miércoles, 26 de septiembre de 2018

Autonomía en políticos indepes, respecto a economía

Un aspecto que va apareciendo durante el proceso, es que los poderes catalanistas que lo iniciaron no está claro sean los finalmente vencedores entre los de su propio bando, las parcelas de autonomía del poder político sobre el económico se han hecho patentes en la dirección del proceso. Aquellos que crearon las bases, objetivos y tácticas para defender el derecho a la individualidad de los ricos, su dinero para ellos, su poder para sí solos, su territorio para los elegidos, que eran ellos, probablemente no serán quienes dirijan la parte final del proceso. 

Por el camino, como ocurre siempre, se han sumado otros protagonistas, líderes políticos que dirigen y mandan, aunque ninguno ni antes ni ahora haya citado nunca como objetivo de la secesión realizar grandes modificaciones sociales, ninguno de los protagonistas políticos que ejercen su autonomía respecto al apoyo del dinero se ha atrevido a marcar objetivos revolucionarios que produjeran movimientos en la propiedad, en la organización del trabajo en fábricas comercios y empresas, nadie plantea salirse o modificar la sociedad de mercado, o apartar a la iglesia de los principales lugares sociales, que tiene hoy asignados en el proceso…

Lo que ocurre en Cataluña va en dirección contraria a una revolución, ha barrido los movimientos sociales, y sometido a sus líderes, sus objetivos y formas de lucha al sueño exclusivo de independencia, objetivo que en la práctica se entiende, al igual que fe religiosa, como la Asunción católica, en que la secesión dará paso a una nueva sociedad, sin élites, sin paro, sin explotación, sin desahucios, sin precariedad, sin globalización, sin mercados, igualitaria, sin discriminaciones... Ha expulsado las clases en el sentido tradicional de lucha obrero-patrón, trabajo-capital, siendo Cataluña una de los mayores enclaves industriales de España no se producen huelgas fabriles, ni paros en el aparato productivo catalán, han desaparecido reivindicaciones sindicales sobre salarios, precarización, paro, derechos laborales, desaparecido las luchas de barrios tan grandes en la Barcelona de los setenta… el movimiento independentista parece ocupar el terreno por las clases medias, los empleados públicos y sus familias, por empleados de la sanidad, educación, medios de comunicación, empresas públicas, comerciantes, etc. Ni derechas ni izquierdas, típico del fascismo.

La dirección ideológica bebe en la larga tradición de autores catalanes que fueron escribiendo dando forma a la base nacionalista, racista y supremacista, - Francisco Caja, ‘La raza catalana. I y II. El núcleo doctrinal del catalanismo’ Ediciones Encuentro, 2009- la economía siempre estuvo cercana a defender el catalanismo, aunque presta a asociarse con el estado español para obtener subvenciones, aranceles, o la intervención armada para aplastar catalanes que atentaran contra su propiedad. La dirección política fue ejecutada por los nacionalistas durante los últimos 30 años desde los poderes catalanes instaurados tras la Transición. En 1990 se conoce un documento elaborado por Pujol y su equipo para ocupar puestos clave de la sociedad, se aprueba por Convergencia como ‘Programa 2000’, del que se hace eco ‘El País’ en artículo de José Antich, 28/10/1990 y ‘El Periódico de Catalunya, el 28/10/1990’.

 

         
Páginas 26 y 27 de ‘El Periódico’ del 28/10/1990

La actual dirección política soberanista incorpora nuevos elementos, continúa dirigiendo el enfrentamiento contra el Estado con movilizaciones teatralizadas, controladas y uniformadas, típicas del fascismo que vimos en la niñez  y como antaño apoyadas por los poderes, ahora catalanes, políticos, ideológicos y económicos, con derroche de medios logísticos. Naturalmente sus integrantes creen ser buena gente, respetables padres de familia, que nunca creerán estar realizando nada malo, ya que solo construyen su patria. Igual que en el pasado ninguno de aquellos lejanos manifestantes creían estar haciendo otra cosa que engrandecer su nación y abrir el camino a una nueva sociedad.

