Un
referéndum no salvará Grecia de la quiebra, ni limitará el hambre ni el paro
juvenil, ni la hará más competitiva en sus relaciones internacionales, un
referéndum no aumentará los puestos de trabajo, ni permitirá mantener el pago
de las pensiones, la sanidad, educación… tampoco ayudará a encontrar
financiación en los mercados internacionales para seguir sorteando los déficit,
incluso aunque no pagaran intereses por la deuda…
Pero
Tsipras parece necesitarlo, está en un callejón sin salida, incluso podría tratarse de un último golpe sobre la mesa negociadora para forzar un acuerdo in extremis, aunque le costara el gobierno caso de echarse para atrás. A pesar del
acercamiento político al que se había llegado en las negociaciones, nadie de
Syriza en su sano juicio tomaría la decisión de comprometerse a un acuerdo. El
conglomerado de fuerzas que componen Syriza hace prácticamente inviable la toma
de una decisión favorable relacionada con las negociaciones, que al fin y al
cabo trastocan bastante de lo defendido en campaña electoral, ello impulsaría
un estallido de la coalición en la que hay diversas fuerzas que desde hace
tiempo defienden la salida del euro, defienden la negativa a pagar la deuda con
la vuelta al dracma y comenzar desde cero. Eso dentro de la coalición, pero
fuera, hay otras diferentes fuerzas de apoyo y de rechazo, como mostraron las
dos manifestaciones masivas y contrapuestas de la semana pasada, que podrían
variar sensiblemente los apoyos parlamentarios de hoy día.
Con
o sin referéndum, con acuerdos o sin ellos, dentro de la eurozona o fuera, país
quebrado o sujetado por ayudas europeas, Grecia tendrá que acometer un enorme
plan de reformas profundas que será imposible pueda realizar Syriza o cualquier
otra fuerza política por sí sola, porque supondrá poner el país patas arriba
unos cuantos años con un desgaste brutal hacia quien gobierne. De ahí la propuesta
de algunos sectores para formar un gobierno de coalición que pudiera acometer
las reformas necesarias.
Un
referéndum no dará mayor autonomía a los gobiernos griegos, no dará mayor
independencia al pueblo griego. Este es el fondo de la discusión, la ilusión de
la soberanía nacional en el mundo de hoy que sigue estando prendida con
alfileres en los sueños de mucha gente a ambos lados del espectro ideológico. Quedar
fuera de las instituciones colectivas europeas, salirse de los pactos,
separarse de aliados no deja mayor libertad para afrontar los problemas que
tendrán que resolver. La ilusión es mandar al sistema a tomar por saco, pero ¿y
luego, como se sustituye hoy y aquí?
Los
conglomerados europeos son muy grandes para intervenir sobre ellos y atraerlos
hacia las propias posturas, lo cual lleva a creer a algunas personas y grupos
políticos, que fuera de coaliciones de países, mantendrán la soberanía
nacional, creen que estando solos, la autarquía dará mayor autonomía a las
actuaciones políticas, al poder actuar en una unidad menor. Argumentación
similar a los nacionalismos modernos, creen tener independencia al actuar en
unidades menores, creen poder decidir con mayor libertad en clanes, en unidades
nacionales pequeñas. Por eso el manotazo sobre la mesa de Tsipras abandonando
la negociación, en la coalición muchos creen que los únicos culpables de los
problemas griegos son los otros, el enemigo externo, y que lejos de ellos
encontrarán caminos.
El
debate tiene abiertas muchas puertas, dado que las corporaciones se han hecho
gigantes incontrolables, actuemos sobre lo pequeño, dado que los gobiernos en
ocasiones son aliados, o están a sueldo de las grandes corporaciones, actuemos
desde movimientos sociales y ONG para exigir a los grandes… pero las grandes
corporaciones no se desvanecen por salirse del euro, grandes corporaciones y el
espíritu de Davos, los mercados globalizados, está tan dentro de Europa como fuera,
en Rusia y China, en todo el planeta Tierra. Y las ONG y los movimientos sociales no gobiernan tanto como los gobiernos, no toman decisiones modificando leyes y tratados de naciones, no son partidos políticos que pueden influir en las instituciones europeas durante las negociaciones de cuatro meses. En suma, las ONG no son elegidas en elecciones generales como lo fue Syriza, con un 36% de votos, por un pueblo que en un 75% quería permanecer dentro del euro. Y fue elegida para decidir, para resolver problemas, pero fueron elegidos con un programa que contradice la realidad de los acuerdos logrados hasta ayer.
Pero
en el caso de Grecia en concreto, fuera de la eurozona, ni siquiera un
referéndum acercaría la posibilidad de mayores facilidades para crecer, que
dependerán de la financiación que tendrían que lograr en los mercados
internacionales, crecimiento que dependería también de la presión
globalizadora, un mundo abierto y volátil en el que la competitividad
internacional ejerce presiones sobre las facilidades para fabricar, comprar y
vender. ¿Acaso creen que Rusia o China, daría mayores facilidades financieras y
comerciales, sin pedir parte de la independencia griega a cambio? Y bajo ello,
la austeridad insoportable que no resuelve nada para Grecia ni para Europa
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