sábado, 13 de febrero de 2016

El mito de la unidad de las izquierdas. (6) Conclusiones II

Algo no funciona en las izquierdas bajo el esquema del unitarismo cuando siempre da lugar a posturas excluyentes, la propaganda y acción política que pone en marcha fomenta la dicotomía de amigo/enemigo, o ellos o nosotros; y no parece que esta postura pueda ser explicada únicamente por la presión de las condiciones externas, por los contras, la carcunda, el fascismo, el imperialismo, la guerra,… Al menos dos grandes líneas de interpretación se pueden seguir:

1.-) Las teorías marxistas, anarquistas, comunistas, trotskistas,… no explican suficientemente el por qué de estos procesos. Incluso se puede dar otro giro, aceptando que dichas teorías los fomentan, al fin y al cabo son las bases filosóficas e ideológicas en las que bebió el movimiento obrero con la experiencia citada.  En este caso surgen algunas dudas, aceptando que tuvieran una parte de responsabilidad, ¿cómo explicar entonces que dichos procesos se repitan en el movimiento feminista, y en el ecologismo? Los enfrentamientos y escisiones son constantes en estos movimientos, sin duda con menor violencia que dentro del movimiento obrero, probablemente pueda explicarlo sus componentes de mayor transversalidad de intereses tanto en militancia como en objetivos. Otro factor que ayudaría a comprenderlo sería la ausencia de experiencias históricas de lucha por conquistar y mantener el poder.

Una línea en la interpretación de la sucesión de hechos históricos es la esgrimida por el trotskismo y por quienes pretenden reducir su responsabilidad a unos pocos individuos; argumentan que; los trotskistas conocíamos desde hace muchos años las purgas y represión, y lo denunciamos en su momento, lo cual no les impide seguir considerando el comunismo como el objetivo paraíso. Presuponen que los desastres y brutalidades fueron consecuencia de Stalin, sin duda individuo con un papel importantísimo en la represión interna, pero al conceder exagerada importancia al aspecto individual, luego resulta complicado aceptar que en las luchas sociales son los movimientos colectivos quienes explican más y mejor los procesos, contradicciones, enfrentamientos, resultados… Las actas del Comité Central del Partido Comunista dan fe de múltiples intervenciones de sus miembros denunciando, condenando e instigando a la represión; miles de altos cuadros e intermedios del partido practicaron la denuncia y represión directa de sus compañeros en todos los ámbitos fueran administrativos, culturales, productivos, y en todos los territorios de la URSS; muchos generales y mandos militares detienen y reprimen a miles de izquierdistas en cuarteles, en el frente y lugares civiles; decenas de miles de rusos denuncian, persiguen y entregan a miles de camaradas en granjas, fábricas y centros educativos, deportivos, sociales… La amplísima represión entre izquierdistas desarrollada en Rusia, o China, no podría haberse realizado individualmente, o por unos pocos individuos.

La experiencia española abunda en la idea de prácticas colectivas represivas, durante la República son grupos de militantes quienes combaten entre sí, por ejemplo en Barcelona. Durante el franquismo, cualquiera que haya militado en organizaciones de extrema izquierda tiene experiencia de peleas provocadas por las constantes fracciones, formando trincheras en ambos lados de la escisión, defendidas por grupos de militantes peleando contra sus nuevos enemigos, antiguos colegas. Naturalmente en todos los casos los líderes influirán en marcar caminos, pero no se hubieran producido ni tantas ni tan profundas luchas sin la participación colectiva. El qué motiva a esos colectivos de izquierdistas para aceptar y seguir a los chamanes que alimentan el fuego del enfrentamiento, es otra cuestión que se intentará abordar más adelante, -la ilusión fanática de crear un hombre nuevo, tiene que ver-, pero sin la participación colectiva por activa y por pasiva hubiera sido imposible producir tan profundas experiencias históricas.

Otra interpretación pretende quitar importancia al aspecto de generalidad en los enfrentamientos cainitas izquierdistas, al intentar situar lo acontecido fundamentalmente en la URSS, en todo caso para otros países, adjudicarán a la III Internacional la responsabilidad de las luchas internas por la influencia de Stalin; pero ello no explica el resto de situaciones históricas anteriores y posteriores, en las que se produjeron hechos similares de enfrentamientos violentos entre izquierdistas. Por otra parte a pesar de la denuncia realizada en su época, mantener la misma postura hoy no parece suficiente. Enormes cambios provocados años después en China y el derrumbe del comunismo en la URSS, afloran nuevos datos sobre el pasado y sobre los comportamientos sociales del presente que en los años noventa inundan de salvaje capitalismo dichos países, lo cual debería dar lugar a nuevas interpretaciones. Todos los progresistas deberíamos reflexionar sobre la facilidad de la implosión comunista y la rapidísima expansión de la nueva moral de salvaje capitalismo ocurrido ante decenas de millones de soviéticos, se suponía que vanguardia obrera de la revolución mundial, pero que miraban sin actuar, con enorme pasividad, el surgimiento de un mundo que enterraba el suyo. 