Las movilizaciones independentistas han sido principalmente de  funcionarios públicos, de oficinas institucionales, empleados de enseñanza y sanidad, periodistas y empleados de medios de comunicación, de servicios culturales y sociales… todos vinculados a los poderes fácticos en manos independentistas que totalitariamente dirigen Cataluña. Muchos jóvenes mostrados en miles de fotos pueden apreciarse como de clase media alta, pijos, que diría Marsé, proceden de universidades y colegios religiosos que aportan bastantes de estos activistas, -la iglesia fue en el pasado factor decisivo en la creación ideológica del tradicionalismo, carlismo, nacionalismo, siendo hoy uno de los principales focos independentistas, agitando y movilizando, como lo hizo en Euskadi, utilizando los niños de escuelas infantiles como unidades de agitación y adoctrinados con prácticas similares al fascismo. A estos grupos se suman los importantes haces independentistas procedentes del interior rural, territorios coincidentes históricamente con los de implantación de tradicionalistas-carlistas. ¿Y los obreros donde están?

lunes, 24 de septiembre de 2018

La secesión nunca pretendió una revolución (2)

La democracia nacionalista, hoy secesionista, aplica derechos solo para  independentistas y aliados, mientras arrincona socialmente a todo individuo que no apoye su objetivo tachándolo de traidor, de no ser catalán, procediendo a relegarlo en su lugar de trabajo y entorno, barrio, escuela, empresa. La democracia solo para catalanistas, supuso marginar a la mitad de los catalanes para puestos de responsabilidad en medios públicos de radiodifusión, en empresas públicas catalanas, en puestos de responsabilidad de la Administración Pública, en cargos Institucionales, fueran deportivos o culturales. 

Remiren la inmersión lingüística y véanla utilizada como elemento para cribar/reducir emigrantes castellano-hablantes que pasen a bachillerato. Las redes sociales están llenas de casos concretos relatados por padres y madres de represión lingüística en los colegios a niños pequeños, regañados y apartados, como así mismo hay cientos de casos de adoctrinamiento sectario, hoy es imposible no querer verlo. Supuso, desde hace muchos años, expulsar a miles de trabajadores de enseñanza y realizar cribas para posterior contratación, supone zancadillear a profesores universitarios si no se identifican nítidamente como indepes, o marginar a los tibios, supone arrinconar y denunciar a trabajadores enseñantes y sanitarios que no se presten a ser activistas por la independencia.

La manifestación pública de tropelías que pisotean derechos ciudadanos de los no indepes va surgiendo poco a poco, hasta ir conformando listas enormes de agresiones, vejaciones, marginaciones…, el miedo que las retenía pareció romperse en octubre 2017. Ocultadas por los nacionalistas durante lustros, ayudados por gentes de izquierdas, para no provocar, decían, taponaban difusión en los medios, dificultaban permisos de reunión y locales, mientras descalificaban brutalmente a quienes las elaboraban, porque eran de tal o cual tendencia, de tal o cual partido, se descalificaba sin contra-argumentar se ocultaba la información, mejor no criticar lo que se documentaba, ello extendió  injusticias y privación de derechos democráticos. Hoy quien quiera puede ver en los medios y redes una enorme lista de amenazas exabruptos y gritos de expulsión a los catalanes no integrados en la independencia. Luchar por la autodeterminación es luchar por derechos individuales o colectivos no universales, supone tener como ideal aumentar los derechos solo para una parte de catalanes, eliminando los de otros catalanes. Por supuesto todo comportamiento se agrava, si en vez de considerar solamente a los catalanes incluimos la ciudadanía española.

Las revoluciones cambiaban el orden social, la escalera de poder y representación, la organización de la sociedad revolucionaria se zarandeaba en todos sus tramos, profesores, catedráticos, periodistas o voceros, gurús mediáticos, económicos, políticos, sacerdotes e iglesias, notarios, registradores, abogados, y poderosos de cualquier sector eran derribados por otros apoyados en movilizaciones, los nuevos, jóvenes mayoritariamente, los de abajo, se ponían arriba, las clases populares ocupaban parcelas de poder y se producía una redistribución de riquezas, las tierras se repartían, se requisaban medios de transporte, los medios de producción cambiaban de propietarios, algunos se colectivizaban o se apropiaban por las instituciones del estado naciente en manos de nuevos poderes políticos, las iglesias y religiones, desaparecían y sus muchos edificios, colegios, catedrales, monasterios eran requisados y puestos al servicio común. No parece estar ocurriendo en Cataluña.

