Hace
días que terminaron pero uno queda en el dique seco de la reflexión, -además de
atender las obligaciones propias de la edad y condición de hijo y abuelo- el
caso es que cuesta mucho volver a retomar el ritmo anterior de mantenimiento de
los blogs máxime cuando las dudas te asaltan, ¿merecerá la pena con tan pocos
lectores? Además la gente transita por otros caminos que dominan las frases
cortas y el aluvión de imágenes, las ideas simples y absolutas que facilitan
trincheras, posicionarse a un lado u otro aparentemente con mayor comodidad, lo
cual implica el rechazo de la duda y la contradicción, abrazan el blanco o
negro y desprecian la complejidad.
El
signo de los tiempos, que en España se aprecia años antes del cambio de siglo,
tiene mucho que ver con la tremenda situación actual en la que estamos inmersos
los españoles, y los europeos… poca discusión sobre los problemas más allá de posicionarse
entre los dos polos de amigos y enemigos, no hay diagnóstico preciso de casi
ninguno de los problemas que nos aplastan, por lo que difícilmente se
encuentran soluciones, que tampoco se buscan al no apoyarse en lo que dicen los
otros. Políticamente estamos instalados en un tipo sui generis de debates que no buscan matices, no se pretenden puntos
de acuerdo solo se destacan los desacuerdo, lo cual fomenta la postura de conmigo o contra mí.
En
la España actual si un blog, un
individuo, un grupo, un libro, no ensalzan algo en su totalidad queda
descartado, se aparta, se margina al grito silencioso de no es de los nuestros. No se entiende como normal estar de acuerdo
con alguien, por ejemplo en un 60%, y discrepar en el resto, un 40%, cuando lo
anormal es pensar en la totalidad, resultando prácticamente imposible compartir
al 100% ideas u opiniones de individuos o grupos cercanos. Con esta dinámica anterior
comienzo el curso revisando algunas de las noticias del verano.
Escucho
a una líder de IU, a la que se está promocionando, que la intervención rusa
sobre Ucrania se produjo por el golpe de estado previo que llevó al
nazismo/fascismo al poder, intenta explicar lo que ocurre con una
interpretación cercana a la II Guerra Mundial, nazismo contra comunismo, o usar
la tesis de la guerra fría, EEUU malos contra URSS buenos ¿En serio quieren
explicar lo que ocurre en Ucrania y la nueva Rusia, con el mantra de capitalismo
malo, comunismo bueno? La Rusia actual, paraíso de los multibillonarios y la
región del mundo en donde más ha disminuido la esperanza de vida en 25 años se
pretende hacer aparecer como el lado de los buenos. ¿Putin tiene algo que ver
con el comunismo o se acerca al nacimiento bárbaro y mafioso del peor
capitalismo?
Que
en la maraña ucraniana haya ultra derechosos, igual que ultraizquierdistas,
cuyos intereses y sueños simplificando mucho se aproximen a la UE o a Rusia, no
justifica la anexión de Crimea por Rusia, su más importante base militar en el
Sur, control de Oriente Medio y salida al Mediterráneo. La historia de Crimea y
la potencia económica y geopolítica de Ucrania, son un terreno de intereses
contrapuestos, por tanto de conflictos, tanto internos como externos, interesa
mantenerlos en el área de influencia tanto a la UE como a Rusia, pero no son la
lucha del bien y del mal. La intervención rusa se producirá para lograr alta
influencia, tanto con nazis como con demócratas, lo esencial para Putin es
tener control sobre Ucrania sea cual sea su gobierno. Mientras el resto del
mundo mira, apenas sin intervenir, por la cantidad enorme de intereses
cruzados, comerciales, económicos, geoestratégicos...
Cada
paso en una dirección implica resultados en otra, a veces imprevisibles, y tienen
repercusiones para los españoles. Las sanciones económicas afectan seriamente a
Rusia, pero sus efectos aislacionistas pueden darse la vuelta y agravar la
inminente nueva recesión europea, el comercio ruso puede volcarse hacia los
emergentes –a los españoles nos importan no solo las frutas y verduras, también
el Ford Kuga de la fábrica de Almusafes podría dejar de fabricarse por estar
bastante vinculado al mercado ruso-. El mundo es tremendamente complejo y
Putin, igual que otros, avanza en sus objetivos sopesando las posibilidades de
intervención del resto del mundo, -entre otras considera la enorme dependencia
europea de su gas y la importancia de su mercado para los productos europeos- mientras
suministra materiales, armas y tropas camufladas con la esperanza de aumentar
su control e influencia sobre Ucrania dejando clara su intencionalidad y fuerza.
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