viernes, 29 de noviembre de 2019

Ausencia de patriotismo democrático. Las derechas

II.- Responsabilidad de las derechas y sus políticas excluyentes

Los distintos nacionalismos españoles, central y periféricos, -los dos son peores- son muy parecidos en postulados filosóficos y en sus acciones políticas, opresoras y represoras; ambos son excluyentes de todos aquellos que sean diferentes. Dependiendo de momentos, será visible en los nacionalismos de allá o acá, su intención permanente de considerar a los otros como distintos, con menores derechos, ya que parten del supuesto de su menor calidad cultural e histórica. El fondo del asunto es que consideran su legitimidad por encima de la de los demás, aquello es suyo, la patria, los símbolos, las tradiciones, el territorio, la riqueza, la cultura, la historia…

Según las élites derechonas, españolistas, catalanistas o vasquistas, el resto de la gente tendrá que aceptar sus postulados nacionales si quiere ser bien tratada, si ustedes se amoldan y aceptan su inferioridad, serán aceptados socialmente, de lo contrario serán excluidos de la tribu, del clan. La sociedad no la entienden como conjuntos de individuos con múltiples intereses que conviven en espacios temporales en los que solo será posible hacerlo cediendo en algunos postulados y aceptando otros de los demás. Los nacionalistas no entienden la sociedad compuesta por ciudadanos libres, de diferentes clases, religiones, etnias, idiomas, edades, tradiciones etc., distintos, pero siempre en igualdad de derechos y obligaciones, por eso ciudadanos, que con solidaridad y justicia mejor que caridad, buscarán la equidad para toda la ciudadanía que puede convivir con múltiples identidades diferentes.

La política de la derechona agravará la quiebra social, conseguirán alejar millones de individuos del sentimiento colectivo español, ‘maldita Constitución, maldito Gobierno, maldita España’, repetirá la gente. La sensación de apátridas, de excluidos del conjunto dominará lo justo como para agravar el problema de la identidad nacional periférica, nadie quiere ser amante de quien le trata mal. Somos un país algo diferente en este asunto, a los extranjeros les parecemos que no respetamos símbolos nacionales, en manifestación pública, cultural, de representación o deportiva, que son las que ven por televisión. Somos capaces de insultar otros himnos, banderas, representantes del estado, ritos y ceremonias se celebran sin mínimo respeto del público, de educación hacia los demás… maldecimos nuestra historia, y nuestra gente, de la que desconocemos casi todo. Los extranjeros se llevan las manos a la cabeza cuando nos comportamos de esta forma en sus ciudades, o si nos interesamos por cómo actúan en sus países y los criticamos sin guardar un mínimo de prudencia.

No nos sentimos respetuosos porque durante muchos años los carpetovetónicos, las derechonas del momento, no lo han sido con el conjunto de los españoles. Las personas son la piedra angular de los símbolos, sin un fuerte respeto a los individuos, considerándolos ciudadanos, poco respeto puede haber hacia otra cosa, por eso tiene tantísima importancia no herir gratuitamente, ¡Quieren desenterrar los muertos por cobrar subvenciones! Esta gente, deberían ser expulsados de sus partidos y cargos, no es así, les ríen y aplauden las gracietas incluso en sede parlamentaria. El sentimiento fraternal hacia la Constitución disminuye porque sigue habiendo muertos en las cunetas, porque se vive en el desprecio de los poderosos hacia el pueblo, y en un problema de enfrentamientos nacionalistas, millones de españoles sentirán simpatía por los que se enfrentan al españolismo excluyente, o se retirarán a un lado dejando hacer, sin oponer como mejores principios ciudadanos y progresistas los de la Constitución. La cuestión es que esta actitud cede la Constitución a los carcas, regala su defensa, su propiedad, lo cual acrecienta el problema de exclusión de millones de individuos de la identidad común española.

El orgullo y respeto por los conceptos nacionales se consigue cuando se utilizan de forma conciliadora, cuando los símbolos se usan de forma inclusiva y respetuosa con los otros vecinos, incluidos los contrarios. El símbolo nacional debe serlo, si y solo si, es aceptado voluntariamente por el conjunto ciudadano. El amor y respeto por lo español, se manifiesta defendiendo su carácter genérico e integrador, por lo tanto combatiendo a los ultras que se apropian símbolos y utilizan para sí.[1] El asunto del patriotismo es altamente delicado por sentimental, encierra muchas de las disputas de este país, las emociones pueden encabronar la relación, crispar la convivencia hasta hacerla insoportable para muchas personas. ¡Que se jodan!, es lo que dicen unos arremetiendo contra los otros. Su torpeza es tan brutal como la de aquellos que dicen ‘O me quiere a mí, o la mato’, la misma emoción machista que provoca tanta violencia. Pero el amor no se impone, el cariño no se puede obligar y quien lo pretenda solo difunde odio y ánimo de exclusión lo cual suma adeptos a la independencia ‘ya que me excluyen, a la menor oportunidad me voy’. Como poco, suma simpatías hacia otros nacionalismos que pelean con quien me expulsa.

El problema con la bandera, la historia, la tradición… es que no son símbolos comunes, de todos, que deberían unir a la mayoría, no hay experiencia elegida voluntariamente, querida y aceptada masivamente. Enfrentamientos de sangre han sido frecuentes entre españoles, ha faltado un componente externo de unión contra un peligro común como tienen otras naciones. Salvo 1808, y ello, rodeado de aspectos confusos y mezclados de modernidad y carcunda que facilitaron la vuelta de las cadenas. Al margen de su historia antigua, la creación legal en la Transición del símbolo nacional, reconvirtiendo la bandera franquista quitando la reminiscencia fascista del ‘aguilucho’, es uno de los mayores puntos negros de la época, -otro es la ley electoral, la principal llave para abrir la solución de un montón de problemas- dejó la bandera demasiado cercana al símbolo bajo el cual combatieron los golpistas que iniciaron la guerra civil y arropados en ella dirigieron la represión sangrienta contra el pueblo español. Ocurre con la historia, las tradiciones y con lo español, tiene demasiada carga de franquismo y nacionalcatolicismo, lo que separa a la mitad de los españoles del conjunto en el que no se sienten incluidos.

A mucha gente le parece bien mantener el símbolo bajo el cual lucharon, creerán que las historias y tradiciones españolistas deben ser soportadas por toda la población -para eso ganamos la guerra, ¡que se jodan!, gritan- pero, precisamente por ello, por quererlo imponer a sangre y fuego, la otra mitad del país se aparta, no puede sentirse incluido, no es querido, aquello no es compartido por amplias mayorías y el país se debilita, la convivencia se resiente, los proyectos comunes no salen adelante, mientras, los nacionalismos periféricos se fortalecen. Todas las historias y tradiciones, cualquier bandera que se izara, tendría amantes, no llegó todavía el momento de que la derecha, no la derechona, los conservadores españoles, sean conscientes de que lo español no necesita unos pocos amantes celosos, sino que es necesario que una gran mayoría de ciudadanos se sientan cómodos con su país, su historia y símbolos. El problema que tenemos los españoles, ganadores y perdedores, azules y rojos, es que compartimos espacio y tiempo y sería preferible para todos conciliar sentimientos de los diferentes para hacer sencilla y placentera la vida en común. La cuestión es potenciar la sociedad democrática, inclusiva. O cada día aumentarán los que querrán independizarse.

