Las experiencias históricas no me permiten
compartir la simplicidad de que hacen gala los defensores de consignas como ‘’somos el 99%’’ los cuales afirman que
estamos juntos en los mismos intereses todos, contra el 1%. –La consigna nació a raíz del artículo de Stiglitz en el que decía que el 1%
controlaba el 40% de la riqueza, lo cual es cierto, el problema es cuando la
gente interioriza que entonces todos somos iguales o pensamos lo mismo-
Puedo aceptar la carga política que transmite
para intentar movilizar a la gente, intentando poner contra las cuerdas a ese
1% de los más ricos, que incluso se está haciendo más pequeño cada día, con
mayor peso en cuanto reducimos el grupo de los extremadamente súper ricos, pero
desde luego en cualquier sociedad me extraña sobremanera que exista tal
polarización política e ideológica en los bandos que se forman para defender
intereses particulares y colectivos.
Es absurdo el ‘buenismo’ de tanta gente que cree
ver a toda la humanidad juntita rezando lo mismo, compartiendo los mismos
intereses e ideales, -hay muchas religiones en el planeta, además de las 3 del
libro, las más cercanas a nuestro conocimiento, en los papeles que EEUU obliga
a rellenar en la entrada muestran para identificarse con ellas más de 200-
La tendencia a pensar que todos queremos lo
mismo y coincidimos en ideas e intereses está muy extendida a ambos lados del
arco ideológico, pero la realidad muestra lo contrario; hay múltiples bandos, cada
día más grupos diversos dentro de las mismas ‘aceras’, demasiados ‘aquellos y estos’, e incluso se agudiza cada día la
transversalidad de intereses e ideología para hacerlo más complejo. Somos siete mil millones de individuos los que
vivimos en el planeta Tierra, con opciones e ideas diferentes sobre la vida y
la muerte, diferentes sobre el universo y el medio que nos rodea, sobre la
producción material e intelectual, sobre como determinar necesidades y
satisfacerlas, con intereses materiales e ideológicos muy diferentes y de
ellos, muchos millones que mantienen diferencias viven en el mismo marco
físico y legal, lo cual sería imposible si la política no organizara la
convivencia dotando de algunas normas que sean ampliamente aceptadas, al menos transitoriamente.
En estos grupos humanos, países, naciones… la
política es la que contribuye a organizar la sociedad. Los intereses diversos
SIEMPRE generarán conflictos, luchas, - no solo de clases, de sexo, identitarias,
generacionales, culturales, religiosas…- y la política trata de cómo buscar salidas
para resolver conflictos, de encontrar soluciones a los problemas que sean
aceptadas mayoritariamente, la política tratará de encontrar estabilidad para
poder convivir los grupos sociales y será tan buena o mala como los individuos del momento en ese mismo espacio
sociocultural. Pretender que los políticos sean ángeles en una sociedad
corrupta, es vivir en un mundo absurdo de buenos y malos, nunca podrán ser muy
diferentes a los médicos, empresarios, funcionarios, arquitectas, actrices,
pescadores, agricultores, taxistas, carniceras…
Que la llamada clase política necesita
regenerarse parece clarísimo, pero en la misma medida que nosotros la
ciudadanía que dejamos durante los últimos 20 años, en sus únicas manos las
decisiones de nuestras vidas. Durante este tiempo los partidos han tenido su
propia vida, en parte al margen de la ciudadanía que no se comportaba como tal,
ya que no intervenía, demandaba, presionaba, exigía… Es cierto que durante muchos
años destacaban demasiado las juergas, los botellones masivos, las modas,
músicas, bailes, deportes, etc. y no precisamente la política, lo cual ha
permitido que los partidos vivieran haciendo caso únicamente a su militancia. Y
muchas veces ni eso.
La situación cambió bruscamente con la crisis
abriendo las puertas a una nueva era en nuestras vidas, todavía pasó tiempo para
ver salir las gentes a las calles a protestar y demandar mayor protagonismo, el
15-M con su preámbulo del 7 de abril de 2011, podríamos situarlo como una mecha
importante que prendió. Querían que los partidos les escucharan, exigían algo a
lo que las nuevas generaciones de políticos españoles no estaban acostumbradas.
Y la palabra volvió a cobrar sentido en política, para las izquierdas.
No piensen que esto es normal, porque durante
muchos años, el discurso, ahora algunos lo llaman relato, no fue utilizado
políticamente, incluso la gente se negaba a escuchar, se negaba a leer. Y ahí
comienza todo, demasiada gente no sabe que en política hay que leer mucho,
libros, papeles, estudios, propuestas; hay que escuchar mucho, a los cercanos y
lejanos, opiniones, argumentos, propuestas, alternativas; hay que hablar mucho,
discutir las ideas de los demás que es la mejor forma de discutir las propias,
convencer a otras personas;… Y todo ello es importante porque no es cierto que
políticamente seamos el 99%, en ninguna parte.
En ocasiones me preguntan ¿por qué escribo a
‘un ritmo tan bajo’ tan pretendidamente didáctico?, pues porque ahora hay
decenas de miles de personas, no solo jóvenes, que se incorporan a estas
dinámicas activas, que antes desconocían la política, e incluso aborrecían –en
serio lo he constatado con sus propias palabras-. Y tampoco nos viene mal a los
activistas, simpatizantes mayorcitos, dar un repaso a ideas básicas muchas
veces olvidadas.
Seguro que muchas personas pensarán que exagero, pero si no era
así ¿cómo explicar el desierto de estos 20 años –ascenso de Aznar y su nueva
derecha- que nos ha conducido a la situación actual? Quizás existan muchas
explicaciones, entonces probablemente sirvan para aclarar por qué en Madrid
desde la toma del poder por Esperanza Aguirre, -con el Tamayazo 2003-, las
izquierdas no fueron capaces de desbancarla? ¿Por qué no sumaron más que
derrotas mientras el PP crecía?
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