En todas las revoluciones aparecían episodios violentos, de enfrentamientos entre los representantes de lo viejo y lo nuevo, la lucha por el poder. El problema aquí, en el proceso de autodeterminación de Cataluña, es determinar  ¿qué es lo viejo y cual lo nuevo?, el nacionalismo que pretende aparecer como lo nuevo ante oleadas de jóvenes inexpertos, basa su legitimidad en ideales imaginarios de hace muchos cientos de años, cuando las gentes no tenían vida propia, no podían decidir nada, dependían de sus señores, los nacionalistas pretenden legitimidad, dicen, lograda cientos de años atrás, cuando la gente moría de hambre, de frio y enfermedades, la esperanza de vida era de 30 años, por supuesto todos eran analfabetos y sometidos a una docena de soberanos y señores feudales. Durante algún tiempo, muchos años después del nacimiento de la Generalitat, que se aduce como inicio de su legitimidad, en los pocos momentos que hubo derecho de voto, lo fue solo para los poderosos, restricciones de propiedad, de sexo y/o educación lo impedían para el grueso de los catalanes. Una pequeña muestra de cómo funcionaban las cosas se lee en este estudio de Bernat Hernández.

‘’Francisco de Borja, con su nombramiento de virrey, recibió unas instrucciones bastante concretas sobre el desempeño de su cargo. Como prioridades se situaban el control del bandolerismo, que era presentado como una lacra que afectaba al conjunto de la sociedad catalana y del que preocupaba especialmente las implicaciones de eclesiásticos en las luchas de facciones…

Más que el bandolerismo en un sentido actual y jurídico del término, el problema fundamental al que debió enfrentarse el virrey Borja fue el de una sociedad dividida, enfrentada en luchas de facción. Las referencias documentales sobre el tema son muy numerosas y bien trabajadas por una bibliografía abundante. Justamente, nada más jurar el cargo, el virrey hubo de intervenir en la ciudad de Tortosa, población que describe, en términos tremebundos, como un nido de bandidos o una «cueva de ladrones» y «amparo de deservidores» de la monarquía.’’ La situación de la ciudad del Ebro era un reflejo del fenómeno del clientelaje nobiliario, eclesiástico u oligárquico municipal que resolvía sus conflictos mediante partidarios armados. Un problema que afectaba por igual a instituciones catalanas, municipios y oficiales monárquicos.

En gran medida, este estado de cosas era una pesada herencia de los graves problemas arrostrados por el Principado desde la crisis bajomedieval, que había sido particularmente severa en las guerras civiles y sociales del siglo xv. Por su parte, la dinámica de urbanización (planteada en términos de la fijación de jurisdicciones) de la población catalana había provocado tensiones entre las nuevas élites urbanas y los poderes feudales tradicionales del entorno rural. A nivel de señores laicos –fueran familias o colectivos municipales, nuevos poderosos locales o linajudos feudales– y señores eclesiásticos, estos enfrentamientos se habían recrudecido en tiempos de Borja. La configuración de estructuras de poder por parte de la Diputación del General y de la monarquía comenzaba a afectar al mundo de las parcialidades, al proceder a alineaciones y tomas de posición en los nuevos ámbitos de decisión por parte de los linajes tradicionales. ’’

Bernat Hernández, Universitat Autònoma de Barcelona, ‘Bandos y piratería en la Cataluña del Siglo XVI. Las actuaciones del Virrey Francisco de Borja (1539-1541)’

La historia no concede derechos, cuando los nacionalistas se apoyan en ello, realmente arguyen un derecho a la desigualdad actual -Aurelio Arteta-. La revolución francesa lo dejó claro, lo revolucionario es instaurar derechos para los vivos en condiciones de igualdad, sin considerar viejos privilegios del antiguo régimen, lo muerto no debe prevalecer sobre los vivos. Los supuestos derechos históricos suponen minorar derechos a los actuales ciudadanos, ¿de qué año tomamos las prerrogativas, cuáles consideran válidos, aquellos del siglo XV, del XVI, o los del XVIII? ¿Aquella Generalitat que no elegía el pueblo se pretende imponer a ésta? ¿Las confabulaciones de familias que ostentaban los poderes es lo que defienden reinstaurar? ¿O los casamientos obligados entre nobles como forma de reparto de poder? ¿Quizás quieran reinstaurar el derecho de pernada, o la capacidad de ajusticiar que tenían los nobles? Esas son las tradiciones que contraponen a la revolución que supone la igualdad de derechos para todo individuo.

