreras’. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, H.' Contemporánea, t. 8, 1995, págs. 277-293.

Fernández Segura, José, La participación de los católicos en el movimiento obrero de Barcelona (1946-1978)’. Universidad de Barcelona. 2005.

 

[2]  ‘Nuestra Bandera. Revista teórica y política del PCE. Núm. 42-43, marzo-abril 1965, páginas 163-1972 http://www.filosofia.org/hem/dep/pce/nb042163.htm

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