Después de la guerra civil y tras de la muerte de Franco, en aquellos tiempos de la Transición hubo varios centenares de muertos, que cayeron por balas de funcionarios protegidos por la bandera española, y por escuadrones de fachas escondidos tras ella. Muchas palizas fueron dadas arropados con ella, muchos insultos impartidos por quienes portaban la rojigualda. Tras el golpe de estado de Tejero, el 23F, hemos visto por las calles, en los bares, comercios, en los campos de futbol… a individuos que llevaban la parafernalia del golpista y portaban la rojigualda a su lado, de hecho, los símbolos se vendían juntos, sin que el resto de conservadores les recriminara por ello. Era el símbolo de los que gritaban ‘Tarancón al paredón’, de aquellos que defendían una iglesia franquista y ultra, mientras la mayoría de los azules asentía o callaba. Carrillo, el PCE, durante la transición, la abrazó, para evitar conflictos mayores dentro de la política de ‘reconciliación nacional’, e intentó con grandes esfuerzos que fuera aceptada por los comunistas, es la contribución que le reconocen desde instancias conservadoras. Entonces pudo haberse intentado una mayor identificación popular reduciendo agravios si algunas minorías no se hubieran apoderado de ella, sin reacción de los conservadores para criticarlo.

Desde aquellos días la bandera y el españolismo, son utilizados con demasiada frecuencia por la derechona[2] para golpear al resto, siempre con la pretensión de someter o expulsar a los españoles de su propio país. Lo español fue utilizado por muchos para excluir y desde posiciones conservadoras no lo evitaron saliendo al paso de los excluyentes, y ahora mentes preclaras de entre ellos reconocen el inmenso error. ¡Qué carajo! tenemos un serio problema.[3] Ahora lo reconoce el Alto Comisionado para la marca España, nombrado por el Gobierno del PP, dice que tenemos un grave problema nacional, la extrema-derecha ha patrimonializado la bandera, un símbolo que debería ser de todos. Algo que sabíamos desde hace bastante tiempo muchos millones de españoles y cuyo problema, gran problema, los militantes y votantes azules no han querido resolver, y en gran parte provocan ellos mismos, para muestra los ejemplos de los últimos días.[4] El Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, afirmó en el Fórum Europa:

''Tenemos que limpiar los símbolos de nuestro país de connotaciones que no le han favorecido'' conminó, abogando así por quitar a la bandera española ''toda connotación política'' con el objeto de que ''sea percibida como patrimonio de todos''. ''La extrema derecha hizo mucho daño patrimonializándola'', lamentó. Espinosa de los Monteros emitió este diagnóstico en la conferencia que pronunció en el evento informativo que organiza Nueva Economía Fórum, ante la atenta mirada del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, que promovió su nombramiento. Si quieren empezar a corregir el problema, deben pelear por desterrar la apropiación patrimonial de sus propias filas, visible en cada manifestación callejera azul, en cada reivindicación ultra sea religiosa o política, visible en la ostentación ante sus líderes o contra los del resto, siempre usada como arma excluyente. Todo el mundo sabe que tras una pulsera rojigualda, o pegatina en un coche, hay un individuo de extrema-derecha en un 70% de ocasiones, franquista en un 20%, y variados en el 10% restante. Todos sabemos que en las manifestaciones de los derechistas los ultras se identifican con la bandera española como su enseña y que grupos o individuos violentos se amparan tras ella.

Todavía se puede empeorar si los defensores institucionales de símbolos que deberían unir, son tan torpes para no darse cuenta de que todos recuerdan atrocidades del pasado, que reflejan otros símbolos que incluso por ley deberían ser quitados de la faz pública, como nombres de golpistas en calles e iglesias, o cuando el pueblo ve que no defienden la dignidad de los españoles enterrados en cunetas ¡en ningún otro país civilizado del mundo! Si no ven que eso excluye no deberían formar parte de las instituciones de este país. Para mucha gente, los símbolos de la patria, son los españoles, las personas que viven sufren y trabajan, o quieren hacerlo, aquellos sin los cuales la sociedad dejaría de funcionar o simplemente no existiría, son los desahuciados por los banqueros, los niños que necesitan comer en colegios públicos para mantener dignamente la población. El mayor símbolo patrio del que sentirse orgullosos colectivamente se percibe en el sistema sanitario español, uno de los mejores y más baratos del mundo y vemos como se está destruyendo. Los símbolos patrios negativos apartan, restan, aumentan la huída cuando no se ve voluntad de corregirlos, son los evasores fiscales, empresarios, cantantes, personajes… que ‘adoran la patria’ pero tienen su dinero en el extranjero, o el símbolo de la corrupción imperante sin que asuman responsabilidades políticas y/o judiciales... La actuación durante la crisis económica y política está sembrando el país de desafectos, por la destrucción realizada y llevará a la exclusión y miseria a un tercio de españoles que solo querrán huir, escapar, independizarse y como no podrán hacerlo sumarán simpatías a todos los que se enfrenten al gobierno español, sean independentistas catalanes o vascos.

Otra vuelta de tuerca que dañará la convivencia la está dando la política partidista del PP, alejado de una visión de estado, lo cual supone considerar a todos, carece de visión integradora, de entender que España no es suya, que los símbolos no son suyos, que la patria si quieren usar este concepto, son los españoles todos, y no solo los nacional católicos,  tener visión de estado implica ser inclusivo en cualquier movimiento que se haga, tener en la cabeza la idea de compartir, de sumar amigos de la Constitución mejor que restar apoyos, implica pensar para el largo plazo aparcando réditos electorales a corto, lo cual incluye salidas a la crisis económica fundamentalmente inclusivas sin dejar gente por el camino que debilitarán la sociedad a medio plazo, incluye salidas que se vean como mejores para amplias mayorías, alternativas que se perciban de mayor calidad para los desfavorecidos que las otras, no se trata tanto, o tan solo, de cuestionar lo malo de la secesión, o su imposibilidad legal… como de mostrar lo bueno de la unión en un proyecto ilusionante de futuro, la gente quiere vivir junto a otros cuando percibe buen trato, ventajas y cariño superiores a vivir separado. No se trata de describir maldades o tropiezos de los otros, como de describir bondades nuestras, sentir orgullo de nuestra historia, pero no de la suya, sino de la que puedan sentirse orgullosos amplias mayorías.