Nuevos archivos y documentos se hacen públicos y van arrojando otra luz sobre interpretaciones antiguas que irán siendo arrinconadas. Las críticas de Bettelheim al Capitalismo de Estado en la URSS, -‘Las luchas de clases en la URSS’ I y II. Charles Bettelheim. Siglo XXI- podrían ser válidas para entender la inmediatez en la que ingentes recursos, que eran teóricamente propiedad colectiva, en manos del Estado dirigidos por una nomenclatura, han pasado en un chasquido a manos privadas, gánsteres que hoy gobiernan aquello. Cientos de libros marxistas sobre el capitalismo siguen aportando interpretaciones válidas para comprender la sociedad, pero otros muchos con teorizaciones sobre la URSS y China, sobre la construcción del partido y la revolución comunista quedan arrinconados ante los nuevos hechos surgidos en esos países y ante las aportaciones de los relatos sobre el pasado, por ejemplo de Karl Schlogel. Uno de los muchos párrafos escritos por la premio nobel Svetlana Aleksiévich es sugerente en cuanto aclaración sobre lo que pasó, y por qué.

‘Yo nací soviética… Mi abuela no creía en Dios, pero creía en el comunismo. Y papá estuvo esperando la vuelta del socialismo hasta el mismo día de su muerte…Papá estuvo en la guerra de Finlandia (1939/40) nunca tuvo muy claro el propósito de aquella guerra, le dijeron que había que librarla y allá fue… de esa guerra se hablaba poco…papá no nos habló de ella… de vez en cuando se iba de la lengua cuando bebía unas copas…el paisaje de su guerra era invernal…bosques cubiertos de una capa de un metro de nieve…los finlandeses se desplazaban con esquís, llevaban ropa de camuflaje color blanco y aparecían inesperadamente…En una sola noche podían masacrar un batallón entero… papá peleó seis meses hasta que cayó prisionero…Avanzaban sobre un lago helado y la artillería enemiga comenzó a disparar contra el hielo quebrándolo. Muy pocos hombres consiguieron alcanzar la orilla a nado y los que lo hicieron llegaban entumecidos y desarmados…medio desnudos. Los soldados finlandeses les tendían las manos para ayudarlos a salir del agua. Algunos aceptaron las manos tendidas; otros prefirieron ignorarlas… Respondían a las enseñanzas que habían recibido. Papá se sujetó a una de aquellas manos y lo sacaron del agua…contó con sorpresa que le dieron un vaso de aguardiente para que entrara en calor. Y ropa seca. Se reían y me daban palmadas en la espalda: ‘¡Estás vivo Iván!’…No entendía por qué estaban tan contentos…

La campaña de Finlandia concluyó en 1940…entonces cada bando intercambió prisioneros de guerra…Cuando los prisioneros finlandeses llegaban hasta los suyos les estrechaban las manos y los abrazaban. Pero a los nuestros, los rusos, no los recibieron así. ‘Hermanos, compatriotas queridos’ decían abalanzándose contra los soldados. Y éstos contestaban gritando ‘¡Firmes! ¡Tenemos orden de disparar a quien rompa filas!’. La columna de prisioneros soviéticos devueltos por Finlandia, fue flanqueada por soldados armados acompañados de perros pastores y conducida a unos barracones… rodeados de alambradas de espino. Comenzaron los interrogatorios… ‘Me sacaron del agua’ ‘¡entonces eres un traidor!’ ¡Preferiste salvar tu pellejo antes que luchar por la Patria!’.

Papá también se consideraba culpable. Es lo que le habían enseñado a su generación…No se celebró juicio. Al término de los interrogatorios, los reunieron a todos y les leyeron la sentencia: seis años de trabajos forzados por traición a la patria. Los enviaron a Vorkutá, donde trabajaron en la construcción de una vía férrea sobre el permafrist. ¡Dios mío! Corría el año 1941 y los alemanes estaban a las puertas de Moscú. A ellos los traban como a enemigos… Toda Bielorrusia había caído en manos de los alemanes…Escribieron cartas solicitando partir inmediatamente al frente de batalla…a Stalin… Invariablemente les respondían que como eran unos cerdos debían quedarse trabajando… Y ellos…papá…él mismo me lo contó… lloraban desconsolados… El cautiverio en el gulag le acortó la vida. Y la perestroika también. Sufrió mucho. No podía entender lo que estaba pasando en el país, en el Partido.

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