En palabras de Steve Pinker ‘’La vida anterior a la Ilustración estaba ensombrecida por el hambre, las plagas, las supersticiones, la mortalidad materna e infantil, los caballeros merodeadores, y los señores de la guerra, las sádicas torturas y ejecuciones, la esclavitud, las cazas de brujas, las cruzadas genocidas, las conquistas y las guerras de religión’’. Este es el tiempo anterior, estas son las cosas que sucedían en aquel pasado irreal y en el que quieren basar su legitimidad. El derecho al voto universal para toda persona, hombre o mujer, mayor de edad, sin restricciones de ningún tipo, se instauró en Cataluña en 1978 con la Constitución Española, que contiene el mayor caudal de derechos que nunca tuvo la población, a la educación universal, a la sanidad universal, a pensiones o paro, salario social para los momentos de dificultades, a la libertad de expresión y circulación, a la igualdad de derechos entre todos sin distinción de sexo, raza, etnia, lengua, cultura, religión,…

miércoles, 19 de septiembre de 2018

El proceso de secesión no es una revolución. (1)

        LA SECESIÓN NO ES UNA REVOLUCIÓN

        ‘’Una revolución es la toma del poder político de forma violenta y rápida, sin respetar las leyes vigentes que produce transformaciones profundas y duraderas en el orden jerárquico, la distribución de las riquezas y las instituciones de una sociedad… ‘’
José Álvarez Junco, ‘’Las revoluciones entenderlas o adorarlas’’. Claves 254.

Entre la mitad del siglo XVI y el siglo XVIII, una revolución hizo su aparición en Europa, grupos de ilustrados, recogiendo tradiciones filosóficas y avances anteriores eclosionaron en doscientos años y rompieron con la historia anterior abriendo múltiples campos a un pensamiento laico, enfrentado a los poderes religiosos y políticos, gentes con conocimientos científicos, humanistas y filósofos, comenzaron a explicar el mundo, la naturaleza y el ser humano dentro de ella, sin necesidad de utilizar dioses ni recurrir a poderes mágicos. La búsqueda y explicación de la naturaleza y del ser humano fuera del corsé que imponían las religiones, permitieron avances enormes en las fuentes de producción de alimentos y de elementos materiales, el pensamiento científico permitió reducir enfermedades y atemperar el dolor, se produjo un gran salto adelante que remedió grandes miserias humanas, una revolución cambió la vida de la humanidad, la Ilustración.

Un elemento fundamental guiaba la filosofía y los estudios, el pensamiento laico y humanista, buscaba explicaciones y soluciones a los problemas entronizando al ser humano como soberano. La Revolución americana –declaración de independencia en 1776- y posteriormente la Revolución francesa –declaración de derechos del hombre y ciudadano en 1789- convirtieron el pensamiento ilustrado en pensamiento político y social situando desde entonces en el frontispicio del pensamiento de los progresistas ideales de libertad, igualdad y fraternidad, -o solidaridad- como patrones que guiaran la actuación de los individuos en su camino hacia una revolución.

Muchos individuos que vivieron los estertores del franquismo, algunos desde el activismo de la extrema izquierda, otros que simplemente lo soñaron, apoyan la autodeterminación de Cataluña en la creencia de que están ante una revolución, imaginan aquellas sobre las que leían o les contaban sus amigos en los años sesenta y setenta; aunque, extrañamente ésta no tiene costes, ni aparente violencia, es festiva y cercana a una romería familiar en su representación externa, no en su organización represiva, y dirigida desde los poderes fácticos catalanes, que incluye la burguesía catalana, aquella que formó parte del bloque de poder golpista, guerra-civilista y franquista hasta hace poco.

Bajo el síndrome de Peter Pan, ensoñación de la eterna juventud, aquellos viejos activistas de izquierda radical creen que el mundo actual continúa siendo el mismo que aquel en que vivieron y soñaron, y ahora imaginan que ellos vuelven a ser protagonistas de la historia. Otros actúan como si en España viviéramos en el franquismo permanente después de 40 años, lo cual es sencillamente de locos, de dementes seniles, políticamente hablando.