Ahora parece que tratan de aprovechar de forma partidista el problemón soberanista para destrozar/expulsar al PSOE y a las izquierdas del contenido común de defensa de lo español, pretenden obtener con ello el rédito electoral que perderán con la crisis económica, lo cual lo único que hace es confirmar lo difícil que es sentirse español, que según el esquema de pensamiento derechista requiere sentirse vencido, parecen decirnos ‘a los otros los dejamos aquí tirados’. En vez de construir un entorno positivo, lo cual quiere decir participar con las mismas reglas, derechos y esperanzas en construir una sociedad incluyente, que implica sin vencedores ni vencidos, de todos, en el que apetezca vivir y por tanto defender, lo cual necesita dejar a un lado tendencias patrimonialistas excluyentes, como las que muestran las políticas anticrisis del gobierno PP, corrupción, ladrones sueltos, ayudas a los ricos mientras dejan en la miseria a millones de españoles. A lo que se añade el olvido tradicional de los miles de muertos en las cunetas, que rompen cualquier ilusión de sentirse todos españoles, como pueden pedir a la gente defender a España, tratando a tanta gente con tanto desprecio. En este sentido similar al tratamiento dado por CiU, las derechas españolas son muy parecidas, ocultar con la emoción nacionalista los problemas derivados de las políticas de austeridad en las condiciones de vida, lo cual tendrá también costes para ambos.

Uno de los pocos momentos en que las muchedumbres se abrazan a la bandera sin ideologización de vencedores y vencidos, es cuando la Roja gana en el fútbol, porque tras la alegría de esa noche, no se esconde la identificación de un sector de la derecha española, sino la expresión contenida de querencia común ante un grupo de gente de múltiples rincones de España que trabaja en equipo para obtener una finalidad colectiva. Nadie ha hecho más por difundir el símbolo nacional que el fútbol de la Roja, y supongo que quedará para la historia estudiarlo.

Manuel Herranz Montero. Diciembre 2013. Epílogo, capítulo 10 del libro ‘Catalunya. Camino a la secesión’.


miércoles, 27 de noviembre de 2019

Ausencia de un patriotismo democrático. Las izquierdas

I.- Responsabilidad de las izquierdas

Es tradición de izquierdas mencionar el internacionalismo como una de sus bases filosóficas, pero sorprenden algunos activistas sociales por su querencia hacia el nacionalismo de las patrias ajenas, muchos de cuyos iconos rebosan nacionalismo por los cuatro costados, al tiempo que en los conflictos sobre la cuestión nacional peninsular se dicen no nacionalistas, a pesar de lo cual sus posturas anti españolistas les llevan a posicionarse con los nacionalismos periféricos, a simpatizar con ellos y apoyarlos. Esto ocurre en el conflicto por la independencia catalana, una de cuyas respuestas básicas al mismo, debería ser proyectar un marco común de mayor integridad, equidad, justicia, fraternidad o solidaridad y libertad que las otras propuestas que circulan carentes de los valores ilustrados.

El patriotismo democrático español, constituye un terreno de amplio consenso alrededor de valores cívico-políticos de la Constitución, y con ingredientes de carácter cultural e historicista. El patriotismo democrático, entendido como una concepción de la identidad nacional compatible con los principios democráticos, y neutral desde un punto de vista ideológico, religioso, lingüístico-cultural y territorial. ‘La construcción política de la identidad española: ¿del nacionalcatolicismo al patriotismo democrático?’ Jordi Muñoz Mendoza. CIS. 2012.

El patriotismo democrático queda lejos de tener un significado progresista en muchos sectores de izquierdas, grupos, que, al estar compuestos por activistas, su importancia cualitativa, es decir, su proyección social es superior a la representada por su número. Para que esto ocurra, sin duda influye poderosamente la carcunda, grupos de franquismo sociológico y nacionalcatólicos que niegan y expulsan a la mitad de los españoles de su identidad, a pesar de lo cual no cabe eludir la responsabilidad de las izquierdas en su contribución a la construcción de una identidad inclusiva con la que pudieran sentirse cómodos millones de españoles. Es un defecto, un error, que no tengamos construido un relato histórico nacional progresista, más allá de dos o tres iconos. En la falta de construcción de una identidad progresista española se encuentran parte de los males del conflicto independentista catalán y vasco, es obvio que la derecha española nunca quiso construirlo con amplia dimensión inclusiva, no está en su ADN.

Las izquierdas en general y la intelectualidad post transición en particular, no forjaron una identidad progresista española contrapuesta al franquismo, con suficiente ancho común como para sentirse cómodos en ella amplias mayorías de españoles. Demasiadas veces aparece el rechazo a identificar las partes condenables de nuestra historia, sin destacar nunca aspectos positivos, cuanto menos, comparables con otras naciones europeas. Nos cuesta sentirnos españoles porque siempre han querido expulsarnos de nuestro país, porque la historiografía española en la mente de mucha gente sigue siendo la franquista que se apropió de nombres, situaciones, episodios y hasta conceptos como patria, español, nación, país, España. Que lejos, y desconocidas, quedan las llamadas a la defensa de la patria, que hacían altavoces y proclamas republicanas, comunistas y socialistas en el Madrid del golpe y la guerra.

La historia de las élites dominantes españolistas ha sido excluyente y volcada históricamente a la defensa de un pasado de privilegios para minorías y justificativa de explotación y represión para las amplias mayorías. Ante el desgaste histórico de tanta batalla librada por regeneracionistas, los españoles que intentaban modernizar este país no tuvieron fuerzas suficientes para situar en lugar central otro relato, pero existieron dichos individuos. Al fin y al cabo, la existencia de tantas luchas y guerras, solo fueron posibles por la existencia de bandos de españoles diferentes. Aunque los progresistas de cada momento no fueron capaces de ganar la batalla de construir historias queridas, difundidas y aceptadas masivamente por millones de españoles, los de abajo, trabajadores, campesinos, laicos, intelectuales, profesionales, republicanos… historias con las que pudieran sentirse cómodos unos y otros, que incorporaran a lo español, no solo la carcunda, que existió, también existieron otros hombres y mujeres que construyeron este país, en tantas cosas equiparable a lo más avanzado de cualquier país europeo.

