''El
calentamiento global, producido como consecuencia del hambre insaciable
de energías fósiles en los países de industrialización temprana,
afecta
con máxima dureza a las regiones más pobres del planeta; una
ironía amarga que se burla de cualquier expectativa de una vida justa.
En la página 6 de este libro se reproduce la foto del buque correo “Eduard
Bohlen”, cuyos restos llevan casi cien años cubiertos por la arena
del desierto de Namibia. Este buque tiene un papel pequeño en
la
historia de la gran injusticia. El 5 de septiembre de 1909
quedó atrapado
en la niebla y encalló frente a las costas de ese país, que por entonces
se llamaba África del Sudoeste Alemana. Hoy, sus restos se hallan
doscientos metros tierra adentro; el desierto fue avanzando cada
vez más hacia el mar. El “Eduard Bohlen” integraba la flota de la
Woermann-Linie,
una compañía naviera de Hamburgo, y desde 1891 navegaba
regularmente como buque correo hacia África del Sudoeste.
Durante
la guerra de exterminio que emprendió la administración
colonial
alemana contra los herero y los nama, se convirtió en un
buque
de transporte de esclavos. En
esa guerra genocida, la primera del siglo xx,
no sólo murió gran parte
de la población nativa de África del Sudoeste; también se establecieron campos
de trabajo y campos de concentración, y los prisioneros de guerra eran vendidos como trabajadores
esclavos.
Dado
que la astronomía aún no puede ofrecer planetas colonizables a una distancia
que esté a nuestro alcance, no se puede evitar llegar a la triste conclusión de
que la Tierra es una isla. No habrá otro lugar adónde ir una vez que se hayan
agotado las tierras y arrasado los campos de materias primas.
El
problema es que como se están agotando los recursos para la supervivencia, al
menos en algunas regiones de África, Asia, Este de Europa,
América
del Sur, el Ártico y los países isleños del Pacífico, cada vez más
personas
contarán con una base menor para asegurarse la supervivencia.
Y
es evidente que esto llevará a conflictos violentos entre todos los
que
pretendan alimentarse de una única porción de tierra o beber de la
misma
fuente de agua que se agota, como también es evidente que
dentro
de un tiempo no muy lejano será difícil distinguir razonablemente
entre
los refugiados climáticos y los refugiados de guerra, porque las
nuevas
guerras están condicionadas por el clima y las personas huyen
de
la violencia. Como tienen que quedarse en algún lugar, se desarrollan
nuevas
fuentes de violencia: en los propios países, en los que no se sabe
qué
hacer con los refugiados internos, o en las fronteras de los países a
los que pretenden emigrar, donde no son en
absoluto bienvenidos.''
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