Soñadores revolucionarios hay variados, al menos de cuatro tipos: los hay  viejos antifranquistas con cierto grado de frustración, los hay maduritos de vida acomodada que nunca lucharon de forma que comprometiera su futuro, pero que se quejan de todo resultado, hay jóvenes que solo conocen esta sociedad democrática en la que vivimos pero han escuchado o leído sobre utopías y sueñan con aventuras triunfantes, los grupos anteriores tendrían como referencias libertarias y revoluciones comunistas,  socialistas/marxistas algunas de corte anticolonial. También existen creyentes en revoluciones que traerían el hombre nuevo, fascista, son un cuarto grupo. Creen que las movilizaciones en Cataluña les acercan a un soñado objetivo revolucionario que entonces no vivieron, -sí vivieron el anti franquismo, no la revolución-. Desde entonces, la ilusión revolucionaria fue destruida por la realidad en aquellos lugares del mundo donde se creyeron triunfantes, Rusia, China, Este de Europa, Sudeste asiático, Cuba, Venezuela… Hoy ese sentimiento difuso de utopías se envuelve en el concepto democracia, bastante alejado de aquellas teorías de la revolución, y lo adhieren a las movilizaciones catalanas que están siendo utilizadas por mucha gente, dentro y fuera de Cataluña como bálsamo rejuvenecedor.

Lo que sucede en Cataluña, cambiar una parte en la estructura de poder, se asemeja más a un golpe de Estado, que no siempre son ejecutados de forma violenta, sobre todo cuando nadie opone resistencia como ha ocurrido hasta ahora. –Sucedía en el pasado, por ejemplo: Primo de Rivera, no necesitó prácticas violentas ya que no encontró resistencia en septiembre de 1923-. Lo que está ocurriendo no es una revolución, no producirá transformaciones profundas y duraderas en el sistema productivo, ni en las relaciones de desigualdad, la autodeterminación no pretendió ni por un momento modificar la propiedad de los medios de producción, tampoco provocará nueva distribución de las riquezas; los propietarios de activos, tierras, inmuebles, fábricas, medios de transporte… seguirán siendo los mismos.

En cuanto a producir transformaciones profundas y duraderas en el orden jerárquico, tampoco serán visibles para los trabajadores, estudiantes, jubilados, pequeñas empresas, autónomos, o los poderes económicos… Sin embargo es en este apartado en el que se pueden producir mayores cambios, incluso algunos no deseados por quienes iniciaron el proceso, aquellos individuos y grupos independentistas que no recibían apoyo superior a un 20% durante muchos años podrían ser desplazados. Hasta que llegó la crisis y un conjunto de factores empezó a sumar adeptos a la lucha por una posible autodeterminación pintada como solución a todos los problemas de todos los catalanes.

La élite política que se está constituyendo durante el proceso de secesión de los últimos años, no coincide con la del pasado histórico, no solo hay nombres nuevos, también hay intereses nuevos, y no aparece ligada tanto como antaño a las élites económicas catalanas. Es verdad que sin financiación adecuada este proceso no hubiera podido mantenerse en el tiempo, ni crecido hasta representar casi la mitad de la población, el baño de dinero inicial ha sido determinante para darle impulso, aunque puede estar abriéndose una etapa en la que los dirigente políticos cobren autonomía momentánea respecto al poder económico. 

Entre las más altas élites económicas hay diferencias por mitad, respecto al proceso secesionista, -la UE es fundamental- que encuentra su mayor apoyo en las clases medias altas, y de apellidos catalanes, disminuyendo a medida que bajan las rentas y aumentan los apellidos castellanos, lo cual es coincidente, élites, triunfadores, representantes sociales… son apellidos catalanes. Recuerden que más de la mitad de los catalanes, nacidos allí, tiene apellidos castellanos. Las élites políticas se concentran en lo catalanista, con una extrema sobre-representación social, Alejandro Macarrón ofrece un dato: “Como anécdota (o categoría) a destacar, los cinco apellidos más comunes en Cataluña son García, Martínez, López, Sánchez y Rodríguez. Entre el 8% y el 9% de la población catalana desde 1980 tiene uno de estos cinco primeros apellidos. Pero ninguno de los 102 diferentes consellers del gobierno catalán desde 1980 ha tenido ninguno de ellos como primer apellido, y sólo dos tienen un segundo apellido de esta lista de cinco apellidos principales”