En el relato, y de forma poco mayoritaria, aparece apenas un poco de ilusión republicana, un poco del movimiento anarquista y socialista español, pero faltan estudios y difusión de los ilustrados españoles y de los humanistas del pasado más lejano que existieron entre las élites de cada momento, cuyos resultados, muy probablemente, harían sentirnos orgullosos a amplias mayorías. Y ahora, que, ante la globalización, mola la identidad local, que aquí ha sido muy trabajada en la periferia y muy poco o nada en el conjunto de país, vemos como España no seduce lo suficiente para muchos millones de españoles, llegando a la paradoja de ver la identidad nacional periférica como la moderna, ven todo lo relacionado con ella como festivo, y sus representantes como avanzados, mientras la identidad española se ve solo su lado carca, todo lo relacionado con lo español se reduce a sus componentes oscuros, atrasados, reaccionarios, ultra religiosos, tradicionalistas…

En los años de democracia la crítica al nacionalismo periférico quedó fundamentalmente en manos de otro nacionalismo, ambos sectores en muchos momentos de la historia y en la democracia fueron aliados, lo cual dejó muchos frentes sin cubrir. La izquierda no construyó una crítica propia, no es que fuera muda, pero en algunos sectores, su voz a veces sumaba a los nacionalismos periféricos, y en otras ocasiones era insuficiente para realizar una crítica a los nacionalismos, porque se reducía a la crítica diaria de posiciones puntuales y no a elaborar cuerpos teóricos diferenciadores, de mayor calado que defendieran la universalidad de los principios de la Ilustración de solidaridad y libertad igual para todos, eliminación de privilegios, por lugar de nacimiento, por apellidos, religión, raza, o status anterior. Asistimos demasiado tiempo a espectáculos de individuos que se auto-consideran de izquierdas simpatizando con posturas retrógradas nacionalistas, en ocasiones cercanas al fascismo, posturas que apoyan exclusivamente porque son contrarias al gobierno central o a los español, que identifican como el franquismo, izquierdistas reaccionarios que desarrollan anticuerpos diferenciados del franquismo español, colmo si todos lo fuéramos, y creen que ello les salva para justificar sus posturas anti ilustradas.

El resultado es que tenemos partidos, militantes y simpatizantes sin referentes de patriotismo democrático de izquierdas o progesista, pero sienten emoción por los patriotismos de lugares muy alejados, o por los periféricos españoles. Dice Savater,[1] ‘En este país se puede ser vasco, catalán, andaluz, sin problemas, pero difícilmente español. Los españoles son en realidad, españolistas.’ La frase recoge mucho del problema, ante la falta de una historia y sentimiento colectivo aceptado masivamente, las emociones nacionales se arriman a las periféricas en tanto se alejaban del centralismo franquista, manifestación de la postura de jugar a la contra, tan rica a las izquierdas españolas.

La izquierda catalana, y española, puede desaparecer si no ofrece rápidamente respuestas diferenciadas de las nacionalistas para el conjunto de la ciudadanía, bien entendido que para ser consideradas respuestas deberían ser abrazadas por muchos millones de personas, lo cual descarta tanta profusión de taifas locales. La gente no encuentra razón de ser a una opción política si las ideas que facilita sobre la concepción del mundo y las relaciones humanas no son diferentes a las nacionalistas. Las izquierdas, partidos, sindicatos, movimientos, militantes, simpatizantes, no se rebelan contra la filosofía nacionalista plasmada en campañas que denigran a los otros y alimentan el odio al español, existe desprecio por la cultura y el mundo del trabajo español –vagos, subsidiados-, desprecian lo que aportaron a Cataluña, y extienden su ojeriza a los desfavorecidos, a los trabajadores españoles, por el mero hecho de no ser catalanes, la xenofobia está dando réditos de muchos independentistas de variada procedencia social. La salida al conflicto será difícil, pero antes de encontrar encajes federalistas o no, -sin olvidar que España es ya un estado federal, con algunas piezas pendientes de ajuste- hay mucho camino que debería andarse, antes de soluciones constitucionales, deben encontrarse salidas políticas, Pérez Royo ‘no tenemos respuesta constitucional[2].

En el tránsito político que vivimos el catalanismo tiene andado mucho ante los excesivos silencios de todo el mundo, -ahora toca hablar de las izquierdas-, los nacionalistas se han aplicado a ello durante años, mientras al otro lado se callaba en muchos temas, durante mucho tiempo, al margen de la circulación de clichés antiguos sobre autodeterminación y anticolonialismo que algunos aplican tanto a pasado como a presente en cualquier país sea colonia o libre, en cualquier época, en situaciones muy diferentes entre sí.  

Pérez Royo ‘En la dirección equivocada’ [3], mantiene que 'La separación de Cataluña de España parece estar produciéndose ya, y a una velocidad extraordinaria al menos en el terreno de la opinión pública' su andadura de construcción nacional está desarrollada a pleno rendimiento desde hace muchos años, la pretensión de un patriotismo democrático español tímidamente esbozado desde la transición sufrió un frenazo brusco con los gobiernos del PP de Aznar. Que los españoles no estén seducidos por España es un problema considerable, si con la crisis aumentan los desafectos, y en País Vasco y Cataluña mucho más, el coctel puede resultar explosivo.

¿Qué hacen las izquierdas si no defienden ideas propias? Ceder el sitio a los nacionalismos periféricos que ocupan un lugar diferenciado al de la derecha españolista, lo cual por desgracia para mucha gente es suficiente. Si las izquierdas no defienden a los trabajadores españoles, catalanes –y vascos- y a los más débiles del engaño de la pócima mágica de la secesión que dicen mejorará sus condiciones de vida y trabajo quedará la interpretación del mundo, sus problemas y soluciones en manos de corrientes ideológicas que llevan a compartimentar el mundo en conjuntos de personas separadas por privilegios en trocitos marcados por más fronteras. Si las izquierdas no construyen una identidad y sentimiento nacional democrático, otros lo harán. Hay que abrazar una historia lo más común posible, que integre valores y experiencias compartidas por muchos millones de españoles, porque con ellos compartimos nuestra existencia, que podemos hacer positiva o llena de trampas y altercados. Y con los mimbres que tenemos es posible. La falta desde hace muchos años de una Educación para la ciudadanía, está pesando en el poderío de los nacionalismos que encuentran una falta de patriotismo democrático en el conjunto de la ciudadanía española, del que sin duda tiene gran responsabilidad la derecha y su ánimo excluyente, pero las izquierdas deben plantearse la tarea de construir una historia democrática española de la que puedan sentirse orgullosos la mayoría de españoles, y mimbres para ello existen de sobra.

Se puede entender el agotamiento del PSOE [4] y del PSC, pero no hasta el punto de no elaborar una mínima respuesta al gobierno de CiU a tanto desvarío como difunde su propaganda. Vean el ejemplo del déficit fiscal, argumento importante de la Generalitat desde hace años, aquellos 16.000 millones de € de déficit, un año, que algunos elevaban a 20.000 anualmente y que en el Congreso de Historia llevan a 300.000 millones durante los últimos 25 años, lo cual muestra el rango de importancia que le concedieron y como no pudo ser de otra forma caló profundamente, ni el gobierno central, ni PP, PSOE, PSC, ICV… fueron capaces de desmentir rápida y eficazmente de forma masiva, se limitaron a una pequeña y perdida protesta. La solución era sencilla, en el mismo informe de la Generalitat sobre balanzas fiscales, aparecían otros tres modelos, dos de los cuales daban cifras considerablemente menores de supuesto déficit y otro mostraba superávit.

