Al margen de cifras, ha sido un
enorme éxito de movilización y organización para consolidar los objetivos
soberanistas en el imaginario colectivo. O vaya usted a saber, porque la
explosión de alegría vista en las calles podría no ser suficiente para lograr
la independencia, al tiempo que la siembra del odio generado en estos años a lo
español, que incluye al menos a la mitad de la población catalana, hace
dificilísima la convivencia sea cual sea el futuro.
De cara a prepararse para
futuribles, un colega preguntaba ¿hasta
dónde estarías dispuesto a llegar para impedir que Cataluña se independice?
Y otro le respondía ¿hasta donde están
dispuestos a llegar los catalanes para independizarse? Las preguntas
sintetizan de manera perfecta gran parte de la carga del problema y su
trascendencia ante imprevisibles consecuencias. Las respuestas a estas dos
preguntas tienen su máximo sentido realizadas por los dirigentes del proceso,
no solo a título individual cada persona, y por ahora son desconocidas para
amplias mayorías de población tanto de los que están a favor como de los que
no. Incluso en gran parte están indefinidas para las élites dirigentes, entre
otras cuestiones porque el proceso puede tomar vida propia, sin control, sin
dirección. Añadiría otra pregunta para situarnos mejor en la comprensión de las
anteriores, ¿conocen ustedes experiencias
de otros procesos de secesión y sus resultados?
Hasta donde es posible conocer los
planes del independentismo, a través de sus textos y palabras, el proceso de
creación de un estado nuevo se encuentra muy avanzado, en dicho plan han tenido
en cuenta grandes y mínimos detalles, la estructura nueva lógicamente se apoyaría
a la parte de estado paralelo generada por la Generalitat. Con un desarrollo
como el visto en sus documentos, sería extraño, que no hubieran considerado las
pegas o impedimentos del tipo que fueren y muy raro que no tuvieran
planificadas alternativas a desarrollar en ese caso, en donde la desobediencia
civil es la única que aparece por ahora.
Este proceso está muy lejos del
puesto en marcha en Escocia y del utilizado en Canadá, ambos consensuados y
celebrados democráticamente dentro de la legalidad. Se está abriendo un
panorama de crecientes enfrentamientos entre la mitad de la población, que hoy apoyados
hasta lo indecible por el enorme aparato mediático nacionalista, viven los
acontecimientos prácticamente en plan festivo, sin considerar otras
repercusiones ya que la otra mitad de ciudadanos catalanes parece harta de
vivir aplastados y escondidos y empiezan a salir a la calle a responder y
reclamar presencia.
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''La identidad… en política (la cultura va aparte) es la ciudadanía sin otra
raíz que la ley común ni otros condicionamientos que los racionalmente pactados
entre iguales. El laicismo, ciertamente inseparable de la república
democrática, no sólo libera a la cosa pública de cualquier servidumbre a
creencias teocráticas, sino también de la obligación de respetar tradiciones,
genealogías o señas étnicas particulares. A los ciudadanos los determina el
reglamento a partir del cual nacen para el futuro, no los orígenes que les
anclan —y quizá les enfrentan— en el pasado.''
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No sé si la Diada del pasado jueves fue la manifestación más importante de
toda Europa, como alardean sus promotores. Pero desde luego sí resultó
espectacular, en tanto que gran acontecimiento mediático (media event)
producido y escenificado con arreglo a como mandan los cánones. Puro teatro, se
dirá, en un claro montaje de política-espectáculo. Pero en todo caso una
performance reivindicativa organizada con gran eficacia, a juzgar por su masiva
participación. Otra cosa es que haya sido capaz de producir resultados
políticos, imprimiendo algún cambio significativo. Y aquí es donde cabe ser
escépticos, pues la Diada no parece haber servido de mucho, dado que las cosas
siguen estando exactamente igual. En este sentido, ha sido un espectáculo de
masas demasiado previsible y redundante, sin auténtico suspense ni por tanto
expectación, por lo que tampoco ha generado verdadera catarsis. Compárese en
cambio con lo que sucederá en Escocia este jueves 18, donde está en juego el
futuro de todos los británicos. A su lado, la pasada Diada sólo ha resultado un
reiterativo ritual.
Y es que el suspense se centra no en lo que pueda decidir el pueblo catalán
sino en lo que vayan a decidir a partir de aquí las élites dirigentes, y en
particular Junqueras, Rajoy y Mas. Este último cumplirá su promesa y convocará
la consulta soberanista del 9-N. Inmediatamente el TC la anulará por encargo de
Rajoy, y entonces se abrirá una encrucijada ante Junqueras y Mas: ¿acatamiento
o insumisión legal? Como es lógico, el president tendrá que respetar el
principio de legalidad, como autoridad pública que es. Pero en cambio
Junqueras, al estar fuera del poder formal, se sentirá tentado de encabezar la
desobediencia civil, exigiendo "sacar las urnas a la calle". Ese será
el momento en que se geste o no el auténtico acontecimiento histórico.
…/... Y el tercer
objetivo de la estrategia de Rajoy era dividir la coalición política que de
facto han formado CDC, en representación de la burguesía catalana, y ERC,
actual representante de la pequeña burguesía y el precariado. …
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