Algunos hijos de familias burguesas, tradicionalmente participan en puestos dirigentes, pero en general los nuevos militantes, modernos pijos protegidos por el dinero público, son abogados y economistas, arquitectos, ingenieros, nuevas profesiones tecnológicas, curas y cargos eclesiásticos y de colegios religiosos, añadan, cargos de la administración y empresas públicas, periodistas en radiotelevisión y prensa, industriales y comerciantes medianos, propietarios de tierras en mayor número que grandes industriales, comerciantes y financieros… En las experiencias fascistas europeas, tanto en Italia, como en Alemania y España, la capacidad de ejercer el poder político y represivo apoyado por movilizaciones masivas, incorporó nuevos protagonistas en las relaciones de poder, y entonces como ahora, piden su parte de poder económico constituyéndose como nuevo grupo de élite entre las clases medias altas. El ascenso de cuadros medios en la estructura de mando independentista es visible en ANC, Ómnium Cultural, en la multiplicidad de organismos y asociaciones vinculadas al proceso, o en instituciones como Generalitat, Parlament, Ayuntamientos, Congreso de los Diputados…

Las grandes corporaciones financieras, industriales y comerciales son más europeístas en sus intereses, por tanto más dependientes de los mercados internacionales, y estos hoy empujan hacia el apoyo a la UE, aunque es visible el interés de una parte de los poderes geopolíticos por debilitar Europa, -Rusia, Trump, ultranacionalistas europeos-, lo cual lograría la secesión. Aunque en grandes empresas haya ejecutivos independentistas, tradicionales o modernos, pueden mostrar simpatía a la causa para mantener el equilibrio, o bien se someten a las presiones políticas para apoyar en cuanto ven peligrar su posición por campañas mediáticas contra ellos. Pero, cuando la cosa se pone seria, son los grandes fondos de inversión, los gestores de las bolsas mundiales como Wall Strett, o los fondos europeos, quienes influyen en las decisiones de las grandes corporaciones, -Caixa Bank, Sabadell, Seat, etc.-

No existe una clara postura en torno a la independencia del conjunto de la patronal catalana. No parecen apostar por una secesión real, por un país independiente al margen de la Unión Europea, aunque sí contemplan obtener ventajas fiscales y de posicionamiento en nuevas situaciones negociadoras que facilita el proceso, por lo que el juego de apoyos puede estar abierto. El proceso no nació como revolución, no se construyó con tal objetivo, el principal interés explicitado de la autodeterminación, desde el inicio y con  mayor intensidad que cualquier otro, en mayor número de documentos y por el mayor número de colectivos, fue el que puede sintetizar la idea de ‘el dinero de Cataluña que se quede en Cataluña’. Esta idea se difundió con consignas como ‘España nos roba’, ‘Somos una colonia’ ‘Cataluña paga demasiados impuestos’, etc.


Los trabajos de Kiko Llaneras en los tres cuadros aquí presentados son expresivos de que los mayores independentistas tienen rentas más altas, que coincide que son obtenidas, en mayor proporción, por nativos catalanes con abuelos catalanes, -menos de la mitad de la población catalana-. Dicho de otra forma el catalanismo que defiende la independencia, tiene gran parte de sus élites entre los viejos apellidos catalanes que al mismo tiempo son los ricos del territorio. Otros estudios dan resultados similares, con la salvedad de que subiendo hasta arriba de la escala económica, entre los más ricos, no existe apoyo mayoritario.

Un aspecto que va apareciendo durante el proceso, es que los poderes catalanistas que lo iniciaron no está claro sean los finalmente vencedores entre los de su propio bando, las parcelas de autonomía del poder político sobre el económico se han hecho patentes en la dirección del proceso. Aquellos que crearon las bases, objetivos y tácticas para defender el derecho a la individualidad de los ricos, su dinero para ellos, su poder para sí solos, su territorio para los elegidos, que eran ellos, probablemente no serán quienes dirijan la parte final del proceso. Por el camino, como ocurre siempre, se han sumado otros protagonistas, líderes políticos que dirigen y mandan, aunque ninguno ni antes ni ahora haya citado nunca como objetivo de la secesión realizar grandes modificaciones sociales, ninguno de los protagonistas políticos que ejercen su autonomía respecto al apoyo del dinero se ha atrevido a marcar objetivos revolucionarios que produjeran movimientos en la propiedad, en la organización del trabajo en fábricas comercios y empresas, nadie plantea salirse o modificar la sociedad de mercado, o apartar a la iglesia de los principales lugares sociales, que tiene hoy asignados en el proceso…