No tiene explicación tanto silencio, salvo que la lucha interna por decidir si apoyar o no el proceso paralizara toda expresión crítica. Los nacionalismos atraen como la miel a las moscas, parecería como si en este lado estuviéramos carentes de una identidad de la que sentirnos orgullosos que pudiéramos contraponer, ¿incapaces de ofertar una realidad constitucional atractiva que supere aquellas ofertas?, ¿inseguridad en su potencial?

Estamos dejando la defensa de un modelo de sociedad en manos de la derecha, la solidaridad ciudadana, e interregional construida en estos años pasados no es una broma social, debería sentirse dicho peso en la construcción de identidad democrática española, parece que somos incapaces de entender que es imprescindible sumar para ganar, lo cual lleva aparejado ceder alguna particularidad, ceder algún sueño para tener mejores realidades. Mucha gente se rebela solo a la contra, mareas ciudadanas para defender el estado de bienestar que pocos días antes hemos sido incapaces de reconocer con orgullo como signo de identidad nacional española, icono democrático construido en los ochenta con ideas y esfuerzos de millones de españoles que en otros tiempos fueron derrotados. No podemos ensañarnos con quienes lo construyeron e igualarlos a sus destructores sin pasar por el psiquiatra. Los españoles, este país, España, construyeron un estado de bienestar comparable a los países más avanzados del mundo.

Si no es posible defender a los que sufren opresión nacionalista en Cataluña, ni denunciar abiertamente la tremenda corrupción catalana, ni responder a tanta exageración propagandista, ¿para qué queremos la izquierda?, si no logran frenar a la derecha, si tampoco resuelven la tremenda crisis, el paro, precariedad, recortes, desahucios, desigualdades, problemas de crédito, etc. si no es posible ofrecer una visión de sociedad diferente, ¿para qué la izquierda? No basta con elaborar argumentos del tipo: ‘el PP es muy malo y por eso crece el independentismo’, lo cual, aunque tuviera una parte de veracidad, no toca nuestra responsabilidad. Ni la principal de los independentistas. La argumentación anterior cargada contra el gobierno central de turno, es secundaria para mantener una postura política progresista que defienda nítidamente una democracia contrapuesta a una decisión de independencia defendida a raíz de un referéndum con 51% de participación y un 51% de voto afirmativo, ¡un 27% del cuerpo electoral puede decidir la autodeterminación según criterio independentista! Es dictatorial y se viste con ropajes de alta democracia. Si la izquierda es incapaz de contraponer otra democracia a este planteamiento, el futuro de la izquierda aquí se convierte en una incógnita.

La izquierda desaparecerá transmutada en nacionalismo, y entonces las supuestas ventajas económicas nacionales lo serán a costa de la solidaridad ciudadana en el conjunto del Estado, dicen los indepes que lo que quitan a unos españoles lo darán a otros, a los catalanes, pero ¿quién asegura que, una vez ahorrado el pago de impuestos a los unos, las mejoras llegarán a los otros, obreros y pensionistas catalanes? Quizás ERC o la CUP estén haciendo la revolución socialista y este servidor no se haya dado cuenta de que los medios de producción y las finanzas hayan pasado a manos trabajadoras, o por el contrario la propiedad y el poder económico siguen en las mismas manos.

El PSC e ICV, la extrema izquierda, partidos intelectuales y militantes, han orillado críticas básicas al nacionalismo, filosóficas y políticas, olvidaron el contenido ilustrado de las izquierdas, por razones de oportunidad para combatir a la derechona, también porque sus élites directivas estaban sobre representadas de catalanistas en relación al conjunto de la población catalana, la mayoría de la cual está reprimida por ellos. La alta población emigrante de décadas anteriores, los trabajadores, no encuentran representantes, ni orientación ni aclaración y la crisis los está machacando, por lo que se agarran a la salida que otros ofrecen con gran música y colorido, salida populista que promete mejoras jugando con discursos encendidos, con proposiciones de alternativas fáciles de desarrollar, y que remueva las vísceras. ‘El independentismo es, la forma que ha adoptado en Cataluña la denuncia y la desesperación…El relato catalán, ha alcanzado la perfección del círculo político. Ha aliado a la derecha en el poder, y a buena parte de la contestación radical de izquierdas’. El Estado de la izquierda. Jordi Gracia. [5] . 
El problema explotará cuando las soluciones no lleguen, a pesar de la secesión, luego será tarde, el mal ya estará hecho. El independentismo era antiguamente un reducto mayoritariamente elitista con puro ADN catalán, racista, xenófobo, supremacista, que se fortalecía mostrándose unidos ante la amenaza, según ellos, de los españoles y la clase obrera inmigrante, hoy al independentismo tradicional se suma el sobrevenido del catalanismo antes unionista, también racista, nacionalcatólico, xenófobo. Otro sector numeroso que suma son los perjudicados por la crisis, aquellos que se sienten abandonados y sin esperanzas de futuro mejor que sus padres, lo agrava la debilidad de las izquierdas sin fuerzas para imponer un relato ilustrado coherente sobre lo ocurrido y por qué, y lo más importante, que contenga salidas creíbles que consigan ilusionar.

La crisis acabará con las izquierdas, [6] escribí hace tiempo, en los comienzos de este tsunami, ahora en uno de sus episodios, el secesionismo contribuirá a enterrarlas en Cataluña y en el resto de España, porque millones de personas sentirán que han sido abandonadas y se preguntarán sobre su utilidad. Las regiones y personas ricas pretenden separarse, destruyen la solidaridad con las menos favorecidas, cada cual, a su aire, es el proceso neoliberal que se extiende por el mundo y aquí los catalanistas quieren camuflarlo con el olor nacional. Las grandes corporaciones y los ricos se quieren separar del resto de la sociedad, dejar de pagar impuestos con los mismos argumentos, cada palo que aguante su vela, su dinero es suyo y valdrá más a su familia, a su clan. Los ricos se niegan a contribuir al salario social, el resto de la sociedad les importa un pimiento. Es triste ver que muchos defensores o luchadores por la independencia sean grupos de trabajadores, les apoyan en su pretensión de no pagar impuestos que sostenían parte del estado de bienestar de los menos favorecidos, quieren acabar con la idea de que el Estado redistribuya una parte de la riqueza y son apoyados por individuos que consideran progresista estar luchando por una futura nación, hoy dicen que colonia, contra un país fascista, dicen, como España.

