El día después. José Ignacio Torreblanca.19-09-14
No llego a comprender como una línea
fronteriza que separe España de Cataluña, amén de las múltiples fronteras personales
internas, consiga mejoras sustanciales en las condiciones de vida y trabajo de
españoles y catalanes, aparte de la satisfacción emocional del sueño logrado,
para los independentistas. Me parece que todos los españoles perderemos
bastante en los aspectos referidos a la calidad de vida, económicos, sociales,
políticos…. La ruptura social será importantísima cuestión que consumirá
enormes energías durante mucho tiempo en ambos lados fronterizos y dentro de
cada conjunto de población, español/catalán, y se añadirá como problema nuevo y
específico emponzoñando las posibles soluciones al resto de problemas.
Independencia, reacción populista que
aprovecha la crisis (5-12-13)
Una gran ola de
populismo inunda Cataluña. Nos encontramos ante la primera reacción populista de grandes dimensiones que se produce en
España en esta crisis. El secesionismo ha llenado un vacío político. Una parte
importante del ascenso nacionalista se aprovecha de la marginalización de
grupos sociales procedentes de la emigración y descendientes, de extracción
obrera y de servicios. Los problemas catalanes antes se deben al capitalismo
global, los mercados y el nuevo papel de los países emergentes, similares a los
del resto de España y Europa, pero ahora de todos los problemas en Catalunya se
culpa a los españoles explotadores, los problemas los generan
los de fuera y como los de dentro son santos, la independencia resolverá todo.
La gente ha concluido que las
izquierdas, verdes, anarquistas, socialistas, comunistas, ya no son su partido
porque no resuelven sus penurias y se lanzan en brazos del populismo, del
nacionalismo, al encanto de la solución fácil y mágica, la crisis de la izquierda
puede potenciar estas cosas, la gente se apunta a quienes le prometen soluciones
y mundos felices. -En otro plano ya vemos grupos fascistas que reparten comidas
en Grecia y España, acercando desvalidos a sus encuadramientos-. Aquí el
secesionismo no ha llegado a fascismo, aunque la magia populista de solucionar
las tremendas dificultades de la gente opera en la afiliación por la
independencia, deberían saberlo los que afilian y los afiliados, la
responsabilidad individual también existe y cada cual que se arrima al
nacionalismo, debería tener claro quiénes son los suyos, quienes pueden
comprenderle más adelante porque compartan similares condiciones de vida y
trabajo. Tiempo adelante encontraremos un ejército de alumnos de colegios
privados en los escaños del Parlament, que serán las élites catalanistas, sin
rastro de aquellos españoles que se
movilizaron en su apoyo.
Las cuestiones que rodean una vida,
salarios, vivienda, trabajo o paro, pensiones, sanidad, las condiciones de los
barrios, colegios con instalaciones desconchadas sin materiales, con pocos
profesores y muchos alumnos mezclados por aulas, sin libros, desahucios,
salario social recortado o suprimido; ganarse la vida como mejor se pueda, todo
eso y mucho más, no cabe en la óptica del catalanismo, solo hay sitio para la
secesión. Se han abandonado otras miradas necesarias, otras identidades, de
clase, de sexo, de otros territorios, la común creación de un cuerpo cívico
político con una identidad nueva nacida al calor de la Constitución. La derecha
españolista y catalanista haría bien en percatarse de la necesidad del
movimiento sindical y los partidos de izquierda, imprescindibles para mantener
un espacio común de vida colectiva, distinto a la selva. Cuando no quede nada
que perder porque todo esté perdido, la selva aparecerá repentinamente.
¿Cuántos nacionalistas estuvieron con
Franco, o fueron cargos del Régimen y lo son ahora? ¿Cuántos individuos de las
élites catalanistas han estudiado en colegios públicos, junto con hijos de trabajadores
y emigrantes? ¿Cuantos de entre ellos carecen de estudios, cuantos trabajaron
en fábricas, en el tajo o en el campo? Los grupos de poder catalán estudiaron
en colegios privados, viven en las mejores casas de allí, tienen los mejores
coches y empleos, las mejores vacaciones y rentas, prestigio y poder… ¿qué los
une a muchos individuos que apoyan la independencia y están en el paro, sin
sanidad, sin posibilidad de comprar libros para sus hijos; que los une a
quienes trabajan de camareros o vendedores, obreros en fábricas o trabajadores
en oficinas? ¿Acaso querrán lo mismo quienes ordenaban y pegaban con las porras
a los indignados en la puerta del Parlament que quienes sufrían los golpes? No
viven en los mismos barrios, no fueron a los mismos colegios, no trabajan en iguales
entornos laborales, no saben lo que es la precariedad, tienen status, poder y
dinero. Es un mundo diferente ¿Y luchan por lo mismo?
Las élites catalanas y sus seguidores han decidió
asumir el papel populista, proclaman soluciones fáciles y aparentan la defensa
del trabajador y emigrante, a quienes desprecian por cultura, clase, lengua, dinero,
etnia,… pero que pretenden utilizar como su particular ejército de liberación
nacional. Las políticas que promueven los ricos, sintetizadas en los
impuestos para los que los pagan, o lo que es lo mismo, no pagar
impuestos, reducirá el estado de bienestar de los trabajadores, se presentan
como necesarias para el bienestar social de los catalanes todos, -de repente
no hay negros ni blancos, todos grises, solo que unos son claros y
otros oscuros-, y los medios de comunicación nacionalistas hacen el resto,
financiados y partícipes de los mismos intereses.
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