Lo que ocurre en Cataluña va en dirección contraria a una revolución, ha barrido los movimientos sociales, y sometido a sus líderes, sus objetivos y formas de lucha al sueño exclusivo de independencia, objetivo que en la práctica se entiende, al igual que fe religiosa, como la Asunción católica, en que la secesión dará paso a una nueva sociedad, sin élites, sin paro, sin explotación, sin desahucios, sin precariedad, sin globalización, sin mercados, igualitaria, sin discriminaciones... Ha expulsado las clases en el sentido tradicional de lucha obrero-patrón, trabajo-capital, siendo Cataluña una de los mayores enclaves industriales de España no se producen huelgas fabriles, ni paros en el aparato productivo catalán, han desaparecido reivindicaciones sindicales sobre salarios, precarización, paro, derechos laborales, desaparecido las luchas de barrios tan grandes en la Barcelona de los setenta… el movimiento independentista parece ocupar el terreno por las clases medias, los empleados públicos y sus familias, por empleados de la sanidad, educación, medios de comunicación, empresas públicas, comerciantes, etc. Ni derechas ni izquierdas, típico del fascismo.

La dirección ideológica bebe en la larga tradición de autores catalanes que fueron escribiendo dando forma a la base nacionalista, racista y supremacista, - Francisco Caja, ‘La raza catalana. I y II. El núcleo doctrinal del catalanismo’ Ediciones Encuentro, 2009- la economía siempre estuvo cercana a defender el catalanismo, aunque presta a asociarse con el estado español para obtener subvenciones, aranceles, o la intervención armada para aplastar catalanes que atentaran contra su propiedad. La dirección política fue ejecutada por los nacionalistas durante los últimos 30 años desde los poderes catalanes instaurados tras la Transición. En 1990 se conoce un documento elaborado por Pujol y su equipo para ocupar puestos clave de la sociedad, se aprueba por Convergencia como ‘Programa 2000’, del que se hace eco ‘El País’ en artículo de José Antich, 28/10/1990 y ‘El Periódico de Catalunya, el 28/10/1990’.


       
Páginas 26 y 27 de ‘El Periódico’ del 28/10/1990

La actual dirección política soberanista incorpora nuevos elementos, continúa dirigiendo el enfrentamiento contra el Estado con movilizaciones teatralizadas, controladas y uniformadas, típicas del fascismo que vimos en la niñez  y como antaño apoyadas por los poderes, ahora catalanes, políticos, ideológicos y económicos, con derroche de medios logísticos. Naturalmente sus integrantes creen ser buena gente, respetables padres de familia, que nunca creerán estar realizando nada malo, ya que solo construyen su patria. Igual que en el pasado ninguno de aquellos lejanos manifestantes creían estar haciendo otra cosa que engrandecer su nación y abrir el camino a una nueva sociedad.

Las movilizaciones independentistas han sido principalmente de  funcionarios públicos, de oficinas institucionales, empleados de enseñanza y sanidad, periodistas y empleados de medios de comunicación, de servicios culturales y sociales… todos vinculados a los poderes fácticos en manos independentistas que totalitariamente dirigen Cataluña. Muchos jóvenes mostrados en miles de fotos pueden apreciarse como de clase media alta, pijos, que diría Marsé, proceden de universidades y colegios religiosos que aportan bastantes de estos activistas, -la iglesia fue en el pasado factor decisivo en la creación ideológica del tradicionalismo, carlismo, nacionalismo, siendo hoy uno de los principales focos independentistas, agitando y movilizando, como lo hizo en Euskadi, utilizando los niños de escuelas infantiles como unidades de agitación y adoctrinados con prácticas similares al fascismo. A estos grupos se suman los importantes haces independentistas procedentes del interior rural, territorios coincidentes históricamente con los de implantación de tradicionalistas-carlistas. ¿Y los obreros donde están?

‘’…pero las revoluciones, sobre todo para sus creyentes o entusiastas, son también mucho más que eso: son explosiones colectivas de protesta, con aspectos trágicos pero también festivos, que sustituyen el orden social y político existente por otro basado en principios como libertad, igualdad y justicia’’. José Álvarez Junco, ’Las revoluciones entenderlas o adorarlas’.