España y Cataluña en su relato son dos entes diferentes, con pueblos homogéneos a cada lado, cuando la historia demostró ser compartida durante cientos de años, tan carca o progre en un lado como en otro y dentro de cada lado, o pueblo, con gran diversidad de posturas y alianzas cambiantes en cada época. En esta España federal son territorios contribuyentes netos, Madrid, -la mayor contribución-, también Catalunya, Baleares y en menor medida Valencia, y con su particular estatus privilegiado, País Vasco y Navarra, regiones altamente ricas que no contribuyen como el resto. ¿Hasta cuándo?, la solidaridad y el pensamiento progresista debería denunciar esos privilegios.

Se paga un coste muy alto al aceptar que el movimiento sindical, y los partidos de izquierdas, queden arrastrados por el catalanismo o cualquier nacionalismo, mientras discuten estas cosas no se generan movilizaciones contra el paro, de largo nuestro mayor problema.[7] Algunos factores que influyen en la actitud de partidos, movimientos e individuos son la comodidad que brindan las mayorías, estar en minoría es muy duro, pocos vecinos atienden, casi nadie presta atención en los medios… también influye la movilización nacionalista y su carácter festivo, la facilidad de dejarse llevar por la riada contribuye a sentirse integrado, y querido, y da un cierto sentido de utilidad a cuanto se hace

El independentismo presume de que la segunda generación emigrante ganará la independencia, así creen que pasó en las Américas. Como si esta segunda generación, aquí en Cataluña, tuviera importancia en la configuración de los grupos de poder, allí esa generación formaba parte de la élite americana, aquí los poderes son catalanistas tradicionales.  Los grupos de poder catalán y vasco tienen amplia representación política, económica y cultural no solo en sus territorios, sino en el conjunto de España y sus instituciones, formando parte de la élite gobernante junto con las españolas. El grupo de poder dominante durante el franquismo no puede entenderse sin la oligarquía financiera vasca y la burguesía catalana.

La magia de una ilusión arrastra individuos, creen que resolverá al día siguiente los problemas ciudadanos, será mentira, pero entonces fomentarán el olvido para los de abajo, habrá desaparecido la apuesta nacionalista entre los desposeídos, se habrá evaporado durante el proceso la fraternidad, esa que tiene apoyo en la ideología de cada individuo, las condiciones materiales no mejorarán, ni la equidad en los factores políticos de representación, de mayores libertades que para más de la mitad de población se reducirán. ¿Que impedirá a los pudientes dejar de pagar impuestos? al fin y al cabo uno de los argumentos centrales de las movilizaciones secesionistas es que los impuestos vayan al bolsillo de quien los genera. ¿Acaso creen que aumente la solidaridad que hoy contempla la Constitución? Su lucha es anti-ilustrada, conceden prioridad a lo emocional sobre lo racional, pretende reducir la idea de igualdad para todo ciudadano del territorio, quiere aumentar privilegios de cuna, por lengua, sangre y apellidos, reducir derechos a más de la mitad de la población, los no independentistas… no crean que vaya a mejorar la vida de los menos favorecidos, a tener menos horas de trabajo con mayores salarios, vacaciones, mejores barrios, mayores pensiones, mejor y mayor sanidad y escuelas… la secesión es la forma catalana de la rebelión de los ricos contra los pobres. Preguntados ¿en qué mejoran derechos sus nuevos textos que configurarán su Constitución respecto de la actual? La respuesta que suelen dar en sus argumentarios es, ‘no te dejes dominar por el miedo’.

El PSC ha ido perdiendo apoyos populares y de militancia catalanista, ICV ha ido recogiendo votos de izquierda perdidos por los socialistas a consecuencia de la crisis, igual en toda España, inicialmente sin consideraciones soberanistas, dicen estar siendo empujado hacia esas posiciones, que para no perder pie, justifican, por lo que no será extraño que pierda fuerza a medio plazo, vía CUP y ERC, porque la gente elige secesión sin costes y prefiere los originales a los tibios; no es que los partidos fallen, que lo hacen, es que la fuerza de la corriente está rompiendo los embalses ¿Por qué eligen  hoy independencia? Sueñan hacer nacer un nuevo país, inmaculado sin arañazos pasados, todo lo que hubiera de malo se adjudica a los españoles, sueñan un futuro paraíso dorado, sin costes, a la magia del movimiento independentista, nadie opone otra cosa, ni crítica a los nacionalismos, ni respuestas.
Una historia similar de base parecida se aprecia en los guetos obreristas que votan extrema derecha en Europa. Y el que venga detrás que se joda. La cuestión es que una salida como la independencia no tiene vuelta atrás en los destrozos que provoca, no valdrá arrepentirse luego, las rupturas no podrían resolverse a medio plazo, es por ello que la Ley de Claridad canadiense habla de mayorías suficientemente amplias, sostenidas en el tiempo, de procesos negociados, etc. y no de impulsos unilaterales. Se echa en falta una responsabilidad de defender principios, sean seguidos por muchos o pocos, al margen de corrientes momentáneas.
No existe la responsabilidad partidista sin responsabilidad individual, aquí siempre muy cómoda para desviar las culpas a partidos y líderes y salvar el pellejo individual, los militantes y simpatizantes izquierdistas hartos de tanta corrupción y crisis deberán decidir y tomar posiciones ante lo que representará la pérdida de apoyos al sentimiento ilustrado de izquierdas, no solo en cuanto reducción de fuerzas electorales que dejarán los parlamentos listos para enormes cambios derechistas, como estamos viendo con la coartada de la crisis, sino para las ideas básicas que asumirá la conciencia individual de una generación. Es en los momentos de tensión cuando se enfrentan las ideas personales con el imaginario colectivo que las soportan. No es progresista apoyar el independentismo, la fragmentación, las fronteras, la consideración de extranjeros a otros que piensan diferente. Históricamente existieron en España reinos diversos, León, Aragón, Murcia, Granada, Castilla, Valencia… en serio ¿alguien puede defender hoy como progresista apoyar la autodeterminación de estas antiguas realidades? Siempre habrá causas pendientes, ¿volvemos al mundo de la Edad Media, de aldeas, clanes y tribus al grito de adelante la modernidad? Los poderes económicos se frotan las manos cada vez que oyen hablar de desmembrar el poder político.

Son frecuentes las muestras de simpatías por los nacionalismos periféricos, en personas que no sienten algo parecido por la unión, con la sola explicación de que en el otro lado están las derechas. Pero, las derechas están a ambos lados. Ha calado con el aurea de más democrático el derecho a decidir la autodeterminación en un país libre y democrático, cuando como poco existe el derecho equivalente a la integridad. Para alguno supone una rebelión, - ¡que se jodan! pero a la inversa-. Abrazaron erróneamente que la ideología de izquierdas se limita a protestar, a estar en contra, por principio, les resulta más sencillo aceptar la oposición a un gobierno que la defensa de principios que debe hacerse en positivo, racionalidad, solidaridad, libertad, igualdad... obnubilados por grandes movilizaciones de masas creen estar en una revolución, cuando se trata de una involución.

Apoyan acciones y argumentos por el mero hecho de que van contra lo español, por desafección con la historia de España. Como los tradicionalistas, los nacionalismos periféricos fueron contra la modernidad ilustrada, pero muchos no se sienten concernidos, escudarse en que el PP es malísimo y ‘La Razón’ una máquina de hacer secesionistas esconde lo fundamental, la inexistencia de criterio propio sobre los nacionalismos ¿Por qué aceptar que una secesión es democrática cuando ninguna constitución del mundo lo contempla? Solo una enorme falta de conocimiento cegada por la religión puede creer que Cataluña sea una colonia con derecho a la autodeterminación.

Si el secesionismo fuera un plus democrático, ¿por qué no lo incluyen en sus textos quienes lo consiguen? ¿Acaso Barcelona o Tarrasa no tienen derecho a la secesión, de Cataluña? En los supuestos de Ley de Claridad canadiense se contempla el mismo derecho del todo y también de una parte del territorio escindido. Y puestos ya, los barrios ricos de los barrios pobres ¿Por qué aceptar la independencia creyendo que todo un pueblo lo pide, sin comprobar a cuántos afecta y de qué forma?

Los votos no mostraron nunca mayoría independentista, CiU fue unionista hasta las últimas elecciones, encuestas de la Generalitat daban minorías independentistas hasta hace poco. Desde la Transición el independentismo se mantuvo por debajo del 15%. ¿Qué o quiénes son los catalanes? el pueblo catalán que ha construido Cataluña no es un bloque de hormigón catalanista, sino conjuntos variados de gente, en gran parte emigrante, en los años 20 y en los 50/70 con tradiciones e intereses muy diversos fuera de la órbita nacionalista. Apoyar intereses independentistas supone estar en contra de los no independentistas, que hasta ahora fueron mayoría. ¿Por qué no aceptar que esta democracia española es tan buena como cualquier otra?, nuestra historia no es peor que la de otros europeos, simplemente nadie la contó incluyendo a todos.

La independencia no es un recurso al margen de las fuerzas que la dirigen, de sus documentos y propaganda. El proceso en Cataluña no es progresista, sus proclamas quedan atrás de la Constitución en cuanto a libertades, derechos y conceptos solidarios, defiende a poderes económicos, propone el individualismo como forma de vida, los impuestos para quien los paga, crea barreras sociales soportadas en antiguas tradiciones, historias, lugar de nacimiento, idioma, pertenencia a clanes, a colectivos culturales…declara enemigos y extranjeros a los otros, … Su esquema básico es el principio neoliberal, de ‘a cada uno lo suyo’, su proyecto de agitación y propaganda difunde la xenofobia, lo anti español, ‘los españoles roban, expolian’, su práctica es antidemocrática, sus leyes no son generalizables, las aceptan si les sirven, lo que les sea diferente a la independencia no tiene valor para salir en los medios o ser discutido, airean el valor democrático del ejemplo escocés y canadiense, sin aceptar que dichos modelos tienen un respeto escrupuloso a la legalidad, en ningún caso se producen declaraciones unilaterales de independencia. Parece dar vergüenza considerar de mayor talla democrática la defensa de principios que debería contener todo patriotismo ciudadano, equidad, libertad, justicia, fraternidad, entendida como solidaridad independientemente de orígenes, lenguas, color de la piel...

El impulsor de la Ley de Claridad canadiense, Stephane Dion, opinaba que: ‘En una democracia no hay argumento moral posible que justifique convertir a nuestros conciudadanos en extranjeros’… ‘Mis aliados son la claridad y la franqueza, y mis adversarios, la confusión y la ambigüedad’... Todos somos los unos y los otros… Uno puede estar en contra de un Estado que atenta contra los derechos humanos elementales…’
’En el mundo hay al menos 3.000 grupos diferentes identificados y sólo 196 Estados en las Naciones Unidas. La mayor parte de esos Estados no son Estados étnicos homogéneos ni tienen una sola lengua, una única religión, una sola cultura’…’Si todas las provincias canadienses y todas las regiones europeas quieren estar presentes en los foros internacionales, el planeta se haría ingobernable’

‘Porque en una democracia se trata de ser solidario con todos tus conciudadanos. Aceptas a todos sin atender a sus orígenes, su idioma o su religión. Y el secesionismo es lo contrario. Con el secesionismo eliges a quiénes quieres mantener como conciudadanos y a quiénes quieres convertir en extranjeros.’

jueves, 21 de noviembre de 2019

Una de las dos Españas,...


Corría mayo de 1937 y Azaña acabó de decidir el nombre de quién sería el último presidente del Gobierno republicano… El hasta entonces ministro de Hacienda se había formado principalmente en medicina, aunque posteriormente había estudiado química y economía… Negrín, perteneciente a una familia de comerciantes de Las Palmas, era un hombre ilustrado que hablaba seis idiomas. Se había formado en Alemania y era catedrático desde los 30 años. Aunque era un socialista moderado, un simpatizante del SPD alemán favorable al mercado (fue el primer suscriptor en España de The Economist), a las libertades individuales y contrario al comunismo, su relación con el PCE no era hostil…

El peso creciente de sus competencias políticas obligó al doctor a abandonar su carrera científica, decisión que lamentarían sus alumnos, pues Negrín, además de científico, fue un profesor muy querido por sus estudiantes, entre ellos el futuro Nobel Severo Ochoa…

Lograron hacer creer que España era solo Franco y Mola, y el fascismo y la dictadura, lograron revivir la leyenda negra del imperio español, oponiéndolo a las democracias europeas, para ello ocultaron los fascismos inglés y francés, amén del alemán e italiano, el fascismo de los países nórdicos y el de los países del Este. Ocultaron la explotación atroz y esclavista, y los campos de concentración franceses, alemanes, belgas, holandeses en África, y el imperio inglés en el mundo o la reciente y repetida intervención militar británica durante años en Irlanda.

Lo peor de todo es que muchos españoles se lo tragaron. La secesión en Cataluña ha hecho aflorar la crisis en España, los nacionalistas periféricos han conseguido que muchos españoles desafectos sigan sus postulados secesionistas, ello a pesar de las teorías catalanistas, supremacistas, de su ideología nacional-católica y tradicionalista-carlista, de su extendida práctica fascista.

Llama la atención que amplios sectores de población apoyaran objetivos neoliberales y siguieran considerándose de izquierdas, ¿cómo fue posible que durante años asumieran la creación de desigualdades primando a los catalanistas? Un gran salto de progreso se produjo en la historia cuando el futuro de una persona no se vinculó a su apellido, daba lo mismo donde naciera, todos los individuos tendrían iguales derechos, eso defendieron los progresistas desde hace 300 años. Ahora en Cataluña hay quienes ayudan a que los apellidos catalanes tengan el monopolio exclusivo del poder ¿Qué pasó para que el racismo y el tradicionalismo carlista, cimientos de la ideología de los independentistas se extendiera con tanta facilidad?