El independentismo no pretende cambiar el orden social y político existente por otro, el process nunca fue diseñado para sustituir la jerarquización social catalana, ni la propiedad de los activos, el gran cambio pretendido es hacer absoluta su soberanía, manteniendo el sistema, pero gobernado en su totalidad por ellos, sin injerencia exterior, creando fronteras, y expulsando lo español del que consideran su territorio, su finca particular. Nadie dijo nada sobre sustituir a élites dominantes en las instituciones catalanas fueran deportivas, culturales, empresariales, mediáticas, productivas, comerciales… para dar paso a los manifestantes de las Diadas a dirigir esas instituciones. Nadie propone repartir riquezas, modificar la estructura productiva, colectivizar los medios de producción públicos y/o  privados, ni se pretende nacionalizar los servicios públicos, ni siquiera se habla de tomar el control de las autopistas cuya concesión ya caducó hace años, no es este el objetivo.


viernes, 14 de septiembre de 2018

Gasto público: Una medida del estado federal


El grado de gasto público de un estado y su distribución territorial, puede considerarse una medida de descentralización que en cierto sentido mide la cualidad federal de ese estado,  entendida como la atribución de soberanía que comparten diferentes territorios con distintas administraciones públicas gobernando en ellos.  A pesar de los cabreos que se originan diariamente, que para algunos justifican la conveniencia de una desmembración del estado para dirigirlo hacia una federación, la realidad concreta que ofrecen los estudios es que España es un estado federal, comparable con otros estados federales en cuanto atribuciones cedidas a los territorios, las CCAA,  tiene una estructura particular con algunas deficiencias, como la financiación, etc. y el Senado que habrá que reconvertir ya, en Cámara Territorial donde diriman sus diferencias los territorios y no siempre en peleas bilaterales con el Gobierno Central, mas propio de una confederación que de federación. 

Los dos cuadros proceden de: ‘El gasto público en España en perspectiva comparada: ¿Gastamos lo suficiente? ¿Gastamos bien? publicado por Santiago Lago peñas y Jorge Martínez-Vázquez en la revista Papeles de Economía Española núm. 147 del año 2016. En el primer cuadro, (Gráfico 10) la comparación se realiza para el período 1995-2012, entre España y los países europeos de la OCDE, que prácticamente son la UE, entre ellos hay algunos federales como Alemania, Bélgica, Austria. El gasto público total como porcentaje del PIB imputable a gobiernos subcentrales –territoriales- españoles se encuentra sobre el 25%, mientras en el caso de gobiernos subcentrales europeos representa un 15%. El segundo cuadro (Gráfico11) compara gastos de los gobiernos subnacionales, territoriales, por funcionalidad y como porcentaje del PIB. Para hacerlo sencillo pueden mirar solo la cifra expresada para 2011, barra azul completa, pero merece detenerse en los componentes de gasto, testimonian un catálogo de atribuciones que tienen los territorios tales como: educación, sanidad, orden público, cultura, protección social, medio ambiente, vivienda, lo cual es una muestra de soberanía cedida/compartida.

En España a comienzos del siglo XXI por encima del 40% del gasto público total lo gestionaban los territorios, que pasaría a ser un porcentaje superior al 50%, si excluyéramos la Seguridad Social del cómputo Central, supone un 27% del total, la Administración Central gasta un 23%, sin S.S. El componente mayor del gasto público son las pensiones que paga el Estado central.  Las CCAA concentraban en 2001 la mitad del empleo público,  el 70% si se excluye la Seguridad Social. ‘Mediterráneo Económico, núm. 10, Cajamar.  ‘Un análisis comparado del gasto público autonómico’. J.M. Domínguez, R. López del Paso y N. Rueda. Y ante esto, ¿qué hacemos, destruimos todo lo realizado, autodeterminamos todos los territorios y comenzamos como si estuviéramos en la Edad Media a crear una república federal? ¿No parece un poco estúpida la idea?

Lo progresista es luchar contra la reacción que representa el nacionalismo, contra políticas y objetivos que hunden sus raíces en la xenofobia, en el tribalismo; lo progresista es no apoyar poner fronteras, contra políticas lingüísticas que condenan a los catalanes de segunda fila, antes emigrantes constructores de Cataluña, a ser marginados de los puestos de representación y responsabilidad. Lo progresista es luchar contra las injusticias cometidas a diario, contra gente que ocultan, por el mero hecho de no apoyar la independencia y son desterrados socialmente. Progresista es luchar contra la credibilidad generada por los independentistas, contra los dogmas que difunden los poderes soberanistas y defender la igualdad de derechos para toda la ciudadanía. Progresista es luchar antes de que sea tarde contra el tradicionalismo, el nacionalismo y el fascismo que se está instalando tras la cortina de la independencia.

Canta Raimon, ‘D’un temps, d’un país’:

Lejos de recuerdos inútiles
Y de viejas pasiones
No iremos a la zaga
De antiguos tambores.