Llama la atención que quienes apoyan estas ideologías, objetivos y métodos se consideren progresistas. Mucha de esta gente, conforman la izquierda reaccionaria. Nada es lo que fue, la realidad vivida recientemente descubre aspectos que dieron contenido al concepto -definido por Félix Ovejero-. Difícilmente puede considerarse progresista al que defiende practicar desigualdades, por no hablar catalán, por haber nacido en otra parte, por no apoyar mi religión… por crear fronteras, por apartar, despedir, despreciar, odiar, por violentar a los otros, por asumir totalitariamente como propia la representación del pueblo entero. No es tan difícil comprobar estos aspectos, mirando los apellidos de las élites políticas, económicas y sociales, se comprueba el inmenso peso catalanista y la ausencia de la mayoría de apellidos de los que nacieron y viven en Cataluña.

Un aspecto que explica la amplitud de la postura anterior, es el desapego que existe por España y lo español en muchos sectores de población, data de la época franquista, pero los españoles y los catalanes, como todos los demás en todas partes y todas las épocas, son gente diversa, y cambiante, solo existe la idea de pueblo homogéneo en el ideario populista, nacionalista, en el fascismo. Igual que en Norteamérica existieron los indios sioux y Toro Sentado, también existió el General Cúster y el 7º de Caballería, o el jefe apache Gerónimo vinculado a las Españas; En España todo fue siempre muy diverso, el fascismo y también los anarquistas, la tradición carca y los liberales y republicanos, los vettones y los íberos, y árabes y francos, y cristianos y judíos, y ateos, …

Encuentran argumentos para justificar el rechazo, les cuesta hasta decir que han nacido en España, por no sentirse como otros españoles ultras, evitan el uso del nombre con la idea de que no le asimilen a la España franquista, porque para ellos no existe otra, ni siquiera quieren ser rozados con símbolos que ven utilizados patrimonialmente por el PP, ni con ideas rancias de la patria fascista o imperial… Esto manifiesta altas dosis de complejos y desconocimiento de España y lo español, a lo que nos hemos ido acostumbrando como si fuera normal. Aquí hubo franquistas y republicanos, anarquistas y socialistas, nacional-católicos y laicos y ateos, tradicionalistas e ilustrados… todos españoles, los unos no se entienden sin los otros, pero mucha gente quiere creer que solo existieron los unos. Falta reivindicar a los otros españoles y no aceptar que se los silencie.

El secesionismo catalanista ha captado enormes simpatías de no catalanes, lo acompaña el desprecio por el nacionalismo español, nunca hubo similar desprecio para los nacionalismos periféricos, pero los cabrones, fachas, explotadores, mea pilas, aristócratas, explotadores de esclavos negros, etc. etc. fueron los mismos, españoles o catalanes, formaban legión en toda la piel de toro y en Europa. Olvidaron los fascismos francés e inglés, o el carlismo catalán y vasco navarro… fueron embellecidos por relatos inventados de resistencia y nunca puestos en duda ni criticados en la España democrática, en la que lo español podía ser escupido, o quemado, pero nunca lo catalán, o lo vasco.

Por extrañas razones se ha considerado más democrático y progresista lo catalanista y lo vasquista, siendo como son y fueron, partes inherentes del pensamiento mas carca de las élites españolas gobernantes en el pasado, en el franquismo, o en la democracia… un complejo de inferioridad se extendió entre la población española considerando que aquellos periféricos eran modernos, más listos y productivos que el resto. Una gran mentira, tan falsa como los duros de madera.

Durante el siglo XIX y XX múltiples intelectuales catalanistas han escrito cientos de páginas justificando diferencias, reales o inventadas, comparándose con un español fabricado por ellos con imagen despreciable, que les situara, a ellos, siempre en lo alto de la escala del resto de españoles, -catalanistas preocupados por la raza catalana-. Esas razones supremacistas afloran desde hace 30 años acompañando el process, el fomento del odio y el desprecio y la violencia al otro, al español, que como todo despreciado y enemigo no se le reconocía conciencia de sufrimiento.

Volvamos al comienzo del artículo. Cuando hablen de España y los españoles, incluyan al último jefe del Gobierno durante la II República, Sr. Negrín, y al presidente de la II República, Sr. Azaña, y a todos los españoles que lucharon por la igualdad, la libertad y solidaridad. Y para comparar con la lista de catalanistas del XIX, citada anteriormente, facilito una serie de nombres de españoles que convendría conocer, atrévanse a estudiar sobre otros españoles, éstos son progresistas, regeneracionistas, ilustrados, … científicos, catedráticos, pensadores, escritores, colaboradores de publicaciones liberales, republicanas, socialistas, anarquistas, …

Leopoldo Alas Clarín, Rafael Altamira, Álvaro Alvarez-Buylla, Josefa de Amar y Borbón, Leon de Arroyal, Felix de Azara, José Nicolás de Azara, Gumersindo de Azcárate, Pío Baroja, Eduardo Benot, Julián Besteiro, Vicente Blasco Ibáñez, Ignacio  Bolívar, Odón de Buen, Padre Burriel, Juan Cabanilles, Francisco de Cabarrús, José Cadalso, José Campillo y Cossío, Manuel Bartolomé Cossío, Joaquín Costa, Valentín de Foronda, Tomás de Iriarte, Rafael María de Labra, Joaquín Dicenta, Pedro Dorado, Pedro Estasén, Benito Jerónimo Feijoo, José Fernández Nonidez, Leandro Fernández Moratín, Juan Pablo Forner, Francisco Giner de los Rios, Augusto González Linares, Gaspar de Jovellanos, Anselmo Lorenzo, Ignacio de Luzán, Antonio Machado, Lucas Mallada, José Marchena, Fray Martín Sarmiento, José Martínez Ruiz, Francisco J. Martínez Marina, Gregorio Mayans y Siscar , Juan Meléndez Valdés, Diego Muñoz-Torrero, José Celestino Mutis, Pablo de Olavide, Benito Pérez Galdós, José de Perojo, Antonio Ponz Piquer, Adolfo Posada, Manuel José Quintana, Santiago Ramón y Cajal, Manuel Revilla, Pedro Rodríguez Campomanes, José de Rodríguez Carracido, Calvo de Rozas, Rafael Salillas, Nicolás Salmerón, Aniceto Sela, Luis Simarro, González Solás y Saavedra, Federico Urales, José Ustáriz, Jaime Vera, José Viera y Clavijo, Antonio Zulueta… son unos pocos españoles, no son santos, no son  perfectos, pero chocan con la idea rancia de lo español fabricada por algunos para intentar justificar su placentera supremacía moral e intelectual.


(Primavera 2018)